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7 de agosto de 2011

Declaración del PCE (r) en 1984

Folleto con la declaración del PCE(r), 1984 (Archivo La Alcarria Obrera)

La historia del PCE(r) y de sus organizaciones más o menos afines, como los GRAPO, ha estado teñida por la desconfianza sobre sus orígenes, el oscurantismo sobre sus propuestas y un progresivo aislamiento en el entorno de la izquierda revolucionaria. En este caso, los rumores de origen incierto y los testimonios de algunos de sus antiguos militantes han tenido más peso que sus propias declaraciones, puestas en sordina por una larga y estricta clandestinidad. Reproducimos ahora una declaración que el Comité Central del PCE(r) aprobó en marzo de 1984, cinco años después de la entrada en vigor de la Constitución y cinco años antes de la caída del Muro de Berlín y del colapso del bloque soviético; sirvan estos dos hitos históricos para enmarcar una línea política que era más fruto del voluntarismo que del análisis político.

Cuando el régimen inició su reforma, se prometían otros cuarenta años de dominación. Su objetivo no era otro que salvar al régimen de Franco de la bancarrota en que se encontraba y de alejar el peligro revolucionario, sin más que cambiar las formas y adaptándolo a la nueva situación.
Creían que utilizando a fondo la demagogia en combinación con los métodos terroristas de siempre, iban a lograr desorganizar al movimiento de masas, iban a aniquilar a los revolucionarios y así podrían seguir garantizando sus ganancias y descargar el peso de la crisis económica sobre las masas trabajadoras.
Y a este juego criminal se prestaron en cuerpo y alma todos los partidos y mafias sindicales a cambio de un plato de lentejas o un puesto en el Parlamento.
Por el contrario, nuestro Partido, señalaba entonces: “Del fascismo y del monopolismo no se puede ir a la democracia burguesa porque ésta corresponde a la etapa de libre competencia y de desarrollo del capitalismo; la historia no da marcha atrás”.
Apoyándonos en estas tesis, absolutamente científicas, hemos venido durante años denunciando en solitario el carácter fascista de la reforma, hemos propugnado el boicot a todas las mascaradas electorales, hemos impulsado la lucha y la resistencia de la clase obrera y las masas populares y, sobre todo, hemos apoyado incondicionalmente a la guerrilla. Porque los comunistas tenemos claro que la libertad del pueblo no puede ser obra de conciliábulos y cambalacheos entre politicastros sino que hay que conquistarla con la lucha más consecuente.
No obstante, haciéndose eco de la voluntad popular de verdaderos cambios políticos que supusieran una ruptura con el régimen de Franco, en 1978 el PCE(r) elaboró el Programa de los Cinco Puntos en el que se sintetizan esos objetivos mínimos: 1.- Amnistía y libertades políticas y sindicales para todos; 2.- Depuración de fascistas y torturadores del aparato del Estado; 3.- Medidas reales contra el paro y la miseria del pueblo; 4.- Fuera de la OTAN y fuera bases yanquis; 5.- Derecho a la autodeterminación para las nacionalidades oprimidas por el estado fascista español.
Pero la democracia de que hablaban los monopolistas, generalotes, obispos y toda la cohorte de vendidos que les apoyaban, evidentemente no era la misma que el pueblo reclamaba, y la respuesta fue decretar una política de exterminio centra nosotros y contra todo aquel que no entrara por el aro. "Los terroristas son el peor enemigo de la democracia" dijeron. Efectivamente, porque con nuestra lucha por verdaderas libertades estábamos denunciando la maniobra; así es que si no acababan con la resistencia, se descubriría el pastel y todo su montaje se vendría abajo en poco tiempo. Y para su desgracia, se descubrió pronto, porque a pesar de los crímenes, torturas y miles de detenciones, no lograron acallar nuestra voz ni las armas de los guerrilleros... y el movimiento de resistencia de las masas, siguió creciendo.
