La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

11 de noviembre de 2009

La enseñanza en Madrid, de Joaquín Dicenta

Joaquín Dicenta Benedicto (1862-1917) fue uno de los dramaturgos españoles más conocidos y representados de su tiempo. Sus obras de marcado carácter social, entre las que destaca su Juan José, fueron representadas en innumerables ocasiones por grupos teatrales de aficionados de todo el país, sobre todo los vinculados a asociaciones, sindicatos y partidos obreros. Activo emprendedor de distintas iniciativas culturales, fundó revistas como Germinal y fue director de periódicos como El País, vivió una biografía personal muy poco convencional y mostró una reconocida identidad política republicana y abiertas simpatías por el anarquismo. En 1910, apenas tres meses después de la arbitraria ejecución de Francisco Ferrer Guardia, presentó al Ayuntamiento de Madrid, del que era concejal de la minoría republicana, un Informe sobre reorganización de la Enseñanza Municipal de Madrid, que aquí reproducimos íntegramente.
Joaquín Dicenta

A la Comisión para el Mejoramiento de la Enseñanza del Excmo. Ayuntamiento
Sres. Concejales:
La urgencia de reorganizar la enseñanza en España, y, por consiguiente, en Madrid, no requiere argumentación ni razonamiento tratándose de personas tan cultas, tan amantes del progreso y del porvenir patrios, como las que forman esta Comisión y las que constituyen, en su totalidad, el Municipio madrileño.
Trato de reflejar en estas cuartillas las aspiraciones del Consejo, claramente en públicos actos indicados. Yo sólo soy la mano que escribe lo que más altos juicios dictan. ¡Ojalá sea esta mano fiel a una obligación y trace, si no bella, firme y netamente, la voluntad de sus inspiradores!
Pueblo donde el niño se educa mal o no se educa, produce ciudadanos inútiles para el avance de las humanidades. En su instrucción primaria, base y arranque de todas las demás, pueden las naciones leer su provenir. A mal cimiento, edificio ruinoso.
Por obra de su mala cimentación educativa ha ido España desmoronándose. Viendo su presente no le será difícil, aunque le sea doloroso, augurar su futuro. Sólo con una radicalísima reforma en la enseñanza puede evitarse el derrumbamiento total; de otra manera, no. Cuando la raíz está podrida, el árbol se seca. La raíz de las naciones es la Escuela.
El problema de la enseñanza, bien o mal resuelto, equivale a ser o no ser. Así lo han entendido todos los países modernos. Así lo entiende el Municipio de Madrid.
A su cargo corre la defensa de los intereses del común. Entre ellos, ninguno tan santo como el interés de la infancia; ningún deber más noble para este Municipio que el de convertir sus Escuelas de niños en semillero de hombres cultos y de ciudadanos viriles.
A eso va hoy el Concejo. Para conseguirlo le sobran voluntad y fe. No le faltarán tampoco recursos, ni dirección proba e inteligente. Necesita, sí, libertad completa de acción, autonomía en el desarrollo de sus planes, independencia en la creación y regimiento de la Escuela. Seguro es que el Gobierno se los otorgará. No ha de ser él obstáculo, sino auxiliar eficacísimo de la obra.
Para cumplir, si no lúcida, honradamente la misión que me confiasteis, me ha sido necesario recordar unas veces, estudiar otras, el estado de la enseñanza primaria en las ciudades principales del mundo. He estudiado después el estado de la misma enseñanza en la Capital española, y he establecido finalmente las precisas comparaciones a los efectos de sacar consecuencias e indicar la, en mi humilde juicio, más acertada y más posible solución.
¡Hermoso y consolador espectáculo el que, en casi todas las naciones de Europa, y en algunas de América, ofrece la enseñanza! Contemplándolo parece que a un tiempo se ensancha el horizonte y se acorta el porvenir de las humanidades. Se las ve más grandes y más buenas, más amorosas y más justas.
