La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

3 de agosto de 2008

La acción sindical del PCE de Guadalajara

Dolores Ibárruri, 1936 (Archivo La Alcarria Obrera)

Todos los intentos de los comunistas españoles para formar una central sindical propia, que actuase como correa de transmisión del partido, fracasaron estrepitosamente; su efímera Confederación General del Trabajo Unitaria (CGTU) tuvo que integrarse en la UGT para ocultar su descalabro. También los pioneros intentos de integrar a la anarcosindicalista CNT en la órbita sindical soviética, dirigidos por Andreu Nin que vio generosamente recompensada su actuación en esta fallida operación, se vieron frustrados en 1920 por el obrerismo libertario. Lejos del desánimo, estos fracasos convencieron a los comunistas que el frente sindical era su talón de Aquiles, y optaron por la infiltración lenta y paciente, pero planificada y consciente, en las centrales obreras, UGT y CNT, con el objetivo de copar sus direcciones y ponerlas a las órdenes de su partido. Es muy significativa la circular que la Secretaria Sindical del PCE de Guadalajara remitió a todas sus células en plena Guerra Civil.

El Comité Provincial de Guadalajara a todas las Células y Radios.
Estimados Camaradas:
Esta Secretaría [Sindical] cree que sin olvidar como deber preferente los asuntos de la guerra, también podemos dedicarnos a las cuestiones sindicales.
Por esto es necesario que inmediatamente forméis las Fracciones Sindicales, cuyo funcionamiento debe ser como sigue:
Tan pronto como recibáis esta Circular, reuniréis la Célula o el Radio, en cuya reunión encargaréis a un grupo de camaradas (con preferencia los más enterados en cuestiones sindicales), los cuales tendrán la obligación de intervenir en los debates que en las asambleas de los Sindicatos tuvieran lugar.
Estas Fracciones procurarán tener siempre miembros en la Directiva del Sindicato, quienes informarán al Radio o Células de todos cuantos acuerdos se tomen en las Juntas Directivas.
Siempre que el Sindicato tenga que renovar la Junta Directiva o nombrar algún cargo de responsabilidad como Delegado para asistir a los Congresos o Federaciones, se reunirá la Fracción Sindical y estudiará una candidatura, la cual propagará y defenderá en las asambleas para que salga triunfante; en una palabra, ha de forzarse porque la Directiva del Sindicato esté en manos de los componentes de los Radios o Células.
De la actuación de nuestros militantes en el Sindicato, es decir, de su trabajo y organización será responsable el Secretario Sindical de cada Radio o Célula.
Todas cuantas dudas os surjan para la distribución del trabajo en las Fracciones Sindicales las consultaréis con esta Secretaría, bien por correspondencia o mandando Comisiones, con la seguridad de que os hemos de atender y orientar como es nuestro deber.
Esperamos que en vuestra pronta contestación nos comuniquéis los trabajos realizados.
Saludos Revolucionarios.

2 de agosto de 2008

¿Qué es el bolchevismo?, de Boris Sokolof

Retrato de Lenin (Archivo La Alcarria Obrera)

Boris Sokolof fue un destacado militante del Partido Social-Revolucionario ruso, una de las facciones más activas en la lucha contra la autocracia zarista. Durante la Revolución de 1917 fue presidente de uno de los soviets de soldados del frente bélico y diputado de la Asamblea Constituyente rusa, disuelta violentamente por los bolcheviques. Exiliado en Europa occidental escribió un libro, Los bolchevikes juzgados por ellos mismos, del que ofrecemos seguidamente el primer capítulo, que lleva por título ¿Qué es el bolchevismo? Nota de La Alcarria Obrera: el objetivo propagandístico de la presente obra de Sokolof forzó su publicación apresurada en castellano, con un texto que no era más que una traducción literal del francés y que se leía con cierta dificultad, por lo que hemos optado por ofrecer una versión adaptada que suprime los galicismos pero mantiene el espíritu original del autor.

