La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

20 de julio de 2012

Guadalajara y Sigüenza en las crónicas del diario CNT

El golpe de Estado que el 17 de julio de 1936 prendió en Melilla y después se fue extendiendo al resto del país, provocó el pronunciamiento de la mayoría de la guarnición militar de Guadalajara el día 21 de julio. Por unas horas, los rebeldes se hicieron con el control de la ciudad, pero a la mañana siguiente una columna que mandaba el coronel Ildefonso Puigdendola, y que estaba formada principalmente por Guardias de Asalto y milicianos del Sindicato de la Construcción de la CNT de Madrid encabezados por Cipriano Mera, tomó la ciudad tras dura y sangrienta lucha y, desde allí, marchó a Sigüenza. Traemos a La Alcarria Obrera dos crónicas apresuradas de dos corresponsales del periódico CNT: la de la capital firmada por Lucía Sánchez Saornil y la de Sigüenza escrita por Mauro Bajatierra. A pesar de algunos errores menores, fruto de las circunstancias, nos ofrecen dos imágenes nítidas de esos últimos días de julio de 1936 en tierras alcarreñas.
Dos milicianas después del asalto a Guadalajara de las fuerzas leales
 
LA CNT Y LA FAI EN GUADALAJARA
A las cuatro de la mañana del miércoles salían de Alcalá con dirección a Guadalajara las milicias civiles y un Regimiento de Artillería.
A dos kilómetros de la capital, el fuego de las ametralladoras colocadas en las terreras de las márgenes del río, barrían la carretera del tal modo que se hacía imposible el avance.
Entonces, el mando concertó un plan de ataque simultáneo. A seis kilómetros de la población, Milicias civiles, Guardias de Asalto y Caballería de Seguridad cruzaron el río a nado para sorprender por detrás a los insurrectos, mientras ellos atendían a la defensa del puente.
A las cinco de la mañana, dos aeroplanos leales comenzaron el bombardeo del cuartel; pero hasta las once no se comenzó el ataque a fondo. Las primeras horas se invirtieron en distribuís las fuerzas y demás posiciones.
La Artillería se emplazó en un montículo a la izquierda de la carretera, para proteger el avance de las tropas.
Al comenzar el ataque apareció un aeroplano enemigo, que lanzó nueve bombas a nuestra retaguardia, causando una víctima, compañero de la CNT, por cierto.
La ametralladora de la Peña de la Horca
La ametralladora colocada en la Peña de la Horca, situada a la derecha del puente, era manejada por el propio coronel Ortiz de Zárate, que defendió la entrada durante dos horas a pecho descubierto. Podríamos tener una inclinación de respeto para su valentía si no nos hubieran contado de él cosas de un sadismo repugnante, detalles que le excluyen de entre los valientes para colocarle entre los matones.
La dureza de la lucha es indescriptible. Las referencias fragmentarias que hemos recogido no bastan a dar una idea clara del conjunto; son detalles aislados, intervenciones personales que nos imposibilitan una coordinación de la totalidad.
Muerte de Zárate y desmoralización de los insurrectos
A las dos horas de resistencia, Ortiz de Zárate se rindió. Cuando avanzaba a parlamentar con nuestra gente, una bala surgida de no se sabe qué fusil, dio con él en tierra, de la que no se levantó más.
Rápidamente comenzó la desmoralización en el campo fascista.
El teniente Galindo, uno de los sublevados, mató a Olivier, de la misma graduación, por expresar éste su opinión de retirarse; igualmente cayeron infinidad de soldados bajo las pistolas de los oficiales. Pero ante la desmoralización general, no tuvieron éstos otro remedio que retirarse a los cuarteles, abandonando a los soldados.
Más de dos horas aún resistieron en el Cuartel y en el Colegio de Huérfanos de la Guerra, hasta que ambos fueron tomados por asalto.
Se restablece la normalidad
A las siete de la tarde la insurrección estaba totalmente dominada.
El pueblo, al fin, después de más de treinta horas de mortal angustia, abría las puertas. Todas las caras tenían el mismo aire de terror, todos los ojos el mismo espanto. Después de cuatro días aún he podido ver timidez en las sonrisas y estremecimientos involuntarios al recuerdo de aquellas horas.
Justicia obligada
Como anarquistas, tenemos el deber de justicia ante todo. Y este deber de justicia nos manda citar aquí a la Séptima Compañía de Asalto, que en defensa de la libertad ha actuado desde el primer momento con arrojo y valentía.
La casualidad ha querido que esta Compañía haya luchado en conjunto con los grupos anarquistas en la rendición del Cuartel de la Montaña y en la toma de Guadalajara.
Hemos oído con qué encendido fervor el cabo Rondeño nos hacía el elogio de los bravos “faístas”, y con qué conmovida atención escuchaba la exposición de nuestras doctrinas hechas por un elocuente camarada.
Pequeños detalles que definen la moral de los insurrectos
He recogido de labios de los soldados que tomaron parte en la insurrección los siguientes detalles: los fascistas compraron campesinos combatientes a cinco duros por cabeza.
Los soldados enfermos en el Hospital fueron obligados a ponerse en pie y enviados a las primeras filas. Basta.
Lucía Sánchez

