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12 de abril de 2008

Línea ideológica del Partido Carlista

Pegatina repartida en Montejurra, Estella, 1973 (Archivo La Alcarria Obrera)

El carlismo sufrió a lo largo de su accidentada historia repetidos vaivenes ideológicos, fruto en buena medida de lo heterogéneo de los grupos sociales y de las corrientes políticas que se cobijaron bajo su bandera. Absolutistas, foralistas, campesinos, integristas cristianos... han sido muchas las etiquetas que se han colgado a los carlistas durante los 175 años de su historia. A partir de 1968 el carlismo inició un profundo proceso de renovación y clarificación ideológica, que si fue instrumental para la dinastía Borbón Parma no dejó de ser sinceramente impulsado por las bases del partido, abiertas a los nuevos tiempos con el Concilio Vaticano II. En el Congreso del Pueblo Carlista, celebrado en el exilio francés en el mes de junio de 1972, se dieron los primeros pasos de esta actualización ideológica, cuyas audacias y cuyos temores se reflejan en el documento que presentamos. Dos años después, los carlistas fundaban la Junta Democrática con el Partido Comunista de España.

Línea ideológica-política del Partido Carlista aprobada en el Congreso del Pueblo Carlista de junio de 1972.
l. BASES IDEOLOGICAS
1. Principios constitutivos.
En estas bases se intenta recoger el pensamiento político de nuestro Rey y el acervo doctrinal fruto de la evolu­ción política e ideológica que el Pueblo Carlista ha llevado a cabo voluntariamente.
Partimos del PRINCIPIO CONS­TITUTIVO DEL PARTIDO CARLIS­T A, que nos ha expuesto el Rey como fiel reflejo del Pacto-Dinastía. Este Principio Constitutivo figura como preámbulo a las e Normas Provisionales del régimen interno del Partido Car­lista.
2. El Carlismo, Partido Político.
El Carlismo es un Partido democrático que pretende que con la Revolución Social, el Pueblo acceda al poder polí­tico rescatando su soberanía.
El Carlismo rechaza la división de la sociedad en clases sociales que han es­tablecido las oligarquías capitalistas, creando e imponiendo privilegios y pro­duciendo desigualdades entre ellas. La sociedad debe ser una clase, la clase del trabajo. Solamente deben existir fun­ciones y responsabilidades emanadas del trabajo. No reconocemos otras dife­rencias, porque todos tenemos los mis­mos derechos y deberes ante la sociedad. Somos, por tanto, un Partido de clase.
El Carlismo es un Partido de masas porque su constitución democrática de participación del pueblo en su dinámica política hace, al contrario del partido burgués o de cuadros, que el hombre se promocione abriéndose al campo de igualdad de oportunidades. Los partidos burgueses o de cuadros masifican al pueblo creando castas dirigentes y ha­ciendo al hombre sujeto de los intere­ses de grupo. El partido de masas hace partícipe y responsable a todos sin dis­criminación.
El Carlismo, en evolución ideológica permanente, que se encuentra en la opo­sición y en lucha contra las fuerzas de la represión, debe sustentar sus princi­pios ideológicos y su táctica de actua­ción sobre unos firmes pilares que ga­ranticen su dinámica política:
- La autoridad
- La unidad
- La disciplina
Sin esas condiciones la lucha resul­taría infructuosa, pues permitiría el na­cimiento de camarillas en pugna por el poder, que dividirían al Partido y evi­tarían que el Pueblo participase democráticamente en la política del mismo.
Objetivos ideológicos del Carlismo
a) El Principio de Libertad. Propugnamos libertad en todo. Sin más limitaciones que la que marque la libertad social, la libertad comunitaria, quedando determinada y condicionada la libertad individual a la colectiva, por­que este es el signo del derecho natural.
Así podremos establecer tres tipos de libertad social que garanticen el ejer­cicio de la libertad individual, tres cau­ces por donde discurra la libertad per­sonal debidamente promocionada y ordenada.
b) Libertad política.
El hombre debe poseer la libertad de ejercer y practicar su pensamiento po­lítico y, como consecuencia, el poder agruparse donde encuentra respuesta a sus inquietudes políticas. Base de la li­bertad política es el pluralismo político.
