La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

7 de agosto de 2011

Declaración del PCE (r) en 1984

La historia del PCE(r) y de sus organizaciones más o menos afines, como los GRAPO, ha estado teñida por la desconfianza sobre sus orígenes, el oscurantismo sobre sus propuestas y un progresivo aislamiento en el entorno de la izquierda revolucionaria. En este caso, los rumores de origen incierto y los testimonios de algunos de sus antiguos militantes han tenido más peso que sus propias declaraciones, puestas en sordina por una larga y estricta clandestinidad. Reproducimos ahora una declaración que el Comité Central del PCE(r) aprobó en marzo de 1984, seis años después de la entrada en vigor de la Constitución y cinco años antes de la caída del Muro de Berlín y del colapso del bloque soviético; sirvan estos dos hitos históricos para enmarcar una línea política que era más fruto del voluntarismo que del análisis político.
Folleto con la declaración del PCE(r), 1984 (Archivo La Alcarria Obrera)

Cuando el régimen inició su reforma, se prometían otros cuarenta años de dominación. Su objetivo no era otro que salvar al régimen de Franco de la bancarrota en que se encontraba y de alejar el peligro revolucionario, sin más que cambiar las formas y adaptándolo a la nueva situación.
Creían que utilizando a fondo la demagogia en combinación con los métodos terroristas de siempre, iban a lograr desorganizar al movimiento de masas, iban a aniquilar a los revolucionarios y así podrían seguir garantizando sus ganancias y descargar el peso de la crisis económica sobre las masas trabajadoras.
Y a este juego criminal se prestaron en cuerpo y alma todos los partidos y mafias sindicales a cambio de un plato de lentejas o un puesto en el Parlamento.
Por el contrario, nuestro Partido, señalaba entonces: “Del fascismo y del monopolismo no se puede ir a la democracia burguesa porque ésta corresponde a la etapa de libre competencia y de desarrollo del capitalismo; la historia no da marcha atrás”.
Apoyándonos en estas tesis, absolutamente científicas, hemos venido durante años denunciando en solitario el carácter fascista de la reforma, hemos propugnado el boicot a todas las mascaradas electorales, hemos impulsado la lucha y la resistencia de la clase obrera y las masas populares y, sobre todo, hemos apoyado incondicionalmente a la guerrilla. Porque los comunistas tenemos claro que la libertad del pueblo no puede ser obra de conciliábulos y cambalacheos entre politicastros sino que hay que conquistarla con la lucha más consecuente.
No obstante, haciéndose eco de la voluntad popular de verdaderos cambios políticos que supusieran una ruptura con el régimen de Franco, en 1978 el PCE(r) elaboró el Programa de los Cinco Puntos en el que se sintetizan esos objetivos mínimos: 1.- Amnistía y libertades políticas y sindicales para todos; 2.- Depuración de fascistas y torturadores del aparato del Estado; 3.- Medidas reales contra el paro y la miseria del pueblo; 4.- Fuera de la OTAN y fuera bases yanquis; 5.- Derecho a la autodeterminación para las nacionalidades oprimidas por el estado fascista español.
Pero la democracia de que hablaban los monopolistas, generalotes, obispos y toda la cohorte de vendidos que les apoyaban, evidentemente no era la misma que el pueblo reclamaba, y la respuesta fue decretar una política de exterminio centra nosotros y contra todo aquel que no entrara por el aro. "Los terroristas son el peor enemigo de la democracia" dijeron. Efectivamente, porque con nuestra lucha por verdaderas libertades estábamos denunciando la maniobra; así es que si no acababan con la resistencia, se descubriría el pastel y todo su montaje se vendría abajo en poco tiempo. Y para su desgracia, se descubrió pronto, porque a pesar de los crímenes, torturas y miles de detenciones, no lograron acallar nuestra voz ni las armas de los guerrilleros... y el movimiento de resistencia de las masas, siguió creciendo.
Ya no podían seguir dando más largas al asunto. “O buscan una salida política en base al Programa de los Cinco Puntos o entramos en la guerra revolucionaria abierta”, decía nuestro Partido. Sin embargo, ellos creían tener todavía un as en la manga y decidieron jugarlo: así apareció Felipe. Venía prometiendo "cambio" y diez millones se dijeron: a ver qué pasa, y le dieron su voto. Nuestro Partido, no se hacía ilusiones pero decidió no darles ninguna excusa y señaló que el cambio tenía que pasar por los Cinco Puntos. Los GRAPO, decretaron un alto el fuego unilateral. Así se verían con más claridad las verdaderas intenciones del cambio prometido. Y se vieron inmediatamente.
A los dos días asesinaron a nuestro camarada Juan Martín Luna, y a partir de ahí se fueron superando a sí mismos y a todos los anteriores cada día: enterraron la demagogia electoral, empezaron las reconversiones, redujeron los fondos destinados a los parados, "descubrieron" los altos valores de la guardia civil, legalizaron la tortura, promulgaron nuevas leyes terroristas, declararon la inocencia de los asesinos y torturadores de la policía y guardia civil, tomaron militarmente barrios y ciudades; reprimieron a saco a los obreros, a los jornaleros, a las mujeres y hasta a los minusválidos por reivindicar su derecho al trabajo, nos ataron definitivamente a la OTAN y se gastaron billones de pesetas en armamento; se negaron a toda negociación con la guerrilla para encontrar una salida política y declararon oficialmente la "guerra sucia". Y ahora, con el mayor descaro, Felipe declara que la democracia está consolidada, que la transición ha terminado, que las reconversiones se llevarán a cabo caiga quien caiga, que de la OTAN no se puede salir... y que eso es lo que hay y todo el que no esté de acuerdo, es un enemigo de la democracia y un terrorista y sobre él caerá todo el peso de la ley y de la justicia... Es la política que siempre han practicado los sectores monopolistas más reaccionarios. Es el programa de los Tejero y compañía.
Pero eso, lejos de indicar fortaleza, no es más que el reconocimiento del fracaso total de la maniobra reformista que ha llegado a su fin en un tiempo récord sin haber cumplido ni uno sólo de los objetivos que se habían propuesto y hoy, se encuentran más solos que nunca, sin ninguna carta que jugar y gobernando como siempre lo ha hecho el fascismo en España: con el único respaldo de las metralletas y por medio del terror.
Proceso de guerra revolucionaria abierta
En España, se ha cerrado ya definitivamente toda perspectiva de democratización y de encontrar una salida política que hiciera posible la defensa de los intereses obreros y populares por medios pacíficos. Por el contrario, la reacción con sus testaferros pesoístas al frente, ha declarado la guerra en todos los terrenos y no deja al pueblo y a sus organizaciones de vanguardia más opción que rendirse y someterse o responder en el mismo lenguaje. Ellos ya han definido claramente cuál es su democracia y su libertad y han dicho: eso es lo que hay y si queréis otra cosa, tendréis que pasar por encima de nuestros cadáveres. Efectivamente, ya En España no puede haber libertades para el pueblo sin derrocar al régimen fascista. Pero además, tampoco los problemas económicos de los trabajadores tienen ya solución en el marco del sistema capitalista, de modo que hoy no se puede poner freno al paro, a la miseria y a la explotación sin expropiar a los monopolistas y poner el control de la economía en manos del pueblo y a su servicio. Sólo por la vía revolucionaria se pueden encontrar las soluciones a los problemas políticos, económicos, culturales, nacionales, etc. que padecen las masas trabajadoras, y hacia ella se encamina el movimiento de masas con paso decidido.
Y hay motivos más que de sobra para estar seguros de que es la vía revolucionaria la única que va a desarrollarse. Nosotros, sólo vamos a detenemos en los tres aspectos que a nuestro juicio son más destacables.
SE HA PRODUCIDO UN SALTO CUALITATIVO EN EL MOVIMIENTO DE MASAS
Ese salto cualitativo se concreta en que el movimiento de masas, se ha liberado de toda ilusión reformista y no espera nada de los de arriba; sólo confía en su lucha, en su fuerza y en su unidad; y está resistiendo en todas partes.