LA MAÑANA EN SIGÜENZA
Antes del amanecer, nuestro coche nos lleva a Sigüenza. Tomamos la carretera de Zaragoza adelante.
¡Zaragoza! Cómo ella nos emociona y enardece. Corriendo por esos caminos se nos hace de día. Devoramos kilómetros. Marchamos vertiginosamente. A medida que pasamos por los lugares que fueron de lucha: Alcalá, Guadalajara, la emoción henchía nuestros corazones.
Las humildes gentes de esos pueblos nos saludan, desde los grandes a los más pequeños, con los brazos en alto, apretando bien los puños y frunciendo reciamente el ceño.
Vamos repartiendo nuestro número de ayer. Y estas gentes leen CNT con ansiedad. Hay veces que no podemos avanzar, porque, en corro, formando un cerco irrompible, nos arrebatan nuestra prensa.
Ya metidos, carretera avante, en los campos de la meseta, los segadores y braceros nos asaltan pidiéndonos CNT y gritándonos “¡Viva la Anarquía!”.
Llegamos a Sigüenza que es nuestro objetivo. Queremos conocer ese frente, tan importante para la reconquista de Castilla. De Castilla y Aragón.
Sigüenza está copada por amigos armados. Infinidad de camiones y de taxis con letreros de las organizaciones obreras y revolucionarias. Vemos inscripciones como esta: “¡Hasta el fin!”.
-Más fuerza teníamos ayer –nos dicen los combatientes de la libertad-. Coches de la CNT y de la FAI con unos doscientos luchadores, se marcharon de aquí.
-Por cierto -agregan- que esos compañeros han realizado una labor formidable de limpieza interior de reaccionarios. Gracias a ellos, esto está bien.
Alrededor de Sigüenza están Atienza, Salinas, Paredes, Medina, Barahona, Mandayona, etc. En Arcos de Jalón los fascistas han asesinado a un grupo de ferroviarios.
Nos interesamos de cómo fue tomada Sigüenza, y he aquí lo que nos dicen:
-Una columna de choque ferroviaria, por vía, ha sido la primera que ha entrado en esta población. Después, en estos días, las fuerzas de ocupación han ido multiplicándose.
El monte de Sigüenza forma un reducto preciosísimo. El túnel constituye una cúspide de grandes pendientes que favorecen formidablemente la defensa y el ataque. Las vertientes de sus aguas representan una inmensa ventaja.
Nos interesamos del por qué de la situación en que suelen encontrarse las milicias destacadas en Sigüenza.
-El Ayuntamiento da toda clase de facilidades –nos afirman-. Pero el comandante que manda la fuerza no puede proporcionar nada más que alojamiento sin manutención.
Extrañamos este estado de cosas. Mas, gracias a nuestro compañero Benito, de Madrid, nos enteramos de que el abastecimiento marcha mejor de lo que nos figurábamos.
Estamos normalizando –nos manifiesta- la producción, que estaba completamente abandonada en un caos. La fábrica de harinas de Mandayona da ya un rendimiento pleno, Produce 9.000 kilos de harina buena. La gasolina también la tenemos controlada, siendo perfecta su organización y distribución. Una fábrica de papel también la tenemos viento en popa. Estas incautaciones están hechas por la CNT y la UGT ondeando en sus puertas las dos banderas revolucionarias.
Al momento de venirnos, vemos pegar por las paredes un bando. Helo aquí, desde luego, extractado:
“A nadie se le facilitarán artículos de ninguna clase en el comercio, a no ser que lleve un vale del jefe de la columna del Sindicato Nacional Ferroviario.  (Firmado por el alcalde).
El trabajo de Redacción nos está llamando a voces. Es muy tarde. Iniciamos la vuelta. A lo largo de la carretera de Zaragoza, a estas horas, está muy concurrida por fuerzas armadas obreras y militares.
Mauro Bajatierra