Los partidos o grupos políticos serán cauce de esa libertad y responsabilidad política dentro de un ordenamiento en el cual no exista discriminación alguna,
Esta libertad representará la mayor defensa de la persona y el procedimien­to para rescatar la dignidad y la con­dición de ciudadano que le ha sido arre­batada por el sistema capitalista.
c) Libertad sindical.
La libertad sindical representa el cau­ce abierto a la libertad social surgida de la facultad que al hombre le da su tra­bajo, que le da su responsabilidad den­tro de ese campo.
El sindicato debe ser el medio a tra­vés del cual el hombre sea el protago­nista del proceso económico, sea respon­sable en las decisiones socio-económicas y, no solamente como mero sujeto que vive pendiente de un ordenamiento en el cual él no ha participado, sino suje­to activo en la construcción de las es­tructuras socio-económicas existentes.
La Revolución Social debe conducir a la democracia económica, donde los medios de producción estén controlados por la sociedad. Esta democracia permitirá que la planificación económica nazca del seno del mundo del trabajo y que el sistema productivo sea de servicio y no de campo especulativo del capital, que la empresa se desarrolle como conse­cuencia de la autogestión de la socie­dad.
El Sindicato será democrático, de ges­tión y de participación.
d) Libertad regional.
España está compuesta por diversos pueblos, países o regiones que hoy se encuentran tiranizados y esclavizados por el Estado omnipotente que ha creado una casta servil que ejerce el centralis­mo al servicio del capitalismo y priva a los pueblos de sus libertades.
Existen países o regiones que se de­sarrollan cultural, humana y económi­camente, mientras otras sufren un sub­desarrollo progresivo, y no precisamen­te por un hecho natural sino por un hecho político, por un hecho histórico, por un hecho económico.
El análisis del proceso histórico, polí­tico y económico de la formación de las regiones que hoy componen el Estado español, nos lleva a la conclusión de que no es posible ejercer la libertad sin antes conseguir el establecimiento de una situación de igualdad entre las dis­tintas regiones.
El proceso de liberación de estos paí­ses no puede hacerse nada más que a través de la Revolución Social que proporcione el instrumento para compensar estas desigualdades y devuelva su sobe­ranía a las sociedades intermedias, es­tén o no desarrolladas, con un concepto de solidaridad que haga posible la igual­dad de oportunidades, que haga posible el ejercicio de su personalidad en el orden cultural, político y económico.
No puede aceptarse de hecho el pro­ceso histórico liberal-capitalista que ha condicionado y llevado a unos países a la pobreza y a otros los ha elevado en su riqueza.
2. BASES PARA UNA ORGANIZACION
1. Organización en función de las circunstancias. El Carlismo, que es un partido de lu­cha, que su combate se desarrolla en una posición ilegal frente a un poder dictatorial que no permite otra opción, debe disponer de una organización ade­cuada y apta para esta lucha.
Debe tenerse muy en cuenta la si­tuación del Carlismo en los momentos actuales para plasmar una organización eficaz y realista. Esta organización debe estar basada en la prudencia y en el sigilo y su característica esencial: la clandestinidad. Esta forma de organiza­ción repercutirá de inmediato en el procedimiento, que hasta ahora se ha llevado, de reuniones, asambleas, elec­ciones de dirigentes, etc. La exigencia de un ejercicio democrático dentro del Partido se va a ver mermada por estos fenómenos. Pero no se es menos demó­crata porque no se pueda practicar la democracia a la luz del día. Es muy dis­tinta la organización y la actuación que tengamos hoy a la que podríamos tener en un régimen que permitiese el juego político con libertad, o desde el poder. Hoy actuamos en una etapa que signi­fica clandestinidad, sigilo, prudencia, sa­crificio del lucimiento de la personali­dad, actitud de compromiso, de entrega, con la renuncia a los éxitos y confianza en los mandos.