No he de recordaros aquí lo que en esas Escuelas es y significa la enseñanza.
Mejor que yo las conocéis, mejor que yo sabéis como se educa a los niños en esas Escuelas, donde la enseñanza es gradual y el respeto a la conciencia del Maestro y a la conciencia del infante, indeclinable ley.
Mejor que en la mía está en vuestra memoria la de aquellos edificios escolares donde la luz entre a torrentes y el aire pasea ancho y el agua salta como en un noble canto de salud en fuentes y piscinas, y el jardín es a un tiempo para los niños recreo de ojos, gimnasio de músculos, esparcimiento de almas.
A estas Escuelas, de modernísimo programa educador, van los niños sin que nadie los espolee, ganosos de jugar con el niño grande a quien llaman Maestro. En ellas el Maestro se compenetra espiritual y materialmente con el discípulo, se infantiliza para llegar al cerebro de los infantes: compañero suyo es. La clase alterna con el juego, no es la lección brutalmente metida en el cráneo del chicuelo a golpes de martillo; llevada es a él por caminos de dulzura y amor.
¡Generosas instituciones, dentro de las cuales el niño aprende a pensar por sí propio! En ellas no se moldean los cerebros a capricho del Maestro; cera blanda son; pero el enseñador sólo aprovecha su blandura para convertirlos en crisoles purísimos, que, andando los años, puedan libremente fundir y contrastar ideas.
Así es la educación intelectual en los pueblos modernos, educación ayudada físicamente por la gimnasia, por los baños, por las excursiones… por la higiene del cuerpo, complemento necesario de otra higiene, la higiene del espíritu.
La infancia; para tales países, es una religión; la Escuela, el templo donde la rinden culto.
Nada se olvida allí. Un censo escolar completo, minucioso, da la cifra exacta de las criaturas enseñables, una vigilancia, un cuidado exquisitos, logran que todas esas criaturas asistan a la Escuela.
Los niños enfermos tienen Escuelas especiales; los niños anormales tienen edificios ajustados a su tristísimo condición. Las colonias escolares ponen remedio a la salud; las cantinas escolares a la miseria… No hay por qué continuar. En Berlín, se trata hoy de que los niños pobres, los que por desgracia suya y mala ventura de sus padres, han de vivir y dormir en casas antihigiénicas, en cuchitriles hediondos, viven y duermen en la Escuela. En la infancia, se dice, está en germen, todo el porvenir nacional, cuidemos de ese porvenir.
Cuando terminado el estudio de las Escuelas extranjeras, he hecho el estudio de las Escuelas de Madrid, de la enseñanza que en Madrid reciben los niños, mi impresión ha sido de gran dolor y de profundo abatimiento.
Sería renovar los vuestros, recordaros nuestras Escuelas. Locales, en su casi totalidad antihigiénicos, sin aire bastante a la respiración, sin luz suficiente a los ojos; métodos antediluvianos; material educativo a compás del método; la enseñanza unitaria, en rebaño, sin gradación, sin número racional de alumnos. Ni baño, ni jardín, ni aseo, ni sol, cuatro horas de martirio físico e intelectual por la mañana, otras cuatro horas por la tarde, y después a la calle el muchacho, a esperar temblando el día siguiente, a ver en el Maestro un verdugo y en la Escuela una cárcel.
Esta es, exponiéndola con aquella lealtad que el Ayuntamiento debe a su pueblo, y a sí propio, la situación general de las Escuelas y de la Enseñanza en Madrid.
No vale contar excepciones, hay que sujetarse a la regla, y la resultante es cruel. Ni aun las propias Escuelas graduadas lo son más que en el nombre. Puede que, examinadas escrupulosamente, no se salvarán dos.
Y luego, ¡si aún así tuviéramos Escuelas bastantes para todos los niños!
