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23 de octubre de 2012

Retraimiento electoral de los progresistas

Retrato de Juan de la Cruz Martínez, gobernador civil de Guadalajara

El reinado de Isabel II se vio constantemente sacudido por la encarnizada lucha fratricida que agitó al liberalismo dinástico, como si el trono no estuviese suficientemente amenazado por el absolutismo carlista. La fracción más moderada del partido liberal gozó del apoyo tanto de la Reina Regente, María Cristina de Borbón, como de la propia monarca, Isabel II, de tal modo que los progresistas sólo pudieron hacerse con el gobierno de la nación mediante revueltas populares y pronunciamientos armados por tener cegado el triunfo electoral a causa de las corruptas prácticas antidemocráticas de los moderados, que falseaban la voluntad del electorado. Por eso mismo, en repetidas ocasiones, los progresistas se negaron a participar en la farsa electoral y se decidieron por el retraimiento en los comicios, es decir, por no presentar candidatos ni acudir a votar a quienes se presentasen a ellos. Ofrecemos tres manifiestos electorales de año 1863 firmados por los progresistas de Molina de Aragón y por dos políticos muy vinculados a Guadalajara durante el Sexenio: Juan de la Cruz Martínez, que fue gobernador civil de la provincia en dos ocasiones, y Manuel Pasarón Lastra, hermano de Ramón, que fue diputado por la provincia alcarreña, y tío de Benito Pasarón Lima, que también fue gobernador civil de Guadalajara en el mismo período. Fueron Publicados en La Iberia el 3 de octubre de 1863.

Molina de Aragón, 19 de setiembre de 1863
Señores del Comité central progresista.
Muy señores nuestros y simpáticos correligionarios políticos: Habiendo hecho pública en el periódico La Iberia, número 2.831, nuestra firme adhesión á las deliberaciones acordadas en casa del Excmo. señor don Joaquín Aguirre respecto de la circular del actual señor ministro de la Gobernación, en la cual tanto se refleja la tendencia á cohibir y cercenar la acción de todo buen liberal en el acto más solemne de la vida pública, derecho que ha sido respetado por ministros apegados al retroceso en política, ¿cómo no hacer nuestro hoy ese pensamiento eminentemente salvador del régimen constitucional, que ha venido á enriquecer la historia del partido progresista español con sus levantados instintos de consecuencia, de ardiente fe, de amor social a ciudadanos de todas condiciones, ennobleciendo nuestra patria ante el orbe entero? ¿Cómo negarnos en las tristes circunstancias y amarguras porque está pasando nuestro partido á acoger ese testimonio de honra política, de esas verdades arrancadas del gran libro de la experiencia, de esos consejos dados por hombres que tanto han hecho en bien de las instituciones que tan caras cuestan a nuestra comunión, que tanto han padecido en diferentes épocas por verlas firmemente planteadas en este país desgraciado? ¿Cómo dejar de aplaudir ese manifiesto del 8 del actual, elaborado por hombres eminentes en la morada del ilustre Olózaga, honra de España, lumbrera de la tribuna nacional y de nuestro partido, admiración del mundo político y objeto de nuestro profundo respeto? Si tenemos publicado nuestro propósito de no reunimos para tratar de elecciones, ¿cómo no hemos de publicar asimismo nuestro pensamiento de apartarnos de las urnas en la próxima contienda electoral, como electores que somos, nosotros, que hace mucho tiempo nos hemos retraído, por figurar en este distrito tanto cunero y explotador político?
Los señores que firman el manifiesto, tan solemne en las circunstancias actuales, y tan respetable y glorioso en la historia, son para nosotros, objetos de veneración y respeto por sus virtudes cívicas reconocidas de todos, por su patriotismo, por esa inquebrantable insistencia en aclimatar en nuestra amada patria el sacrosanto principio de la libertad, del derecho y de la ley fundamental del Estado. Y ya que de tan leales personajes tratamos, imposible nos es relegar al olvido la gran figura política que ha desaparecido en breves instantes, el gran obrero de la reconstitución política española, el honrado progresista don Pedro Calvo Asensio (Q. E. P. D.), sobre cuya tumba derramamos hoy una lágrima después de las muchas que hemos vertido como amigos políticos y personales suyos, en el terrible fin de sus padecimientos físicos.
Ofrecen á Vds. su consideración, cariño y admiración, sus consecuentes correligionarios políticos Q. B. S. M.
Pascual B. Hergueta y Vicente María Peyró.