2. Tipo de organización actual. El Carlismo no puede perder su ca­racterística popular y democrática. Den­tro de estas características se debe bus­car la organización adecuada y varian­te según las circunstancias,
Los sectores de responsabilidad donde el Carlismo se desenvuelve y organiza son de carácter geográfico, socio-político y de trabajo. Esta responsabilidad de sectores debe ser la base para la orga­nización actual del Partido.
a) Organización geográfica de carác­ter interno. Queda determinada en el proyecto de Normas.
b) Organización para la actuación ex­terna. Por sectores de responsabilidad indicados, en sus correspondientes nive­les. (Véase punto 3 del apartado 111).
Según se progrese y profundice en la acción política, nacerán nuevas ne­cesidades de organización, por ello el Carlismo debe disponer de una organización lo suficientemente flexible y ágil que responda a las necesidades tácticas del momento.
3. Normas o Reglamento de régimen interno del Partido. Para la regulación interna del Par­tido, haciéndose resaltar la participación del pueblo en las tareas políticas del mismo, de los deberes y derechos de los militantes, etc., la Junta de Gobierno presentó al Congreso del Pueblo Carlis­ta la Ponencia “Proyecto de Normas de Régimen Interno del Partido Car­lista”, que fue aprobada con carácter provisional con una vigencia de cuatro meses.
4. El militante en el Partido Carlista. Se entiende como militante del Car­lismo aquél que, aceptando la línea ideo­lógica-política del Partido, aprobada en el Congreso del Pueblo, reservándose la opción de poder mejorarla o modificar­la dentro del ordenamiento democrático del mismo, se comprometa con la diná­mica del Partido Carlista.
La actitud y la misión del militante carlista comporta dos funciones; el com­promiso ideológico, con el deber de pro­gresarlo; y la actuación concreta al servicio del Partido, con la renuncia a los éxitos personales, aceptando la crí­tica tanto personal como del Partido. El testimonio del militante será la palanca de la eficacia del Carlismo.
5. Dirigentes del Partido Carlista. Los responsables de la política del Partido Carlista, sus dirigentes, se pro­mocionarán de los núcleos más concien­ciados y más activos del mismo. La con­fianza en los dirigentes del Partido debe de ser absoluta, en la medida en que su testimonio sea constante y su leal­tad al Partido sea de servicio al mis­mo. Esta confianza será fruto de su pro­pia actuación, la cual siempre estará expuesta a la crítica, no de personas o grupos, sino de la comunidad a través de las Asambleas Populares.
La función del dirigente será la de llevar a cabo, aplicándola en toda su extensión, la Línea Política del Carlis­mo, con la responsabilidad y decisión que le compete. Testimonio, compromiso y dedicación serán los factores esencia­les de su función.
6. Medios.
a) Humanos.
Por las circunstancias que hemos ex­puesto anteriormente podremos obser­var que el elemento humano disponible pura la lucha política será difícil de incorporar, porque difícil es el ser car­lista hoy, en estas circunstancias, difí­cil es el comprometerse. Pero este me­dio es imprescindible y sin hombres comprometidos no será posible la actua­ción. Su promoción es urgente y perma­nente.
b) Económicos.
Los medios económicos son los que se necesitan para adquirir los otros me­dios. La fuente de ingresos del Partido Carlista será las cuotas de sus militan­tes. Nuestro sacrificio, nuestra entrega económica, dará la medida de la capacidad de lucha del Carlismo. Nunca aceptaremos hipotecas ni ayudas que nos condicionen ideológicamente.
c) De trabajo.
Estos son los elementos necesarios para la actuación política. Irán en pro­porción y en función de la actuación política, de los planes previstos y de los medios económicos disponibles.
7. Formación de militantes y dirigentes carlistas. Dentro del programa carlista, y en su línea política de actuación, debe figu­rar un capítulo expreso dedicado a la formación de sus hombres, de sus mili­tantes y de sus dirigentes.
Esta formación se llevará a cabo a través de cursillos, seminarios, círculos de estudio, propaganda y de la propia actuación.
Podremos distinguir tres fases en la formación:
a) Previa o inicial, con el conocimien­to del ideario y concienciación de los militantes.
b) Formación para la actuación concreta.
c) Formación de líderes y dirigentes.
3. BASES PARA LA ACTUACION POLITICA
El Carlismo, en su dinámica política de conquista, debe desarrollar una ac­tuación que profundice hacia la conquis­ta del poder para conseguir revolucio­nar estructuras socio-político-económi­cas.
