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26 de abril de 2009

El PTE y la monarquía de Juan Carlos I

Pegatina de una candidatura unitaria con el PTE, Cataluña, 1979 (Archivo La Alcarria Obrera)

El Partido del Trabajo de España (PTE) fue uno de los grupos políticos más numerosos de la extrema izquierda en los años del tardofranquismo. En un principio se denominó Partido Comunista de España (internacional), pero cambió su nombre para poder ingresar en la Junta Democrática de España, ese frente político amplio impulsado por el PCE de Santiago Carrillo. De ideología marxista-leninista maoísta, sin embargo estuvo alejado del radicalismo verbal y de la tentación revolucionaria de otros grupos afines, por lo que fue acusado de "seguidismo" de los eurocomunistas. Su adaptación a las nuevas circunstancias de la Transición fue errática, rechazando procesos unitarios con partidos muy próximos, como la Organización Revolucionaria de los Trabajadores (ORT), mientras decía impulsar una Confederación Sindical Unitaria de Trabajadores (CSUT) y pactaba con un partido burgués, la Esquerra Republicana de Catalunya, para las elecciones de 1977. Con motivo de la muerte del dictador redactó un comunicado que fue profusamente repartido y que aquí reproducimos.

El Partido del Trabajo:
A la clase obrera y a todos los pueblos de España
Por obra y gracia del fascismo, les ha sido impuesta a los españoles la “monarquía del 18 de julio”. Su depositario, Juan Carlos I, que probablemente pasará a la historia con el sobrenombre de “El Breve”, ha recibido la corona de manos de unas Cortes y un Consejo del Reino nombrados a dedo por Franco, amparándose en que el pueblo está privado de los más elementales derechos y amordazado por el terror abierto e institucionalizado.
Si algún “alma cándida” aún creía en las palabras difundidas por los reaccionarios de que Juan Carlos tenía una “verdadera voluntad democratizadora” le han podido ver jurar de nuevo ante todo el país fidelidad a los Principios Fundamentales del Movimiento. Pero sobre todo han podido observar lo acaecido en los 20 días durante los que ha asumido la Jefatura del Estado: detenciones masivas de antifascistas, secuestros de revistas y publicaciones, las bandas fascistas actuando a placer con protección oficial, multas a sacerdotes, medidas económicas de hambre para el pueblo trabajador y un sinfín de realizaciones a cual más reaccionaria y fascista.
Vivimos un momento realmente importante para el futuro de la causa democrática. Las clases, fuerzas y familias políticas que han sustentado el Régimen fascista, están sumidas en contradicciones y enfrentamientos superiores a sus propias fuerzas, son incapaces de dar salida a la situación actual.
Están unidas, hasta ahora, en la idea de que NO se restablezca la democracia política sin restricciones ni exclusiones, sino que se realice una “evolución”, pero no se ponen, ni pueden ponerse de acuerdo, en qué consiste esa “evolución”. Están unidos, hasta ahora, en que NO se puede dar libertad a la clase obrera, pero no se ponen ni pueden ponerse de acuerdo en el burdo significado, en el bastardo contenido que quieren darle a la supuesta “democratización” de España. En definitiva, están unidos en lo que NO se puede hacer, pero no pueden encontrar ni brindar salida a la actual situación, precisamente en un momento en que las declaraciones retóricas y generales no sirven, en el que se necesitan soluciones prácticas, claras y satisfactorias para la gran mayoría del país. De ahí su gran debilidad y vulnerabilidad.
El momento es excelente y trascendental para las fuerzas democráticas y su causa, pues la única solución que representa los anhelos y deseos vehementes de la gran mayoría de los pueblos de España, es el restablecimiento completo e inmediato de la democracia política.
Hoy verbalmente nadie apoya la forma fascista de Estado salvo un puñado de facinerosos de Fuerza Nueva y otros grupos por el estilo. ¿Dónde reside, pues, la fuerza que hace sostenerse en pie al Régimen? Esa fuerza está en esos supuestos “demócratas”, los “evolucionistas” de uno y otro tipo que en sus intentos de impedir el triunfo de las fuerzas democráticas, mantienen de hecho y de derecho el Régimen fascista. Ellos, perfectamente conocedores de la trágica situación que atraviesan, necesitan de una tregua, de un respiro; necesitan que la clase obrera y el pueblo trabajador se estén quietos para ganar tiempo y permitirle solucionar sus problemas, los cuales son prácticamente insolubles. Cínicamente, esa tregua la han pedido incluso a través de la prensa legal. Eso da la medida exacta de la situación. A la vez que piden tregua para ellos y su maniobra antidemocrática y antipopular, aumentan las medidas represivas como exponíamos al principio y dictan las medidas económicas que sumen en la penuria los hogares obreros y arruinan a los campesinos y a los pequeños y medianos empresarios y comerciantes.
Juan Carlos es la prolongación de Franco, pero es incapaz de unificar las diversas familias del Régimen, como lo hacía su antecesor. Los “evolucionistas” quieren imponer un Rey designado por el fascismo y realizar una pantomima de democracia en la que la clase obrera y el pueblo trabajador sean excluidos. Pero ellos no están en disposición de dar una salida a la situación ni aun siendo, como sería, una salida reaccionaria.
En contraposición, existe un acuerdo básico entre la Junta Democrática de España y la Plataforma de Convergencia Democrática, en torno al restablecimiento de la democracia política, que une a un amplísimo abanico de fuerzas políticas con sobrada capacidad para gobernar. Acuerdo básico en el que todas esas fuerzas nos hemos comprometido públicamente. Existen las articulaciones democráticas de Catalunya, Euskadi y Galicia, expresión de unidad antifascista en las nacionalidades, y que han hecho pública su identificación política con tal acuerdo.
Si las familias políticas del Régimen quieren una tregua, eso quiere decir que debemos lanzarnos al ataque porque son extremadamente débiles y vulnerables. Plenamente conscientes del momento político, el Buró Político del Comité Central del Partido del Trabajo de España estima que ha sonado la hora propicia para iniciar las grandes movilizaciones de masas.
A la clase obrera, que es la más avanzada y decidida de toda la sociedad, le incumbe la responsabilidad de asumir las necesidades de este momento político e histórico, abriendo el fuego para infundir en todo el pueblo una alta moral de combate y total confianza en la victoria de la causa democrática.
¡Obreros de España!: levantad la ola salvadora de vuestro combate, poned en pie un poderoso movimiento huelguístico contra las brutales medidas económicas y por la democracia política.
¡Campesinos, estudiantes, intelectuales, jóvenes, mujeres, pequeños y medianos propietarios, antifascistas en general!: movilizaos junto a los obreros, formemos un sólido bloque indestructible.
¡Hagamos que en la primera semana de reinado, nazca la primera gran ofensiva por el pan, el trabajo y la libertad!
24 de noviembre de 1975
El Buró Político del Comité Central del Partido del Trabajo de España

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