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3 de agosto de 2012

El primer ensayo, de Rueda y Pedromingo para el Ateneo Obrero

Portada de la obra de teatro El primer ensayo (Archivo La Alcarria Obrera)

El 23 de junio de 1902 el cuadro dramático del Ateneo Instructivo del Obrero de Guadalajara estrenó El primer ensayo, un juguete cómico en un acto y tres cuadros escrito por el maestro Manuel Rueda y el tipógrafo Vicente Pedromingo (que años después fue alcalde de la ciudad). Sólo era una más de las innumerables obras de teatro escritas por aficionados o por dramaturgos locales que se escribían y representaban en los teatros de provincias o en los escenarios de sociedades recreativas; muchas de ellas, obreras. No es fácil hoy en día imaginar lo que el teatro representaba para los españoles del siglo XIX y principios del XX: una animada distracción, un medio de difundir la cultura y, en ocasiones, un vehículo popular para la propaganda del ideal emancipador en las sociedades obreras. Desgraciadamente, a causa de su difusión exclusivamente local y de su ideología revolucionaria, la gran mayoría de estas obras, que además no siempre tenían la suficiente calidad, se han perdido. Por eso hoy reproducimos una escena de El primer ensayo, que además de mostrar con realismo la difícil situación de las clases populares en 1902 da un repaso a la rica prensa de la Guadalajara del momento, pocos años antes de que La Alcarria Obrera viese la luz.