17 de julio de 2012

Benavides Shelly narra el 21 de julio de 1936

Miguel Benavides Shelly era el gobernador civil de la provincia de Guadalajara desde el triunfo del Frente Popular, un puesto que ya había ocupado desde noviembre de 1932 hasta las elecciones de noviembre del año siguiente. Burgués, funcionario de Hacienda, masón, republicano… representaba a esa república reformista y bienpensante de la que Manuel Azaña era su mejor ejemplo. Los acontecimientos del mes de julio de 1936 le desbordaron: ni supo anticipar la gravedad del pronunciamiento militar, ni fue capaz de descubrir la doblez de los militares perjuros, ni tomó las medidas eficaces para defender la legalidad republicana. La imagen, que el mismo nos relata, de media docena de voluntarios en una azotea resistiendo frente a la guarnición militar y de la Guardia Civil mientras era traicionado por los policías bajo su mando, es la mejor muestra de su incapacidad para entender lo que estaba pasando delante de sus narices. Derrotada la sublevación en Guadalajara, se juzgó a los responsables del frustrado golpe militar, y en el juicio declaró Benavides con el relato que ahora reproducimos tomado literalmente de las actas del juicio.
El comandante Ortiz de Zárate muerto junto al puente sobre el Henares el 22 de julio de 1936

