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8 de febrero de 2009

La industria de la miel de la Alcarria en 1935

Si por algo es famosa la provincia de Guadalajara es por la miel de la Alcarria, una vasta comarca que se extiende por las vecinas Cuenca y Madrid pero que tiene en Guadalajara la mayor parte de su extensión geográfica. Sin embargo, la miel de la Alcarria, y la flora que le da justa fama, siempre ha sido considerada una producción económicamente marginal y de elaboración artesanal y familiar. Nadie en tierras alcarreñas se tomó en serio la miel como motor de industrialización y desarrollo, mientras empresarios de otras regiones instalaban colmenas y destilerías móviles con las que obtenían una materia prima de excelente calidad que luego transformaban y utilizaban en sus lugares de origen, donde se quedaba el beneficio y el empleo. En 1937 el Ministerio de Industria y Comercio de la República editó un libro, Momento actual de la industria en España. Cuenca y Guadalajara, del que extraemos el capítulo dedicado a la apicultura.

La apicultura es la industria de la provincia más antigua y típica, teniendo fama la miel de la Alcarria, pero hasta hace pocos años estaba en estado rudimentario, siendo las colmenas de la forma tradicional ejecutadas en el ahuecamiento de un tronco de árbol y, por lo tanto, de las llamadas “fijistas”, empleándose para la separación de la miel y de la cera de los panales procedimientos igualmente rudimentarios, mas en los últimos tiempos, como decimos, ha sufrido esta industria una evolución, observándose se van instalando algunos tipos modernos de colmenas “movilistas” gracias a las enseñanzas que en forma de cursillos prácticos lleva a cabo la Diputación Provincial, entregando a los maestros que más se distinguieron por su celo y entusiasmo hacia esa clase de industria, un ejemplar de colmena movilista con todos sus accesorios a fin de que el mismo tiempos que se benefician de ella fuesen inculcando en el cerebro del niño el amor hacia esta clase de industria e inculcándoles las ventajas de estas clases de colmenas sobre las que siempre vieron emplear a sus mayores.
Es lamentable que los que se dedican a esta clase de explotación no se hayan dado cuenta de la importancia que tiene para Guadalajara una racional aplicación de esta industria, por las favorables condiciones climatológicas que para su desarrollo tiene esta provincia y no se haya generalizado el empleo de la colmena movilista, si bien se observe en algunos pueblos de los más apartados de la sierra de Atienza y Molina instalaciones pequeñas de colmenas movilistas, como consecuencia sin dudad de los cursillos a que antes aludíamos.
Las plantas que sirven de alimentación a las abejas son de la familia de las labiadas, mejor que las rosáceas, que también abundan, como el espliego, ajedrea, cantueso, acacia, mejorana, tilo, etc., pero siendo el espliego la planta más abundante en una gran extensión de esta provincia, los apicultores ven con temor el incremento que va tomando otra industria que amenaza si no con destruir, disminuir y dificultar el desenvolvimiento de la que ahora nos ocupa.
Esta industria es la destilación del espliego, pero creemos no existe en realidad este antagonismo sino que únicamente se requiere una ordenación o coordinación entre ambas. En efecto, en esta provincia y desde hace pocos años se vienen instalando destiladores de espliego, de carácter móvil y que se suelen emplazar en la zona de producción de la planta mencionada y durante un tiempo determinado, trasladándose de un lugar a otro, pero coincidiendo siempre con el final de la recolección. Así ejercida esta industria, no cabe duda ejerce una influencia sobre la apícola, ya que disminuye y hasta priva de alimento a las abejas en esta época del año, pero esos inconvenientes desaparecerían en el momento que no se autorizase la corta del espliego hasta mediados del mes de septiembre, época en que ya la abeja encuentra otras plantas para su alimentación. Y sin que la destilación del espliego sufriera daños sensibles, pues al no esperar a esta fecha es solamente por hacerse la destilación a descubierto y temer la estación de las lluvias, inconvenientes que creemos desaparecía con poco coste haciéndose las destilaciones en locales improvisados pero cubiertos.
Quédanos por último que hacer mención del estado actual de la industria y su producción y mercados.
En toda la provincia de Guadalajara hay instaladas unas veinticinco mil (25.000) colmenas entre “fijistas” y “movilistas” con una producción anual de 90.000 kilogramos de miel y 25.000 kilogramos de cera, siendo las únicas explotaciones que merezcan mención las de D. Antonio Ballesteros en Brihuega, la de D. Julián Mazario en Cifuentes, D. Galo Recuero en Ruguilla y D. Eugenio Diges en Gualda; todos estos industriales, además de emplear centrífugas para la perfecta separación de la miel y de la cera, emplean vistosos envases de hojalata litografiada para la exportación a toda España y al extranjero, muy especialmente a Inglaterra. También se emplean envases de papel parafinado, aunque con mal resultado por no resistir bien los cambios de temperatura, sobre todo el calor excesivo.
Esta industria puede ser sin duda objeto de perfeccionamiento con el establecimiento de grandes centros que recogiendo la miel en bruto de las distintas zonas de la provincia se dedicasen a su selección y refino envasándola para su exportación, efectuando las mismas operaciones con la cera, de ella derivadas, como son las fábricas de velas, pastillas y cremas para pisos y calzados, de las cuales existen fábricas en Guadalajara, Maranchón, Sigüenza, Brihuega y Sacedón.

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