La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

1 de marzo de 2013

ETA y el anarquismo vasco

Durante los primeros años de la Transición, al calor de doble proceso de reconstrucción del movimiento libertario en la Península y de desarrollo de la conciencia nacionalista en territorios cada vez más amplios del país, nació una tendencia anarco-nacionalista que obviaba la evidente contradicción en los términos de su propia definición con la voluntad de desarrollar un anarquismo localista que limitase su actuación a determinados territorios en convergencia con aspiraciones nacionalistas de ciertos sectores sus clases populares y, sobre todo, de su burguesía autóctona. Este anarco-nacionalismo tuvo un eco, aunque limitado, en Galicia, en Cataluña y, con algo más de entidad, en Euskal Herria, sobre todo de la mano del colectivo Askatasuna, que editaba una revista con ese mismo nombre. En aquellos años, su cabeza más visible era Mikel Orrantia, conocido con el apodo de Tar, que había sido militante de ETA antes de ingresar en la CNT y salirse de la Confederación para promover una imposible sección vasca de la AIT. Su texto más conocido fue su libro Por una alternativa global, editado por ZYX, y ahora presentamos un artículo que publicó en el número de mayo de 1979 de la Revista Mensual/Monthly Review bajo el título de “Euskadi: ETA y el nacionalismo revolucionario”, que es testimonio de la pobreza de su análisis y de sus argumentos.
Pegatina referéndum Estatuto de Gernika, 1979 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
Euskadi
El término de Euskadi designa en la actualidad para las corrientes de acción y opinión radical o revolucionaria nacional vasca (sean o no nacionalistas), al conjunto de las regiones vascas de ambos lados del Pirineo, sometidas hoy al control de los estados capitalistas conocidos como "España" y "Francia", auténticos policías en la Zona del Capitalismo Monopolista. Regiones que llevan los nombres de: Laburdi, Baja Navarra y Suberoa en el Estado Francés; y Álava, Guipúzcoa, Alta Navarra y Vizcaya en el Estado español. En total, 20.544 Km. cuadrados y 2.600.000 habitantes, de los cuales 225.000 viven en las tres primeras regiones conocidas como "Euskadi Norte", "Euskadi Continental" o "País Vasco Francés" en contraposición a "Euskadi Sur", "Euskadi Peninsular" o "País Vasco Español", donde reside el resto (2.375.000).
Euskadi se encuentra al fondo del Golfo de Vizcaya y en el extremo Oeste de la cadena de los Pirineos y por el pasan los caminos terrestres y marítimos que unen la meseta castellana a la Europa del Noroeste.
La lengua histórica del País es hoy minoritariamente hablada. Esta situación minoritaria del idioma característico de los vascos a lo largo de su historia, viene dada por el hecho diglósico entre las lenguas (castellano-euskera, francés-euskera) existente en el país. Hecho diglósico que evidencia la situación de superioridad forzada de una lengua hacia la otra, en este caso, la del castellano y francés sobre el euskera. De todas formas el grado de concienciación popular se desarrolla intensamente desde 1969 y el proceso de euskaldunización y alfabetización crece casi geométricamente, a pesar de los obstáculos continuamente puestos por el poder y por determinados sectores políticos de la oposición (inclusive de izquierdas), seguramente temerosos de una completa identificación del pueblo vasco con su idioma y su cultura...
Los datos de que disponemos (aproximativos) son los siguientes: sobre un total de 2.600.000 habitantes, usan el euskera 629.000 (de los cuales solo 28.000 están alfabetizados) repartidos de la siguiente forma: Euskadi Norte, 80.000; Navarra, 80.000; Álava, 20.000; Vizcaya, 200.000; y Guipúzcoa, 250.000 vasco-parlantes.
El nacionalismo vasco
El moderno nacionalismo vasco es al mismo tiempo heredero del carlismo populista y de las luchas comunitarias y civiles de la época en que los vascos se identificaron a nivel popular con la defensa de sus libertades colectivas y como una reacción campesina contra los procesos capitalistas y liberales de industrialización y urbanización intensivos que acababan sin solución de transición a marchas forzadas con las características propias de la vida rural vasca definitoria hasta entonces de la cultura, el idioma, las relaciones sociales en general, etc., de los vascos.
Sabino Arana, el ideólogo más destacado del nacionalismo y fundador del Partido Nacionalista Vasco, era de familia carlista y fue él mismo quien acuñó el término "Euskadi" y dibujó la "ikurriña", hoy bandera nacional.
El nacionalismo vasco fue la ideología del PNV [Partido Nacionalista Vasco], quien por medio de ella consiguió establecer un control político estable sobre las clases populares vascas principalmente de la pequeña burguesía y campesinado de Vizcaya y Guipúzcoa. La llegada a Euskadi, con la industrialización intensiva, de grandes cantidades de emigrantes que proporcionaron la mano de obra industrial para las minas y fábricas principalmente de las Encartaciones de Vizcaya, inclinó hacia el socialismo obrerista las influencias políticas hegemónicas en el Bilbao de la época.
Así, nacionalismo controlado por el PNV y socialismo por el PSOE configurarían y configuran las grandes líneas de la política parlamentaria y reformista vasca. Las insuficiencias propias de la burguesía española para proceder a la acumulación de capital y el desarrollo industrial de la economía capitalista en el Estado español, intensificaron la miseria y las protestas obreras. La caída primero de la monarquía y luego de la República, son los elementos que retrasan durante décadas el debate y la evolución de las ideas y acción política propias de un país industrialmente avanzado como Euskadi. La enorme
sobre-explotación a que fue sometida en este período la clase trabajadora y la salvaje represión genocida abatida sobre nuestra comunidad nacional por el aparato del Estado de los ganadores de la guerra civil, son los ingredientes que constituyen la salsa que determina la revuelta visceral y la oposición racional de la juventud revolucionaria y radical de Euskadi. ETA es el primer producto de esta rebeldía al final de los años cincuenta. También estaría determinada por la propia tradición de los vascos (tres guerras civiles en muy pocas generaciones y una gran opresión comunitaria, mal soportada) respecto a la insurrección armada y la solidaridad popular, característica, esta última, común a todos los pueblos que sufren la opresión ejercida sobre ellos por aparatos militares formados por hombres de otras comunidades nacionales cuyo comportamiento es el de los ejércitos en tierra colonizada.
E.T.A. (Euskadi Ta Askatasuna-Euskadi y Libertad)
Hacia 1952-53, cuatro estudiantes de derecho de la Universidad de Deusto en Bilbao, fundan "EKIN" (acción), es una modesta revista y su grupo, que darán nacimiento al movimiento del mismo nombre. Más tarde, el desengaño de cierto número de militantes de EGI (juventudes del PNV) para con la línea del Partido Nacionalista Vasco prepara el caldo de cultivo ideológico para el nacimiento de ETA. En el exterior, el auge de las luchas tercermundistas de liberación nacional; en el interior, el Plan de Estabilización económica que supone el desastre y la marginación para amplios sectores de la pequeña burguesía, unido a unas características definitorias de la opresión nacional que hacen hablar y escribir durante varias décadas a ideólogos nacionalistas revolucionarios de la "colonización de Euskadi por España y Francia". La opresión nacional, resentida colectivamente por amplias capas populares de la población de Euskadi, ha sido un elemento revulsivo a menudo provocador, otras veces radicalizador de las luchas de clases en las últimas décadas.