¿Qué es el bolchevismo?
El bolchevismo reina desde hace dos años. Débil y vacilante al principio, en la segunda mitad del año 1918 llegó a ser una fuerza real, que tenía el apoyo de la mayor parte del pueblo y que había derribado fácilmente, casi sin esfuerzo, al gobierno de Kerensky. El bolchevismo llegó al poder; pronto hará dos años que continúa en él.
¿Pero qué es el bolchevismo? Aquí, en el extranjero, se le atribuye una importancia capital; se habla de él como de un movimiento social nuevo y profundo. Aquí, - seamos sinceros, - se le idolatra y, hasta lo que es peor, muchos se inclinan ante él.
Alejados de Rusia, con una vaga comprensión de todo lo que allí pasa, los que viven en el extranjero ven un extenso mar rojo, tan deslumbrante de lejos... Es por eso por lo que, como todos los que llegan a Occidente después de una estancia en la Rusia de los Soviets, yo también siento el deseo de aportar con este librito, escrito con bastante objetividad y compuesto por extractos de periódicos soviéticos, ciertas correcciones en la manera de ver el bolchevismo que predomina en el extranjero. Yo quisiera que al cabo de dos años de gobierno, cuando ya se pueden y se deben sacar conclusiones, que estas últimas sean correctas. Y yo quisiera que estuvieran fundadas sobre los datos y los balances hechos por los bolcheviques mismos.
Porque en las condiciones actuales, en los que tantas opiniones circulan sobre los bolcheviques, sólo estos materiales pueden ser considerados los más verídicos y los más interesantes desde el punto de vista psicológico, y los más capaces de resolver realmente la cuestión de saber lo que es el bolchevismo.
La revolución me sorprendió en el frente. En uno de esos frentes que habían sufrido al máximo durante la guerra. Ahora grises cruces sin fin se elevan en los lugares donde combatieron los ejércitos del frente sudoeste. Y fue en medio de esos soldados donde yo viví la revolución, la primera aparición del bolchevismo, la disolución del frente y la llegada de los alemanes. En mi calidad de presidente del Soviet de diputados soldados, tenía más posibilidades que cualquier otro para conocer el espíritu que reinaba entre los soldados y, más que los otros, me daba cuenta de la espontaneidad del proceso que se realizaba y de que el frente se hacía progresivamente e ineluctablemente más bolchevique.
Al principio la masa de soldados fue hostil a los bolcheviques: tenía fe en Kerensky, en la revolución; creía que iban a traer la paz a Rusia. En el frente sólo había una cuestión cardinal, por encima de todas las demás: ¿para cuándo la paz? Y si antes era duro morir, ahora, decían los soldados, “ahora que Rusia es libre y que vamos a tener la tierra, la muerte nos parece aún más terrible”. En cuanto a la idea de morir por la libertad y la revolución, les parecía demasiado abstracta y poco comprensible. Sólo porque estaban convencidos de que era “por última vez”, los ejércitos del frente sudoeste consintieron, y después de toda una campaña de persuasión, realizar una ofensiva más. –“¡Bueno; si es necesario, se hará; pero no estamos muy entusiasmados!”. Ese era el espíritu antes de la ofensiva de Tarnopol. Fracasó y, convencidos de que el gobierno de Kerensky no podía darles la paz, los soldados, poco a poco pero invenciblemente, fueron atraídos hacia el bolchevismo.
Lo único que los atraía era la promesa de la “paz inmediata”. La revolución social, la lucha contra la burguesía, la socialización de las fábricas eran palabras vanas para ellos. “El bolchevismo, nacido en la guerra, ha sido nutrido por la guerra”. Y aún en el mes de noviembre y de diciembre, después del golpe de Estado bolchevique, las masas de soldados no cesaban de repetir: “¡Ah! si Kerensky hubiera empezado por hablar de paz, si al menos nos hubiera dado un poco de esperanza de que la paz estaba próxima, le hubiéramos seguido”. Naturalmente, Kerensky no lo había hecho y no había podido hacerlo. En resumen: de las dos almas de la vida rusa, la fuerza idealista y la fuerza realista, esta última tomó ventaja. Era mucho más simple y más comprensible para el soldado ruso vivir que morir.
Fue así como nació el bolchevismo. Al principio, el movimiento fue tímido y los soldados no lo consideraron más que como “el deseo de firmar una paz inmediata”. Pero inmediatamente, cuando terminó la guerra, el soldado-campesino ruso, bajo su capote gris, sintió el deseo invencible y ardiente de la propiedad, un deseo que jamás había conocido antes y que había despertado en su alma con las palabras y las consignas bolcheviques. “Nosotros os daremos la riqueza. Basta de sufrimiento. Todo es para vosotros”. Estas máximas se tradujeron en el alma simple del campesino ruso, inculto y humilde, “en una llamada a la propiedad, a la acumulación, al aumento de sus bienes”.
Más tarde, en el verano y el otoño del año 1918, permanecí en la Rusia de los Soviets, obligado a vivir en las grandes ciudades y atravesar los pueblos. Y en todas partes, en las clases obreras, campesinas y burguesas, encontré esta codicia, algunas veces salvaje, por la propiedad. Yo veía que el obrero no pensaba en la revolución, en las libertades; sólo se sentía atraído por la especulación que podía darle la riqueza, y trabajaba voluntariamente con el burgués y hasta con el capitalista, si este último le ayudaba a enriquecerse. Un pequeño burgués que antes de la revolución tenía una vida modesta, y que jamás había soñado amasar una fortuna, ahora no hacía más que correr detrás de los medios que le permitirían hacerse rico. La consigna lanzada por los bolcheviques de “saquea lo que fue saqueado”, se transformó en las masas en un deseo de comodidad y en un afán de amontonar riquezas. El instinto de acumulación, que parecía ser extraño al alma rusa pero que sólo dormía profundamente, se despertó.
Todo lo que pasa actualmente en Rusia ilustra, en todos sus aspectos y de una manera extremadamente sobresaliente, cuanto he escrito, y hace resaltar con nitidez la ausencia de idealismo y de tendencias idealistas en el pueblo bolchevique. Y todo esto destacaba con más claridad en el frente. La idea de socialismo, el sacrificio personal en nombre de la sociedad, la idea de la libertad civil, no conmovía de ningún modo al soldado, un hecho que, por otra parte, jamás ha sido subrayado por los bolcheviques. Pero todo lo que podía ofrecerle ventajas, todo que indirectamente satisfacía su instinto de propiedad, era lo que le llamaba la atención y le interesaba extraordinariamente.
Así por ejemplo, en el reparto y la venta de los bienes del Tesoro público se procedió con una codicia increíble; pero se presentó este saqueo como una “verdad”, un “derecho”; todo estaba permitido. También fue increíble el frenesí con el que los soldados jugaron a las cartas durante algunos meses, exclusivamente con el propósito de ganar, de tener dinero. Y así, aunque desconfiaban de los oficiales, los dejaban partir de buena gana a condición de que les dejasen cuanto poseían.
La lucha contra este instinto de propiedad, tan bruscamente despertado, fue en vano. Nosotros lo hemos ensayado; pero el éxito fue mínimo y raro. Cuando se vendió todo lo que podía ser vendido, con la sanción y la aprobación de militantes bolcheviques del frente, los soldados marcharon a sus casas. Hasta los que se habían marchado antes del reparto de los bienes, en cuanto se enteraban volvían con frecuencia de sus pueblos lejanos (era en noviembre y diciembre) para cobrar su parte. El frente se desorganizaba. El soldado, con el sentimiento de la propiedad completamente satisfecho, se volvía a su pueblo.
Los hechos tal como los publica la prensa soviética, lo que sucede en los pueblos y en las fábricas, donde el sistema de primas ha resultado ser el mejor medio para aumentar la productividad del obrero, todo me confirma en la fuerte impresión que tuve cuando atravesé la Rusia de los Soviets y que puede formularse de la siguiente manera: el bolchevismo, como fenómeno social, no es otra cosa que la formación en Rusia de una clase de pequeños burgueses.
Bajo la cubierta de etiquetas como “Revolución Social”, lenta pero invenciblemente, el pequeño propietario crece, se agarra con avidez a lo que es suyo, a su propiedad privada. Han sido las condiciones especiales de la vida en Rusia y la naturaleza del alma rusa las que han dado a este fenómeno estos caracteres psicológicos particularmente enfermizos, que son característicos del bolchevismo. He aquí por qué todo cuanto se dice del bolchevismo en el extranjero nos parece absurdo. Y por qué toda idolatría del bolchevismo es la idolatría de Jano, el dios de las dos caras.