Ya no podían seguir dando más largas al asunto. “O buscan una salida política en base al Programa de los Cinco Puntos o entramos en la guerra revolucionaria abierta”, decía nuestro Partido. Sin embargo, ellos creían tener todavía un as en la manga y decidieron jugarlo: así apareció Felipe. Venía prometiendo "cambio" y diez millones se dijeron: a ver qué pasa, y le dieron su voto. Nuestro Partido, no se hacía ilusiones pero decidió no darles ninguna excusa y señaló que el cambio tenía que pasar por los Cinco Puntos. Los GRAPO, decretaron un alto el fuego unilateral. Así se verían con más claridad las verdaderas intenciones del cambio prometido. Y se vieron inmediatamente.
A los dos días asesinaron a nuestro camarada Juan Martín Luna, y a partir de ahí se fueron superando a sí mismos y a todos los anteriores cada día: enterraron la demagogia electoral, empezaron las reconversiones, redujeron los fondos destinados a los parados, "descubrieron" los altos valores de la guardia civil, legalizaron la tortura, promulgaron nuevas leyes terroristas, declararon la inocencia de los asesinos y torturadores de la policía y guardia civil, tomaron militarmente barrios y ciudades; reprimieron a saco a los obreros, a los jornaleros, a las mujeres y hasta a los minusválidos por reivindicar su derecho al trabajo, nos ataron definitivamente a la OTAN y se gastaron billones de pesetas en armamento; se negaron a toda negociación con la guerrilla para encontrar una salida política y declararon oficialmente la "guerra sucia". Y ahora, con el mayor descaro, Felipe declara que la democracia está consolidada, que la transición ha terminado, que las reconversiones se llevarán a cabo caiga quien caiga, que de la OTAN no se puede salir... y que eso es lo que hay y todo el que no esté de acuerdo, es un enemigo de la democracia y un terrorista y sobre él caerá todo el peso de la ley y de la justicia... Es la política que siempre han practicado los sectores monopolistas más reaccionarios. Es el programa de los Tejero y compañía.
Pero eso, lejos de indicar fortaleza, no es más que el reconocimiento del fracaso total de la maniobra reformista que ha llegado a su fin en un tiempo record sin haber cumplido ni uno sólo de los objetivos que se habían propuesto y hoy, se encuentran más solos que nunca, sin ninguna carta que jugar y gobernando como siempre lo ha hecho el fascismo en España: con el único respaldo de las metralletas y por medio del terror.
Proceso de guerra revolucionaria abierta
En España, se ha cerrado ya definitivamente toda perspectiva de democratización y de encontrar una salida política que hiciera posible la defensa de los intereses obreros y populares por medios pacíficos. Por el contrario, la reacción con sus testaferros pesoístas al frente, ha declarado la guerra en todos los terrenos y no deja al pueblo y a sus organizaciones de vanguardia más opción que rendirse y someterse o responder en el mismo lenguaje. Ellos ya han definido claramente cuál es su democracia y su libertad y han dicho: eso es lo que hay y si queréis otra cosa, tendréis que pasar por encima de nuestros cadáveres. Efectivamente, ya En España no puede haber libertades para el pueblo sin derrocar al régimen fascista. Pero además, tampoco los problemas económicos de los trabajadores tienen ya solución en el marco del sistema capitalista, de modo que hoy no se puede poner freno al paro, a la miseria y a la explotación sin expropiar a los monopolistas y poner el control de la economía en manos del pueblo y a su servicio. Sólo por la vía revolucionaria se pueden encontrar las soluciones a los problemas políticos, económicos, culturales, nacionales, etc. que padecen las masas trabajadoras, y hacia ella se encamina el movimiento de masas con paso decidido.
Y hay motivos más que de sobra para estar seguros de que es la vía revolucionaria la única que va a desarrollarse. Nosotros, sólo vamos a detenemos en los tres aspectos que a nuestro juicio son más destacables.
SE HA PRODUCIDO UN SALTO CUALITATIVO EN EL MOVIMIENTO DE MASAS
Ese salto cualitativo se concreta en que el movimiento de masas, se ha liberado de toda ilusión reformista y no espera nada de los de arriba; sólo confía en su lucha, en su fuerza y en su unidad; y está resistiendo en todas partes.
