La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

17 de julio de 2012

Benavides Shelly narra el 21 de julio de 1936

Miguel Benavides Shelly era el gobernador civil de la provincia de Guadalajara desde el triunfo del Frente Popular, un puesto que ya había ocupado desde noviembre de 1932 hasta las elecciones de noviembre del año siguiente. Burgués, funcionario de Hacienda, masón, republicano… representaba a esa república reformista y bienpensante de la que Manuel Azaña era su mejor ejemplo. Los acontecimientos del mes de julio de 1936 le desbordaron: ni supo anticipar la gravedad del pronunciamiento militar, ni fue capaz de descubrir la doblez de los militares perjuros, ni tomó las medidas eficaces para defender la legalidad republicana. La imagen, que el mismo nos relata, de media docena de voluntarios en una azotea resistiendo frente a la guarnición militar y de la Guardia Civil mientras era traicionado por los policías bajo su mando, es la mejor muestra de su incapacidad para entender lo que estaba pasando delante de sus narices. Derrotada la sublevación en Guadalajara, se juzgó a los responsables del frustrado golpe militar, y en el juicio declaró Benavides con el relato que ahora reproducimos tomado literalmente de las actas del juicio.
El comandante Ortiz de Zárate muerto junto al puente sobre el Henares el 22 de julio de 1936

Declaración de Miguel Benavides Shelly, gobernador civil de Guadalajara en julio de 1936:
Desde hace cinco meses conocía la desafección al régimen de varios Jefes y Oficiales de guarnición en la localidad y por ello el 20 de abril de 1936 comunico al Ministerio de la Gobernación la conveniencia de trasladarlos. El Capitán [José] Rubio [García] practicó una información confidencial que llevó en propia mano a Gobernación y que debe constar en la Dirección General de Seguridad, pues José Alonso, que era el Director General, comunicó haber recibido el informe.
Desde el 13 de julio del corriente año se cursaron una serie de telegramas entre el Ministerio y el Gobierno Civil referentes a la subversión. El día 17 dirigió orden reservada al comisario de Vigilancia y cree que también al Teniente Coronel de la Guardia Civil Ricardo Ferrari para que extremara la protección de lugares públicos y la vigilancia de elementos fascistas.
El 19, ocurrida ya la sublevación en Madrid, recibió aviso telefónico de Gobernación diciendo que fuerzas facciosas trataban de avanzar sobre Madrid por la carretera de Zaragoza. Que tuvo una conversación con Ferrari y con el Coronel de Aerostación Delgado quienes manifestaron que eran leales a la República y éste aquel mismo día 19 dijo que iba a enviar una avanzadilla por si venía la columna facciosa. En un auto salieron los Capitanes Pacios y Arroyo y, más tarde, el Teniente Robles, con unos soldados; el pueblo les aplaudió a la salida. Robles volvió a las pocas horas diciendo que no había novedad, pero los Capitanes, que no tenían autorización más que para llegar a Paredes [de Sigüenza], se internaron en la provincia de Soria y fueron detenidos en Almazán y conducidos a Soria. Al Gobernador de Soria, [Benito] Artigas Arpón, le dieron cuenta de lo ocurrido; intervino el Coronel Delgado quien manifestó que le extrañaba lo ocurrido y pidió la libertad de los Capitanes; volvieron éstos a Guadalajara y el declarante les recriminó.
En la mañana del lunes 20 los elementos del Frente Popular fueron a ver al Coronel Delgado porque tenían confidencias de que iban a sublevarse y éste manifestó su adhesión al Frente Popular, en cuya representación cree que fueron a celebrar la entrevista [Gregorio] Tobajas, Marcelino Martín y [Raimundo] Serrano. En la noche del 20 se recibieron telegramas de Madrid referentes al avance de columnas facciosas y cursó uno en el que manifestaba en forma cifrada que el Regimiento de Aerostación pensaba sublevarse y solicitó el envío de refuerzos, pues a pesar de la adhesión del Coronel a la República, el pueblo dudaba de ello y seguía a la expectativa. En la noche del veinte requirió al Teniente Coronel Ferrari para que, en caso de ataque al Gobierno Civil, organizase la defensa. A las siete de la mañana del día 21, martes, se fueron a descansar las fuerzas que custodiaban el Gobierno y el declarante dijo a Ferrari, que había estado allí toda la noche, y al Teniente de la Guardia Civil Mochales que volvieran pronto, a lo que contestó Ferrari que no pasaba nada, que se iba a comer y que volvería pronto.