31 de mayo de 2008

Manifiesto de la CNT el 14 de abril de 1931

Manifestación, Madrid, 24 de abril de 2010 (Archivo La Alcarria Obrera)

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 se convirtieron en un plebiscito sobre la monarquía en España. La victoria de las candidaturas republicanas y socialistas en las grandes ciudades del país animó a los españoles a proclamar espontáneamente la República, bloqueando el intento de volver a la normalidad constitucional después de la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera (1923-1930). La CNT, condenada a la clandestinidad por el dictador, había luchado por la libertad junto a militares, intelectuales y republicanos; pero cuando se optó por la vía electoral, ni apoyó las candidaturas progresistas ni quiso alianzas con la burguesía republicana. El 14 de abril acogió con esperanza a la República y advirtió de la necesidad de que el nuevo régimen contase con los trabajadores. No se le hizo casó, y la Segunda República española pereció. Reproducimos el manifiesto de la CNT de Cataluña que se distribuyó ese día por toda Barcelona.

Manifiesto del Comité Regional de la CNT el 14 de abril de 1931 al pueblo de Barcelona
Ha sido proclamada la República en España.
El Borbón ha tenido que dejar el poder.
Los Ayuntamientos, las Diputaciones, las oficinas de Correos y Telégrafos están en manos del pueblo.
Para afirmar estos hechos hemos de manifestamos en la calle.
No somos entusiastas de una República burguesa, pero no consentiremos una nueva dictadura.
El pueblo debe estar dispuesto para hacer frente a una posible reacción de las fuerzas armadas.
Si la República quiere, realmente, consolidarse, tendrá que tener en cuenta la organización de los trabajadores. Si no lo hace, perecerá.
Como primera condición exigimos la inmediata libertad de todos nuestros presos.
Después de esto, lo más importante de todo, pondremos otras condiciones.
La Confederación Regional de Trabajadores de Cataluña declara la huelga general y se atendrá, en sus actos, a la marcha de los acontecimientos.
Por la libertad de los presos.
Por la Revolución.
¡Viva la Confederación Nacional del Trabajo!