Por el contrario, es un movimiento nuevo que, como no podía ser de otra forma, tiene un carácter democrático y hace de la asamblea su organismo de discusión y de toma de decisiones frente a los chanchullos y conciliábulos de partidos y mafias sindicales. Ha adoptado métodos de lucha y de resistencia cada vez más radicales y una creatividad admirable para utilizar todo lo que pueda ser útil a la defensa de sus intereses: desde el piquete a la recogida de alimentos, desde el secuestro a la pegatina, desde el comunicado de protesta a la desobediencia de las órdenes anti-obreras, desde la huelga a la bomba... y no hay más que mirar un poco lo que está ocurriendo en Sagunto, en Gijón, en Vigo o Ferrol o entre los jornaleros andaluces, para ver que éste, es un movimiento nuevo, de carácter antimonopolista y, por tanto, antifascista: que políticamente está indisolublemente ligado al Partido Y a la guerrilla popular (aunque todavía no se haya producido una ligazón orgánica a gran escala). Se ha producido pues, un salto cualitativo en el movimiento obrero y popular que lo sitúa definitivamente en la vía revolucionaria. No le dejan otra salida.
VICTORIA POLÍTICA DEL PARTIDO Y DE LA GUERRILLA
La oligarquía, ha tenido muy claro desde el principio que sin aniquilar al Partido y a las organizaciones guerrilleras populares, no podría imponer su democracia. De ahí que éste fuera un objetivo primordial de la maniobra reformista y en él se han invertido cientos de miles de millones: han gastado ríos de tinta en echar basura y crear confusión, han destinado miles y miles de policías, guardias civiles y chivatos, han creado cuerpos especiales de asesinos y torturadores, han promulgado cientos de, leyes, han firmado tratados internacionales de colaboración antiterrorista, han pagado mercenarios, mafiosos, drogadictos y ultras para formar grupos parapoliciales, han aireado a los cuatro traidores "arrepentidos" para sembrar la desmoralización, en fin, todo lo imaginable.
Pero a pesar de todo, los comunistas, revolucionarios y patriotas no henos arriado la bandera en ningún momento y una vez más los hechos han confirmado que, -como decía Lenin- “la línea política, lo decide todo”. En esa lucha a muerte no ha triunfado la policía y todo el aparato represivo, sino que ha triunfado el Partido y las organizaciones guerrilleras; no ha triunfado la maniobra reformista sino la línea política revolucionaria.
Lo cierto es que hoy, a este lado de la barricada, junto a las masas obreras y populares señalándoles el camino a seguir, sólo está el PCE(r) y las organizaciones guerrilleras. Lo cierto es que hoy, es imposible paralizar nuestra actividad político-militar a pesar de cualquier éxito policial aislado. Lo cierto es que hoy, el movimiento revolucionario organizado empieza a recoger los frutos de tantos años de sacrificio y de siembra y necesariamente nos vamos a desarrollar. Lo cierto es que hoy, millones de obreros y de gentes del pueblo están enfrentados al régimen fascista y a los monopolios en la línea de resistencia que nuestro Partido viene señalando. Lo cierto, en definitiva, es que el Partido y la guerrilla son un hecho, que su influencia política es inmensa, que van a desarrollarse inevitablemente y que son la garantía de que ya en ningún momento se vaya a producir la desmoralización ni la paralización del movimiento de resistencia de masas, sino que, por el contrario, se va a ir politizando, organizando y adquiriendo carácter revolucionario.
LA ACTUAL CRISIS ECONÓMICA SOLO TIENE UNA SALIDA REVOLUCIONARIA
Todos los factores políticos expuestos anteriormente, tienen una base económica objetiva, que tiene unas leyes de desarrollo que escapan al central de los propios monopolistas, de los pesoístas y de todos los técnicos y economistas de la burguesía. Y esta base, es que el sistema capitalista entero se encuentra sumido en una crisis total. Crisis que en España, por su mayor debilidad económica multiplica sus efectos negativos por todas sus secuelas de limitación de exportaciones, encarecimiento de las materias primas, reducción de los mercados... y en consecuencia, reconversiones masivas de todos los sectores de la producción, encarecimiento del cesto de la vida, aumento de los impuestos y naturalmente, aumento incesante de la represión y el terror como única forma de imponer a las masas todas esas medidas.
Pero en contra de lo que dicen los voceros de los monopolistas, ésta no es una crisis cíclica más, sino la última del capitalismo, porque ya no tiene ninguna posibilidad de recuperación, sino que se irá agravando y pudriendo e irá generando una lucha de clases cada vez más aguda que necesariamente acabará en la revolución socialista.
Para los monopolistas, el panorama no puede ser más negro porque el campo socialista tiene hoy tal fuerza política y tal poderío económico y militar que no sólo les va ganando terreno en todos los aspectos de las relaciones internacionales, sino que les impide cualquier veleidad de provocar una guerra con vistas a un nuevo reparto de los mercados porque de ella saldrían inevitablemente derrotados por las fuerzas revolucionarias. Hoy los monopolios ya no pueden exportar su crisis a los países menos desarrollados llevándose las materias primas y esquilmándolos porque gran número de éstos han hecho su revolución y exigen precios justos y, por otro lado, en los que aún siguen bajo la bota imperialista no hay uno donde no exista un movimiento revolucionario y guerrillero que les obliga a mantener un aparato propagandístico, policíaco y militar de tal magnitud, que lo que aún se siguen llevando les resulta cada vez más caro.
Ahora, tienen la crisis en sus propios países y la enfrentan, por un lado, explotando más y más a sus propios obreros y pueblos, y por otro, peleando como hienas entre ellos para arrebatarse los mercados unos a otros: guerra del acero, guerra por los caladeros de pesca, chantajes monetarios como la subida del dólar... Es el sálvese quien pueda. Hoy ya el capitalismo no tiene ninguna posibilidad de salir de la crisis y por el contrario, va generando un movimiento revolucionario encabezado por las organizaciones guerrilleras y el Partido de la clase obrera. Y esa situación general, en España es aún más grave.
Aquí ya, gobierne quien gobierne tiene que aplicar la misma política fascista. No tienen ningún margen de maniobra, ni la más tímida posibilidad de demagogia ni de reformismo. Aquí la crisis exige una salida revolucionaria.
Los objetivos del Movimiento Político de Resistencia
Nuestro Partido, en su Congreso Reconstitutivo (1975) señalaba que “en España se han creado las condiciones materiales para realizar el socialismo, pero la existencia del fascismo, hace que la principal contradicción social sea la que enfrenta al pueblo contra ese enemigo y contra el monopolismo”. Esto que decíamos entonces, no sólo sigue siendo correcto sino que hoy, es cuando nuestro análisis cobra toda su importancia, pues hoy más que nunca, la inmensa mayoría de la población está enfrentada al estado fascista y a los monopolios.
La clase obrera encabezada por su Partido puede y debe unir en un sólo frente todo ese descontento y transformarlo en un movimiento revolucionario. Para ello, es imprescindible dotarlo de un programa que resuma los intereses obreros y populares abriéndole la perspectiva de una salida a los graves problemas que padece. Y en España, ya no pueden proponerse a las masas otros objetivos que no sean el derrocamiento del estado fascista y la expropiación de los monopolios porque hoy ya, inevitablemente, la solución de los problemas de las masas pasa por ahí. Todo lo que no sea impulsar la lucha en esa dirección, es colaborar con el enemigo y facilitarle las cosas.
Nuestro Partido propone para que sea difundido lo más ampliamente posible y sometido a estudio y discusión el siguiente Programa a todo el Movimiento Político de Resistencia:
1º.- Amnistía total y libertades políticas y sindicales para todo el pueblo y sus organizaciones de vanguardia.
2º.- Formación de un Gobierno Provisional Democrático Revolucionario que lleve hasta sus últimas consecuencias la disolución del Estado fascista y todo su aparato burocrático-militar. Armamento del pueblo.