La mañana del 21 transcurrió sin novedad, y sobre las trece se presentó un camión con elementos del Frente Popular procedentes de Alcalá [de Henares] y que venían a buscar víveres. Al cabo de un rato, llegaron al Gobierno Civil elementos del Frente Popular de Alcalá [de Henares] que dijeron que había sublevación, entonces llamó al Cuartel de la Guardia Civil y no contestó nadie y llegó el Capitán Rubio, que se le ofreció al declarante. Recogió a su familia en las habitaciones interiores del Gobierno y, al poco rato, empezó el tiroteo. Momentos antes, había en la planta baja policías y Guardias de Seguridad, de los cuales no subió ninguno al comenzar el ataque. En el piso primero del Gobierno acompañaban al que declara el Capitán Rubio, el Secretario de la UGT Tobajas y Mariscal y en las buhardillas había colocado Rubio para defender el edificio a seis o siete defensores de la República, entre los que se encontraba Pedro Maestro. Los atacantes dispararon y el guardia Riera, que resistió defendiendo el edificio, resultó herido.
En un edificio inmediato al Gobierno, que es la Escuela de Trabajo, había una Compañía de la Guardia Civil al mando del Capitán Espinel, que tenía como misión la defensa del edificio. Y que cree que si hubieran defendido al Gobierno, los atacantes hubieran tenido que retroceder. Quienes guardaban el Gobierno no pudieron apenas resistir porque estaban [en minoría] y supone que alguien del piso de abajo debió franquear la entrada a los facciosos y cree que fue un policía sin que lo pueda afirmar. Sobre las catorce treinta del día veintiuno el Teniente Coronel Ortiz de Zárate y los Comandantes retirados Bastos y Palanca subieron escaleras arriba del Gobierno Civil y saltaron la cerradura del piso principal. Ortiz, pistola en mano, le dijo “¿Dónde está Benavides porque ya no es Gobernador?” y dirigiéndose al Capitán Rubio le dijo: “Vd. es un traidor y quítese la guerrera”. Detrás iba Bastos, pistola en mano, y les acompañaban dos guardias civiles y dos de Seguridad; uno de éstos llamado Celso Cotarelo le dijo a la vez que le metía el fusil por la barriga: “¡Qué ganas tenía de meterme con Vd.!”. Entonces recluyeron a Rubio y al dicente en el despacho oficial y se les sometió a un interrogatorio por Bastos y Palanca, le registraron el despacho y amenazaron con fusilarles, y fueron conducidos a pie entre una lluvia de proyectiles y paqueo, pasando por las calles frente a un grupo de falangistas, que insultaban a los detenidos y daban gritos de “¡Arriba el Fascio!”.
Le llevaron al Cuartel de San Carlos. Toda la tarde y la noche del 21 fueron los sublevados dueños de la población y el día 22, en las primeras horas de la mañana, empezó el bombardeo de los aeroplanos y la artillería leal contra la población, y especialmente contra el Cuartel de San Carlos, donde se alojaban los de Aerostación y había también fascistas y requetés de la capital y provincia. El ataque de la columna leal, mandada por Puigdendola, continuó toda la mañana y los rebeldes repelieron el ataque desde el mismo Cuartel con ametralladoras, fusiles y bombas de mano, combatiendo de este modo contra las fuerzas del Gobierno. El dirigente de la sublevación parecía ser Ortiz de Zárate, al que luego le siguió el Coronel de Aerostación, que también se entregó al movimiento, y los Jefes y Oficiales, sin que pueda precisar que alguno de ellos se opuso a la sublevación ni puede facilitar datos respecto a la actuación particular de los Jefes y Oficiales en aquellos momentos.
Llevaron también detenidos, con posterioridad al declarante, al Delegado de Hacienda, Sr. [Maximino] Miñano [Grifol], y al Oficial de Hacienda, Sr. [Saturnino] Recio. Vio en el Cuartel, de conversación con el Coronel, al Arcipreste Mariño y supone que también tomó parte en el movimiento. Al entrar detenido en unión de Rubio al Cuartel, los recibieron los facciosos al grito de “¡Abajo los traidores!” y recuerda que el Capitán Robles se distinguía en sus gritos.