Sumando las públicas y las privadas hay aproximadamente la mitad de las que son precisas a la población infantil.
Cierto que no poseemos un censo escolar, por cuya virtud la infancia madrileña está clara y totalmente al alcance de nuestros ojos; pero poseemos un censo de población hecho por el Instituto Geográfico, y otro censo aproximado de los niños de seis a doce años que concurren a las Escuelas.
Hablen por mí las cifras, sin que yo, ni nadie, pueda responder de su completa exactitud. El censo del Instituto es un censo de hecho; los censos escolares dejan mucho que desear.
Población de niños de seis a doce años, conforme a datos del Instituto Geográfico:
Varones
De seis a ocho años: 12.933
De nueve a once ídem: 13.060
De doce ídem: 4.456
Total: 30.449
Hembras
De seis a ocho años: 13.323
De nueve a once ídem: 13.451
De doce ídem: 4.851
Total: 31.625
Total de varones y hembras: 62.074
Niños de seis a doce años asistentes en Madrid a las Escuelas privadas y públicas:
Escuelas Privadas
Niños
Matriculados: 11.367
Término medio de asistencia mensual: 10.709
Niñas
Matriculadas: 13.644
Término media de asistencia: 11.826
Total de niños y niñas asistentes a Escuelas privadas: 22.535
Escuelas Públicas
Niños
Matriculados: 6.623
Término medio de asistencia mensual: 5.712
Niñas
Matriculadas: 6.993
Término media de asistencia: 5.781
Total de niños y niñas asistentes a Escuelas públicas: 11.493
Resumen
Escuelas privadas: 22.535
Escuelas públicas: 11.493
Total de niños de seis a doce años que oficialmente asisten a la Escuela en Madrid: 34.028
Población de niños de seis a doce años, según el censo general: 62.074
Niños que oficialmente no asisten en Madrid a la Escuela: 28.046
¿A qué deducir consecuencias? ¿A qué detener en locales, métodos y formas de enseñanza? Una población donde 28.046 niños de seis a doce años no van a la escuela, no tienen escuela, están sin educar, a lo menos oficialmente, es una gran vergüenza. Tolerar que siga la vergüenza, sería, no falta, crimen imperdonable.
Porque así lo cree, quiere el Municipio, administrador y procurador del pueblo de Madrid, ir a una inmediata reorganización de la enseñanza.
Lo debe hacer y lo puede hacer. ¿Cómo? En mi opinión, atendiendo a la realidad, a intentar en el momento lo posible y a ir a paso, sin saltar, pero sin detenerse, al logro de la empresa.
Fácil sería presentarse ante el público, ofreciendo un deslumbrante programa educador; dando por seguro que a la vuelta de cuatro o cinco años podríamos competir en enseñanza con las ciudades modernas y ser pares de París, de Bruselas, de Berlín, de Nueva York… Fácil y aun útil sería eso para plataforma de vanidades, para trampolín de ambiciones, para función de pólvora que atronara y brillara un segundo, y a los pocos no dejase rastro de su brillantez y su ruido.
El Municipio de Madrid no puede hacer eso, no lo hará; tiene sobrada conciencia de su seriedad y de su deber, para no tributarles respetuoso acatamiento.
De ideal, de acicate han de servirle aquellas ciudades, donde, como en París, es mayor el presupuesto de enseñanza que en toda España junta. A igualarlas debemos aspirar; pero debemos también ir acomodando las aspiraciones a los medios. La tarea de hoy consiste en ponerse en pie, y echar a andar.
El primer paso es todo; los demás vienen solos.
Apuntadas, nada más que apuntadas, van a continuación aquellas acciones y procedimientos indispensables, a mi juicio, para que asiente en bases sólidas la reorganización de la enseñanza.
Dejando aparte, por segura, la imprescindible condición de que el Gobierno conceda al Municipio independencia absoluta para la implantación y desarrollo de sus planes; y la de que en la Escuela sean respetadas la conciencia del Maestro y la conciencia del niño, paso a exponer someramente las líneas generales para el plan de reorganización de la enseñanza.

