La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

15 de diciembre de 2025

El Partido Sindicalista y la Revolución Social

El estallido de la Guerra Civil española, como consecuencia del fallido golpe militar del 17 y 18 de julio de 1936, fue, seguramente, la mayor conmoción que vivió la sociedad española durante todo el siglo XX. Ante los gravísimos acontecimientos encadenados –golpe militar, guerra civil y revolución social- todas las estrategias y planes políticos de los partidos, sindicatos y otras organizaciones del país quedaron obsoletos de un día para otro y obligaron a evaluar nuevas situaciones y reflexionar sobre nuevos proyectos en el fragor de las batallas, con la certeza de que cualquier error sería costoso e incluso letal. El Partido Sindicalista, concretamente, vio como su línea de apoyo a la República a través de cauces políticos y de moderación en la actividad sindical quedaban desbordados por la realidad cotidiana de los hechos. Los comités local y provincial de Valencia, que estaba a punto de convertirse en la nueva capital de la República, hicieron pública en septiembre su valoración, que aquí presentamos. No deja de ser sorprendente la alusión a la Rusia soviética en una organización que presumía de su origen anarquista.


EL PARTIDO SINDICALISTA A LOS TRABAJADORES Y A LA OPINIÓN EN GENERAL
Por espacio de dos meses, las masas trabajadoras españolas, y junto a ellas los hombres liberales de la burguesía, sostienen una lucha que no tiene precedentes en la historia del mundo.
Lo más negro de la reacción española inició el 18 de Julio un movimiento militar que no tenía más objetivo que contener los avances del proletariado en su ascensión al poder totalitario, por lo cual luchamos lustros y lustros.
Las posibilidades que al proletariado ofrecía aún la democracia en su trance de muerte, hacía concebir a la reacción española el plan criminal que empezó el 18 de Julio en el que participan militarismo, clericalismo y alto capitalismo, enemigos jurados y seculares del proletariado y de toda conquista liberal.
La historia de España se ha distinguido siempre por la acción asociada y nefasta de esas pretendidas castas, hasta hace poco privilegiadas, sometiendo al país al hierro, el hambre y el fanatismo.
La conciencia española recibió una fuerte sacudida en 1898, se puso en tensión, y desde entonces, estimulada por un movimiento obrero, inicia su obra autoliberadora. Fruto de ello son los acontecimientos de 1909, de 1911 y, muy especialmente, el de 1917.
A partir de esa fecha y por la acción del proletariado y elemento liberal contra la monarquía absoluta, y bajo la influencia de la Revolución rusa, se polarizan las dos Españas.
La España proletaria y liberal, con noción de su personalidad y de su responsabilidad, se enfrenta y lucha con la España absolutista, con la España militarista, con la España clerical, con la España que representaba la opresión y la tiranía. Esta lucha tuvo su corolario el 12 de abril de 1931. El absolutismo, representado en la monarquía, caía en su poder político, pero quedaban vinculados al Estado español sus secuaces, sus sostenedores.
Ciegos ante la realidad, impulsores de la Revolución, queriendo contenerla, no han cesado un momento en maquinar cómo conseguirían restablecer lo que a ellos les colocaba o les hacía dueños absolutos de España. Ni juramentos a un honor del que siempre hemos dudado, ni el sentimiento de responsabilidad de la tragedia que iba a vivir España, los contuvo en su loco afán de dominio. Loco afán de dominio decimos porque solo a dementes, a desesperados se les puede ocurrir la iniciación de un movimiento de tal naturaleza, a pesar de la preparación y de las asistencias que contaron, ya en el interior como en el exterior.
La sangre de la juventud española, regando el solar hispánico, les ahogará definitivamente, quedando el camino expedito para levantar el mundo que fue ideal, y que va convirtiéndose poco a poco en cosa tangible, real, posible.
El entusiasmo del pueblo español, la reacción de las masas obreras y hombres liberales de los partidos republicanos ante el fascismo, la asistencia entusiasta del proletariado internacional, nos dan la seguridad de nuestro triunfo. No obstante, debemos decir que no es bastante el entusiasmo; acompañado a esto debe haber técnica militar y, muy especialmente, disciplina. Sin esto no se gana ninguna guerra, y una guerra, guerra civil, cruenta, es la que sostenemos, y hemos de vencer ante todo y por encima de todo.
La disciplina en estos momentos, lo mismo en el frente que en la retaguardia, ha de ser un factor decisivo de nuestra victoria. Nuestro concepto de la disciplina no es la obediencia ciega, sin examen, al mandato. Nuestro concepto de la disciplina es el cumplimiento sistemático de los acuerdos que tomen los organismos responsables.
[…]
Actitudes aisladas, esporádicas, sin cohesión, nunca; acciones de conjunto, organizadas con la inteligencia y sentidas en lo íntimo de nuestro ser, adelante.
Los trabajadores de todo el mundo siguen atentos y esperanzados ante nuestra obra; no les decepcionemos; que nuestro triunfo les aliente y estimule a iniciar en Europa la obra de manumisión económica y política que es fundamento de la lucha y aspiración del proletariado universal.
El momento es de organización, de consecuencias, de preparación intelectual y técnica; atengámonos a esta consigna y laboremos con el pensamiento hacia el porvenir.
Sepamos ser, con Rusia, guías de la Revolución mundial.
Los Comités Local y Provincial, Valencia, septiembre de 1936

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