Julen Madariaga, uno de los fundadores de EKIN y de ETA hablaba así en una entrevista efectuada por el periódico belga Le Soir el 2/2/1973: "Hijos o familiares próximos de miembros del Partido Nacionalista Vasco, nos encontrábamos inquietos al constatar la relativa importancia del movimiento nacionalista, sus preocupaciones demasiado teóricas". Señala igualmente que se pusieron a trabajar con ardor y en la más estricta clandestinidad, durante la primera época, para seleccionar los cuadros militantes y preparar su formación ideológica. "La primera redada de la policía no tuvo lugar hasta 1960". Es entonces cuando ETA comienza a dejarse oír y hasta hoy iría ganando, paso a paso, un lugar importante en la preocupación y conciencia colectiva de los vascos; pro o contra su intervención, en un determinado momento todos debieron reconocer que fue debido a su existencia y acción la radicalización colectiva y el avance popular y de clase de las luchas contra la dictadura y contra el capitalismo en Euskadi y un poco en todo el Estado español.
Pero la historia de ETA es también la del movimiento dialéctico hacia la síntesis de unión entre la lucha de liberación nacional (en su comienzo exclusivamente nacionalista y burguesa anti-comunista) y la lucha por la emancipación de los trabajadores (en un principio no sólo ajena sino contraria a la lucha de liberación nacional, por sus contenidos burgueses y antiobreros, a menudo racistas). La historia de ETA determina los aspectos sobresalientes (junto con las grandes movilizaciones de los trabajadores-ciudadanos de Euskadi de carácter asambleario y autónomo) de la acción comunitaria de los vascos en las últimas décadas: movimientos de solidaridad con los presos y detenidos, apoyo logístico y protección a los "liberados" o militantes escapados de sus domicilios, lucha por la amnistía, etc. han sido parte de sus jalones importantes.
Pero la evolución de ETA no ha sido lineal, ni fácil; los militantes expulsados o marginados o salidos de sus filas durante el debate permanente que la ha venido configurando a nivel interno, forman hoy la punta de lanza de la mayoría de los colectivos autónomos y organizaciones políticas o sindicales y ciudadanas de Euskadi. Dos grandes momentos han caracterizado este debate: la V Asamblea y su escisión en ETA-berri y ETA-zarra ("nueva" y "vieja" respectivamente), la primera pretendiendo convertirse en partido obrero de carácter socialista o comunista y que dio lugar más tarde al Movimiento Comunista (M.C.E.) dejaba atrás al mismo tiempo la acción armada y viraba hacia posiciones "españolistas" vía el centralismo democrático marxista a nivel del Estado-nación; la segunda pretendía seguir con el trazado político característico de ETA (nacionalismo radical-lucha armada). Este mismo esquema sería repetido en la VI Asamblea de ETA a finales de 1971 entre las fracciones marxistas y nacionalistas, y posteriormente en las sucesivas asambleas de ETA. En esta ocasión los marxistas irían a parar al trotskismo y darían vida, al fusionarse con otros colectivos en general menos importantes, a L.C.R.-L.K.I. [Liga Comunista Revolucionaria], después EIA y Euskadiko Ezquerra; por su parte los nacionalistas seguirían evolucionando en la síntesis liberación nacional-liberación social (nacionalismo revolucionario le llaman ellos) y aunque la dirección de la organización (o al menos sus declaraciones ideológicas) sean ya siempre marcadamente marxistas-leninistas (a veces maoístas, a veces trotskistas, a veces netamente estalinistas) se nota una tendencia general hacia las zonas hoy heterogéneas de la "autonomía obrera" y unas claras simpatías por los objetivos y métodos comunistas libertarios y anarquistas en general (asambleísmo, auto organización, etc. de KAS y Herri Batasuna).
¿Hasta qué punto encuentra o puede encontrar el reto de ETA eco en Euskadi?
Es un gran interrogante de respuestas siempre hipotéticas dentro de la mayor o menor aproximación a la realidad objetiva. Nosotros pensamos que el apoyo popular a ETA depende de las épocas y coyunturas históricas, y constatamos que hoy en día va en aumento, estando en condiciones de afirmar por la simple observación (sin datos computables por estar obviamente fuera de la militancia de ETA y hasta abertzale) que ETA (militar) tiene en la actualidad una de las mejores organizaciones tanto específica como de apoyo logístico que haya tenido nunca. La decepción del parlamentarismo, el enorme paro -cifrado por encima de los 200.000 en Euskadi- que descansa en su mayor parte sobre los jóvenes sin su primer empleo, la enorme densidad demográfica y el ahogo subsiguiente del individuo por una especulación y planificación urbanística salvaje y caótica, la degradación ambiental y el problema grave ecológico general y nuclear en particular, la perdida rápida y acelerada en los últimos años del contacto con la naturaleza y el paso colectivo en pocas generaciones de vascos del trabajo rural (vida y cultura, etc.) a una sociedad superurbana e industrial... Aspectos todos ellos que la política reformista del Gran Capital no desea o no puede atacar con la urgencia que sería necesaria para "pacificar Euskadi”. Sin hablar de la cuestión nacional que pone los pelos de punta a los políticos españoles desde la izquierda y extrema izquierda hasta la extrema derecha y derecha ¡Antes una España roja o fascista, que rota! es un grito visceral y reaccionario que sigue sonando demasiado a menudo en los oídos de los vascos de a pie para desesperación y cultivo de las salidas individuales de tipo visceral en pro de la lucha armada más radical.
Por otro lado (citado por Cambio16) las cifras que dan diversas fuentes respecto a la militancia específica de ETA la hacen oscilar entre 60 y 120 militantes. Pero Iñaki Latierro, citado por el mismo semanario, secretario del Partido Comunista de Euskadi en Guipúzcoa (30/1/77), admitió francamente que la influencia de la extrema izquierda abertzale es prácticamente absoluta en los movimientos que calificó de "ciudadanos", tales como las, asociaciones de vecinos, gestoras pro-amnistía, etc. Y en medios del PCE y PSOE de Euskadi se estima, no sin pesimismo y contrariedad, que las Ideas independentistas revolucionarias de los izquierdistas abertzales podrían tener muy buena receptividad en un 18 a 20 por ciento de la población de Euskadi.
Un simpatizante de ETA afirmaba en Euskadi Norte recientemente (citado por Peru Erroteta en La Calle): "El pueblo ha perdido la confianza en sí mismo y en los partidos políticos, por eso sigue existiendo ETA". Desde nuestra perspectiva “esa pérdida de confianza del pueblo en sí mismo", nos parece enormemente peligrosa y objetivamente real. También la hemos podido leer en las declaraciones últimas de ETA. Así, ETA podría aparecer, si no lo es ya, como los justicieros de Euskadi, con todo el peligro de sustituismo de la acción popular que venía declarando sostener con su acción; la política vasca daría un giro, contra la autoemancipación de los trabajadores-ciudadanos vascos y para la misma ETA desvirtuada ya de su intento de línea de defensa de la autoorganización y autodefensa popular.