Escuelas de Madrid
Las dos necesidades más urgentes, entre tantas como existen en Madrid por lo que a la enseñanza se refiere son:
Primero. Proporcionar Escuelas a todos, absolutamente a todos los niños que hoy no asisten a ellas por falta de sitio, y hacer por todos los medios efectiva la asistencia escolar. Hay que aumentar enseguida el número de Maestros. Con ellos puede haber ya Escuelas. Mientras se buscan o se construyen locales y se provee al mueblaje y al material de enseñanza necesarios –y sólo mientras esto se va logrando- deben ensayarse en Madrid aquellos sistemas que en otras naciones se han puesto en práctica en casos análogos.
Segundo. Organizar pedagógicamente toda la enseñanza que hoy existe, graduando las Escuelas primarias y acabando con el actual sistema de la Escuela unitaria.
Para lograrlo se necesita:
Primero. Arbitrar grandes recursos. Todos serán insignificantes por muchos que sean y durante largo tiempo, dada la magnitud del mal que padecemos.
Segundo. Poner la reforma en manos competentes, sin duelo ni contemplaciones. El servicio del pueblo es lo primero de todo. Sin órganos adecuados, toda reforma, no sólo es baldía sino contraproducente. Nacerá muerta, y hará imposible que se vuelva a intentar de nuevo en mucho tiempo.
El proceso de implantación abraza los siguientes problemas:
Primero. Saber a ciencia cierta cuántos niños hay en Madrid de seis a doce años, que no pueden asistir a las Escuelas por falta de sitio; sus nombres, domicilio y condición de vida. Hay que poseer un registro de ellos tan exacto como el de matrícula y asistencia. Este dato es indispensable, no sólo para fijar el número de Escuelas necesario, si no para hacer efectiva la asistencia, que es lo que más importa.
Segundo. Clasificar los niños por edades y desarrollo y encargar a cada Maestro o Auxiliar de una clase, homogénea, con un máximo de alumnos que le permita comunicar y trabajar a diario con todos ellos, simultáneamente, como pasa ya en el mundo civilizado.
Tercero. Construir con urgencia nuevos edificios escolares, pero de una edificación sencillísima y baratísima, en el tipo de las modernas casas de máquinas, por ejemplo, donde todo se sacrifique a la pedagogía y a la higiene; siempre en la periferia de Madrid y en grandes solares. Mucho gasto en espacio y muy poco en construcción. Pero la reforma de la enseñanza no puede aguardar a que los nuevos locales estén construidos. Hay que arreglar convenientemente, de un modo provisional, y adecentar los que hoy existen; abandonar inmediatamente los que no sirven y reformar los restantes para la mejor distribución de las Escuelas.
Cuarto. Redacción de programas graduados para las secciones, acompañados de instrucciones prácticas de carácter metodológico, aplicación del material de enseñanza, etc.
Inspección y dirección pedagógicas para auxiliar a los Maestros, resolver dificultades, visitar casi a diario las Escuelas, enterarse a conciencia de la marcha de la enseñanza y de las condiciones de alumnos y Maestros, reunir a éstos frecuentemente para tratar todos los problemas relativos a sus clases, organizar las relaciones que las Escuelas deben mantener con las familias por medio de conversaciones privadas, reuniones familiares, conferencias, lecturas, etc.
Quinto. Todo lo que anteriormente se proyecta será inútil si no se consigue hacer efectiva con regularidad, la asistencia escolar. De nada ha servido la Ley del 57, ni los varios decretos posteriores, ni el Código penal, ni servirá tampoco la flamante ley Cortezo. El problema necesita recursos más internos, y se resolverá cuando las Escuelas se organicen de modo que puedan ser agradables y atractivas para el niño; cuando los padres vean claro y pronto que son útiles y prácticas, porque sus hijos aprenden y mejoran; cuando se facilite todo lo posible la asistencia a quienes realmente les sea difícil; y además de todo ello, cuando se ejerza cerca de las familias una constante acción educadora.
Realizada la reforma, cuando Madrid pueda ofrecer en sus Escuelas un sitio a todo niño de seis a doce años, lo primero que se necesita es instalar en todas ellas un teléfono para que los Maestros, al comenzar las clases, avisen las faltas de asistencia a un delegado especial, que habrá en cada distrito, encargado de acudir inmediatamente a las familias respectivas para conocer la causa de la falta, influir moralmente en los ánimos, resolver las dificultades, si es posible, o imponer en el acto la sanción penal si fuese preciso. Este delegado es hoy absolutamente necesario e indispensable. Durará mientras el hábito de la asistencia no se regularice. La experiencia, únicamente, es la que irá diciendo dónde y cuándo deja el delegado de hacer falta.
Escuelas de párvulos. Convertirlas en jardines de infancia, con verdadero jardín, donde verdaderamente trabajen y jueguen los niños. Aumento de personal, para que cada Maestro tenga un número muy reducido de niños y pueda establecerse un régimen familiar. No me detengo en la Escuela de párvulos por ser esto de momento, labor menos precisa y de más inmediata ejecución.
Escuelas de Adultos. Deben servirse con Maestros que no lleguen a ellas fatigados por el trabajo de todo el día, para que la labor no se mecanice y el alumno pueda interesarse en vista del buen resultado, y asistir con gusto a la Escuela.
Programas de cultura general, y al mismo tiempo de aplicaciones prácticas a los oficios de los alumnos, para que la escuela sea de verdadero perfeccionamiento.
Instituciones complementarias. Las más urgentes, que convendría acometer con mucho tacto y discreción, siempre en vía de ensayo y jamás sin contar con personal adecuado, son:
Campos de juego al aire libre, con cobertizos, abiertos la mayor parte del día, donde los niños puedan ir y permanecer bajo la inspección de los Maestros. Bibliotecas, para los niños durante el día y para los obreros durante la noche. Cantinas escolares. Baños escolares. Colonias escolares. Escuelas de bosque. Escuelas de anormales retrasados. Inspección médica: en resumen todos aquellos organismos de uso en otros países pero bien entendido que han de irse estableciendo según ello sea posible, y las circunstancias lo permitan.
He aquí expuestas grosso modo las líneas generales en que ha de comprenderse la reorganización escolar de Madrid. Claro que esto no es un programa ni un plan, es una orientación; programa y plan corresponden con su establecimiento y desarrollo a la persona encargada por el Ayuntamiento de implantar y dirigir la reforma de la enseñanza.
A esta persona, lo repito, ha de concedérsele la más completa independencia y la confianza más absoluta, amén de garantizarle con todo género de seguridades la estabilidad de su cargo: sólo en tal forma, podrá esa persona entregarse plena y totalmente a la misión que se le confía.
Si la orientación indicada se acepta, sin perjuicio de aquellas modificaciones y mejoras que se consideren oportunas, si el actual Ayuntamiento consigue implantar la reforma; si por obra suya la enseñanza pública de Madrid se regenera y moderniza; si los 29.000 niños que hoy no tienen escuela pueden encontrarla; si este presente de vergüenza deja de ser, para ofrecernos un mejor porvenir, el Ayuntamiento habrá realizado una obra de justicia y de amor; por ella sola merecerá, cuando sus funciones oficiales terminen, el respeto de sus conciudadanos y la gratitud de los hombres de bien.
Madrid, 22 de febrero de 1910.