3º.- Derogación de la Constitución fascista y todas las leyes terroristas. Convocatoria de elecciones libres a una Asamblea Popular que elabore la nueva Constitución. Formación de consejos obreros. Creación de tribunales populares.
4º.- Expropiación de los monopolios: las multinacionales, el capital financiero, los terratenientes, las instituciones reaccionarias y los contrarrevolucionarios.
5º.- Fuera de la OTAN. Desmantelamiento de las bases yanquis y reintegración de Gibraltar a la soberanía nacional. Devolución de. Ceuta y Melilla. Anulación de todos los tratados reaccionarios y onerosos firmados con los imperialistas. Por una política internacional de paz y de apoyo a la lucha de los pueblos oprimidos.
6º.- Derecho a la autodeterminación de los pueblos vasco, catalán y gallego y respeto total de sus derechos nacionales. Independencia de la colonia africana de Canarias.
Este, no es el programa de la revolución socialista que la clase obrera y los comunistas anhelamos, sino que tiene ante todo un carácter antifascista, antimonopolista y antiimperialista. Pero hoy, el cumplimiento de este programa es un paso inevitable en el camino hacia el socialismo.
Los métodos de lucha y organización
A la vista de los hechos, la inmensa mayoría tiene ya muy claro que en España los votos no van a traer nunca ni la más tímida mejoría ni el más pequeño de les cambios; que la reacción no va a ceder nada por las buenas y menos, cuando se encuentra con el agua al cuello; que ellos, utilizan los votos sólo para justificar su política terrorista.
Pero también está claro que el engaño de los pesoístas no va a volver a repetirse nunca más. Por el contrario hay que impulsar, aún más y en todas partes, la resistencia activa, la desobediencia civil y la lucha armada. Hay que promover asambleas en las que democráticamente se discutan los problemas, las reivindicaciones y la lucha a seguir. Donde se tomen acuerdos y elijan comisiones de delegados que negocien con la patronal al margen de las mafias sindicales.
Hay que formar piquetes que extiendan la lucha. Hay que ganar la calle, organizar huelgas y manifestaciones y buscar la solidaridad de toda la población.
Hay que castigar a los esquiroles, ocupar las fábricas, sabotear la producción o las cosechas, destruir los stocks. Para ello, es imprescindible que en cada fábrica, en cada tajo se formen pequeños grupos clandestinos que siguiendo el ejemplo de la guerrilla realicen acciones de comando y busquen el apoyo de las organizaciones armadas.
Hay que sabotear e impedir toda maniobra electoral, referéndums y demás intentos de las mafias sindicales para imponer "democráticamente" los planes de sus amos.
Hay que impulsar la desobediencia de las órdenes anti-obreras sobre despidos, cierre de instalaciones, traslados, etc., negarse a pagar los impuestos y lis precies abusivos, expropiar alimentos…
Nuestros amigos, simpatizantes y todos los revolucionarios, deben impulsar la lucha independiente de la clase obrera y la resistencia de las masas, pero no pueden perder de vista ni por un momento que hoy más que nunca, la clase obrera necesita un Partido revolucionario que la oriente, organice y encabece la lucha.
El PCE(r) ha demostrado con creces ser el Partido de la clase obrera y tiene una gran influencia entre las masas que han hecho suya nuestra línea política. Pero hay que hacer que esa influencia se transforma en organización poco a poco llevando una labor partidista y dando pequeñas tareas a todo el que esté dispuesto. Hay que ir consolidando una amplia red de propaganda que haga llegar la voz del Partido a las fábricas y a todas partes de forma segura. Hay que ir recuperando y ligando al Partido a todos los amigos y simpatizantes y establecer conexiones seguras con ellos. Hay que crear círculos de lectura, células y organismos del Partido a todos los niveles sobre la base de la más absoluta clandestinidad. Nuestros amigos y simpatizantes deben estar presentes y encabezar si es posible la lucha en las fábricas y tajos, deben participar en todo tipo de organismos verdaderamente populares como asociaciones
de vecinos, comités anti-OTAN, las AFAPP, asambleas de parados, comités de apoyo a Nicaragua, etc.; hay que ser conscientes de que para dirigir a millones de obreros y trabajadores en la lucha contra el fascismo y el monopolismo, necesitamos de un Partido revolucionario fuerte, enraizado en las masas por todas partes. Pero además, la clase obrera necesita organizar su propio ejército. Un ejército capaz de hacer frente a las fuerzas terroristas del régimen y que allane el camino a los trabajadores para alcanzar sus objetivos políticos socialistas. Frente a la contrarrevolución armada de los monopolios, el método principal de lucha no puede ser otro que la lucha amada.
Las organizaciones guerrilleras son el embrión de ese futuro ejército popular porque su actual debilidad, se va a ir transformando poco a poco en fortaleza y en mayor capacidad operativa con la afluencia de nuevos combatientes.
Nuestro Partido desde hace más de siete años ha venido apoyando a las organizaciones guerrilleras y argumentando su necesidad. Ha promovido la creación de los GRAPO y a ellos ha enviado un sinfín de sus mejores cuadros y militantes, y va a seguir haciéndolo puesto que hoy es inadmisible que nadie se autotitule de comunista si no está dispuesto a empuñar las amas pues ésta es la forma más eficaz de combatir al terrorismo fascista.
Pero conseguir el desarrollo de las organizaciones guerrilleras no sólo es tarea de los comunistas, sino de todos: de los obreros y de los jóvenes, de las mujeres y de los estudiantes, de los más comprometidos y de los menos comprometidos. Todos somos necesarios y todos hemos de aportar nuestra contribución por pequeña que sea. Unos empuñando las armas o facilitando informaciones diversas, ya sea de patronos, chivatos, torturadores o depósitos de armas o dinero; otros proporcionando escondrijos, refugios o medios de transportes.
Sólo con la combinación de la lucha de resistencia de las masas y la actividad político-militar de las organizaciones guerrilleras y revolucionarias es como se irá fraguando un potente Movimiento Político de Resistencia dirigido por el Partido, capaz de vencer.
No obstante, es obligado decir para aquellos que se dejan tentar por las prisas o por el idealismo aventurero que no hay que esperar victorias espectaculares inmediatas ni grandes saltos. En las condiciones actuales, la guerra revolucionaria en la que estamos ha de tener necesariamente un carácter prolongado. Por el momento, hemos vencido a los políticos y se han creado las condiciones para la incorporación de las masas a la lucha de resistencia y para el fortalecimiento de las organizaciones armadas y del Partido. Pero ahora, hay que vencer a los generales y torturadores y esa victoria, sólo se dará en un largo proceso de desarrollo y fortalecimiento del Movimiento Político de Resistencia.
Todavía, y por largo tiempo, las fuerzas militares y represivas enemigas son infinitamente superiores, pero inevitablemente están condenadas al fracaso porque mientras ellos se agotan, el Movimiento Político de Resistencia se va a desarrollar con cada día que pase hasta alcanzar primero el equilibrio y más tarde la superioridad. Entonces, habrá llegado el momento de la insurrección general y de la victoria total que enterrará de una vez por todas a la reacción fascista y al monopolismo.
Entonces, habrá llegado la hora en que el pueblo sea dueño de su destino y emprenda la construcción de una nueva sociedad sin explotadores ni explotados. Luchar por ese brillante futuro merece todos los sacrificios y toda la entrega que sean necesarias, es un deber de todo revolucionario, de todo obrero, de todo joven, de toda mujer trabajadora, de todo antifascista, de todo demócrata, y no pueden prolongar ni por un momento más su incorporación a la resistencia más consecuente.
¡VIVA EL PCE (r)!
¡VIVA LA LUCHA ARMADA REVOLUCIONARIA!
¡ADELANTE EL MOVIMIENTO POLÍTICO DE RESISTENCIA!
¡VENCEREMOS!