A última hora de la lucha oyó a un Oficial que decía: “La resistencia es inútil, hay en la carretera seis o siete mil hombres”, e inmediatamente oyó un pistoletazo y cree que le debieron matar. Otra vez oyó que decían “Traer una caja de dinamita”.
El centinela que estaba en el cuarto de la planta baja del Cuartel, en que estaba detenido el que dice, la abrió y dijo “Callar, que os salvaremos”. Al poco rato se volvió a abrir la puerta y apareció el Capitán Navas quien, pistola en mano, dijo “Síganme”. Le siguió hasta el pasillo, pero después pudo desprenderse de su vigilancia y llegó al botiquín, donde un Comandante Médico, que se portó muy bien, le dijo que quedara escondido detrás de la puerta. Llegó una pareja de civiles a buscar a los prisioneros de parte del Coronel, pero pudo librarse de ellos y pasar al Colegio de Huérfanos, donde estuvo hasta que los leales entraron el Cuartel, que lo confundieron, además, tomándolos por elementos fascistas por estar de paisano y le querían fusilar hasta que se dio a conocer como Gobernador de la República.

15 de julio de 2012

El programa revolucionario de la CNT en 1917

Ante la gravísima situación económica por la que atravesaba el país como consecuencia de nuestra neutralidad en la Primera Guerra Mundial, que estaba arruinando a los trabajadores y proletarizando a las clases medias mientras se enriquecían las élites, los dos principales sindicatos obreros, la CNT y la UGT, iniciaron conversaciones y plantearon una campaña conjunta de luchas sociales que tuvo como hitos principales las Huelgas Generales de 1916 y, sobre todo, de 1917. Juntos en las luchas, pero divergentes en sus planteamientos ideológicos, ambas centrales elaboraron su propio programa para esos tiempos difíciles. Fue el gobernador civil de Barcelona durante esas fechas, el conservador Manuel Burgos y Mazo, quien nos dejó escrito en las páginas de su libro Vida política. Páginas históricas de 1917 el programa revolucionario de la CNT, que ahora reproducimos íntegro.
Mitin popular en la calle, hacia 1917 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
PROGRAMA REVOLUCIONARIO DE LA CNT DE JULIO DE 1917
Nuestro programa:
1. A la par que funcione un comité revolucionario integrado por los elementos políticos de las distintas clases sociales, proponemos la constitución de un Comité de representantes de sindicatos obreros que fiscalicen y controlen las órdenes de los comités político-burgueses, particularmente cuando se refieran a intereses de las clases obreras.
2. Reconocimiento de los sindicatos obreros como organismos aptos y con personalidad suficiente para aceptar o desechar las leyes que promulgue el Parlamento Constituyente.
3. Declaración inmediata de que no se intervendrá en la guerra europea por ningún concepto, y también que se facilitará por todos los medios la revolución en todos los países beligerantes, para que se libren de las oligarquías pretorianas y financieras, causantes de la guerra.
4. Cierre inmediato de las fronteras y puertos para la exportación de productos alimenticios.
5. Incautación de las subsistencias almacenadas.
6. Confiscación de las riquezas de los acaparadores y de todos los hombres de la Monarquía que, abusando del poder, han centuplicado sus fortunas.
7. Confiscación del Patrimonio Real, de los bienes directos e indirectos del clero y órdenes religiosas.
En el orden económico:
1. Reconocimiento legal de la jornada de siete horas en todas las artes e industrias.
2. Concesión del jornal mínimo de cuatro pesetas a todos los obreros de ambos sexos mayores de dieciséis años de edad.
3. Supresión absoluta del trabajo nocturno.
4. Disolución de las colonias industriales y prohibición de pagar los jornales con tickets.
5. Supresión del trabajo a destajo.
6. Los Municipios, Diputaciones y el Estado contratarán sus trabajos directamente con los mismos obreros, dirigiéndose a los sindicatos para suprimir el intermediario.
7. Los obreros inutilizados para el trabajo continuarán percibiendo el mismo jornal, pagado por el Municipio y los patronos. En los inutilizados están comprendidos los que hayan sufrido un accidente que les imposibilite, los que hayan padecido enfermedad con el mismo resultado y los que sean mayores de cincuenta años.