Declaración de Miguel Benavides Shelly, gobernador civil de Guadalajara en julio de 1936:
Desde hace cinco meses conocía la desafección al régimen de varios Jefes y Oficiales de guarnición en la localidad y por ello el 20 de abril de 1936 comunico al Ministerio de la Gobernación la conveniencia de trasladarlos. El Capitán [José] Rubio [García] practicó una información confidencial que llevó en propia mano a Gobernación y que debe constar en la Dirección General de Seguridad, pues José Alonso, que era el Director General, comunicó haber recibido el informe.
Desde el 13 de julio del corriente año se cursaron una serie de telegramas entre el Ministerio y el Gobierno Civil referentes a la subversión. El día 17 dirigió orden reservada al comisario de Vigilancia y cree que también al Teniente Coronel de la Guardia Civil Ricardo Ferrari para que extremara la protección de lugares públicos y la vigilancia de elementos fascistas.
El 19, ocurrida ya la sublevación en Madrid, recibió aviso telefónico de Gobernación diciendo que fuerzas facciosas trataban de avanzar sobre Madrid por la carretera de Zaragoza. Que tuvo una conversación con Ferrari y con el Coronel de Aerostación Delgado quienes manifestaron que eran leales a la República y éste aquel mismo día 19 dijo que iba a enviar una avanzadilla por si venía la columna facciosa. En un auto salieron los Capitanes Pacios y Arroyo y, más tarde, el Teniente Robles, con unos soldados; el pueblo les aplaudió a la salida. Robles volvió a las pocas horas diciendo que no había novedad, pero los Capitanes, que no tenían autorización más que para llegar a Paredes [de Sigüenza], se internaron en la provincia de Soria y fueron detenidos en Almazán y conducidos a Soria. Al Gobernador de Soria, [Benito] Artigas Arpón, le dieron cuenta de lo ocurrido; intervino el Coronel Delgado quien manifestó que le extrañaba lo ocurrido y pidió la libertad de los Capitanes; volvieron éstos a Guadalajara y el declarante les recriminó.
En la mañana del lunes 20 los elementos del Frente Popular fueron a ver al Coronel Delgado porque tenían confidencias de que iban a sublevarse y éste manifestó su adhesión al Frente Popular, en cuya representación cree que fueron a celebrar la entrevista [Gregorio] Tobajas, Marcelino Martín y [Raimundo] Serrano. En la noche del 20 se recibieron telegramas de Madrid referentes al avance de columnas facciosas y cursó uno en el que manifestaba en forma cifrada que el Regimiento de Aerostación pensaba sublevarse y solicitó el envío de refuerzos, pues a pesar de la adhesión del Coronel a la República, el pueblo dudaba de ello y seguía a la expectativa. En la noche del veinte requirió al Teniente Coronel Ferrari para que, en caso de ataque al Gobierno Civil, organizase la defensa. A las siete de la mañana del día 21, martes, se fueron a descansar las fuerzas que custodiaban el Gobierno y el declarante dijo a Ferrari, que había estado allí toda la noche, y al Teniente de la Guardia Civil Mochales que volvieran pronto, a lo que contestó Ferrari que no pasaba nada, que se iba a comer y que volvería pronto.
La mañana del 21 transcurrió sin novedad, y sobre las trece se presentó un camión con elementos del Frente Popular procedentes de Alcalá [de Henares] y que venían a buscar víveres. Al cabo de un rato, llegaron al Gobierno Civil elementos del Frente Popular de Alcalá [de Henares] que dijeron que había sublevación, entonces llamó al Cuartel de la Guardia Civil y no contestó nadie y llegó el Capitán Rubio, que se le ofreció al declarante. Recogió a su familia en las habitaciones interiores del Gobierno y, al poco rato, empezó el tiroteo. Momentos antes, había en la planta baja policías y Guardias de Seguridad, de los cuales no subió ninguno al comenzar el ataque. En el piso primero del Gobierno acompañaban al que declara el Capitán Rubio, el Secretario de la UGT Tobajas y Mariscal y en las buhardillas había colocado Rubio para defender el edificio a seis o siete defensores de la República, entre los que se encontraba Pedro Maestro. Los atacantes dispararon y el guardia Riera, que resistió defendiendo el edificio, resultó herido.