Declaración del Comité Central del PCE(r)
Madrid, marzo de 1984

4 de agosto de 2011

Conclusiones IV Congreso de Bandera Roja

La Organización Comunista de España (Bandera Roja) fue sin duda el grupo maoísta de más larga trayectoria entre la izquierda radical hispana. Nacida de una escisión del PSUC en 1968, en 1970 se estructuró como tal y se mantuvo activa hasta que en 1989 se unificó con el PCE y el PSUC, y sin ser ni mucho menos el destacamento maoísta más numeroso, sirvió de escuela para algunos de los militantes más destacados de la izquierda política, sobre todo en la Cataluña de los años 70. El 20 y 21 de junio de 1985, ya en pleno reflujo de la izquierda radical, celebró su IV Congreso, del que reproducimos sus conclusiones íntegramente. El 5 de marzo de 1989, con el mundo comunista en plena convulsión, se reunió su V Congreso, en el que se aprobó la disolución de la Organización.
Pegatina de OCE (Bandera Roja), 1981 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
CONCLUSIONES
Siendo el capitalismo monopolista de Estado el sistema económico dominante en España, la tesis central de este informe es que el poder del Estado debe pasar a manos de la clase obrera, aliada con la pequeña burguesía y la mediana burguesía, como primera condición para solucionar los mayores problemas que hoy afectan la sociedad española. A este cambio de poder lo llamamos una revolución democrática de nuevo tipo, o sea, una revolución que responda a los intereses comunes de la inmensa mayoría de la población, que haga posible la defensa de estos intereses comunes desde todas las instituciones del Estado, sean representativas o no, y que empiece a orientar la economía hacia la satisfacción de las necesidades materiales y culturales del pueblo.
Esto significa reconocer que en la actual monarquía constitucional la soberanía popular y la democracia están realmente limitadas por los intereses esenciales de una minoría representada por la burguesía monopolista y sus apoyos internos e internacionales, y que la obtención por esta minoría del máximo beneficio es el motor de la economía española. Con otras palabras, la reforma democrática del franquismo, si bien ha dado a las clases trabajadoras unos derechos de organización, expresión y fiscalización parlamentaria y a la burguesía media un peso político local considerable, ni ha desplazado del poder a la burguesía monopolista, ni ha cambiado, por supuesto, el anterior orden económico y social.
Tareas económicas
Según el marxismo, toda revolución tiene su raíz en la imposibilidad para un determinado orden político de resolver el conflicto entre las relaciones de producción en que se asienta el desarrollo de las fuerzas productivas y sociales. En concreto, este conflicto se manifiesta en España en lo siguiente: un crecimiento económico tremendamente irregular y desequilibrado (grandes desajustes entre acumulación y consumo, entre producción y consumo, y entre los distintos sectores); la vulnerabilidad de España a las presiones del mercado mundial; un conflicto entre empresas grandes y pequeñas, en el que las primeras, a la vez que van barriendo una parte de las segundas, no llegan a compensar con frecuencia la consiguiente pérdida de empleo y de fuerzas productivas; un alto porcentaje de mano de obra en paro o en la emigración; y unos desequilibrios incontrolables en lo que se refiere al territorio y al medio natural.
En comparación con otros países europeos occidentales, estos problemas son aquí mucho más graves, debido al minúsculo papel imperialista de España entre otras razones. Durante casi medio siglo, con el franquismo o sin él, el capitalismo monopolista español se ha mostrado impotente ante ellos. Resolverlos es una tarea de la democracia de nuevo tipo. Para ello es necesario, en cuanto a la propiedad, socializar la banca y la gran empresa principalmente; promover las cooperativas industriales, agrícolas, de servicios y otras formas de propiedad colectiva que hoy subsisten a menudo de modo precario; y no abolir enteramente el capitalismo sino limitarlo, por un lado, a los sectores y empresas en que la socialización de la propiedad privada ocasionaría más males que ventajas, debido, sobre todo, a su bajo nivel de productividad técnica, y, por otro, a aquellas actividades productivas en que sea preciso apoyarse en empresas extranjeras.
En lo referente a política económica, se trata no de abolir el mercado sino de lograr que empiece a estar regulado conscientemente mediante un plan obligatorio y otro indicativo, según los diferentes sectores, que combinen las medidas económicas -política de precios, salarios, impuestos, crédito, etc.- y las administrativas. A partir de tales cambios en la propiedad y la política económica se puede tender a un crecimiento sostenido y equilibrado, ser menos vulnerable a las presiones del mercado mundial, modernizar los sectores más atrasados de la economía sin pasar por la destrucción masiva de fuerzas productivas, avanzar hacia un pleno empleo estable y empezar a controlar los desequilibrios territoriales y ecológicos.
Afirmamos, por consiguiente, que la superación de los principales escollos económicos de España exige una etapa de transición entre el capitalismo y el socialismo.
Clases, Estado y tareas políticas
La consolidación del capitalismo monopolista ha provocado numerosos cambios en las clases sociales. En particular, cabe señalar: La absorción de los latifundistas por la burguesía monopolista. La diferenciación entre burguesía monopolista y mediana burguesía, en la que la intervención del Estado ha desempeñado un importante papel. La transformación del proletariado en la clase más numerosa a costa de la pequeña burguesía, al mismo tiempo que disminuye fuertemente su componente agrario y que su composición interna se vuelve más compleja, como ocurre también con la burguesía. Y la ampliación de los efectivos de varios grupos sociales, como los dirigentes y cuadros medios empresariales, identificados en general con las distintas fracciones burguesas, o como los funcionarios e intelectuales, asimilables en una parte importante a la pequeña burguesía o incluso al proletariado.
En lo referente al Estado, el decisivo papel que este desempeña en la economía es una característica que España comparte con los demás países europeos occidentales. Pero hay otros rasgos que no son tan comunes: La fragilidad de la democracia; de hecho el capitalismo monopolista sólo ha podido consolidarse, industrializar España y elevar con ello la productividad mediante una larga dictadura. La dificultad de encajar el hecho plurinacional de España. El protagonismo del ejército. La función política de la Iglesia católica, incluso hoy. La inadecuación de la maquinaria estatal para el progreso económico y social. Y la "protección" de sucesivas grandes potencias (Alemania, Italia y EE.UU.) que ha necesitado el Estado.
Con arreglo al análisis anterior, las contradicciones de clase más importantes en España son éstas: En primer lugar, las que enfrentan la burguesía monopolista y el imperialismo con el proletariado, con la pequeña burguesía y con la burguesía media; segundo, las que oponen la burguesía media y la pequeña burguesía al proletariado; y tercero, las que dividen en ciertos momentos a la burguesía monopolista internamente.
Todos los grandes problemas económicos y políticos de España se reflejan en estas contradicciones de clase. En ciertas situaciones, cualquiera de ellas puede desempeñar un papel determinante en relación con las demás; sin embargo, la oposición entre la burguesía monopolista y el imperialismo, por un lado, y el proletariado, por otro, es la contradicción principal, o sea, la que más influye por lo común sobre las otras contradicciones mientras el poder no cambie de manos en España. Dentro de esta contradicción hay que señalar que el imperialismo suele limitarse a actuar indirectamente, como respaldo para la burguesía monopolista; ahora bien, en algún momento puede convertirse en el factor decisivo.
De los tres grupos de contradicciones apuntados, tan sólo el primero, que opone la burguesía monopolista y el imperialismo al resto de clases fundamentales, afecta de lleno la naturaleza del poder. Su resolución es indispensable para transformar la sociedad española. Es decir, para abolir la opresión y la explotación que sufren las clases trabajadoras en manos de la burguesía monopolista, así como las formas más o menos agudas de opresión y expoliación que afectan a la mediana burguesía. Pero como la contradicción principal sólo incluye al proletariado, para la pequeña y la mediana burguesía el acceso al poder es únicamente posible en la medida en que el proletariado conquiste una posición dominante en la sociedad.
El segundo grupo de contradicciones se traduce sobre todo en la pugna entre la mediana burguesía y el proletariado para hacer prevalecer la influencia de una u otro en su conflicto con los monopolistas y el imperialismo. Esta contradicción de naturaleza antagónica, pero que hoy es secundaria, debe ser resuelta en el avance hacia el socialismo.