5 de noviembre de 2009

La Revolución de Octubre y José Herrera Petere

José Herrera, que adoptó públicamente el apelativo familiar de Petere, nació en 1909 en Guadalajara, donde su padre, Emilio Herrera Linares, iniciaba una brillante carrera militar que le llevó a ser uno de los ingenieros aeronáuticos españoles más prestigiosos, incluso más allá de nuestras fronteras. Herrera Petere destacó aún muy joven en la literatura, en verso y en prosa, y se adhirió al Partido Comunista de España desde muy temprana edad. Premio Nacional de Literatura en 1938, por su novela Acero de Madrid, vivió la amargura del exilio y sufrió la desatención de sus camaradas comunistas, para los que su obra, en sus últimos años, resultaba demasiado militante y con ecos de un pasado de combate sacrificado en el altar de las estrategias políticas. Ese mismo PCE publicó en 1967 un libro de homenaje al cincuenta aniversario de la Revolución de Octubre soviética, en el que se incluyeron estos versos de José Herrera Petere, en los que su calidad como poeta se destaca más allá del tema del homenaje.
José Herrera Petere, de niño, con sus padres

Composición con motivo del cincuenta aniversario
Dos canciones rusas y una copla española


I
La lucha armada (A la caballería de Budieni)

Galopando caminos de coraje y valor
jinetes vuelas como el huracán
¡a las armas! resuena desde el Volga al Kubán
ardientes voces clarín vengador.