8. Prohibición del trabajo a los menores de catorce años de edad.
9. Establecimiento de la semana inglesa; esto es, el sábado el trabajo cesará a mediodía.
10. Aplicación del impuesto progresivo sobre la renta, a beneficios obtenidos con propósito de lucro.
En los órdenes político, social, jurídico y administrativo:
1. Disolución del Ejército permanente estableciendo milicias nacionales.
2. Abolición de la diplomacia, particularmente la diplomacia secreta.
3. Abolición de los embajadores, porque son un anacronismo en este siglo de vías férreas, telegráficas y telefónicas. No son necesarios, son costosos y constituyen en las grandes naciones un peligro permanente, porque se ejercitan en forjar intrigas y buscar complicaciones para después manejarlas a su gusto. Se trata de poner la paz en peligro para aparentar después que se esfuerzan en salvarla, y de esta manera formarse una de perfecta habilidad. En los pequeños países, los embajadores no sirven más que para ornamentos de cenas y bailes.
4. Conceder a los extranjeros iguales derechos que a los nacionales, a fin de que el hombre halle en todas partes una patria, y también para que un lógico sentimiento de fraternidad cosmopolita, reemplace poco a poco al de la nacionalidad exclusiva.
5. Apoyar resueltamente toda iniciativa para la federación de los diversos países de Europa.
6. Quitar al poder ejecutivo el derecho de declarar la guerra y la paz, haciéndolo pasar al poder representativo. El pueblo entero debe decidir de su propia suerte. La cuestión de guerra o de paz debe ser motivo de una llamada al pueblo, y de tal manera que los que voten la guerra deberán ir a ella.
7. Abolición de las aduanas y, si no es posible, disminución de los derechos de importación; abolición de los tratados de comercio y reciprocidad con que el capitalismo sostiene la guerra económica, no menos funesta que la de las armas.
8. Abolición del Senado.
9. Separación de la Iglesia y del Estado.
10. Divorcio absoluto por voluntad de una de las partes.
11. Abolición de los Consejos de Estado.
12. Abolición de todos los cuerpos de la nobleza.
13. Supremacía del poder civil.
14. Autonomía municipal y regional.
15. Apartar en absoluto de los conflictos entre el capital y el trabajo a cualquier clase de fuerza armada.
16. Municipalización de los servicios públicos urbanos: tranvías, alumbrado, agua, higiene, etc.
17. Nacionalización de todo el tráfico, marítimo y terrestre.
18. Nacionalización de toda suerte de compañías de seguros.
19. Nacionalización del suelo y el subsuelo (minas) y anulación de todos los contratos enajenando la propiedad pública. La tierra es propiedad de la Nación, y es un crimen el derecho de propiedad privada que se reconoce todavía.
20. Prohibición de la fiesta nacional y de todo espectáculo que pueda brutalizar al pueblo.
21. Enseñanza racionalista, gratuita y obligatoria.
22. Disolución de las órdenes religiosas y clausura de las iglesias por un tiempo indefinido.
23. Supresión de la pena capital.
24. Reconocimiento de la inviolabilidad de los comités de huelga.
25. Modificación del régimen carcelario, suprimiendo, el sistema celular.
26. Reforma inmediata del Código Penal, aboliendo, entre otros casos, la prisión preventiva para los delitos políticos sociales.
27. El Código de Justicia Militar será sólo aplicable a los que dependen de su jurisdicción.
28. Sujeción al Código Civil de todas las personas que delincan en la vida civil, aunque fueren militares.
29. Reconocer a todo delincuente el derecho de revisión en el proceso por el cual sufriera condena, tanto si depende del Código Militar como del Civil.
30. Disolución de las brigadas especiales de Policía, encargadas de perseguir a los hombres por sustentar tales o cuales principios políticos, sociales o religiosos.
31. Jurado para toda clase de delitos.
32. Derechos de reunión, asociación y coalición. Los ciudadanos, para reunirse, no deben solicitar ninguna clase de permiso ni dar comunicación alguna a las autoridades, quienes no podrán intervenir para fiscalizar los fines de la asociación. En el local donde se celebren las juntas generales, sea de sindicatos obreros o no, al representante de la autoridad no se le permitirá la entrada.