En un edificio inmediato al Gobierno, que es la Escuela de Trabajo, había una Compañía de la Guardia Civil al mando del Capitán Espinel, que tenía como misión la defensa del edificio. Y que cree que si hubieran defendido al Gobierno, los atacantes hubieran tenido que retroceder. Quienes guardaban el Gobierno no pudieron apenas resistir porque estaban [en minoría] y supone que alguien del piso de abajo debió franquear la entrada a los facciosos y cree que fue un policía sin que lo pueda afirmar. Sobre las catorce treinta del día veintiuno el Teniente Coronel Ortiz de Zárate y los Comandantes retirados Bastos y Palanca subieron escaleras arriba del Gobierno Civil y saltaron la cerradura del piso principal. Ortiz, pistola en mano, le dijo “¿Dónde está Benavides porque ya no es Gobernador?” y dirigiéndose al Capitán Rubio le dijo: “Vd. es un traidor y quítese la guerrera”. Detrás iba Bastos, pistola en mano, y les acompañaban dos guardias civiles y dos de Seguridad; uno de éstos llamado Celso Cotarelo le dijo a la vez que le metía el fusil por la barriga: “¡Qué ganas tenía de meterme con Vd.!”. Entonces recluyeron a Rubio y al dicente en el despacho oficial y se les sometió a un interrogatorio por Bastos y Palanca, le registraron el despacho y amenazaron con fusilarles, y fueron conducidos a pie entre una lluvia de proyectiles y paqueo, pasando por las calles frente a un grupo de falangistas, que insultaban a los detenidos y daban gritos de “¡Arriba el Fascio!”.
Le llevaron al Cuartel de San Carlos. Toda la tarde y la noche del 21 fueron los sublevados dueños de la población y el día 22, en las primeras horas de la mañana, empezó el bombardeo de los aeroplanos y la artillería leal contra la población, y especialmente contra el Cuartel de San Carlos, donde se alojaban los de Aerostación y había también fascistas y requetés de la capital y provincia. El ataque de la columna leal, mandada por Puigdendola, continuó toda la mañana y los rebeldes repelieron el ataque desde el mismo Cuartel con ametralladoras, fusiles y bombas de mano, combatiendo de este modo contra las fuerzas del Gobierno. El dirigente de la sublevación parecía ser Ortiz de Zárate, al que luego le siguió el Coronel de Aerostación, que también se entregó al movimiento, y los Jefes y Oficiales, sin que pueda precisar que alguno de ellos se opuso a la sublevación ni puede facilitar datos respecto a la actuación particular de los Jefes y Oficiales en aquellos momentos.
Llevaron también detenidos, con posterioridad al declarante, al Delegado de Hacienda, Sr. [Maximino] Miñano [Grifol], y al Oficial de Hacienda, Sr. [Saturnino] Recio. Vio en el Cuartel, de conversación con el Coronel, al Arcipreste Mariño y supone que también tomó parte en el movimiento. Al entrar detenido en unión de Rubio al Cuartel, los recibieron los facciosos al grito de “¡Abajo los traidores!” y recuerda que el Capitán Robles se distinguía en sus gritos.
A última hora de la lucha oyó a un Oficial que decía: “La resistencia es inútil, hay en la carretera seis o siete mil hombres”, e inmediatamente oyó un pistoletazo y cree que le debieron matar. Otra vez oyó que decían “Traer una caja de dinamita”.
El centinela que estaba en el cuarto de la planta baja del Cuartel, en que estaba detenido el que dice, la abrió y dijo “Callar, que os salvaremos”. Al poco rato se volvió a abrir la puerta y apareció el Capitán Navas quien, pistola en mano, dijo “Síganme”. Le siguió hasta el pasillo, pero después pudo desprenderse de su vigilancia y llegó al botiquín, donde un Comandante Médico, que se portó muy bien, le dijo que quedara escondido detrás de la puerta. Llegó una pareja de civiles a buscar a los prisioneros de parte del Coronel, pero pudo librarse de ellos y pasar al Colegio de Huérfanos, donde estuvo hasta que los leales entraron el Cuartel, que lo confundieron, además, tomándolos por elementos fascistas por estar de paisano y le querían fusilar hasta que se dio a conocer como Gobernador de la República.