Este objetivo, esta meta que es la conquista del Poder, con el Pueblo y para el Pueblo, que el Carlismo se mar­ca, representa un esfuerzo de gran na­turaleza, de organización, de medios, de entrega, de sacrificio y fundamental­mente de entendimiento con otros gru­pos que luchan como nosotros con un profundo sentido revolucionario y de­mocrático.
Nuestra acción, por tanto, va dirigi­da hacia un objetivo final, que es la conquista del poder político.
1. Política de oposición.
Al ser el Carlismo un partido en la oposición, nos lleva a planificar la ac­tuación política en esta vertiente con todas sus consecuencias, dado que el es­tar en la oposición representa el estar fuera de la Ley de los instalados y por tanto correr el riesgo de sufrir la re­presión.
Este frente antirrepresivo y de opo­sición, en este combate en el que nos encontramos inmersos, lleva implícito tres aspectos fundamentales para la po­lítica .de oposición que desarrollemos:
a) Organización interna con discipli­na férrea.
b) Testimonio claro de oposición tan­to personal como de grupo.
c) Entendimiento con otras fuerzas de la oposición.
2. Política de captación.
No consiste la captación en el buscar o incorporar afiliados al Partido Carlis­ta, sino conseguir que nuestra doctrina sea apta y aceptable para todos aqué­llos que son movidos por el mismo es­píritu que el nuestro. Captar e integrar hombres en nuestra lucha. De esta ma­nera transformaremos nuestro Partido en el de ellos, consiguiendo que sea el Partido Líder.
La acción de captación debe estar ba­sada fundamentalmente en la presenta­ción de nuestro esquema doctrinal y en la versión positiva que presentemos del Carlismo, que responda a la problemá­tica actual.
3. Política de presencia, penetra­ción o influencia en la sociedad.
El Carlismo, como grupo debe plani­ficar su acción de penetración en la so­ciedad, para no solamente dar testimo­nio, sino para crear las bases operati­vas, los núcleos fuertes, que sirvan de plataforma para alcanzar el poder.
Todo carlista, de por sí, tiene una mi­sión de captación e introducción en la sociedad. Esta acción personal se verá acrecentada y fortalecida en el momen­to en que el Partido organice su acción hacia la sociedad.
Es el Partido el que debe dar las nor­mas que regirán en esta acción de pre­sencia y penetración, marcando las con­diciones y el orden táctico a emplear, según la Línea Política del Carlismo. Los mandos del Carlismo fijarán las condiciones para la actuación externa de sus militantes, haciéndoles constar su compromiso con el Partido. Ningún militante podrá actuar fuera de esas normas, quedando sujeto a la discipli­na del Partido.
La acción del Carlismo hacia la so­ciedad debe ir dirigida hacia los gran­des núcleos de la misma, que podemos clasificar como:
a) Fuerzas productivas.
b) Instituciones.
c) Movimientos políticos.
d) Medios de comunicación social.
e) Medios culturales e intelectuales.
f) Países, pueblos o regiones.
Debe ser capaz el Carlismo, para in­cidir en estos campos, de presentar un programa de soluciones que produzca y despierte interés.
4. Política de propaganda.
Es la propaganda arma necesaria y medio de que debe disponer un partido político, para, a través de ella, llevar el conocimiento de su doctrina, desarro­llar la labor de captación y hacer posible la extensión de la Revolución.
La técnica, el método que se utilice será la clave del éxito de la misma.
El plan de propaganda debe constar de un estudio de factores esenciales para el desarrollo posible de ésta:
a) La información.
b) Los medios.
c) Su contenido. Objetividad y opor­tunidad. Momentos sicológicos.
d) Su difusión.
5. Política de entendimiento con otras fuerzas. En su acción política de conquista, el Carlismo coincide en su mayor parte con todos aquellos grupos o movimien­tos políticos que basan su ideología y línea de actuación en principios de lu­cha democrática y de búsqueda de la libertad. No podemos lógicamente marginarnos ni marginar a nadie de nues­tra acción, porque vamos a encontrar­nos constantemente en los mismos inte­reses y en los mismos compromisos. Hay que dialogar con ellos y entender­nos en todo lo que no represente hipo­teca o servidumbre.

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