Por el contrario, es un movimiento nuevo que, como no podía ser de otra forma, tiene un carácter democrático y hace de la asamblea su organismo de discusión y de toma de decisiones frente a los chanchullos y conciliábulos de partidos y mafias sindicales. Ha adoptado métodos de lucha y de resistencia cada vez más radicales y una creatividad admirable para utilizar todo lo que pueda ser útil a la defensa de sus intereses: desde el piquete a la recogida de alimentos, desde el secuestro a la pegatina, desde el comunicado de protesta a la desobediencia de las órdenes anti-obreras, desde la huelga a la bomba... y no hay más que mirar un poco lo que está ocurriendo en Sagunto, en Gijón, en Vigo o Ferrol o entre los jornaleros andaluces, para ver que éste, es un movimiento nuevo, de carácter antimonopolista y, por tanto, antifascista: que políticamente está indisolublemente ligado al Partido Y a la guerrilla popular (aunque todavía no se haya producido una ligazón orgánica a gran escala). Se ha producido pues, un salto cualitativo en el movimiento obrero y popular que lo sitúa definitivamente en la vía revolucionaria. No le dejan otra salida.
VICTORIA POLITICA DEL PARTIDO Y DE LA GUERRILLA
La oligarquía, ha tenido muy claro desde el principio que sin aniquilar al Partido y a las organizaciones guerrilleras populares, no podría imponer su democracia. De ahí que éste fuera un objetivo primordial de la maniobra reformista y en él se han invertido cientos de miles de millones: han gastado ríos de tinta en echar basura y crear confusión, han destinado miles y miles de policías, guardias civiles y chivatos, han creado cuerpos especiales de asesinos y torturadores, han promulgado cientos de, leyes, han firmado tratados internacionales de colaboración antiterrorista, han pagado mercenarios, mafiosos, drogadictos y ultras para formar grupos parapoliciales, han aireado a los cuatro traidores "arrepentidos" para sembrar la desmoralización, en fin, todo lo imaginable.
Pero a pesar de todo, los comunistas, revolucionarios y patriotas no henos arriado la bandera en ningún momento y una vez más los hechos han confirmado que, -como decía Lenin- “la línea política, lo decide todo”. En esa lucha a muerte no ha triunfado la policía y todo el aparato represivo, sino que ha triunfado el Partido y las organizaciones guerrilleras; no ha triunfado la maniobra reformista sino la línea política revolucionaria.
Lo cierto es que hoy, a este lado de la barricada, junto a las masas obreras y populares señalándoles el camino a seguir, sólo está el PCE(r) y las organizaciones guerrilleras. Lo cierto es que hoy, es imposible paralizar nuestra actividad político-militar a pesar de cualquier éxito policial aislado. Lo cierto es que hoy, el movimiento revolucionario organizado empieza a recoger los frutos de tantos años de sacrificio y de siembra y necesariamente nos vamos a desarrollar. Lo cierto es que hoy, millones de obreros y de gentes del pueblo están enfrentados al régimen fascista y a los monopolios en la línea de resistencia que nuestro Partido viene señalando. Lo cierto, en definitiva, es que el Partido y la guerrilla son un hecho, que su influencia política es inmensa, que van a desarrollarse inevitablemente y que son la garantía de que ya en ningún momento se vaya a producir la desmoralización ni la paralización del movimiento de resistencia de masas, sino que, por el contrario, se va a ir politizando, organizando y adquiriendo carácter revolucionario.
LA ACTUAL CRISIS ECONOMICA SOLO TIENE UNA SALIDA REVOLUCIONARIA
Todos los factores políticos expuestos anteriormente, tienen una base económica objetiva, que tiene unas leyes de desarrollo que escapan al central de los propios monopolistas, de los pesoístas y de todos los técnicos y economistas de la burguesía. Y esta base, es que el sistema capitalista entero se encuentra sumido en una crisis total. Crisis que en España, por su mayor debilidad económica multiplica sus efectos negativos por todas sus secuelas de limitación de exportaciones, encarecimiento de las materias primas, reducción de los mercados... y en consecuencia, reconversiones masivas de todos los sectores de la producción, encarecimiento del cesto de la vida, aumento de los impuestos y naturalmente, aumento incesante de la represión y el terror como única forma de imponer a las masas todas esas medidas.