Pero en el comunicado de ETA sobre la ejecución del Sr. Portell, la propia organización define así su situación actual: "ETA mantiene hoy una coherencia y una unidad total dentro de su militancia y prueba de ello, mal que le pese al señor gobernador, es la propia capacidad militar de las acciones armadas. Es nuestra firme decisión incrementarla a todos los niveles, en tanto Euskadi no tenga un régimen de democracia que recoja los puntos mínimos contenidos en la alternativa táctica del K.A.S. (Coordinadora Abertzale Socialista)". (Ver anexo nº 1).
Declaraciones de ETA, que parecen coincidir con las efectuadas recientemente desde su cárcel italiana por el dirigente de las Brigadas Rojas Renato Curcio a la revista española Interviú: "La clase obrera no es un mito. El juicio del "proletariado condicionado", cuya consciencia es manipulada y alienada no puede tomarse en cuenta. Es un proletariado teleguiado, teledirigido...". "...La profundización de la crisis y el desarrollo de la lucha de clases podrán poner, a los actuales proletarios condicionados, frente a la realidad de sus intereses de clase y su juicio será entonces auténtico".
El mismo Renato Curcio, en la citada entrevista, matiza aún más su pensamiento: "Existen las condiciones y las fuerzas para transformar esta crisis en una revuelta histórica por el socialismo", "El socialismo no es inevitable pero es inevitable que toda la izquierda será llamada a definirse respecto a este combate".
¿Tienen razón los defensores de la lucha armada como única vía revolucionaria hacia el socialismo? En cualquier caso: ¿qué socialismo? Askatasuna ya ha comentado repetidamente en sus páginas aspectos de la línea política de ETA y criticado su dirigismo y autoritarismo marxista-leninista, así como la lucha por un Estado vasco que consideramos utópica y en última instancia negativa, así como la lucha armada aislada de la acción comunitaria de los trabajadores-ciudadanos que se convierte en elitista y genera burocracias dictatoriales y que en definitiva lleva el combate al terreno del enemigo, más poderoso, mejor dotado, etc. e imposible de vencer en su zona estratégica última: la militar... ¿Pero condenar a ETA? Hoy, ¿con la opresión y manipulación de que somos objeto por parte del poder? ETA puede ser y quizás lo sea ya, el último recurso de la desesperación de una fracción de un pueblo que prefiere morir luchando que malvivir oprimido y negado...
Ya lo decía mosén Xirinachs al diario vasco Egin (marzo-78). "La lucha armada en Euskadi, me la explico -y no lo tome nadie a mal- como una respuesta del inconsciente social vasco debido a la pervivencia hasta hace muy pocos siglos, de su modo económico y social pre-capitalista. Un inconsciente social más arraigado en Guipúzcoa, donde el capitalismo está menos concentrado, donde aún quedan restos del modo de vida tradicional, etc. Por ahí explico la respuesta militar, -emparentada con las luchas carlistas, sino en la ideología, sí en sus causas profundas- y por mucho que les pese a los madrileños, la encuentro muy sana. Es una lucha armada defensiva en el territorio propio, una violencia secundaria respondiendo a una violencia anterior. Sin embargo, considero que esta actitud es infantil y peligrosa en el momento actual". "Creo que la anexión de Euskadi al Estado español no es voluntaria sino forzada -lo confirman las últimas declaraciones de Gutiérrez Mellado- y que si algún pueblo tiene derecho a la autodeterminación, ese pueblo es Euskadi".
Como podemos constatar hoy, más de 200.000 votos de Herri Batasuna apoyan moralmente la lucha de los etarras y hacen difícilmente manipulable y recuperable por el sistema -incluso vía izquierdista- la acción anticapitalista de ETA.
¿A dónde va ETA?
Del modo más breve posible, dado el espacio disponible, vamos a dejar hablar a la propia organización vasca para aclarar este aspecto fundamental, por si no lo hemos dejado suficientemente esclarecido.
“ETA intentará existir y luchar del modo más adecuado hasta la creación de un estado socialista vasco, independiente, reunificado y euskaldun”. Esta es su estrategia, lo que motiva su existencia y su lucha a largo plazo.
ETA es consciente del problema planteado en Euskadi por los trabajadores emigrantes de la comunidad castellana, gallega y andaluza principalmente, y afirma luchar por su integración total a la comunidad vasca de pleno derecho si así es su voluntad, de lo contrario se trataría de elaborar un estatuto de minoría para esta comunidad emigrante basado en un profundo respeto mutuo.
En el último Zutik, revista de ETA, esta organización pone en claro, una vez más, sus propósitos con relación al Estado vasco por el cual lucha: "propone la destrucción del Estado burgués y su sustitución por un Estado de los trabajadores que permita a éstos terminar con los últimos residuos de poder político y económico de la clase burguesa".
"Cumplida esta tarea de transición socialista y desaparecidas las clases sociales, ETA considera que el Estado deja de tener sentido, pues se hace innecesaria su función coercitiva y represiva. Asumidas progresivamente por los trabajadores las labores administrativas y de gestión social, el Estado tendería pues a diluirse". Punto de vista, como se ve, clásico del marxismo-leninismo (El Estado y la Revolución).
"Un estado vasco independiente es hoy para nosotros el único marco posible para el ejercicio de la soberanía del pueblo vasco". Base programática fundamental del nacionalismo respecto a su idea de la "libertad" nacional de un pueblo, siempre ligada para ellos, a la posesión de un Estado propio. Pero al mismo tiempo se nota en la lectura de sus últimos textos políticos la influencia en su ideología marxista-leninista sobre el Estado y la dictadura del proletariado del debate del momento en Europa sobre estos aspectos fundamentales de las alternativas socialistas hoy en crisis. Intentan los nuevos ideólogos etarras "explicar" los aspectos generalmente más desfasados y de mal efecto añadiendo: "La dictadura del proletariado no significa dictadura de un partido y menos aún dictadura de una fracción burocrática".
Y afirman respecto a la independencia: "Nosotros no deseamos ser un freno ("en el sentido de la integración política y económica de las naciones") a este proceso, sino por el contrario, perseguimos favorecerlo", "...una vez logrado el Estado vasco (como ejercicio de la soberanía nacional), que ha de buscar su lugar en el proceso de integración supranacional citado".
En un sentido de autocrítica, ETA reconoce que desde la muerte de Carrero su tesis de que la lucha armada tenía un carácter prioritario sobre la lucha de masas era un análisis idealista (citado por Idoyaga en Hoja del Lunes de Bilbao 20/3/78): "Nosotros somos partidarios del ejercicio de la supremacía política del proletariado, pero no podemos afirmar ex-cátedra que dicho predominio haya de imponerse por medio de un estallido violento y una prolongación represiva sobre la burguesía. Si a la clase obrera se le permite organizar y ejercer su voluntad libremente, la toma del poder por ella se realizará pacíficamente y paralelamente a su toma de conciencia. Su predomino se manifestará entonces simplemente en el ejercicio democrático del derecho de la mayoría a imponer su voluntad a la minoría".