15 de julio de 2012

El programa revolucionario de la CNT en 1917

Ante la gravísima situación económica por la que atravesaba el país como consecuencia de nuestra neutralidad en la Primera Guerra Mundial, que estaba arruinando a los trabajadores y proletarizando a las clases medias mientras se enriquecían las élites, los dos principales sindicatos obreros, la CNT y la UGT, iniciaron conversaciones y plantearon una campaña conjunta de luchas sociales que tuvo como hitos principales las Huelgas Generales de 1916 y, sobre todo, de 1917. Juntos en las luchas, pero divergentes en sus planteamientos ideológicos, ambas centrales elaboraron su propio programa para esos tiempos difíciles. Fue el gobernador civil de Barcelona durante esas fechas, el conservador Manuel Burgos y Mazo, quien nos dejó escrito en las páginas de su libro Vida política. Páginas históricas de 1917 el programa revolucionario de la CNT, que ahora reproducimos íntegro.
Mitin popular en la calle, hacia 1917 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
PROGRAMA REVOLUCIONARIO DE LA CNT DE JULIO DE 1917
Nuestro programa:
1. A la par que funcione un comité revolucionario integrado por los elementos políticos de las distintas clases sociales, proponemos la constitución de un Comité de representantes de sindicatos obreros que fiscalicen y controlen las órdenes de los comités político-burgueses, particularmente cuando se refieran a intereses de las clases obreras.
2. Reconocimiento de los sindicatos obreros como organismos aptos y con personalidad suficiente para aceptar o desechar las leyes que promulgue el Parlamento Constituyente.
3. Declaración inmediata de que no se intervendrá en la guerra europea por ningún concepto, y también que se facilitará por todos los medios la revolución en todos los países beligerantes, para que se libren de las oligarquías pretorianas y financieras, causantes de la guerra.
4. Cierre inmediato de las fronteras y puertos para la exportación de productos alimenticios.
5. Incautación de las subsistencias almacenadas.
6. Confiscación de las riquezas de los acaparadores y de todos los hombres de la Monarquía que, abusando del poder, han centuplicado sus fortunas.
7. Confiscación del Patrimonio Real, de los bienes directos e indirectos del clero y órdenes religiosas.
En el orden económico:
1. Reconocimiento legal de la jornada de siete horas en todas las artes e industrias.
2. Concesión del jornal mínimo de cuatro pesetas a todos los obreros de ambos sexos mayores de dieciséis años de edad.
3. Supresión absoluta del trabajo nocturno.
4. Disolución de las colonias industriales y prohibición de pagar los jornales con tickets.
5. Supresión del trabajo a destajo.
6. Los Municipios, Diputaciones y el Estado contratarán sus trabajos directamente con los mismos obreros, dirigiéndose a los sindicatos para suprimir el intermediario.
7. Los obreros inutilizados para el trabajo continuarán percibiendo el mismo jornal, pagado por el Municipio y los patronos. En los inutilizados están comprendidos los que hayan sufrido un accidente que les imposibilite, los que hayan padecido enfermedad con el mismo resultado y los que sean mayores de cincuenta años.
8. Prohibición del trabajo a los menores de catorce años de edad.
9. Establecimiento de la semana inglesa; esto es, el sábado el trabajo cesará a mediodía.
10. Aplicación del impuesto progresivo sobre la renta, a beneficios obtenidos con propósito de lucro.
En los órdenes político, social, jurídico y administrativo:
1. Disolución del Ejército permanente estableciendo milicias nacionales.
2. Abolición de la diplomacia, particularmente la diplomacia secreta.
3. Abolición de los embajadores, porque son un anacronismo en este siglo de vías férreas, telegráficas y telefónicas. No son necesarios, son costosos y constituyen en las grandes naciones un peligro permanente, porque se ejercitan en forjar intrigas y buscar complicaciones para después manejarlas a su gusto. Se trata de poner la paz en peligro para aparentar después que se esfuerzan en salvarla, y de esta manera formarse una de perfecta habilidad. En los pequeños países, los embajadores no sirven más que para ornamentos de cenas y bailes.
4. Conceder a los extranjeros iguales derechos que a los nacionales, a fin de que el hombre halle en todas partes una patria, y también para que un lógico sentimiento de fraternidad cosmopolita, reemplace poco a poco al de la nacionalidad exclusiva.
5. Apoyar resueltamente toda iniciativa para la federación de los diversos países de Europa.
6. Quitar al poder ejecutivo el derecho de declarar la guerra y la paz, haciéndolo pasar al poder representativo. El pueblo entero debe decidir de su propia suerte. La cuestión de guerra o de paz debe ser motivo de una llamada al pueblo, y de tal manera que los que voten la guerra deberán ir a ella.
7. Abolición de las aduanas y, si no es posible, disminución de los derechos de importación; abolición de los tratados de comercio y reciprocidad con que el capitalismo sostiene la guerra económica, no menos funesta que la de las armas.
8. Abolición del Senado.
9. Separación de la Iglesia y del Estado.
10. Divorcio absoluto por voluntad de una de las partes.
11. Abolición de los Consejos de Estado.
12. Abolición de todos los cuerpos de la nobleza.
13. Supremacía del poder civil.
14. Autonomía municipal y regional.
15. Apartar en absoluto de los conflictos entre el capital y el trabajo a cualquier clase de fuerza armada.
16. Municipalización de los servicios públicos urbanos: tranvías, alumbrado, agua, higiene, etc.
17. Nacionalización de todo el tráfico, marítimo y terrestre.
18. Nacionalización de toda suerte de compañías de seguros.
19. Nacionalización del suelo y el subsuelo (minas) y anulación de todos los contratos enajenando la propiedad pública. La tierra es propiedad de la Nación, y es un crimen el derecho de propiedad privada que se reconoce todavía.
20. Prohibición de la fiesta nacional y de todo espectáculo que pueda brutalizar al pueblo.
21. Enseñanza racionalista, gratuita y obligatoria.
22. Disolución de las órdenes religiosas y clausura de las iglesias por un tiempo indefinido.
23. Supresión de la pena capital.
24. Reconocimiento de la inviolabilidad de los comités de huelga.
25. Modificación del régimen carcelario, suprimiendo, el sistema celular.
26. Reforma inmediata del Código Penal, aboliendo, entre otros casos, la prisión preventiva para los delitos políticos sociales.
27. El Código de Justicia Militar será sólo aplicable a los que dependen de su jurisdicción.
28. Sujeción al Código Civil de todas las personas que delincan en la vida civil, aunque fueren militares.
29. Reconocer a todo delincuente el derecho de revisión en el proceso por el cual sufriera condena, tanto si depende del Código Militar como del Civil.
30. Disolución de las brigadas especiales de Policía, encargadas de perseguir a los hombres por sustentar tales o cuales principios políticos, sociales o religiosos.
31. Jurado para toda clase de delitos.
32. Derechos de reunión, asociación y coalición. Los ciudadanos, para reunirse, no deben solicitar ninguna clase de permiso ni dar comunicación alguna a las autoridades, quienes no podrán intervenir para fiscalizar los fines de la asociación. En el local donde se celebren las juntas generales, sea de sindicatos obreros o no, al representante de la autoridad no se le permitirá la entrada.
33. Libertad absoluta para la prensa.
34. Ningún poder podrá suspender las garantías constitucionales por causas únicamente interiores.
No es esto ni un programa mínimo ni tampoco máximo. Entendemos que toda la clase obrera revolucionaria nos acompañará con su fuerza, y que esa fuerza es quien indicará en que extensión realizaremos nuestras aspiraciones, limitándolas o haciéndolas más amplias. Pero dentro de eso cabe indicar una dirección, y tal ha sido nuestro propósito al trazar este programa.
El Comité Obrero
Barcelona, 16 de julio de 1917.