Pero en contra de lo que dicen los voceros de los monopolistas, ésta no es una crisis cíclica más, sino la última del capitalismo, porque ya no tiene ninguna posibilidad de recuperación, sino que se irá agravando y pudriendo e irá generando una lucha de clases cada vez más aguda que necesariamente acabará en la revolución socialista.
Para los monopolistas, el panorama no puede ser más negro porque el campo socialista tiene hoy tal fuerza política y tal poderío económico y militar que no sólo les va ganando terreno en todos los aspectos de las relaciones internacionales, sino que les impide cualquier veleidad de provocar una guerra con vistas a un nuevo reparto de los mercados porque de ella saldrían inevitablemente derrotados por las fuerzas revolucionarias. Hoy los monopolios ya no pueden exportar su crisis a los países menos desarrollados llevándose las materias primas y esquilmándolos porque gran número de éstos han hecho su revolución y exigen precios justos y, por otro lado, en los que aún siguen bajo la bota imperialista no hay uno donde no exista un movimiento revolucionario y guerrillero que les obliga a mantener un aparato propagandístico, policíaco y militar de tal magnitud, que lo que aún se siguen llevando les resulta cada vez más caro.
Ahora, tienen la crisis en sus propios países y la enfrentan, por un lado, explotando más y más a sus propios obreros y pueblos, y por otro, peleando como hienas entre ellos para arrebatarse los mercados unos a otros: guerra del acero, guerra por los caladeros de pesca, chantajes monetarios como la subida del dólar... Es el sálvese quien pueda. Hoy ya el capitalismo no tiene ninguna posibilidad de salir de la crisis y por el contrario, va generando un movimiento revolucionario encabezado por las organizaciones guerrilleras y el Partido de la clase obrera. Y esa situación general, en España es aún más grave.
Aquí ya, gobierne quien gobierne tiene que aplicar la misma política fascista. No tienen ningún margen de maniobra, ni la más tímida posibilidad de demagogia ni de reformismo. Aquí la crisis exige una salida revolucionaria.
Los objetivos del Movimiento Político de Resistencia
Nuestro Partido, en su Congreso Reconstitutivo (1975) señalaba que “en España se han creado las condiciones materiales para realizar el socialismo, pero la existencia del fascismo, hace que la principal contradicción social sea la que enfrenta al pueblo contra ese enemigo y contra el monopolismo”. Esto que decíamos entonces, no sólo sigue siendo correcto sino que hoy, es cuando nuestro análisis cobra toda su importancia, pues hoy más que nunca, la inmensa mayoría de la población está enfrentada al estado fascista y a los monopolios.
La clase obrera encabezada por su Partido puede y debe unir en un sólo frente todo ese descontento y transformarlo en un movimiento revolucionario. Para ello, es imprescindible dotarlo de un programa que resuma los intereses obreros y populares abriéndole la perspectiva de una salida a los graves problemas que padece. Y en España, ya no pueden proponerse a las masas otros objetivos que no sean el derrocamiento del estado fascista y la expropiación de los monopolios porque hoy ya, inevitablemente, la solución de los problemas de las masas pasa por ahí. Todo lo que no sea impulsar la lucha en esa dirección, es colaborar con el enemigo y facilitarle las cosas.
Nuestro Partido propone para que sea difundido lo más ampliamente posible y sometido a estudio y discusión el siguiente Programa a todo el Movimiento Político de Resistencia:
1º.- Amnistía total y libertades políticas y sindicales para todo el pueblo y sus organizaciones de vanguardia.
2º.- Formación de un Gobierno Provisional Democrático Revolucionario que lleve hasta sus últimas consecuencias la disolución del Estado fascista y todo su aparato burocrático-militar. Armamento del pueblo.