33. Libertad absoluta para la prensa.
34. Ningún poder podrá suspender las garantías constitucionales por causas únicamente interiores.
No es esto ni un programa mínimo ni tampoco máximo. Entendemos que toda la clase obrera revolucionaria nos acompañará con su fuerza, y que esa fuerza es quien indicará en que extensión realizaremos nuestras aspiraciones, limitándolas o haciéndolas más amplias. Pero dentro de eso cabe indicar una dirección, y tal ha sido nuestro propósito al trazar este programa.
El Comité Obrero
Barcelona, 16 de julio de 1917.

22 de junio de 2012

Línea sindical de OCE (Bandera Roja)

A finales de 1976 todavía todo parecía posible en España. Las fuerzas políticas y sociales de la izquierda radical y, en general, de los partidarios de la ruptura plena con el régimen franquista, aún confiaban en poder influir decisivamente en el proceso político puesto en marcha con la muerte del dictador. Las divisiones entre estos grupos, fuesen comunistas o de raíz libertaria, era moneda común en la España de la época y, desbordados por una realidad que no acertaban a interpretar, planteaban diferentes estrategias y se enfrentaban acaloradamente sobre cómo hacer una revolución que, cada día que pasaba, se alejaba más y más. Este enfrentamiento alcanzó mucha dureza en el seno de Comisiones Obreras, un movimiento sindical nacido plural y en el que actuaban todos los partidos, grupos y corrientes ideológicas de la izquierda radical. Unitarios, minoritarios, revolucionarios… las tendencias desgarraban la recién nacida organización sindical mientras el PCE se hacía, cada día más, con las riendas del sindicato. Reproducimos una resolución del Comité Central de la Organización Comunista de España (Bandera Roja) aprobada en un pleno celebrado en diciembre de 1976: “Por una línea de clase en el movimiento sindical”.
Pegatina de Comisiones Obreras, 1976 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
Es decisivo situar claramente la intervención comunista en el seno del Movimiento Obrero, el avance de la política de clase en el seno de la organización sindical representativa: las Comisiones Obreras. La burguesía es consciente de que su enemigo principal es la clase obrera y para ello articula la doble política de mantener la represión más selectiva y estudiada (art.35, ofensiva de despidos colectivos, aplastamiento de las luchas ejemplares; desaparición temporal de los convenios colectivos como negociación, etc.) y por otro de tolerar progresivamente la organización sindical de los trabajadores (favoreciendo proyectos divisionistas e intentando encauzarlos en un plano corporativo -reforma sindical-), para junto a ello proceder a una reorganización potente de la patronal que rompa al máximo la eficacia de las luchas obreras.
Frente a ello debemos utilizar ofensivamente esta tolerancia conquistada para combatir profundamente sus intenciones y a aquellas políticas que en mayor o menor grado las aceptan. Impedir el intento de legitimación de los sindicatos social-burgueses, con la extensión de Comisiones Obreras y mediante el avance de las posiciones de clase en Comisiones Obreras, frente a la política reformista, es el aspecto básico de esta ofensiva.
La misma política reformista del PCE necesita del desarrollo de Comisiones Obreras como la alternativa sindical más avanzada y representativa de los trabajadores, pero necesita hacerlo garantizando ser el control de la práctica sindical de las masas trabajadoras, de forma que se limiten los objetivos sociales y económicos, reduciéndolos en lo posible a una presión mesurada que no desequilibre su pacto político con la Monarquía y que no ponga en cuestión su política electoral; necesita que la política de Comisiones Obreras sea una política de base electoral para su partido y de apoyo a su política. Por ello mientras S. Carrillo anuncia su oferta de "pacto económico" por tres o cuatro años a cambio de su juego electoral, el secretariado de la CONC (Comisión Obrera Nacional de Catalunya), sin discutirlo en la base, anuncia el apoyo de Comisiones Obreras a las "candidaturas obreras" en las elecciones a Cortes, y lleva un proceso de moderación en las luchas actuales (negociaciones sectorial de ramos y empresas, negativa a lanzar una jornada general por los despedidos del día 12, negativa a apoyo político ante la huelga de Roca...).
