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7 de febrero de 2008

La primera huelga general de España

La Corona de Aragón, Barcelona, 4 de julio de 1855 (Archivo La Alcarria Obrera)

La huelga ha sido, desde siempre, uno de los recursos más habituales del proletariado militante; en España desde 1730 se han producido paros de los obreros industriales por motivos económicos o laborales. La huelga general va un paso más allá, pues rompe con la mentalidad gremial y corporativa, típica de las sociedades preindustriales, y presupone un nivel organizativo mucho más elevado; además, desde finales del siglo XIX es considerada como una de las más eficaces armas revolucionarias. Según parece, la primera huelga general de España se convocó en Barcelona en 1855. Reproducimos la noticia como la recogió el diario liberal barcelonés La Corona de Aragón en su edición del 4 de julio de 1855. La solución propuesta por el diario burgués era arrebatar a los obreros su capacidad negociadora, sometiendo la solución del conflicto al arbitrio de un jurado burgués, y apelar a la amenaza de la derecha reaccionaria para que renunciasen, o cuando menos rebajasen, sus justas pretensiones.

La zozobra, la inquietud, el malestar, la discordia y la desconfianza se han hospedado por fin en Barcelona, en la bella Barcelona.
En un día y a una hora dada han cesado los trabajos en todas las fábricas de Cataluña, y cien mil hombres se han lanzado a la calle pidiendo pan y trabajo y gritando asociación o muerte.
Al estado a que han llegado ya las cosas, antes de que una colisión venga a sembrar el luto y el dolor en las familias, ya no hay que volver la vista atrás, sino tomar la cuestión en el punto en que se halla, y con la leal protesta de los mejores y más sinceros deseos, decir lo que creemos oportuno para poner en práctica y para terminar esa situación triste y angustiosa, tanto más angustiosa y triste cuando los carlistas enarbolan decididamente su negra bandera y escogen por campo de batalla las llanuras y montañas del antiguo Principado.
¿Qué es lo que piden esas inmensas masas de trabajadores que pueblan nuestras calles, sin manifestarse hostiles sin embargo, sin insultar a nadie, debemos decirlo en su favor, sin propasarse a nada?
El derecho de asociación.
Piden también que se fijen de un modo estable las horas de trabajo y que se constituya un gran jurado de amos y obreros que arreglen buenamente las discordias que entre ellos se susciten.
Pues bien, que se forme ese jurado, nosotros también lo pedimos, también lo demandamos en nombre de la libertad, en nombre del orden, en nombre de las familias, en nombre de la pública tranquilidad, en nombre de Barcelona toda.
Que se forme ese jurado, sí, pero no de amos y de operarios solo, sino de doce o quince personas en que estén representadas las clases principales, de doce o quince personas cuyos nombres solos sean una garantía para todos los buenos, para todos los liberales, para todos los que, identificados con los principios santos proclamados por la gloriosa revolución de julio, deseen verdaderamente que la libertad, el orden y el progreso lleguen a establecerse por fin de una manera sólida en nuestro infortunado país.
Que se forme ese jurado, que se busquen para formarlo hombres de talento, de conocimientos, de acrisolado patriotismo, de principios reconocidos, de arraigo en el país, de influjo en el pueblo, de sentimientos puros, leales y nobles, y que se den a ese jurado amplias facultades por parte de los trabajadores lo mismo que por la de los amos, y que ese jurado, en fin, estudie, investigue, indague y obre en vista de los documentos y de las pruebas que se le sometan, según su leal saber y entender le dicten, interín las cortes, como debieran ya haberlo hecho, se ocupan de asunto tan importante y tan vital.
Este es nuestro parecer que francamente emitimos, que sinceramente proponemos, sin segundas miras, sin doble intención, sin más intención ni miras que las de contribuir a la felicidad y al bienestar de los jornaleros hermanos nuestros.
Nos atrevemos a pedir al Excmo. Señor capitán general, al Excmo. Señor gobernador civil, a la Diputación, al Ayuntamiento, a los trabajadores todos que adopten nuestro proyecto, si lo creen oportuno, como un medio honroso de transacción. Nos atrevemos a pedir a la prensa barcelonesa, nuestra hermana, que apoye nuestro proyecto, si lo juzga útil, y le añada lo que su ilustración sabrá encontrar y nuestra ignorancia no nos ha dejado ver.
Es preciso que esta situación triste y lamentable concluya, es preciso que se calme esa crisis industrial, es preciso que los ánimos se tranquilicen y sosieguen, a fin de que juntos, unidos y compactos podamos acudir contra nuestro enemigo común que es el carlista, que es el absolutista, que es el reaccionario, que es, en fin, todo el que es enemigo de la libertad.
Nosotros proponemos el medio, cumpliendo con nuestra misión de honrados y leales periodistas.
Proponga cada cual el suyo y que el pueblo y las autoridades adopten el mejor, pero que se adopte un pronto, pronto, pronto, antes que aprovechando esos momentos para ellos propicios, se aventuren a dar un golpe de mano nuestros enemigos tan incansables como vigilantes, antes de que un tiro disparado al acaso promueva una colisión, antes de que venga la guerra intestina, la guerra civil, y con la guerra civil la miseria, la desolación, el luto y la desdicha de la un día tan opulenta y hoy tan desgraciada Barcelona.

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