3º.- Derogación de la Constitución fascista y todas las leyes terroristas. Convocatoria de elecciones libres a una Asamblea Popular que elabore la nueva Constitución. Formación de consejos obreros. Creación de tribunales populares.
4º.- Expropiación de los monopolios: las multinacionales, el capital financiero, los terratenientes, las instituciones reaccionarias y los contrarrevolucionarios.
5º.- Fuera de la OTAN. Desmantelamiento de las bases yanquis y reintegración de Gibraltar a la soberanía nacional. Devolución de. Ceuta y Melilla. Anulación de todos los tratados reaccionarios y onerosos firmados con los imperialistas. Por una política internacional de paz y de apoyo a la lucha de los pueblos oprimidos.
6º.- Derecho a la autodeterminación de los pueblos vasco, catalán y gallego y respeto total de sus derechos nacionales. Independencia de la colonia africana de Canarias.
Este, no es el programa de la revolución socialista que la clase obrera y los comunistas anhelamos, sino que tiene ante todo un carácter antifascista, antimonopolista y antiimperialista. Pero hoy, el cumplimiento de este programa es un paso inevitable en el camino hacia el socialismo.
Los métodos de lucha y organización
A la vista de los hechos, la inmensa mayoría tiene ya muy claro que en España los votos no van a traer nunca ni la más tímida mejoría ni el más pequeño de les cambios; que la reacción no va a ceder nada por las buenas y menos, cuando se encuentra con el agua al cuello; que ellos, utilizan los votos sólo para justificar su política terrorista.
Pero también está claro que el engaño de los pesoístas no va a volver a repetirse nunca más. Por el contrario hay que impulsar, aún más y en todas partes, la resistencia activa, la desobediencia civil y la lucha armada. Hay que promover asambleas en las que democráticamente se discutan los problemas, las reivindicaciones y la lucha a seguir. Donde se tomen acuerdos y elijan comisiones de delegados que negocien con la patronal al margen de las mafias sindicales.
Hay que formar piquetes que extiendan la lucha. Hay que ganar la calle, organizar huelgas y manifestaciones y buscar la solidaridad de toda la población.
Hay que castigar a los esquiroles, ocupar las fábricas, sabotear la producción o las cosechas, destruir los stocks. Para ello, es imprescindible que en cada fábrica, en cada tajo se formen pequeños grupos clandestinos que siguiendo el ejemplo de la guerrilla realicen acciones de comando y busquen el apoyo de las organizaciones armadas.
Hay que sabotear e impedir toda maniobra electoral, referéndums y demás intentos de las mafias sindicales para imponer "democráticamente" los planes de sus amos.
Hay que impulsar la desobediencia de las órdenes anti-obreras sobre despidos, cierre de instalaciones, traslados, etc., negarse a pagar los impuestos y lis precies abusivos, expropiar alimentos…
Nuestros amigos, simpatizantes y todos los revolucionarios, deben impulsar la lucha independiente de la clase obrera y la resistencia de las masas, pero no pueden perder de vista ni por un momento que hoy más que nunca, la clase obrera necesita un Partido revolucionario que la oriente, organice y encabece la lucha.
El PCE(r) ha demostrado con creces ser el Partido de la clase obrera y tiene una gran influencia entre las masas que han hecho suya nuestra línea política. Pero hay que hacer que esa influencia se transforma en organización poco a poco llevando una labor partidista y dando pequeñas tareas a todo el que esté dispuesto. Hay que ir consolidando una amplia red de propaganda que haga llegar la voz del Partido a las fábricas y a todas partes de forma segura. Hay que ir recuperando y ligando al Partido a todos los amigos y simpatizantes y establecer conexiones seguras con ellos. Hay que crear círculos de lectura, células y organismos del Partido a todos los niveles sobre la base de la más absoluta clandestinidad. Nuestros amigos y simpatizantes deben estar presentes y encabezar si es posible la lucha en las fábricas y tajos, deben participar en todo tipo de organismos verdaderamente populares como asociaciones
de vecinos, comités anti-OTAN, las AFAPP, asambleas de parados, comités de apoyo a Nicaragua, etc.; hay que ser conscientes de que para dirigir a millones de obreros y trabajadores en la lucha contra el fascismo y el monopolismo, necesitamos de un Partido revolucionario fuerte, enraizado en las masas por todas partes. Pero además, la clase obrera necesita organizar su propio ejército. Un ejército capaz de hacer frente a las fuerzas terroristas del régimen y que allane el camino a los trabajadores para alcanzar sus objetivos políticos socialistas. Frente a la contrarrevolución armada de los monopolios, el método principal de lucha no puede ser otro que la lucha amada.