Lo cual va a significar la agudización de las contradicciones y debates en el seno de Comisiones Obreras y en todo el proceso de extensión de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, lo que debe permitir ir ganando a posiciones de clase a amplios sectores dentro de Comisiones Obreras; pero también es cierto que Comisiones Obreras en su conjunto no van a tomar una orientación de clase a corto plazo por sí mismas, tanto por la mayoría organizativa que tiene el reformismo en su seno, como porque el debate con los miles y miles de trabajadores que se van a incorporar a Comisiones Obreras se realizará de forma práctica y progresiva en las luchas, en los planteamientos políticos y en las empresas que van a desarrollar el combate, y será en este proceso que se mostraran las posibilidades y la necesidad de una alternativa de clase.
Comprender esta alternativa, conocer el conjunto de la situación política e impulsar la política proletaria exige de los comunistas nuestra presencia directa y pública en el seno de la clase obrera: La burguesía por su lado y el reformismo por el suyo lanzarán una ofensiva para "convencer" de su política a las masas; si los comunistas nos contentamos con expresar posiciones parciales "a través" de las organizaciones de masas, no haremos más que debilitar la necesaria presencia directa de los comunistas en la defensa de la política revolucionaria dirigida al conjunto de los trabajadores, y ello bloqueará a las mismas organizaciones de masas.
El debate debe plantearse en el seno de Comisiones Obreras, aunque en muchos casos allí no se resolverá de forma unitaria, pero no por ello deberán escindirse, sino encontrar los medios para plantear abiertamente las posiciones de los comunistas ante cada situación y ganar así progresivamente al conjunto de los trabajadores. La actuación de los comunistas en el seno de los sindicatos debe consistir en ser los primeros organizadores y defensores de los intereses de las masas, porque es necesario ser vanguardia efectiva de la clase para actuar como vanguardia política de ella y propiciar de forma ofensiva el acceso a la organización revolucionaria de la vanguardia de la clase obrera.
Tan errónea es la postura del olvidar la importancia de los sindicatos en función del partido revolucionario, como la de intentar sustituir el papel del Partido queriendo imponer artificialmente sus tareas a las mismas organizaciones de masas. La concepción de no entender la necesidad y el papel del partido, que siempre se expresa en la defensa de un "sindicalismo revolucionario puro" no puede llevar, ni ha llevado históricamente más que a dos resultados: o el montaje de "organizaciones de masas" grupusculares, sin ninguna representatividad en la clase o en su degeneración práctica a la subordinación política de la clase obrera a las políticas reformistas. La justa relación entre la política de los comunistas y su labor en el seno de los sindicatos, ya fue expresada por Lenin frente a los planteamientos "sindicatos revolucionarios de los comunistas alemanes":
"Pero la lucha contra la "aristocracia obrera" la sostenemos en nombre de las masas obreras y para ponerlas de nuestra parte, la lucha contra los jefes oportunistas y socialchovinistas la sostenemos para ganamos a la clase obrera. Sería necio olvidar esta verdad elementalísima y más que evidente. Y tal es precisamente la necedad que cometen los comunistas alemanes de "izquierda" los cuales deducen del carácter contrarrevolucionario de los cabecillas de los sindicatos, la conclusión de que es preciso... ¡salir de los sindicatos! crear formas de organización nuevas, inventadas. Una estupidez, que equivale al mejor servicio que los comunistas pueden prestar a la burguesía. No actuar en el seno de los sindicatos significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas a los lideres reaccionarios, agentes de la burguesía, obreros aburguesados…".
"Pero el desarrollo del proletariado no se ha efectuado, ni pudo efectuarse en ningún país de otro modo que por medio de los sindicatos y por su acción conjunta con el partido de la clase obrera. La conquista del poder político para el proletariado representaba un proceso gigantesco de este último considerado como clase y el partido debe dedicarse más y de un modo nuevo a educar a los sindicatos, sin olvidar que estos son y serán durante mucho tiempo una escuela de comunismo". V.I. Lenin (Enf. Infantil del Comunismo).
Desarrollar en la actual situación el avance de las posiciones de clase en la extensión de Comisiones Obreras, y el avance de la intervención comunista en el seno de la clase obrera, son las dos bases fundamentales para el protagonismo dirigente de la clase obrera y el desarrollo de la Unidad Popular.
 
AVANCE DE LAS POSICIONES DE CLASE EN EL DESARROLLO DE LA CONFEDERACIÓN SINDICAL DE COMISIONES OBRERAS.
