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18 de enero de 2008

Pleno de Regionales de CNT de septiembre de 1936

Entrada cine colectivizado, Madrid, 1936 (Archivo La Alcarria Obrera)

La historiografía académica está de acuerdo, en líneas generales, en responsabilizar a los anarquistas en general, y a la CNT en particular, del fracaso de la Segunda República y de la derrota en la Guerra Civil. Acusados de extremistas y maximalistas, opuestos a cualquier pacto o acuerdo, contrarios a la centralización del mando militar, promotores de la acción sanguinaria de los incontrolados en la retaguardia… los historiadores han cargado sobre los libertarios las más duras acusaciones. Pero si pasamos de los lugares comunes a las pruebas de cargo, nos encontramos con documentos sorprendentes, como estos acuerdos del Pleno de Regionales de la central anarcosindicalista, publicados en el diario CNT el 17 de septiembre de 1936, que nos muestran una visión completamente diferente del anarcosindicalismo en la Guerra Civil, una realidad siempre ocultada por una coalición de intereses creados.

El Pleno de Regionales de la CNT ha examinado la situación del movimiento antifascista en todos sus aspectos, llegando a las siguientes conclusiones:
Que no hay solución posible en el estado que nos hallamos sin una coordinación más eficaz de fuerzas y la creación de un organismo aglutinante de las mismas, que consiga batir al fascismo en todos los frentes y garantizar la reconstrucción económica en la retaguardia.
En consecuencia, la CNT considera como cosa fundamental la participación en un organismo nacional facultado para asumir las funciones de dirección en el aspecto defensivo y de consolidación en el aspecto político y económico.
Dándose cuenta de la necesidad urgente de actuar en todos los sentidos sin demora alguna, las Delegaciones presentes en el Pleno acuerdan que se proceda a preparar a la opinión pública y a entablar diálogos con los sectores republicanos y socialistas con vistas a la realización rápida de lo siguiente:
1º Constitución en Madrid de un Consejo Nacional de Defensa, compuesto por elementos de todos los sectores políticos en lucha contra el fascismo y con esta proporcionalidad: cinco delegados de la UGT (marxistas), cinco de la CNT y cuatro republicanos. Presidencia del Consejo Nacional de Defensa, Largo Caballero. La constitución de este Consejo Nacional de Defensa presupone la continuidad de la Presidencia de la República en la persona que la detenta y con el mismo espíritu de gestión que viene observando hasta la fecha.
2º Federación local, provincial, regional y nacional en sus dos facetas de administración política y económica e implantación de los Consejos de Defensa, observando la misma escala, con supresión de Ayuntamientos, Diputaciones y Gobiernos Civiles. Las regiones quedaran facultadas para establecer la proporcionalidad de las fuerzas antifascistas dentro de los Consejos Regionales de Defensa, para introducir las modificaciones locales que requieran las circunstancias y las facilidades del ambiente.
3º Transformación de los Ministerios, convirtiéndolos en Departamentos y configurándolos del modo que aconsejan las exigencias del momento: Relaciones exteriores, Orden público, Guerra (Aviación y Marina inclusives), Comunicaciones y propaganda, Instrucción pública, Hacienda, Agricultura, Industria, Transportes, Comercio, Abastos, Obras públicas, Trabajo y Sanidad.
4º Creación de la milicia popular única para finalidades de Orden público. Creación de la milicia de guerra con carácter obligatorio y control de la milicia por los Consejos de Obreros y Milicianos constituidos por Comisiones mixtas por la UGT y la CNT. Simplificación de los mandos, circunscribiéndolos a la gestión y denominación de técnicos militares. Creación de una Dirección militar única, constituyendo un Comisariado de Guerra nombrado por el Consejo Nacional de Defensa y con representantes de los tres sectores que luchan contra el fascismo.
5º Constitución de un Tribunal Popular y de un Cuerpo Jurídico provisional, nombrado de común acuerdo por el Consejo Nacional de Defensa y las organizaciones sindicales políticas antifascistas.
6º Socialización de la banca, liquidación de la usura y el agiotaje y eliminación terminante de la Deuda nacional, provincial y local.
7º Socialización de los bienes de la Iglesia, de los terratenientes, gran industria, gran comercio, transportes en general, así como las Empresas de cualquier volumen cuyo apoyo a la rebelión resultase comprobado; control obrero en las industrias y comercios privados, usufructo por los Sindicatos obreros de los medios de producción y cambio que sean socializados, libre experimentación en los pueblos que, por su posición especial, no perturben la marcha normal de la economía; planificación de la gran industria y de los cultivos más importantes.
8º Lucha por la paz a base de la acción internacional del proletariado, reorganización de la diplomacia y convocatoria de una Conferencia internacional de todos los elementos antifascistas con vistas a la fundamentación de una solidaridad eficiente.
Para la realización de todos estos puntos, la Ponencia propone lo siguiente:
1º Que una Delegación del Pleno ponga en conocimiento de la UGT los acuerdos tomados y le proponga una Alianza Nacional a base de ese programa mínimo.
2º Que sea dada a la Prensa, simultáneamente, una copia de lo acordado.
3º Que para el próximo domingo, día 20, se organicen cuatro grandes mítines: uno en Madrid, otro en Valencia, otro en Barcelona y otro en Málaga, para hacer públicos estos acuerdos e interesar a la opinión en la puesta en práctica de los mismos.
4º Que el Comité Nacional se amplíe con un representante de cada una de las Regionales, dando comienzo a las gestiones directas cerca de la UGT, del Gobierno y de los Partidos republicanos.
5º Que en el plazo de diez días se celebre un Pleno de Regionales para dar cuenta de las gestiones del Comité Nacional y tomar los acuerdos pertinentes.

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