Las organizaciones guerrilleras son el embrión de ese futuro ejército popular porque su actual debilidad, se va a ir transformando poco a poco en fortaleza y en mayor capacidad operativa con la afluencia de nuevos combatientes.
Nuestro Partido desde hace más de siete años ha venido apoyando a las organizaciones guerrilleras y argumentando su necesidad. Ha promovido la creación de los GRAPO y a ellos ha enviado un sinfín.de sus mejores cuadros y militantes, y va a seguir haciéndolo puesto que hoy es inadmisible que nadie se autotitule de comunista si no está dispuesto a empuñar las amas pues ésta es la forma más eficaz de combatir al terrorismo fascista.
Pero conseguir el desarrollo de las organizaciones guerrilleras no sólo es tarea de los comunistas, sino de todos: de los obreros y de los jóvenes, de las mujeres y de los estudiantes, de los más comprometidos y de los menos comprometidos. Todos somos necesarios y todos hemos de aportar nuestra contribución por pequeña que sea. Unos empuñando las armas o facilitando informaciones diversas, ya sea de patronos, chivatos, torturadores o depósitos de armas o dinero; otros proporcionando escondrijos, refugios o medios de transportes.
Sólo con la combinación de la lucha de resistencia de las masas y la actividad político-militar de las organizaciones guerrilleras y revolucionarias es como se irá fraguando un potente Movimiento Político de Resistencia dirigido por el Partido, capaz de vencer.
No obstante, es obligado decir para aquellos que se dejan tentar por las prisas o por el idealismo aventurero que no hay que esperar victorias espectaculares inmediatas ni grandes saltos. En las condiciones actuales, la guerra revolucionaria en la que estamos ha de tener necesariamente un carácter prolongado. Por el momento, hemos vencido a los políticos y se han creado las condiciones para la incorporación de las masas a la lucha de resistencia y para el fortalecimiento de las organizaciones armadas y del Partido. Pero ahora, hay que vencer a los generales y torturadores y esa victoria, sólo se dará en un largo proceso de desarrollo y fortalecimiento del Movimiento Político de Resistencia.
Todavía, y por largo tiempo, las fuerzas militares y represivas enemigas son infinitamente superiores, pero inevitablemente están condenadas al fracaso porque mientras ellos se agotan, el Movimiento Político de Resistencia se va a desarrollar con cada día que pase hasta alcanzar primero el equilibrio y más tarde la superioridad. Entonces, habrá llegado el momento de la insurrección general y de la victoria total que enterrará de una vez por todas a la reacción fascista y al monopolismo.
Entonces, habrá llegado la hora en que el pueblo sea dueño de su destino y emprenda la construcción de una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Luchar por ese brillante futuro merece todos los sacrificios y toda la entrega que sean necesarias, es un deber de todo revolucionario, de todo obrero, de todo joven, de toda mujer trabajadora, de todo antifascista, de todo demócrata, y no pueden prolongar ni por un momento más su incorporación a la resistencia más consecuente.
¡VIVA EL PCE (r)!
¡VIVA LA LUCHA ARMADA REVOLUCIONARIA!
¡ADELANTE EL MOVIMIENTO POLITICO DE RESISTENCIA!
¡VENCEREMOS!
Declaración del Comité Central del PCE(r)
Madrid, marzo de 1984

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