La conquista del sindicato de clase único no puede separarse de una victoria política de la clase obrera frente a la Monarquía y los proyectos del gran capital; la conquista del sindicato de clase único, solo es posible sobre la base de un marco de libertades políticas impuestas por la clase obrera, que le permitan de forma abierta y general, realizar el Congreso Constituyente e imponer su autodeterminación sindical. Salvando las distancias del proceso Portugués, que después del 25 de Abril y al calor de las movilizaciones populares pudo imponer la unidad sindical, posteriormente el Partido Socialista ha podido abolir la unidad sindical debido a que la situación política es de retroceso de las fuerzas populares. No se puede pues separar la cuestión sindical de la cuestión política.
Lo importante hoy es situar con claridad el debate, entendiendo como un mismo combate la lucha por las libertades políticas, y la lucha por el Sindicato de Clase Único y el Congreso Constituyente. Defendiendo las Comisiones Obreras como la alternativa sindical más avanzada y representativa de la clase obrera frente a los proyectos divisionistas de la burguesía: y extendiendo el desarrollo de la democracia directa en el seno de la clase obrera para garantizar al máximo la unidad de clase.
Hay tres aspectos que favorecen objetivamente el avance de las posiciones de clase en Comisiones Obreras:
El PRIMERO, es el marco en que se va a situar el mismo desarrollo de Comisiones Obreras, puesto que en la utilización de los márgenes de tolerancia sindical aparece la exigencia de que ésta se manifieste eficaz para la defensa de las reivindicaciones económicas, sociales y políticas de los trabajadores en un momento en que la política de la Monarquía y del gran capital buscan hacer descansar sobre las espaldas del pueblo trabajador las consecuencias de la crisis capitalista, Para ello, no sirve ni la política de afiliación formal, ni las ofertas de pactos económicos y de ordenación de la lucha sindical del PCE. Pensemos en este sentido en el ejemplo de Italia (inferior crisis económica y política, superior implantación de los partidos reformistas y estructuración reformista de los sindicatos) donde se manifiestan las contradicciones en las bases sindicales contra las consecuencias de la política de compromiso histórico del Partido Comunista Italiano. Situándolas aquí en un momento en el que el PCE debe jugar al mismo tiempo la baza de su pacto con la Monarquía, y su promoción electoral; la extensión de Comisiones Obreras y el control de la lucha obrera, frente a las necesidades de las masas y la necesidad de un desarrollo superior y más eficaz de su organización sindical.
La misma jornada del día 12 de Noviembre (1976), a pesar de sus límites de contenido y continuidad, ha mostrado claramente la potencialidad del Movimiento Obrero en la lucha por los objetivos planteados y no resueltos, que permite un debate constante en el seno de Comisiones Obreras y en las luchas, con la exigencia constante de marcos de movilización superior en la perspectiva de la Huelga General Las mismas luchas parciales actuales (Construcción Vizcaya, estibadores del puerto de Barcelona, etc.), evidencian constantemente la necesidad de una lucha combativa y la exigencia de extender la acción solidaria y general (los enfrentamientos contra los convenios prefijados sin negociación a 10 días) frente a las posiciones corporativas y de conciliación del PCE.
El SEGUNDO aspecto es la perspectiva por primera vez real de masificación de las propias Comisiones Obreras, con la incorporación de miles y miles de trabajadores en ellas. El debate en Comisiones Obreras puede ganarse fundamentalmente para las posiciones de clase en el marco de las asambleas abiertas, y en la lucha, porque en ellas se plantean las diversas posiciones abiertamente, con la participación directa de los trabajadores: en cambio, en el seno de la estructura organizativa de Comisiones Obreras generalmente no se conseguía una posición de clase porque aglutinaban tan sólo un reducido sector de la vanguardia de los trabajadores junto a la vanguardia comunista y reformista.
La perspectiva actual de masificación de Comisiones Obreras crea pues grandes posibilidades de debate en el propio seno de las Comisiones Obreras entre una amplia vanguardia independiente. De aquí que seamos precisamente los que con más conciencia debamos abordar la tarea de afiliación activa de miles de trabajadores en Comisiones Obreras para el avance de las posiciones de clase en ellas.