El tercer grupo de contradicciones, o sea, las que son internas a la clase dominante, pueden desembocar en cambios de régimen, en mayor o menor dependencia exterior, sin alterar la naturaleza del Estado. La democracia de nuevo tipo las resolverá por el mismo hecho de desplazar del poder a la clase que las encarna.
Resolver las contradicciones de los primeros y terceros grupos y sentar las bases para hacerlo con las del segundo requiere cambios fundamentales en la naturaleza, funciones y organización del Estado.
Prescindiendo de los aspectos relativos a la intervención estatal en la economía de los que ya se ha hablado antes, éstos son, brevemente, los cambios que propugna nuestro programa general:
Realizar plenamente la soberanía popular, mediante el paso del poder a manos de las clases mayoritarias, el desarrollo de la democracia representativa del actual régimen, complementada con otras formas democráticas de base en las empresas y servicios públicos, y la adopción de la forma republicana de gobierno.
Garantizar la igualdad entre las distintas nacionalidades, otorgar el derecho de autodeterminación a las minoritarias y constituir España en república federal.
Concluir el proceso de separación entre la Iglesia católica y el Estado, empezado bajo el presente régimen.
Convertir el ejército en un instrumento eficaz para la defensa de la independencia y la soberanía, mediante su total compenetración con el pueblo y la adopción de la doctrina de la defensa popular ante una amenaza exterior.
Simplificar la administración pública y adoptar el sistema de nombramiento y revocación de funcionarios por los organismos representativos de cada nivel.
Llevar a cabo una política exterior independiente, basada en los cinco principios de la coexistencia pacífica, establecer relaciones de igualdad con el Tercer Mundo, luchar por transformar la CEE en un proyecto de integración europea al servicio de las clases populares, recuperar las parcelas de soberanía perdidas por tratados desiguales y renunciar a los asentamientos en el norte de África.
Derechos democráticos para las clases populares, así como derechos individuales de trabajo, educación, etc. y garantías ante la acción de la justicia para todos los ciudadanos.
Defender y promover desde el Estado los valores culturales y éticos progresistas, compartidos por las distintas clases populares.
La democracia de nuevo tipo corresponde a una etapa de transición entre capitalismo y socialismo. La explotación de una parte de la clase obrera por empresarios capitalistas, las ideas y prácticas sociales subsistentes de la vieja sociedad y la eventual resistencia política de la mediana burguesía serán factores de capitalismo. La propiedad social sobre los medios de producción y cambio más importantes, aspectos decisivos de la política económica, el papel dirigente del proletariado en el Estado y los consiguientes cambios en la mentalidad y hábitos sociales serán factores de socialismo y gozarán de una cierta ventaja sobre los primeros.
Así, la lucha entre estos dos tipos de factores opuestos puede desembocar sin choques violentos en el socialismo, siempre que las fuerzas contrarrevolucionarias derrotadas o sus aliados exteriores no consigan ganar puntos de apoyo en el mismo pueblo y que la dirección política proletaria sea correcta.
Condiciones objetivas y subjetivas
Partiendo de las tendencias existentes hoy en día, consideramos que el capitalismo monopolista de Estado en España no da muestras de poder resolver los principales problemas que determinan la necesidad de la democracia de nuevo tipo. Si la Comunidad económica europea evolucionase hacia un auténtico poder supranacional, sin duda, cambiaría la perspectiva de nuestra lucha, pero esta unión sigue siendo una meta incierta. No creemos, en cambio, que los actuales proyectos de incrementar la integración económica y la coordinación política entre los doce Estados comunitarios afecten substancialmente nuestro programa general.
Hecha esta salvedad, el avance hacia la democracia de nuevo tipo depende, por un lado, de determinadas condiciones internas a España e internacionales que escapan a la simple voluntad de las clases populares y de sus partidos y, por otro, de la respuesta que estas clases y sus partidos den a tales condiciones. Del estudio de estas condiciones se desprende lo siguiente:
1- Una evolución interna española relativamente pacífica y gradual hacia la democracia de nuevo tipo sería, quizás, imaginable si el imperialismo y la lucha por la hegemonía mundial dejaran de ser aspectos determinantes de la situación internacional. En cualquier caso, las presentes relaciones de fuerza en el mundo y en Europa constituyen un obstáculo para toda transformación social en España.
2- La lucha de clases se desenvuelve en España con una alternancia entre períodos críticos, bastante breves, y otros, más largos, de relativa estabilidad en las relaciones entre las clases como, por ejemplo, el que va de 1939 a 1970, lo cual no afecta los objetivos generales de nuestra lucha, pero sí los objetivos concretos, la cooperación que se pueda establecer o no entre las clases populares, la unión o no de la clase obrera y las formas de lucha.
La posibilidad objetiva de materializar la alianza entre la clase obrera, el semiproletariado, la pequeña burguesía, la mediana burguesía y una parte de los intelectuales, los funcionarios y de otros grupos sociales viene determinada por las características de la sociedad española que se han resumido anteriormente. En contraposición a la burguesía monopolista y al imperialismo, estas clases forman el pueblo de la España plurinacional. Ahora bien, la manifestación política de este pueblo como unidad está sujeta a las condiciones que se acaban de indicar y, por otro lado, a la respuesta que dan sus distintos componentes. En lo que concierne al proletariado, exponemos brevemente, a continuación, las respuestas que consideramos necesarias respecto a las alianzas con las demás clases trabajadoras, con la burguesía, o con fuerzas de otros países, respecto a la manera de lograr su propia unión y respecto a las formas de lucha.
La política de alianzas
La unión de la clase trabajadora. La unión del proletariado, el semiproletariado, la pequeña burguesía y un contingente de intelectuales y funcionarios, o de la mayor parte de estas clases, es el pilar de la política de alianzas de los comunistas. Debemos tener en cuenta, pues, los intereses propios de las clases trabajadoras no proletarias y defenderlos en nuestra acción; procurar acercarlas a las posiciones comunistas; colaborar con sus diferentes organizaciones; y al mismo tiempo criticar sus puntos de vista erróneos y oponemos decididamente a sus corrientes extremistas.
La alianza con la burguesía. La mediana burguesía es la parte más inestable del pueblo por compartir con la burguesía monopolista la explotación de los trabajadores. La cooperación con ella depende en general de dos condiciones relacionadas entre sí: la fuerza del proletariado, incluyendo la corrección de su política, y las concesiones que la burguesía monopolista pueda ofrecer a la mediana burguesía. Por consiguiente, nuestra política debe consistir en procurar arrastrar a la mediana burguesía contra la monopolista y cooperar con ella, cuando el proletariado tiene suficiente fuerza e iniciativa o, en el caso de que no las tenga, apoyarla en sus conflictos con el adversario común si sus posiciones no perjudican al resto del pueblo; combatir los compromisos que establezca con la burguesía monopolista a costa de los trabajadores, pero en esta lucha no ir más lejos de lo necesario para hundir tales compromisos; y respetar sus intereses legítimos en la perspectiva de la democracia de nuevo tipo.
Los comunistas defendemos a lo largo de la actual etapa los intereses esenciales comunes a las distintas clases populares y propiciamos su alianza, aunque no siempre sea posible materializarla en un frente unido mediante acuerdos, programas concretos y unidad de acción. La experiencia histórica, especialmente en 1936 y en los últimos años del franquismo, indica que la realización del frente unido y su misma solidez dependen, en primer lugar, de la iniciativa de las fuerzas proletarias, de su capacidad de no someterse ante eventuales claudicaciones o inconsecuencias de otras fuerzas sociales. Además, la traducción de la política de frente unido en un amplio sistema de alianzas requiere garantizar el carácter representativo de los organismos unitarios, tener en cuenta la realidad plurinacional de España y adoptar una política precisa respecto a cada institución estatal, así como respecto a cada tendencia de la burguesía monopolista.