Sol y polvo Budieni nos dirige allá va
en ciego potro de espuma y honor
ríos secos y cerros arenosos temblad
pasa la guerra y la revolución.

En el Don y el Zamostle huesos blancos están
sopla en los llanos brillante calor
para siempre aquí yace el invasor atamán
blandid jinetes los sables al sol.

Invasores sabed que os esperamos en pie
junto al fusil engrasado y cabal
esperando la voz del Comisario otra vez
que nos ordene ¡a caballo marchad...!

II
El triunfo (Al primer país socialista)

Verdes ríos y dorados llanos
gran gigante alegre es mi país
en el mundo no se encuentra tierra
donde el hombre viva más feliz.

Desde Leningrado a la Siberia
desde el Cáucaso hasta el Mar Glacial
se pasea el hombre como dueño
de la pura y libre inmensidad.

Corre verde Volga libremente
corre clara vida en libertad
para el joven se abren los caminos
para el viejo la tranquilidad.

No es posible medir nuestros ríos
no es posible medir nuestro mar
no hay palabra como "camarada"
tan humana ni tan fraternal.

Mas si alguien intenta atacarnos
viento rojo se levantará
nuestra alegre vida es nuestra novia
nuestra madre amante es nuestra paz.

III
Todavía (Imperialismo)

A siete lunas de paz
sigue una luna de guerra
cuando vendrá el sol obrero
a amanecer en la tierra.

27 de mayo de 2009

Reglamento para Círculos de Obreros Católicos

En la Asamblea de Asociaciones Católicas celebrada en la ciudad catalana de Tortosa el día 10 de diciembre de 1887 se aprobó este reglamento modelo para la fundación de Círculos de Obreros Católicos, que fue ratificado en el Congreso Católico de Zaragoza, adelantándose a la encíclica Rerum Novarum de 1891. Los Círculos Católicos para obreros nacían, casi siempre, por iniciativa de algún párroco que sumaba voluntades entre patronos y burgueses de su feligresía para abrir un centro que bajo el manto cultural apenas ocultaba su intención catequizadora y que sólo tenía de obrero el objetivo de atraer a su seno a los trabajadores de la industria y del campo que estaban organizándose en torno al socialismo y al anarquismo. Fueron, además, uno de los principales componentes del entramado del catolicismo social, junto con los "luises" y los Sindicatos Católicos. Ofrecemos un extracto del reglamento de estos Círculos de Obreros Católicos.
Encíclica Rerum Novarum, 1891 (Archivo La Alcarria Obrera)