ESCENA II
DON NICOMEDES en traje de andar por casa, con una maquinilla de moler café y DOÑA NICASIA con un sombrero de señora en la mano para reformarle (2º derecha).
Nico. -¿Y la niña, Nicasia?
Nica. -En sus ocupaciones, Nicomedes, ¿Dónde quieres que esté?
Nico. -¡Pobrecita! Trabaja como una negra. Desde la mañana que se levanta hasta que se acuesta no descansa la infeliz.
Nica. -Tú verás si quieres que busquemos diez criadas que nos sirvan, con ese sueldo tan atroz de que disfrutas…
Nico. -De que disfrutamos, Nica, si no lo llevas á mal.
Nica. -Por ser tú un bragazas, Nico, ¡Vamos, que en veinticuatro años que llevas de chupatintas has llegado á tener veinticuatro duros mensuales de sueldo!, que peseta tras peseta desaparecen antes de que llegue el día veinte... Dime tú si pagando 25 de casa, 6 de carbón, 7'50 de luz, 10 al profesor de piano, 4 de peinadora, otras cuatro del recibo del Casino, 2 del Ateneo, 1 de alpiste, otra de cordilla para los gatos, 5 para tus vicios y 2 con 10 céntimos de periódicos, que arrojan un total de 67 y pico; dime si con cincuenta y tantas que quedan se puede vestir y se puede comer y se puede hacer un gasto extraordinario, como no vistamos de farfarilla de cebolla y comamos ¡cuernos! y de extraordinario nos entretengamos en contar cuentos para pasar el rato. Si tú fueras como otros que se agarran á los faldones de la levita de los que mandan y no se sueltan hasta quedarse con el pedazo entre las uñas, ya medrarías; pero no, tú nunca saldrás de treinta y tres, y tu mujer será siempre una negra, y tu hija otra negra, y esta casa se convertirá...
(Mientras recita lo anterior, Nicomedes empezará dando vueltas á la máquina de moler café, despacio, siguiendo con más fuerza hasta la terminación del párrafo, que habrá de decirse muy de prisa).
Nico. -Sí, en un ingenio de Cuba ó en una carbonería.
Nica. -Nicomedes...
(Amenazando) Sin guasas. No muelas más.
Nico. -A buena hora, cuando ya está molido. (Deja de moler, acercando la máquina á Nicasia, que ésta rechazará).
Nica. -Que no te burles, Nico,
Nico. -Mira, Nica, no te enfades; considera, mujer, que pueden estar escuchándonos tu hermano y nuestro sobrino, y ¡qué dirían de tu estado de fierecilla enjaulada! Ten calma; ya ascenderé y seremos dichosos.
Nica. -Sí, ¡buena dicha nos dé Dios con tu ayuda! (Empieza a arreglar el sombrero),
Nico. -Con tu permiso voy á repasar los periódicos. (Separa La Colmena, procurando al leer que el título del periódico lo vea el público). Lee: “El Duque, ya viene el Duque”.
Nica. -¡Jesús, hombre, me has asustado! Parece como, si dijera ¡que viene el coco!
Nico. -No te asustes, mujer, que este señor es más inofensivo que el coco. Oye. (Lee) “Nuestro ilustre jefe el Sr. Duque de Tetuán ha sido llamado á Palacio para consultarle Su Majestad acerca de la solución que ha de darse á la crisis. Nuestro ilustre jefe opta por la concentración como medio de salvar á España. Créese que en breve se le conferirán los poderes á nuestro ilustre jefe”.
Nica. -¡Qué pesadez! Pero hombre de Dios, ¿á nosotros qué nos importa lo que diga nuestro ilustre jefe?
Nico. -Bueno, mujer, leeré otro. (Toma La Región) “El Gobierno se ha declarado en quiebra como algunos verdaderos industriales. Caracterizados liberales aseguraban ayer en el Congreso, á las catorce y pico, que el Sr. Silvela es el hombre del presente, del porvenir y hasta del pasado. El Sr. Silvela será nuestra salvación. El Sr. Silvela será nuestro padre. El Sr. Silvela será...”
Nica. -Nuestro abuelo, nuestro tatarabuelo y toda nuestra familia. ¡Dale moler con la política! ¿Quieres acabar?
Nico. -¡Vaya! Cambiemos. (Coge Flores y Abejas) “Se encuentran en término de esta provincia, veraneando, las familias de nuestros amigos el exministro liberal Sr. Zancada, el subsecretario del gabinete conservador Sr. Peláez y el diputado republicano Sr. Malatesta”. “En la semana última, nuestra estimada y bella amiga y paisana señorita de Langostino, ha sufrido la arriesgada operación de la extracción de una muela cariada”. “Ha dado á luz con toda felicidad un robusto vástago, la esposa de nuestro amigo Sr. Ronco”. "Ha sido ascendido á oficial quinto de la Tesorería nuestro amigo Sr. Berdúguez”.
Nica. -Bueno, hombre, bueno. Basta de amistades.
Nico. -A ver si este otro te agrada (El Republicano). “En Algodor se ha celebrado un meeting de propaganda republicana. En él habló el correligionario Fierabrás, poniendo de relieve los excesos cometidos por los frailes con las monjas...”
Nica. -Calla, calla, por Dios; no leas barbaridades.
Nico. -Dispensa, mujer; me he equivocado. No dice eso. Dice: “En él habló el correligionario Fierabrás, poniendo de relieve los excesos cometidos por los frailes. Con las monjas y los frailes juntos -dijo- debería hacerse una matanza general que sirviera para abastecer á la humanidad entera, ahora que tanto escasea la carne”.
Nica. -¡Jesucristo! No digas más disparates, hombre.
Nico. -¡Ea! Veamos este otro (La Crónica). “Fiestas en Miedes... Fiestas en Ledanca… Fiestas en Alcuneza... Fiestas en Fuentes... Fiestas en…”.
Nica. -No sigas. ¿Es que ese periódico no sabe más que hablar de fiestas?
Nico. -Sí y del Conde de Romanones. Pero calla, mujer, que ahora viene lo mejor. Escucha: “Se encuentra en esta población nuestro querido amigo el celoso alcalde de Canredondo D. Silvestre Manso, hermano político de nuestro no menos querido el inteligente funcionario de Hacienda D. Nicomedes Bermejillo. Le acompaña su simpático hijo Robustiano”.
Nica. -¡Ah! Pero ese Silvestre, ¿es mi hermano?
Nico. -¡Está claro, mujer! Y ese Bermejillo tu marido, el inteligente funcionario de Hacienda. (Con énfasis)
Nica. -Pues mira, no diré que no os merezcáis la noticia; pero me extraña mucho, porque debemos un semestre de suscripción.
Nico. -Entonces por eso lo han insertado, para recordárnoslo.
Nica. -Mientras no nos inserten en la lista de tramposos, no vamos mal.

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