Esta última exigencia pone a prueba la fuerza objetiva y la cohesión del frente unido, tal como se vio en la transición al actual régimen, en que la oposición democrática empezó a caer en la pasividad, tan pronto como se iniciaron sus negociaciones con los que reformaron el franquismo. Los compromisos con una parte de la burguesía monopolista son necesarios en ciertas condiciones para aislar a la parte más reaccionaria, más peligrosa. Pero, en tales casos, el proletariado no puede atarse de pies y manos a las condiciones que intente imponer ese sector de la burguesía, debe prevenir sus maniobras antipopulares y no confiar en que la otra parte respete los compromisos.
Las alianzas internacionales. Las clases populares españolas comparten un interés común con la inmensa mayoría de la humanidad: acabar con el sistema imperialista, con el hegemonismo y con la guerra. La democracia de nuevo tipo significará la mayor aportación de España a la causa del proletariado y los pueblos oprimidos, pero en el curso de nuestra lucha debemos contribuir de múltiples maneras a debilitar en lo ideológico y político a los mayores enemigos de la humanidad y a fortalecer a quienes los combaten en primera línea. Este apoyo es indudablemente recíproco, ahora bien, las clases populares y las distintas nacionalidades de España deben confiar principalmente en ellas mismas y en su unión para cambiar esta sociedad y no, en cualquier intervención exterior.
Asimismo, la experiencia española y de otros muchos países subraya estas dos conclusiones: Por su propio interés, las clases populares españolas tienen que oponerse a cualquier agresión de España contra otro país. Y aunque a veces sean necesarios los acuerdos con fuerzas y gobiernos imperialistas para enfrentarse a un enemigo más poderoso, estas fuerzas y gobiernos siguen siendo imperialistas, y al actuar junto con ellos hay que defender la propia soberanía y precaver sus manejos.
La unión de la clase obrera
La unión del proletariado, de sus sectores más activos, es indispensable para conquistar la democracia de nuevo tipo, al ser la clase obrera no sólo la que tiene mayor capacidad dirigente por su situación social, sino la más numerosa. Tal unión se puede concretar en lo sindical, en la acción política en un cierto período o, en su forma más elevada, en la formación de un partido único.
La unidad de acción proletaria, sobre todo en lo político, es el nervio de nuestra estrategia, pues cuando esta unidad de acción se realiza, las demás clases trabajadoras suelen seguir, también se allana el camino hacia el frente unido, y brota la tendencia hacia el partido único. La división de los trabajadores es una condición imprescindible para la subsistencia del poder de la burguesía monopolista. De hecho, un alto grado de unión sólo se ha alcanzado durante períodos breves. Esto subraya la importancia de fortalecer en cada momento las formas más simples de unidad de acción que permitan las condiciones objetivas; y para ello hay que tener en cuenta varios criterios. Primero, enfocar la lucha por el objetivo principal en cada circunstancia, para encontrar un terreno común a las diferentes tendencias y movilizar a los trabajadores no organizados. En segundo lugar, es preciso establecer, siempre que sea posible, acuerdos por arriba, o sea, acuerdos formales entre los organismos dirigentes del conjunto de fuerzas obreras, ya sean políticas, sindicales ti otras. En tercer lugar, es necesario impulsar la unidad de acción por la base si otras fuerzas obreras adoptan una actitud cerrada, antiunitaria, y no se debe esperar simplemente a que cambien de parecer. Ahora bien, en este caso la unión por la base tiene que proponerse también como meta la unión por arriba. Y en cuarto lugar, cuando una fuerza obrera actúa en lo esencial favoreciendo al mayor enemigo del pueblo, hay que combatir a la dirección de esta fuerza, procurando separar la dirección de la base y ganar a ésta para la acción unitaria.
La unión sindical es un importante objetivo en la tarea de unir a la clase obrera. La garantía mayor para crear una central única reside siempre en el progreso político de nuestra clase; pero bajo condiciones políticas adversas, a la vez que se buscan las formas posibles de unidad de acción, hay que persistir en el objetivo de la unión sindical, ya que ésta responde a las necesidades elementales de la inmensa mayoría de los trabajadores, tanto más cuanto que en España es muy pequeña la fuerza de los sindicatos y muy grande la penuria económica de la clase obrera. Las normas que deben guiar aquí la acción de los comunistas son: oponerse al fraccionalismo y a la escisión, promover la vida democrática en el sindicato en vez del trabajo en círculos reducidos, y ganar una posición dirigen te gracias a lo acertado de nuestra acción y no por otros recursos.
La integración de los sectores activos de la clase obrera en un único partido es un objetivo que corresponde a la identidad fundamental de intereses de nuestra clase. En España se han dado pasos en ciertos momentos hacia el partido único por dos vías distintas: paralelamente a acuerdos concretos de unidad de acción, como fue el caso en el Frente popular de 1936, que dieron pie a la creación del PSUC y las JSU, o bien como fruto de la simple unidad de acción por la base en las CC.OO. de los años sesenta, cuando el sectarismo y la impotencia del PSOE llevó a las filas comunistas a una mayoría de trabajadores de ideas avanzadas. En cualquier caso, para hacer posible la creación de un partido único cuando se den circunstancias apropiadas, además de impulsar los movimientos unitarios, hay que fortalecer las filas comunistas y defender los principios que son vitales para el progreso de la causa proletaria en cada período.
Los comunistas somos la única garantía existente aquí para avanzar hacia la democracia de nuevo tipo y, en particular, hacia un partido único. Si bien es justo reconocer que no siempre el impulso unitario ha partido de los comunistas, no es menos evidente que en cincuenta años ninguna otra fuerza obrera puede presentar un balance tan positivo, a pesar de nuestras equivocaciones y divisiones, en todo lo que afecta la defensa de los intereses populares.
Por ello es necesario persistir en una posición comunista en situaciones, como la actual, no sólo de limitada incidencia política de los comunistas sino incluso de grave división.
En cuanto a los principios vitales en cada período, hay que señalar, por una parte, que su defensa permitió dar los pasos que se han citado hacia el partido único y, por otra, que ahora mismo sólo se puede rehacer la fuerza social y política de nuestra clase, si se impone la comprensión de varios principios, como, por ejemplo, el de mantener la independencia respecto de la propia burguesía y de cualquier gran potencia. Sin duda, el PSOE se equivoca en este asunto, pero también hay comunistas que siguen una vía errónea. De ahí que se tenga que persistir en los principios que deciden la orientación política y organizativa fundamental en cada situación, para avanzar hacia un partido único o, simplemente, para resolver las divergencias entre comunistas y favorecer la unidad de acción entre las diversas corrientes que hay en la clase obrera.
Sobre este particular, cabe decir que en el ámbito español, la confrontación con el socialismo ha sido determinante en lo positivo y en lo negativo. En general, la posibilidad de encontrar un terreno común en lo político e ideológico con el socialismo sólo se ha dado cuando la clase dominante ha prescindido de cualquier asomo de política de colaboración de clases.
Las formas de lucha
La adopción de unas u otras formas de lucha y de sus combinaciones en un sentido ofensivo o defensivo pertenece al ámbito de la táctica; ahora bien, es posible determinar varias características que presenta en el plano estratégico el empleo de las formas de lucha en España. Estas son las principales: La acción pacífica es predominante aquí en el curso de la lucha por la democracia de nuevo tipo, aunque en ciertos momentos se produzca el paso a las formas violentas. La acción ilegal prevalece sobre la legal, atendiendo a la experiencia de los últimos sesenta años. No obstante, casi siempre se da una combinación simultánea de formas legales e ilegales. En cuanto a la relación entre labor parlamentaria y labor de masas, es indudable que la segunda es la principal y que, cuando prevalece la lucha parlamentaria, la vinculación de ésta con la lucha de masas es totalmente imprescindible. Respeto a la ofensiva y la defensiva, hay que señalar que la relativa fortaleza de la dominación de la burguesía monopolista da lugar a la preponderancia de las situaciones de defensiva prolongada para el proletariado, en las que éste, para preservar sus fuerzas, incrementarlas paulatinamente y crear condiciones para la ofensiva, debe atenerse a tácticas de defensa activa, o sea, llevar a cabo acciones local y temporalmente ofensivas que desgasten al adversario por sus puntos más débiles.