CAPÍTULO PRIMERO
Objeto y Medios del Círculo
Artículo 1º.- Los fines del Círculo Católico son cuatro:
1º El religioso, que consiste en conservar, arraigar y propagar las creencias católicas, apostólicas, romanas, empleando al efecto todos los medios convenientes para formar obreros honrados y sólidamente cristianos.
2º El instructivo, que se dirige a difundir entre los obreros los conocimientos religiosos, morales, técnicos, de ciencias y artes, literarios y artísticos.
3º El económico, que se realiza por medio de la creación de una Caja de Socorros mutuos, del fomento de toda clase de asociaciones para la compra de semillas, herramientas, abonos, etc., y para indemnización mutua de las pérdidas sufridas en las industrias agrícolas por caso fortuito, para adquisición de primeras materias, instrumentos y máquinas para los obreros industriales; de la fundación de una Caja de Ahorros y Monte de Piedad, y finalmente, por medio de la promoción de toda asociación y de todo cuanto tienda a la mejora del obrero pobre bajo su aspecto económico.
4º El recreativo, que se cumple proporcionando a los socios una prudente expansión y recreo, que deberá procurarse que sea sin menoscabo de la vida de familia.
Art. 2º.- El Círculo, como sociedad católica, depende directamente del Prelado, estando además subordinado al respectivo Consejo diocesano de los Círculos de Obreros Católicos.
Art. 3º.- El Círculo se coloca bajo la protección del Santo que eligiere por Patrono en Junta general.
Art. 4º.- El Círculo debe permanecer ajeno a toda lucha política y de localidad, quedando absolutamente prohibida dentro del mismo toda discusión sobre estos puntos.
Queda también absolutamente prohibida la asistencia del Círculo a todo acto, procesión y manifestación patriótica que revista carácter político, y aún a las procesiones meramente religiosas no podrá asistir el Círculo sin previa invitación de la autoridad eclesiástica, y, en caso de duda acerca del carácter que reviste el acto o manifestación, se consultará al Prelado diocesano, ateniéndose a su resolución.
CAPITULO SEGUNDO
De los Socios y su Admisión
Art. 5º.- Los socios serán numerarios u obreros, protectores y copartícipes.
Art. 6º.- Serán admitidos como socios protectores los mayores de catorce años que paguen al menos una peseta al mes y renuncien a todo derecho al socorro.
La Junta Directiva declarará protectoras del Círculo a las señoras que a su juicio merezcan tal distinción, organizando comisiones de asistencia y vela para las viudas, esposas y familias de socios numerarios que tengan la consideración de copartícipes.
Art. 7º.- Podrán ser socios numerarios todos los considerados como obreros, residentes en la localidad, mayores de catorce años y que no hayan cumplido los setenta, ni padezcan enfermedad crónica, según certificación facultativa.
Art. 8º.- Serán socios copartícipes las esposas y familias de los socios numerarios y las viudas y huérfanos que adquieran derecho al socorro, mediante el pago de la cuota correspondiente por persona.
Art. 9º.- Para ser socio de este Círculo se necesita:
1º Ser católico, apostólico, romano y de buena conducta.
2º Ser presentado por uno o más socios.
3º Ser aprobada su admisión por la Junta Directiva en votación secreta y por la mayoría de los presentes.
Art. 15.- Los socios de este Círculo toman sobre sí la obligación especial de no blasfemar, de no profanar los días de fiesta y de dar buen ejemplo con su conducta cristiana.
Art. 16.- La Junta Directiva expulsará a cualquier socio que llevare una vida disoluta, hiciera alarde de incredulidad o escandalizare con su conducta inmoral, si después del primer aviso no se advirtiere inmediata y radical enmienda.
Igualmente expulsará la Junta Directiva a todo socio que quebrante las disposiciones reglamentarias y acuerdos de las Juntas general y directiva, y perturbe el buen orden del Círculo, si después de tres amonestaciones persistiese en su conducta.
CAPITULO TERCERO
Medios de conseguir el fin religioso del Círculo.
Art. 17.- El Círculo celebrará cuatro comuniones generales al año, una de ellas en la época del cumplimiento Pascual, otra en el día que se verifique la fiesta del Santo Patrono del Círculo, y las otras dos en aquellas festividades que se indiquen por el señor Consiliario.
Art. 18.- El Círculo solemnizará anualmente la fiesta de su Santo Patrono en la forma que determine la Junta Directiva.
Art. 19.- La Junta Directiva procurará que todos los años se den ejercicios espirituales a los asociados.