Villacarrillo, 26 de Setiembre 26 de 1863.
Señor don Práxedes Mateo Sagasta:
Mi dignísimo amigo y correligionario. Hoy decimos á nuestros electores de este distrito lo que sigue:
A los electores progresistas del Distrito de Villacarrillo
Compañeros: Hace mucho tiempo que se hallaba en el sentimiento de la gran mayoría de nuestro partido, el retraimiento absoluto para no tomar parte en las elecciones de diputados á Cortes, ínterin estén apoderados del Gobierno de esta nación magnánima los corruptores de la libertad de pensar, y los falseadores de la opinión pública. Hoy aquel sentimiento se ha convertido en un hecho dignísimo, majestuosamente aceptado por unanimidad pasmosa, primero por nuestros correligionarios de Madrid, é inmediatamente por los de toda la Península.
Los que suscriben se hallan adheridos con las veras de su corazón al retraimiento acordado, y esperan que, sin la menor vacilación, lo estarán todos los progresistas, cuya resolución nos tomamos la libertad de interpretar. Sea patente y pública nuestra disciplina, como es manifiesto y tenaz el desheredamiento acordado allá en los decretos del fuero interno de nuestros enemigos (que lo son los da nuestras libertades), para que jamás nos alcancen los bienes que estas proporcionan.
Villacarrillo, 26 de setiembre de 1863.
Juan de la Cruz Martínez, Miguel Orozco, Pedro Serrano y Joaquín Bueno.

Circular:
Mi muy estimado amigo:
La resolución tomada por los Comités electorales de esta corte, de acuerdo con la mayoría de los de provincia, señala de una manera inequívoca la línea de conducta que el partido liberal en masa debe seguir en las próximas elecciones para diputados á Cortes.
Por mi parte, no solo estoy dispuesto á secundar el gran pensamiento emitido en el manifiesto de 8 del actual, sino que me atrevo á suplicar á Vd. y demás amigos y correligionarios presten su leal apoyo á esta idea, absteniéndose por esta vez de toda gestión en el juego electoral que se prepara.
Por fortuna, se encuentra siempre en el corazón humano un sentimiento irresistible de justicia, y el país, que tantas veces ha oído en la prensa y en la tribuna la voz sonora de la minoría progresista, y que ha visto también el incansable celo con que este partido político viene promoviendo y sosteniendo los adelantos y mejoras en los diferentes ramos de la administración del Estado, podrá juzgar fría y desapasionadamente si hay razón para que á los hombres de esta comunión se les obstruya el paso para entrar á tomar parte en las sesiones del Congreso.
La influencia oficial se erigió en sistema como medio de cohibir el libre sufragio, y de aquí la deplorable perturbación que cundió como la plaga de Egipto en casi todos los distritos de España. Hoy se ha creído que este recurso no era bastante para contener las justas aspiraciones de un partido legal, y se ha procurado humillarle hasta el punto de negarle el derecho consuetudinario de reunirse y concertarse para proponer y acordar pacíficamente aquello que se creyese más útil al partido y á los intereses generales de la nación.
Si pues nuestra presencia en el Congreso ha de servir de estorbo á nuestros adversarios, ahí les queda el campo libre: ellos solos serán los responsables del bien o del mal que sobrevenga.
Quedando profundamente reconocido por el interés que Vd. y sus amigos han tomado en mi elección, le ruego se sirva dispensarme este pequeño desahogo en obsequio á la fina y distinguida amistad que le profesa su apasionado amigo.
Q. B. S. M.
Manuel Pasaron y Lastra.
Madrid 26 de setiembre de 1863

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