ANEXO: (Documentos base para la negociación y el alto el fuego en Euskadi entre ETA y el gobierno reformista del capitalismo en el Estado español),
Anexo nº 1
Alternativa de KAS: (Aceptada por ETA como puntos mínimos)
Frente a la situación presente, KAS ha presentado y defendido la alternativa que a su parecer mejor recoge y defiende los intereses globales del pueblo trabajador vasco, y que esquemáticamente se podría concretar en:
- Amnistía total.
- Libertades democráticas plenas.
- Mejoras generalizadas en las condiciones de vida de los trabajadores.
- Retirada de las fuerzas represivas y fin de la represión.
- Auto-gobierno para Euskadi, basado en el Estatuto Nacional de Autonomía, con amplias atribuciones y el derecho de autodeterminación.
- Oficialidad del Euskera, gestión democrática de las ikastolas (escuelas) y defensa de su pluralismo ideológico, escuela pública euskaldun (vasca).
- Celebración inmediata de elecciones municipales.
- Constitución democrática avanzada.
Todas y cada una de estas medidas favorecen al pueblo y están en contra de los grandes privilegiados, por eso las presentamos, defendemos y hacemos públicas.
Nuestras condiciones son claras y sencillas.
Anexo nº 2
(Zutik nº 69 - Febrero 1978)
Programa a conseguir ETA
Marcarse como objetivos tácticos la independencia o la nacionalización de los medios de producción supondría una utopía por cuanto tales objetivos no son compartidos a la vez por un amplio sector popular y por cuanto exigen el triunfo total sobre las fuerzas armadas españolas, tarea imposible de cubrir a nivel táctico.
Pero consideramos que hay cuatro objetivos políticos que suponen, no sólo las condiciones mínimas para una convivencia democrática en Euskadi Sur, sino también las bases para progresar hacia la creación de un Estado Socialista Vasco Reunificado e Independiente:
- Amnistía total.
- Legalización de todos los partidos políticos, incluidos los independentistas sin necesidad de rebajar sus estatutos.
- Expulsión de Euskadi de la G.C., P.A. y C.G.P.
- Estatuto de Autonomía que cuando menos llene los siguientes requisitos:
- Entrada en vigor en las cuatro regiones históricas de Euskadi Sur a la vez.
- Reconocimiento de la Soberanía Nacional de Euskadi. Derecho a la autodeterminación incluido el derecho a la creación de un Estado propio e independiente.
- Reconocimiento de los lazos nacionales existentes entre Euskadi Norte y Euskadi Sur.
- El euskera lengua oficial prioritaria de Euskadi.
- Las fuerzas de defensa ciudadana que sustituyan a las actuales represivas, serán creadas por el Gobierno vasco y dependientes únicamente de él.
- Las fuerzas armadas acuarteladas en Euskadi estarán bajo control del Gobierno vasco.
- El Pueblo Vasco estará dotado de poderes suficientes como para dotarse en cada momento de las estructuras económicas que considere, social y políticamente, más convenientes para su progreso y bienestar.
Estos objetivos no sólo son negociables por la burguesía española a cambio del asentamiento de su programa de reforma en el resto del Estado, sino que son ya hoy asumidos por una gran mayoría de la población de Euskadi Sur.
ETA pues anuncia que este programa constituye las bases mínimas para un alto el fuego. Mientras estos objetivos no se logren continuaremos luchando en la medida de nuestras posibilidades. 

26 de febrero de 2013

Anarcosindicalismo: historia y presente, de José Peirats

José Peirats fue uno de los militantes libertarios más destacados del siglo XX español. Trabajador manual, desde muy pronto entró en contacto con el anarcosindicalismo y con las organizaciones del movimiento libertario hispano. Durante la Guerra Civil mantuvo una posición ferozmente antipolítica, y desde las Juventudes Libertarias formó parte de la minoría que rechazó la colaboración con los organismos de la España revolucionaria. La derrota en la Guerra Civil y su marcha al exilio no enfriaron su entusiasmo anarquista y se convirtió no sólo en un destacado responsable de la CNT en el exterior sino, sobre todo, en un perspicaz historiador del movimiento obrero y, más concretamente, del anarcosindicalismo con obras como La CNT en la Revolución española. Durante la Transición regresó a la Península, pero había perdido su antiguo entusiasmo revolucionario y coqueteó con las corrientes reformistas cenetistas. Reproducimos una charla que dio en Valencia en la segunda mitad de los años 70, con el título de "Anarcosindicalismo: historia y presente", y que fue editada en folleto por el Sindicato de Información y Artes Gráficas de la CNT valenciana.
José Peirats en los años de la Transición (Archivo La Alcarria Obrera
 
DESARROLLO DEL MOVIMIENTO OBRERO ESPAÑOL. ANTECEDENTES: EL GREMIALISMO
Como os ha dicho el compañero que me ha presentado, yo soy una clase de militante que he tocado, como vulgarmente se dice, todas las teclas del movimiento libertario. He sido un trabajador manual, he tenido cargos en la organización, he sido un militante activista en el sentido extenso de la palabra, es decir que cuando se ha necesitado salir de la posición, podíamos decir cómoda, del simple cotizante o del simple militante de asamblea o de grupo, he cumplido también, a veces haciendo de tripas corazón, esa misión.
Pero no es de esto que voy a hablar, sino que quisiera hablaros un poco de los antecedentes del movimiento libertario, mejor dicho de los antecedentes del movimiento obrero en general de España, puesto que sin estos antecedentes, sin fijar unas etapas previas, raramente podrían apreciarse los conceptos que han de ser el florón de mi disertación, que espero no será una disertación de mí a vosotros, sino que espero que al final de mi charla vosotros tomaréis la palabra, ya no solamente para rebatirme, sino para contradeciros vosotros entre vosotros.
Yo suelo escalonar las etapas del movimiento obrero español, a, partir de principios de siglo, es decir cuando todavía en las Cortes de Cádiz no se habían hecho aquellas declaraciones pomposas de constitucionalismo, y también aquellas declaraciones pomposas en contra de lo que había sido el problema social por excelencia en aquellas épocas. Se adolecía en aquellas épocas todavía, de una especie de carencia de lo que había sido la clase humilde, la clase proletaria en las peores etapas de la Edad Media. Es decir, que no había lo que se dice un movimiento obrero. Y este movimiento obrero hubo que crearlo de la nada, y como vais a ver enseguida con breves rasgos, se creó a través de la institución del gremialismo.
Seguramente vosotros, sobre todo los que habéis estudiado historia, sabéis lo que significa la época del gremialismo dentro de la economía española y dentro de la economía también de los demás países. Es decir, que lo primero que tuvo que hacer el obrero, no me voy a remontar a los tiempos clásicos (esto sería muy prolijo y un poco pedante). Yo me voy a limitar pues a esa etapa, a como el individuo empezó por fijar el primer hito de su emancipación en cuanto obrero, en el trabajo, en los centros de producción.