1 de agosto de 2011

El Movimiento Ecológico de Lleida

El Partido Carlista se mostró muy interesado en los orígenes del emergente Movimiento Ecologista y desde 1976 siguió con atención al ecologismo francés. En la provincia de Lleida, un grupo de militantes del Partit Carlí de Catalunya, dio el primer paso para formar un Frente Ecologista del Partido (en iguales condiciones al Frente Obrero, al Frente de Barrios...) y organizaron en el verano de 1977 el Movimiento Ecológico de Lleida al mismo tiempo que el ecologismo político y social comenzaba a extenderse y coordinarse por todo el país. Reproducimos aquí el Manifiesto de este MELL, en el que trazaba un análisis bastante correcto del problema y de sus distintas perspectivas políticas.
Folleto del MELL (Archivo La Alcarria Obrera)
 
I.- ECOLOGÍA
El término Ecología que, en principio es el nombre con que los diccionarios designan a “la ciencia que estudia las reacciones de los seres frente al medio en que viven y se desarrollan”, y que trata pues, de los alimentos, del hábitat, de la distribución geográfica, de la influencia del clima y del medio ambiente, así como de las relaciones con los demás (vida social), ha ido identificándose de unos años para aquí de forma popular, como la palabra mágica que se opone radicalmente a las inconveniencias que ha traído consigo la revolución industrial (polución, crecimiento de las zonas urbanas, desertificación de los campos, adulteración de los alimentos, etc.).
Naturalmente, esta nueva significación del término Ecología como algo que significa acercamiento a la naturaleza y un alto al dominio de la máquina sobre el hombre, tiene diferentes matices según las ideas y los intereses que se defienden; no obstante, este significado nuevo y popular de Ecología puede llevarnos a aceptar como válida la definición de Rene Dumont: “La ecología es una palabra simple. Quiere decir que el hombre, como todos los seres vivos, está incluido en un medio que comprende la naturaleza, las demás especies, el resto de los hombres y que no puede permitirse el lujo de destruir este medio sin destruirse a sí mismo”.
II.- EL PROBLEMA ECOLÓGICO
Una vez definido el significado que parece tener la palabra Ecología, convendría describir rápidamente algunos de los problemas ecológicos más graves en nuestra vida diaria, a fin de comprender la auténtica magnitud e influencia de esta cuestión en nuestra vida diaria y, en consecuencia, la importancia de una toma de posición que permita mejorar a corto plazo y a largo plazo las condiciones de vida en las que nos hallamos sumergidos.
El fin de una sociedad
Uno de los mitos de nuestra sociedad de consumo es la necesidad para nuestro bienestar del crecimiento económico, que se traduciría por una industrialización acelerada. Esta idea que ha sido un pilar básico para ideologías de signo bien diferenciado, es una aberración: un mundo limitado en recursos naturales no se puede permitir ningún tipo de crecimiento exponencial.
El Club de Roma, agrupación de sabios y economistas, elaboró un documento en el que se trataba de ver las implicaciones para el futuro del ecosistema mundial de las actuales tendencias fundamentales en nuestro planeta: industrialización acelerada, crecimiento rápido de la población, aumento de la malnutrición, degradación del medio ambiente, etc. La conclusión fue la siguiente: “el crecimiento ilimitado, exponencial, o sea cada vez más rápido, será pronto imposible en nuestro planeta que es un mundo acabado”.
En la hipótesis de un crecimiento continuo, todas las curvas del Club de Roma no llevan a un hundimiento del sistema en el próximo siglo, así como al agotamiento de las reservas naturales, la insuficiencia de la producción alimenticia, lo sobrepoblación y una polución inaguantable.
Recursos no renovables
Hemos dicho que nuestro mundo está acabado, veamos algunos datos: suponiendo que las reservas minerales y combustibles sean cinco veces mayores que las que conocemos, nos quedan, al ritmo actual, reservas de oro para 29 años sin olvidar los usos industriales, subestimados por Lenin que pretendía tapizar los urinarios), 41 de mercurio, 42 de plata, 48 de cobre y 49 de gas natural, 50 de petróleo y zinc, 55 de aluminio, 61 de estaño, 64 de plomo, etc. Sólo el carbón (150 años) y el hierro (173 años), el cobalto y el cromo podrán pasar de un siglo, pero nunca de dos.
Podrán aparecer nuevos minerales y nuevos sistemas, pero quedarán compensados por la cada vez más costosa extracción en yacimientos cada vez menos productivos.
Desigualdades y miserias
Aunque estas riquezas no renovables debieran ser consideradas como patrimonio común de la humanidad, lo cierto es que el planeta es el monopolio de los ricos y poderosos. Las curvas de consumo previstas nos muestran que la diferencia del nivel de vida entre las zonas desarrolladas y los países dominados, seguirá manteniéndose. Esta injusta desigualdad, no es la única consecuencia de nuestra sociedad productivista:
-la malnutrición sigue aumentando, porque mientras la población aumenta, la potencialidad agrícola es, a pesar de todo, limitada.
-el agua empieza a faltar a escala mundial.
-la vida urbana se degrada constantemente;
-la ley de productivismo no tiene en cuenta hasta ahora la salvaguarda del planeta, y la polución de las aguas y del aire empieza a ser grave;
-agotados los recursos naturales energéticos (carbón, petróleo, gas, etc.), se ha pensado en la energía nuclear, para reemplazarlos. Los peligros y consecuencias para la sociedad de esta elección son incalculables.
-etc., etc.
NOTA.-Todos estos puntos, que han sido simplemente enumerados, merecerían cada uno de ellos capítulos enteros de un estudio detallado. Algunos trabajos se hallan en preparación, entre ellos dos de particular importancia, sobre la crisis urbana y la crisis energética. Hasta que el MELL (Movimiento Ecológico de Lleida), los saque a la luz, la enumeración anterior nos permite dar una visión del conjunto del problema, y de pasar al punto siguiente que sería el ver las causas que nos han !levado a esta situación, y las diferentes opciones que se nos presentan a los movimientos ecológicos.
III.-OPCIONES FRENTE AL PROBLEMA ECOLÓGICO
Se nos presentan delante nuestro, dos hechos que resultan incuestionables:
-el primero es la gravedad de los problemas ecológicos de nuestro tiempo; y
-el segundo, es la potencia movilizadora que estas cuestiones están despertando entre la población.
Los dos hechos ligados nos dan como resultado, una sensibilización generalizada, que diferentes movimientos políticos tratan de recuperar (manipular). Naturalmente, las explicaciones de las causas de la actual situación y remedios corresponden en la mayoría de los casos a la estrategia de cada ideología, en vez de ser la consecuencia de un análisis realista de los hechos.
Las diferentes teorías ecológicas elaboradas, podrían repartirse en cuatro tendencias:
-derechista:
-izquierda tradicional (partidos socialistas y comunistas);
-socialista autogestionaria;
-extrema izquierda.
Teoría Ecológica Derechista
Los problemas ecológicos son el resultado de una calamidad natural (naturalmente tecnológica), contra la cual han da luchar todos los hombres de buena voluntad, respaldados por un gobierno apolítico, humanitario, universalista, etc.
Para los partidarios de esta teoría, hay naturalmente dos tipos de reivindicaciones ecológicas: las buenas y las malas. Se puede aceptar ciertas restricciones en el consumo de energía, la promoción de parques y jardines, e incluso la anulación de ciertos proyectos inmobiliarios, pero nunca se puede poner en duda partes vitales del engranaje capitalista (como por ejemplo la industria del automóvil), o la puesta en marcha de centrales nucleares que forman parte de una planificación detallada de nuestra futura sociedad.
Sin embargo parece bastante evidente que el estado actual de cosas son la consecuencia de los principios de la sociedad capitalista surgida a partir de la revolución industrial: "la búsqueda del provecho privado sin hacerse cargo de los costes sociales”, esa es una de las normas primeras del funcionamiento social basado en la búsqueda de la rentabilidad.