Art. 20.- Para evitar la blasfemia, la profanación de los días festivos, la exhibición de láminas y letreros obscenos e irreligiosos y enseñar el Catecismo, se establecerá, bajo la dirección de los Consiliarios, una o varias asociaciones, de las que formarán parte los socios numerarios y protectores que lo deseen.
También procurarán dichas asociaciones, como uno de los fines principales del Círculo, promover la frecuencia de Sacramentos entre sus socios, la lectura espiritual, auxilio de los enfermos y la institución del Apostolado de la Oración.
Se encargará a todos los socios que den el mayor impulso posible a estas laudabilísimas asociaciones, favoreciendo en todo a los miembros de ellas en esta propaganda espiritual y religiosa, dentro y fuera de los Círculos de Obreros Católicos.
Art. 21.- En la Comunión general del día en que se celebre la fiesta del Santo Patrono del Círculo, deberá hacer él mismo, y con la mayor solemnidad posible, la profesión de la fe católica, apostólica y romana.
Art. 22.- Para honrar a la Santísima Virgen y fomentar las prácticas de la vida cristiana, se rezará públicamente en el local del Círculo el Avemaría tan luego como se haga el toque de campana que lo indica, y al de las segundas oraciones se rezará por las benditas almas del Purgatorio.
Art. 23.- Se aconseja a los socios procuren restablecer con su ejemplo las venerandas y cristianas costumbres de saludar con las palabras "Ave María Purísima", de descubrirse al pasar ante las imágenes y las puertas de los templos, de saludar también a los sacerdotes y autoridades, de asistir con devoción a la Misa conventual en los días festivos y a las procesiones y actos religiosos y, en una palabra, hacer todo aquello que desde el punto de vista de religión y de cristiana educación y cortesía pueda edificar a los demás.
Art. 24.- El Círculo procurará asociarse a los actos de piedad que se celebren en la población, en especial a la práctica del Vía crucis en tiempo de Cuaresma, al rezo público y procesional del Santo Rosario, procesiones del Corpus y de los Santos Patronos de la población y Cuarenta Horas de los días de Carnaval.
CAPITULO CUARTO
Medios de conseguir el fin instructivo del Círculo.
Art. 25.- Para cumplir el Círculo su fin instructivo, se establecerá el Patronato de la
Juventud Obrera, cuyo reglamento va adjunto. A dicho Patronato pertenece abrir clases nocturnas de primera enseñanza, tan luego como el estado de fondos lo permita, o cuando algún socio se ofrezca voluntariamente a desempeñadas. De idéntica manera y sucesivamente se ofrezca el dar la enseñanza de aquellos conocimientos especiales que tengan aplicación más general a los socios del Círculo.
La apertura del curso escolar en sus escuelas se celebrará con una comunión, a la que, a más de asistir los socios, concurran los escolares que se hallen con aptitud para ello, y se cerrará con una solemne distribución de premios.
Art. 26.- La Junta Directiva dispondrá que bajo la dirección de los Consiliarios se celebren conferencias sobre puntos religiosos, científicos, literarios y técnicos, procurando que estén a cargo de personas de reconocida competencia.
Art. 27.- En el Círculo existirá una biblioteca y gabinete de lectura, rigiéndose ambos por un reglamento especial formado por la Junta Directiva, en el que se determinarán la forma y condiciones en que en su caso podrán dejarse a domicilio a los socios los libros de la biblioteca.
CAPITULO QUINTO
Medios de realizar el fin económico
Art. 31.- Para que el Círculo cumpla con su fin económico deberá establecer, desde luego, una Caja de Socorros Mutuos para los socios enfermos. Paulatinamente, y según las circunstancias de la población y del Círculo, previo acuerdo de la Junta General, podrá establecer una Caja de Ahorros y Monte de Piedad, tiendas de abastecimiento, ropas y viviendas en los mismos, tiendas-asilos o cocinas económicas, cuando así lo reclamaren las circunstancias, y Cajas de Socorro para ancianos e inválidos del trabajo.
El Círculo procurará el fomento de asociaciones formadas exclusivamente de sus socios para la compra de semillas, herramientas, abonos, etc., y para indemnización mutua de las pérdidas materiales, instrumentos y máquinas para los obreros industriales, y finalmente la promoción de todo cuanto tienda a la mejora del obrero pobre bajo su aspecto económico.
SECCIÓN PRIMERA
De los Socorros a los Socios
Art. 32.- El Círculo abonará a los socios enfermos tantas pesetas o tantos céntimos diarios en los primeros meses de su enfermedad, y tantos céntimos de peseta diarios después de este tiempo hasta el plazo que se juzgue oportuno, recibiendo la mitad los que paguen media cuota.