El sistema del gremialismo era un sistema que difería muy poco del feudalismo e incluso difería muy poco de la esclavitud. Es decir, que el individuo proletario, el trabajador, no era el dueño de sus actos y no era el dueño, apenas de su tiempo. Había en el gremio las tres clases clásicas, el maestro, el oficial y el aprendiz. Generalmente el aprendiz era poco menos que un ser irracional, dormía en casa del maestro y para llegar a ser oficial se necesitaba empeño, se necesitaban esfuerzos sobrehumanos. Había que romper todas las capas de prejuicios y también todas las capas de intereses.
Los maestros eran dueños de los gremios, estaban reunidos, estaban unificados, estaban organizados entre sí. Como piadosos que eran, como devotos que eran, los gremios y las hermandades estaban siempre bajo la advocación de un santo patrón. Ejercían una especie de monopolio de la producción que, si había dificultades para pasar de aprendiz a oficial, las dificultades eran todavía mayores para pasar de oficial a maestro. Se necesitaban un sinfín de promociones, un sinfín de méritos y un sinfín de empeños.
Con esto quiero decir que la primera etapa que tuvo que vencer el proletariado en su lucha, fue la de la libertad de trabajo. No había libertad de trabajo. El oficial, para serio, tenía que conquistar el título a pulso, a base de competencia ya base de benevolencia del que estaba por encima de él.
Pues bien, esto no lo resolvieron las Cortes de Cádiz porque quedó, como muchas cosas en aquellas Cortes, sobre el papel. Quedaron la Constitución, que duró poco, y quedó también la abolición de la Inquisición, que también fue teórica, y la abolición del artesanado, la abolición del sistema de producción entonces vigente.
LA DIGNIFICACIÓN DEL TRABAJO
Pero con el tiempo, estas barreras se rompieron. Entonces vino la segunda barrera que es la de la dignificación del trabajo. España ha sido un país pobre en toda su historia, pero ha tenido, a pesar de su pobreza y tal vez por esa pobreza, un orgullo malentendido, un orgullo aristocrático al extremo de que llego una época que se consideraba al trabajo como una condición menor, se consideraba al trabajo como una condición despreciable. He ahí, pues, la segunda etapa del proletariado: dignificación del trabajo. Poner en la mentalidad de la sociedad de la época la afirmación, el conocimiento, de que el trabajo no es una condición despreciable, sino que el trabajo es la virtud por excelencia en una sociedad.
Tuvo que pasar el tiempo para que la dignificación del trabajo lograse imponerse. En América yo he visto todavía rasgos de aquella sociedad española de desprecio del trabajo, y he visto a los criollitas allí que tenían la tez un poco blanca, que se consideraban descendientes de las viejas familias aristocráticas españolas, y todavía las oía decir "Mis manitas están blancas, nunca han trabajado". Este es un reflejo de la sociedad española de los siglos XVII y XVIII.
Hubo un momento en esa historia, es decir en la historia de la monarquía española, que puede considerarse como excepcional. Dentro de lo que representa la monarquía y sus dogmas, hubo la época de Carlos III. Carlos III fue un rey ni más ni menos que los otros reyes, pero tal vez tuvo una virtud. Carlos III, por sí mismo nunca hizo nada; ahora bien, tuvo la virtud de dejar hacer. Y al dejar hacer, dejó hacer a un equipo que tenía a su lado, compuesto por Jovellanos, Floridablanca, Campomanes... Estos individuos fueron los que arrancaron, los que propiciaron las industrias en España; es decir, que se mofaron del antiguo tabú de desprecio al trabajo y se escribieron grandes memoriales dignificando al trabajo.
EL DERECHO DE ASOCIACIÓN
A partir de ese momento, pues, se ganó la segunda batalla, la batalla de la dignificación del trabajo. Pero todo esto, no significaba una victoria absoluta ni mucho menos. Se necesitaba todavía el derecho de asociación. Y ese derecho de asociación que estuvieron reivindicando y reclamando los trabajadores desde los tiempos remotos, no sería conquistado hasta muchos años después. Es decir, que durante el reinado de Fernando VII no hubo lugar, durante el reinado de su hija Isabel II tampoco hubo lugar, durante el reinado de la Reina Gobernadora tampoco hubo lugar a pesar de que se dictaron algunas normas más o menos paliativas no solo en el aspecto político (como es la Constitución de 1836, arrancada a la Reina Gobernadora por medio de la rebelión de los sargentos), sino que se dictaron algunos Estatutos Reales en los que, sobre el papel, se le daba a la clase obrera una cierta libertad de acción aunque con muchas condiciones por delante.
Lo máximo que se consiguió en aquel movimiento fue el que los trabajadores pudieran organizarse, pero a base de Mutualidades, a base de una especie de Montepíos, a base de una especie de Sociedades de Socorros, pero no en tanto que organizaciones de clase. Esto hubo que conseguirlo después a base de muchas luchas, y podría decir que el hito, la frontera que determina, no aparece sino cuando la revolución de 1868, la encabezada por Prim y por el Almirante Topete y toda esa jarca. A partir de entonces, cuando se derriba el trono de Isabel II, es cuando se consiguen las primeras victorias para el proletariado.
Con anterioridad a esta fecha, y está en todos los libros de vulgarización, tenemos en 1840 la primera organización de resistencia, que se personaliza en un obrero catalán Juan Munts, al cual se le atribuye haber sido el paladín y el campeón de las organizaciones obreras. Pero bien miradas, esas organizaciones obreras de 1840, que no nacieron en 1840 sino que con anterioridad ya hubo focos de organización en este sentido, estas asociaciones no podían declararse abiertamente clasistas, sino que tenían que camuflarse detrás de la fachada de las asociaciones de Beneficencia.
Fue como os digo, a través de la revolución de 1868, cuando se derribó el trono de Isabel II, cuando Prim abrió una nueva etapa en la política española, breve por cierto, que empiezan a organizarse los trabajadores de una forma ya independiente.
Había olvidado decir que en esa etapa de Juan Munts, se registran ya víctimas del movimiento obrero, como es José Barceló que era un líder de las asociaciones propiciadas por Munts, que por lo visto era un elemento de mucha enjundia, y que por serlo fue complicado en un complot de tipo policíaco y fue fusilado. Se le atribuyó el haber participado en un crimen crapuloso en una masía de los alrededores de Barcelona. En aquel tiempo también hubo pequeñas rebeliones de los trabajadores, se llegó a incendiar la fábrica del vapor nuevo, se llegó incluso a atentar contra la vida de un patrono muy soberbio en la época, un tal Bonaplata, y se llegaron a incendiar algunas fábricas.