Entretanto la sensibilización ecológica ofrece bastantes motivos de interés para las derechas:
-Unir a los ciudadanos, separando las fronteras ideológicas delante de un peligro común que amenaza a toda la escala social (recordemos la gran reconciliación entre el Estado, los monopolios y los estudiantes contestatarios el 22 de abril de 1970 en USA);
-Aunque se hayan demostrado las responsabilidades de los mecanismos capitalistas en la producción de la polución, se ha puesto en marcha todo un complejo industrial para la fabricación y la instalación de sistemas de control de la polución, formando parte, empresas con actividades que son la fuente principal de esta polución.
-La preocupación por el deterioro de la vida cotidiana, puede neutralizar en parte la búsqueda de la contradicción principal del mecanismo de esta crisis.
Teoría Ecológica de la Izquierda Tradicional. (Partidos Socialista y Comunista)
Los movimientos ecológicos serían en esencia de derechas fuera cual fuera su planteamiento, ya que desvían el potencial contestatario y revolucionario de la auténtica meta. La causa de todo el problema ecológico surge a partir de los principios de la sociedad capitalista. Sería pues necesario primero acabar con ella, y a continuación resolver estos problemas.
Naturalmente, nada impide a estos grupos el incluir como táctica electoral algunas reivindicaciones ecológicas en sus programas, pero se trata simplemente de táctica electoral, y ello queda bien claro al estudiar los diferentes programas de estos partidos en los países de la Europa Occidental. No se trata de poner en causa ni la energía nuclear, ni la industria del automóvil, aunque estén previstas algunas modificaciones (Energie socialiste et energie écologique. Le Sauvage, nº 40 Pág. 60).
Sin negar que el origen de toda la crisis se encuentra en los principios capitalistas de nuestra sociedad, esta postura nos parece muy Incompleta y criticable; no podemos echar la culpa de todas las contradicciones e inconvenientes de nuestra vida cotidiana al sistema capitalista.
Entre los fenómenos de alienación de la vida cotidiana por ejemplo, la jerarquía, la parcelación del trabajo, la centralización; un cierto número de entre ellos existe en las sociedades que no conocen la propiedad privada de los medios de producción, y todo lo que habitualmente define al capitalismo. Podríamos identificar los fenómenos a los cuales estas estructuras están ligadas al Productivismo.
El problema del Productivismo se nos presenta así: ¿Es una consecuencia del capitalismo que desaparecerá con él, o es una ideología en sí?
-Pensamos que el productivismo se encuentra en las estructuras materiales, concretas, independientes de la propiedad privada de los medios de producción:
- gran dimensión de las unidades de producción;
- la centralización y la institucionalización;
- las técnicas de organización del trabajo;
- la parcelación de trabajos, etc.
En esencia, podemos decir que existen dos luchas de clases distintas, en la medida en que la sociedad actual está sometida a dos lógicas económicas que conllevan dos formas de dominación, una declinante, otra ascendente:
-la primera declinante, la lógica capitalista de mercado, que trae consigo la explotación capitalista de aquellos que no poseen los medios de producción;
-la segunda, la lógica productivista del rendimiento, del crecimiento, lógica ligada a la organización de los grandes trusts privados o públicos, la lógica ligada a la concentración, o sea a la especialización y a la jerarquización, a la institucionalización y a la organización de las grandes ciudades.
Para el marxismo tradicional, la segunda no sería más que una forma de consecuencia de la primera, para nosotros, las estructuras que son consecuencia de esta lógica han sido históricamente creadas por el capitalismo, pero pueden volver a existir fuera de él de forma autónoma.
Teoría Ecológica Socialista Autogestionaria
(Esta línea no es sólo una serie de desarrollos teóricos. P.ej. el Movimiento Ecológico Francés, autogestionario, que ha participado en numerosas luchas ecológicas, estuvo presente en las elecciones presidenciales del 74, así como en las municipales del 77).
Siguiendo el hilo de nuestros razonamientos en el apartado anterior, el movimiento ecológico socialista autogestionario no limita su lucha a hacer desaparecer la sociedad capitalista de propiedad privada de medios de producción, sino que plantea una segunda lucha contra el productivismo.
Este movimiento se da como tarea y como programa el trabajar por el advenimiento de una sociedad que sea ecológica, es decir de una sociedad que establezca para el hombre una vida armoniosa en acuerdo con los equilibrios y las leyes ecológicas.
Una sociedad que responda a estos equilibrios está en los antípodas de la sociedad actual, tanto de las sociedades socialistas tradicionales, centralizadas, autoritarias y productivistas. Esta, puede ser más que una sociedad que se inscriba dentro de una perspectiva socialista, construida a partir de una serie de principios:
- un nuevo concepto de la noción de trabajo;
- limitación de un crecimiento ciego;
- AUTOGESTIÓN, definida como el conjunto de procesos y condiciones que hacen posible el dominio por el trabajador de su herramienta de trabajo, de la finalidad de la producción, de su marco de vida, y en general de cada uno de los aspectos de su propia vida;
- la técnica no es neutra, por tanto esta sociedad deberá determinar su propio sistema tecnológico;
- diferenciación entre capitalismo y productivismo.
Teoría Ecológica de Extrema Izquierda
Es difícil definir una frontera entre el dominio de las teorías ecológicas autogestionaria socialista y la de extrema izquierda; de la misma forma que es difícil definir esta extrema izquierda. Sin embargo, en algunos casos, la radicalización de algunos grupos ecologistas, con la negación total a aceptar ningún tipo de industrialización, ni de progreso de la ciencia, hacer surgir el calificativo de utopía revolucionaria ecológica a sus pretensiones de cambio de la sociedad, con todas las consecuencias que estas dos palabras unidas pueden traer consigo.

MELL (MOVIMIENTO ECOLOGICO DE LLEIDA)
En estos tiempos (verano del 77), en que después de 40 años empieza a ser posible reconstruir el país, nos parece importante para nosotros leridanos, organizar la defensa ecológica de las TERRES DE LLEIDA.
En un principio, varios militantes del PARTIT CARLI DE CATALUNYA, partido socialista y autogestionario, iniciaron una serie de estudios sobre los movimientos ecológicos autogestionarios en vistas a perfilar y completar los presupuestos teóricos. La idea inicial era la de crear un frente ecológico del partido, pero enseguida resultó evidente que el reducir el movimiento ecológico a un frente del partido, era limitar de antemano la incidencia de este movimiento ecológico. El MELL (Movimiento Ecológico de Lleida), está pues abierto a todas aquellas personas que quieran colaborar en la defensa ecológica de las TERRES DE LLEIDA y estén de acuerdo con que la vía sea la socialista autogestionaria.
El MELL se autodefine como SOCIALISTA, AUTOGESTlONARIO, AUTÓNOMO y PROCONFEDERAL. Las dos opciones, socialista y autogestionaria, han quedado suficientemente justificadas en el desarrollo anterior. Nos declaramos autónomos, porque no podemos admitir centralización de ningún tipo en problemas que incumben solamente a los hombres y a las Terres de Lleida: nadie mejor que nosotros conocemos nuestros problemas, y cualquier forma de dependencia de Madrid, de Barcelona o de cualquier sitio, no podría traemos más que una burocratización, y una carga a la hora de resolver cualquier cuestión local.
Somos también, pro-confederales, porque entendemos que nuestra autonomía no puede ser opuesta a una coordinación con otros grupos y movimientos de estructura y fines semejantes a los nuestros, de cara a aumentar nuestra fuerza frente al poder central, e iniciar una crítica constructiva mutua que puede ser para todos muy positiva.
El MELL se propone llevar adelante una serie de actividades, de reivindicaciones ecológicas a lo largo y ancho de la geografía leridana, en vistas de lograr mejoras inmediatas en nuestra vida cotidiana; al mismo tiempo el MELL no puede ignorar las contradicciones sociales y el sistema que ha sido la fuente de estas.
Pretendemos, pues, que estas contradicciones sociales reales vividas cotidianamente por las masas, se concreten en una toma de posición política, que a la larga será la única capaz de aportarnos transformaciones profundas de nuestra sociedad.