Lo de los incendios de fabricas esté relacionado con que, en los tiempos de Espartero, se trataba de abrir las fronteras de España a la técnica exterior, la técnica inglesa, que ya en aquel tiempo era trepidante en Inglaterra; y entonces se trataba de introducir el libre cambio. Se produjo el famoso conflicto que todavía persiste ahora a través del Mercado Común, de abrir o cerrar las fronteras a los productos del exterior a fin de evitar la competición. El hecho de que se produjera esta penetración del capital extranjero y sus productos, sirvió de fermentación social. Y a partir de aquellos momentos se produjeron ya organizaciones un poco más complicadas; ya no se trataba de organizaciones aisladas, sino que trataban ya estas organizaciones de federarse entre sí. Empezaron por federarse, por ejemplo, en Barcelona y formaron la federación local; después formaron una federación regional, y finalmente las organizaciones aquellas fueron extendiéndose hasta la región de Valencia, y empezaron a aparecer los primeros periódicos.
Aquí en Valencia, por ejemplo, aparecía un periódico que se titulaba "El Chornaler".
EL FEDERALISMO. LA l INTERNACIONAL
Pero la revolución de 1868 es una revolución que abre muchos horizontes en España. En aquel momento había una gran agitación de tipo político, y sobre todo, una agitación de tipo federal. Era el tiempo de las ideas de Pi y Margall, la gran mayoría de los trabajadores estaba dentro de los centros políticos, pero ocurrió un caso muy pintoresco. Que en el momento en que las ideas de Pi y Margall de federalismo político, tenían un cierto arraigo en la clase trabajadora, simultáneamente apareció el clarinaje de la Internacional. Es decir, que los trabajadores se iban uniendo, se iban organizando internacionalmente.
Y no se trataba de una simple operación organizativa, sino que este tipo de organización nacía ya con unas ideas; ideas contrapuestas, pero ideas en sí. Se trataba de darle al movimiento obrero no solamente una finalidad organizativa, reivindicativa de tipo inmediato, sino que se pensaba en más altas metas, en metas ya abiertamente revolucionarias.
Seguramente que si Carlos Marx hubiese sido ese genio que se nos está pregonando, hubiese visto que a través de la revolución de 1868 en España se abría un campo para la propaganda socialista. Pero Carlos Marx era un hombre aferrado a sus ideas que llamaba científicas y no creía que una revolución pudiese producirse en un pueblo sin que anteriormente este pueblo hubiese pasado por una fase industrialista. Y naturalmente, en aquella época España no era un país industrialista ni por asomo. Había la pequeña industria en Catalunya y era todo lo que teníamos. Esto, fastidió hasta cierto punto, la penetración del marxismo en España.
Por otra parte, creían ellos que no se podía ir a una socialización sin pasar previamente por una democratización. Pero hubo otra figura, Bakunin, que sin tantos humos científicos, ni muchos menos, vio más claro el problema; y llegó a la convicción de que lo que impulsa, lo que dinamiza a las organizaciones y lo que dinamiza a los hombres, es la condición humana por encima de todas las condiciones técnicas. Por lo tanto, Bakunin tuvo más acierto y se adelantó a Carlos Marx. Carlos Marx tuvo que resignarse después a coger el tren en marcha, pero llegó tarde.
Así pues llegamos ya a la cuarta etapa, si mal no recuerdo. A la de una organización no solamente de reivindicación económica, sino de reivindicación ya finalista: La Asociación Internacional de los Trabajadores, a pesar de las luchas internas que las dos tendencias, la marxista y la bakuninista, entablaron desde el primer momento. Este choque de tendencias, hasta cierto punto, favoreció la divulgación de ideas, favoreció primeramente la divulgación de las ideas marxistas por un lado, y favoreció también la divulgación de las ideas libertarias, por otro lado.
España por su condición, por la condición podríamos decir temperamental, de los trabajadores y también por el desengaño que había producido la revolución de 1868, se inclinó por las ideas de Bakunin y descubrió en Bakunin un federalismo que no era el que propiciaba Pi y Margall que aconsejaba que en los centros políticos convivieran, codo con codo, los explotados y los explotadores. A partir de ese momento, los trabajadores empezaron a ver en estos casinos o en estos centros, empezaron a vislumbrar ya comprender que no podían comer en el mismo plato con sus propios explotadores. Eso favoreció también el incremento de las organizaciones de tipo internacionalista en España.
No os voy a soltar todo el rollo de lo que ha sido la Internacional en España. Os supongo enterados, y además sería prolijo que yo me entretuviese ahora en estos momentos. Yo creo que en el curso de la disertación habrá varios cabos que quedarán sueltos y que vosotros tendréis la inteligencia para poder captarlos y después en el debate que pueda sucederse podríamos unificarlos.
SOLIDARIDAD OBRERA
La Internacional en España puede decirse que duró hasta los últimos de siglo. Puede decirse que duró, unas veces en la clandestinidad otras veces públicamente, con unas interrupciones dramáticas como fue la producida por la represión por la Comuna de París. Es decir, que esta organización que es la más vieja de España, se puede comparar a los ojos del Guadiana, que va apareciendo y desaparece.
Va tomando diferentes nombres hasta llegar a principios de siglo en una crisis de la cual sale la organización llamada Solidaridad Obrera. Los antecedentes de esta organización son anecdóticos. En Barcelona, un grupo de militares [sic], funda un semanario satírico: "El Cucút". Publica unas caricaturas, los militares se enfadan, salen formados los oficiales de los cuarteles, asaltan la redacción y tiran todos los muebles a la calle y les pegan fuego. Ese fuego produce un reverdecimiento del espíritu nacionalista catalán. Como consecuencia de ello se produce una concentración de los políticos catalanes que pudiéramos decir izquierdosos, que cuaja en una organización llamada Solidaridad Catalana. Pero inmediatamente la organización obrera reacciona contra esto, y previendo una desviación de los obreros hacia esta organización de tipo nacionalista, frente a Solidaridad Catalana opone Solidaridad Obrera. Eso ocurre, más o menos, en 1907.
Y es en 1907 que aparece el primer número de "Solidaridad Obrera" como periódico. Esta organización es una organización todavía no depurada. Hay en ella elementos marxistas que, por rara casualidad, se adhieren a la organización Solidaridad Obrera, a pesar de tener, en Barcelona mismo, la Unión General de Trabajadores que ha habido en 1888. Es decir, que se da la paradoja de que los propios socialistas catalanes, que tienen allí su propia organización, que tienen el Partido Socialista y tienen la UGT, no entran en la UGT sino que entran en Solidaridad Obrera.
Se han dado varias explicaciones a esto. Se ha dado la explicación de que el hombre que determinaba en UGT era, naturalmente, Pablo Iglesias, y que Pablo Iglesias era un madrileño, aunque no naciera en Madrid, que sentía apetitos centralistas y la organización UGT de Cataluña se había convertido en una especie de correa de transmisión, y los propios socialistas la boicotearon y alimentaron, en la primera etapa, a Solidaridad Obrera, hasta que en 1908 se hizo primero el Congreso Regional de Solidaridad Obrera que pasó a ser organismo regional, y más tarde, en 1910, en el Congreso llamado de Bellas Artes, porque se celebró en el Palacio de Bellas Artes, allí intervienen ya los andaluces, los asturianos, algunos castellanos, aragoneses, y allí acuerdan ya formar una organización de más envergadura.
Aquí entramos ya, pues, en la etapa del anarcosindicalismo. Existía ya desde últimos del siglo pasado, en Francia, la CGT; la CGT que se había dado unos principios netamente antipolíticos, al extremo de que no solamente eliminaba a los elementos políticos de sus medios, sino que también entendía que en la CGT no se podía intervenir políticamente, ni religiosamente, ni filosóficamente. De ahí nace pues el sentido autosuficiente del sindicalismo francés.
Pero es un sindicalismo que, desde el punto de vista de la técnica sindical, es lo más avanzado de la época. Algunos autores han avanzado que Solidaridad Obrera al ampliar su organización no había hecho más que copiar de la CGT francesa. Se ha demostrado, si leéis con atención "El proletariado militante" por ejemplo, veréis que ya en el Congreso de 1870, que es cuando se forma la Internacional en España, uno de los ponentes, Meneses, presenta un dictamen en el que están todos los elementos, todos los ingredientes del sindicalismo moderno, incluso del sindicalismo a base de organizaciones industrialistas. Este proyecto se reafirma en la Conferencia de 1871. Es decir, que vemos ya en aquellos hombres una visión futurista de lo que tiene que ser un sindicalismo científico; es decir, que ya se propaga que las organizaciones deben tener un sentido unificado, en lo que se refiere a las profesiones y no en un sentido disperso como venía ocurriendo hasta aquel momento.
LA CNT
Todos sabéis que en 1910 se funda la Confederación Nacional del Trabajo, CNT, que tiene una breve historia. Celebra su primer Congreso en 1911, del cual existen muy pocos documentos (Xavier Cuadrat ha publicado alguno, y ha publicado incluso las actas). En el Congreso de 1911 ya los socialistas han desaparecido de las filas de la CNT, porque la CNT se ha radicalizado, ya no es aquella organización en cuyos medios operan individuos de ideologías distintas. Habíase dado la CNT una finalidad revolucionaria, y como consecuencia de esto empieza a despegarse, a desmarcarse. Hay el obstáculo por ejemplo, el trauma de la represión de 1911, consecuencia de unas huelgas muy importante que hubo en el Norte, y que repercutieron en el Sur, y hubo aquellos sucesos famosos en Cullera, donde se echó una tartana al río (en la tartana iba el juez), y, hasta 1915 no se produce otra vez el renacimiento de la Confederación Nacional del Trabajo, ya con una visión más extensa.
EL CONGRESO DE SANTS. LA ACCIÓN DIRECTA
Pero lo más importante de estas etapas que vamos señalando es la configuración del sindicalismo revolucionario y su estructuración científica, en lo que cabe, y esta reestructuración la da un Congreso Regional, celebrado en Barcelona, en la barriada de Sants. Se perfila la estructura de la organización, y se llega a la conclusión de que, para que el proletariado pueda ser eficiente en sus luchas, es necesario concentrar las fuerzas de una forma racional. Teníamos entonces varias organizaciones de carpinteros, varias organizaciones de albañiles, varias organizaciones de ladrilleros, varias organizaciones de plomeros, etc. La labor que hace el Congreso de Sants, es reunir a las varias organizaciones de ladrilleros y formar una sola, a todas las organizaciones de carpinteros y formar una sola. Y no solo hace esto, sino que, subiendo más arriba, todos los trabajadores de una industria determinada, los agrupa en un sindicato, y estos son los famosos sindicatos únicos, esta es la obra del Congreso de 1918.
Luego viene en este mismo Congreso el debate de un famoso problema que ya se había perfilado en los Congresos anteriores, y es el de la elección de tácticas de lucha. A partir de este momento se llega a la convicción de que hay que abandonar la táctica contemporizadora con la burguesía, hay que independizar completamente a la organización obrera de todo compromiso con la burguesía y con el Estado, a fin y efecto de deslindar perfectamente los campos. Lo que se propone entonces es la acción directa. Hay luchas, porque todavía hay resquemores y prejuicios, y de la misma manera que hubo en estos congresos muchos elementos que fueron reacios a aceptar los sindicatos únicos, porque estaban pegados todavía a sus pequeñas capillas de sociedades profesionales, de la misma manera hubo debate, y debate profundo por lo que respecta a la elección de tácticas.
De todas maneras hay una resolución en el Congreso de Sants, que señala que las tácticas de la organización confederal, son las tácticas de acción directa. Es decir que en los problemas entre la organización obrera y los patronos, los conflictos económicos, deben resolverse directamente con la parte interesada, o sea con la burguesía, y los conflictos de tipo popular los conflictos de orden público, con el Estado. Esta es la definición de la acción directa, es decir que, según el dictamen no hay que ir a resolver un problema de tipo económico en un gobierno Civil o en una alcaldía; sino que hay que convocar a los propios patronos, convencerlos para que parlamenten con los trabajadores, y si se muestran reacios, entonces la organización tiene otros medios ya previstos, como es el boicot, como es el sabotaje, como es el label, como es un sinfín de argumentos más o menos persuasivos.
PRIMERA GUERRA MUNDIAL Y AFIANZAMIENTO DE LA CNT EN 1919
Como os decía la organización hasta 1914 ha quedado en la clandestinidad, y renace en 1919 en una atmósfera de precipitación industrial. Ha habido la guerra europea, en la cual España ha sido neutral, neutral a medias: había muchos aliadófilos y muchos germanófilos. Indudablemente empezando por los militares y terminando por el rey todos eran germanófilos, pero la burguesía y las clases medias eran aliadófilos, no por motivos sentimentales, sino porque vieron que la guerra europea representaba un negocio, para sus intereses comerciales y económicos en general. Empieza una gran actividad industrial, se fletan barcos medio podridos, se envía a los frentes de batalla todos los productos habidos y por haber, y se llega incluso a exportar a Francia los propios alimentos de los trabajadores y empiezan aquellas huelgas por el abaratamiento de las subsistencias, huelgas que yo he vivido en mi infancia, cuando veía a aquellas multitudes pedir pan por las calles, aquellas enormes colas en las panaderías, y en las tiendas de ultramarinos.
Y también aquellos choques en que la organización, para evitarse víctimas, ponía por delante a las propias mujeres. Había entonces la industria textil en Catalunya, donde la organización en estas fábricas era la organización de punta. Estas mujeres se lanzaban a la calle, asaltaban los colmados, asaltaban las tiendas, invitaban al vecindario a que se suministrara él mismo de las tiendas. Acudía la Guardia Civil, los Guardias de Seguridad. Recuerdo muy bien una escena, cuando les apuntaban con los fusiles y las mujeres se levantaban las faldas, diciendo ¡Tirad! Es decir, que el pueblo se iba imponiendo.
CONGRESO DE LA COMEDIA - SINDICALISMO REVOLUCIONARIO
Pero hasta 1919 la organización no toma un acuerdo definitivo en cuanto a la finalidad que representa el movimiento. Es en 1919, en el famoso Congreso de la Comedia cuando la organización define que va a la conquista de los instrumentos de trabajo, de producción y se señala como meta el llamado comunismo anárquico. A partir de este momento, pues, la organización se ha dotado de una finalidad que es el sindicalismo revolucionario. Ahora bien, ¿qué es el sindicalismo revolucionario? Representa el elemento precursor de la sociedad del porvenir. Es decir, que los anarcosindicalistas entienden que esta sociedad en que vivimos, administrada por la propiedad privada, administrada por los monopolios, por la burguesía, protegida por el Estado, es perfectamente transformable de una forma radical. Es decir, que hay una fórmula para convertir esta sociedad antagónica en una sociedad más o menos armónica en todos sus aspectos.
Los teóricos del anarcosindicalismo creen que el órgano económico de una sociedad del mañana tiene que ser el sindicato. Es decir que el sindicato que hasta ese momento ha sido un organismo de lucha, un organismo de choque, puede ser en el futuro uno de los engranajes de la nueva organización económica. Es decir, que de la misma manera que el obrero hoy transforma materias primas en productos con los que el burgués comercia no solamente en el interior sino en el exterior, el sindicalismo revolucionario llega a la conclusión de que este mismo obrero sindicado puede suplir desde los centros de producción todos los aspectos de la economía, porque al fin y al cabo la economía no es ni más ni menos que eso, que lo que prefiguran los sindicatos: hay un transporte que pueden muy bien efectuar los trabajadores del transporte, hay la función social de las comunicaciones que puede ser encomendada el sindicato de comunicaciones, hay la industria de la edificación que pueden cubrir muy bien los trabajadores del sindicato de la construcción, y así sucesivamente, el sindicalismo llega a la conclusión de que la organización confederal actual, debe prefigurar ya la sociedad socialista, socializada del mañana. Esto es en líneas generales el anarcosindicalismo en sus elementos más sumarios.
CONGRESO DE 1931 - FEDERACIONES DE INDUSTRIA
De la misma manera que en 1918 se había llegado a una organización sólida superando la organización de oficios y capillitas, de la misma manera en los años 30 se llegó a la conclusión de que la organización confederal era una organización a la que faltaba algo. Surge la corriente de las federaciones de industria. Los partidarios de estas federaciones de industria se planteaban el problema de la siguiente manera. La organización confederal tal como está planteada es una organización de tipo vertical, es decir que va desde las secciones sindicales al sindicato, a las federaciones locales, al regional y al nacional. Es muy cierto que este verticalismo es un verticalismo federativo; es decir, que emana de abajo a arriba, pero se necesita que este mismo sindicato tenga una base horizontal, es decir, que el sindicato de la construcción y el sindicato de productos químicos, en vez de quedar aislados en el seno de una federación local (la de Valencia, la de Barcelona u otra cualquiera), tienen que tener un contacto con el propio sindicato de la construcción de la localidad contigua o de la regional contigua. Es decir, que según estos compañeros, el sindicato no solamente debe tener una configuración vertical, sino también una configuración horizontal, para que sea completo. Todo esto es con vistas a los problemas que puede plantear en el aspecto industrial y económico en general una revolución, revolución que indudablemente pondría a prueba la capacidad de la clase trabajadora.
Por otra parte, entendían que por medio de la reestructuración de tipo industrial, el trabajador aprendería a administrar la propia economía, puesto que un sindicato determinado estaría organizado no sólo verticalmente, sino también con todos los sindicatos de la península convergentes en su ramo de producción. Esto facilitaría la estadística y no desmerecería, ni mucho menos, la lucha actual contra el patronato y contra el Estado. Sino por el contrario, la haría más eficiente, porque nos encontrábamos por ejemplo, con que un sindicato planteaba un conflicto y el patrono se negaba a la negociación de las reivindicaciones porque su empresa estaba organizada horizontalmente. Es decir que si se interrumpía una fábrica, el patrón se reía de eso, porque estaba federado por medio de las organizaciones patronales y le surtían y se solidarizaban entre ellos, en este aspecto pues había también una ventaja.
Esto trajo muchas discusiones en 1931. Porque había compañeros que entendían que, en primer lugar, España no era un país industrial que pudiera compararse con Francia, Inglaterra o Alemania, España era un país eminentemente agrícola, con cinco o seis millones de campesinos, por lo que era impracticable la organización de tipo industrialista en un país todavía rezagado. Además, había el peligro de que esta ramificación de comités por la derecha y por la izquierda trajera como consecuencia una inflación burocrática, y, como consecuencia, de centralismo. Pero si bien el congreso de 1931, acordó la reestructuración de la organización a base de Federaciones Nacionales de Industria, en la práctica no se pusiera en práctica. Los industrialistas acusaban a sus adversarios de sabotaje. Creo que no se trataba de eso. Para que cuaje una idea, se necesitan de unos antecedentes y de un contexto que obliguen a que esta idea se ponga en práctica. Como en aquel momento este contexto industrial no existía, era difícil intentar crear una cosa que no tenía una verdadera razón de ser.
Esto, aplicado a la España de hoy, ya cambia completamente de aspecto. Hoy somos una nación industrial izada. Se dice por ahí que es la décima potencia industrial del mundo. En este caso, los problemas quedan ya situados de otra manera, y frente a esos problemas los militantes tienen que reflexionar. No se trataría indudablemente de que una organización cenetista incipiente, como la que actualmente existe, dividiera ya sus fuerzas y pensara en ramificarse industrialmente, lo que se trata es de solidificar lo adquirido, lo que se trata es de hacer de la organización una organización eficiente, en el aspecto en que hoy la tenéis planteada, y en el aspecto más o menos clásico según os aconsejen las circunstancias.
Pero seguramente que este problema que hoy no está planteado se podrá plantear mañana, y mañana saldrán los epígonos del industrialismo a señalar que una revolución social no es una cosa simple, no se trata de un golpe determinado para derribar una sociedad con la esperanza de que, espontáneamente, luego, a la mañana de la revolución, se organizará la economía. Habrá seguramente compañeros que dirán: "No, se trata de preparar ya hoy, dentro del cascarón de la vieja sociedad, de configurar la organización revolucionaria en todos los aspectos, en el aspecto de actividad militante, en el aspecto de choque, como podríamos decir, y en el aspecto también técnico. Hoy una cantidad inmensa de obreros son cualificados, y sobre todo, casi todas las industrias están jerarquizadas, y no es como antes, que en la organización confederal abundaba el obrero no cualificado. Hoy la sociedad industrial ha llevado a que dentro de las industrias los trabajadores estén jerarquizados. Hay peones incluso de diversos grados, técnicos de diversa cualificación, etc., y hay una solidaridad intercorporativa entre todos estos estratos. Es decir que no podemos pensar, y esto quiero dejarlo claro aquí, no podemos pensar en una organización confederal para mañana, con la misma mentalidad con que la pensábamos en el año 30 o en el año 29. Los problemas son otros y es necesario pararse a meditar en las consecuencias.