El TERCER aspecto es la clarificación de posiciones que se están manifestando en las Comisiones Obreras, Si los primeros meses vinieron caracterizados por una ceremonia de confusión en que los planteamientos en el seno de Comisiones Obreras parecían más una lucha de partidos por su control que un debate sobre planteamientos, la situación se ha clarificado en gran medida, Las posturas de PTE y ORT al separarse de Comisiones Obreras y montar los "sindicatos unitarios de empresa" han puesto en claro en qué consistía su batalla, no en la defensa de unas posiciones de clase en Comisiones Obreras, sino la lucha por su control. Solo así se puede entender que abran un proceso de constitución de otro sindicato de carácter corporativo que como falsa salida al problema de unidad sólo puede inflarse más allá de donde están acusando el economicismo y el apoliticismo y haciéndolo encima con batalla de desprestigio a Comisiones Obreras, estimulando el primitivismo más simplista y demagógico en el seno de la clase.
Los "unitarios" MC, LCR, P. Carlista... consiguen el malabarismo de constituirse como “la tendencia que reivindica el derecho a tendencia” y en base a ello exige su representación proporcional, con criterios democráticos de estilo pequeño-burgués y en el aspecto político no se oponen a las ponencias del PCE.
Situadas así las cosas, el debate en Comisiones Obreras se simplifica en el enfrentamiento entre un planteamiento de sindicalismo reformista, que propone ampliar Comisiones Obreras y rebajar su contenido histórico de carácter combativo y político por un carácter sindical moderado y de apoyo a la política electoral de los partidos, y el sindicalismo de clase que propone la extensión de Comisiones Obreras y su carácter de lucha sindical y política de la defensa consecuente de todas las reivindicaciones de la clase frente al capital y la Monarquía, rechazando el pacto social y la democracia represiva, en un avance continuado de la lucha y de combatividad obrera por sus reivindicaciones, por las plenas libertades y su emancipación general contra la explotación y opresión, por el Socialismo.
Estos tres aspectos sitúan la potencialidad de la tendencia de clase en Comisiones Obreras a pesar de la inferioridad numérica de estos planteamientos. La tendencia de clase en Comisiones Obreras no es ni una organización diferente dentro de las Comisiones Obreras, ni una alianza de los partidos de ''izquierda'', ni una propuesta teórica. Es algo más sencillo, es la extensión de una dinámica de clase en amplios sectores de Comisiones Obreras en la base, en las zonas, en los ramos y en las luchas; en la práctica de las Comisiones Obreras de fábrica, ramo, zona; en los acuerdos y definiciones de Asambleas y luchas obreras que extiendan los criterios y la práctica de clase en Comisiones Obreras. Exigiendo su extensión frente a las posiciones burocráticas y reformistas que el PCE se empeña en establecer para intentar someter Comisiones Obreras al nuevo orden democrático-burgués.
Los dos puntos fundamentales de esta tendencia de clase en el seno de Comisiones Obreras y en las luchas obreras, no son más que la expresión, en cada momento y a cada nivel, de la defensa consecuente de los intereses de la clase en su práctica sindical. Expresión que no es un planteamiento artificial, sino la suma de la práctica histórica de Comisiones Obreras y su continuación ante la democracia represiva de la Monarquía y ante los intentos del gran capital de descargar su crisis sobre el pueblo trabajador:
I) - Lucha por las reivindicaciones unitarias,
- Contra la crisis y el pacto social.
- Lucha por las plenas libertades y amnistía, Sindicato de Clase único,
- Contra la Monarquía y sus instituciones y aparatos represivos.
II) Avance en la movilización unitaria y general hacia la Huelga General, para la conquista de los objetivos inmediatos económicos y políticos, frente a la represión y el aislamiento de las luchas.
Las dos exigencias básicas de la tendencia de clase para que el funcionamiento de Comisiones Obreras permita su eficacia, se apoyan también en la práctica histórica de Comisiones Obreras y en sus necesidades actuales:
1) El carácter democrático y de base de las Comisiones Obreras, basado en la participación activa y decisoria de los miembros de Comisiones a todos los niveles, frente al burocratismo y elitismo sindical que introducen los reformistas.
2) Defensa de la más amplia democracia directa en el seno del Movimiento Obrero para garantizar su iniciativa y unidad. Extensión por Comisiones Obreras de las Asambleas y Delegados elegidos por el conjunto de los trabajadores.
Estos cuatro ejes deben permitir centrar un debate concreto y positivo en el que puedan participar todos los trabajadores y todos los miembros de Comisiones Obreras en defensa de las posiciones de clase. Los limites de esta intervención frente al burocratismo de! PCE no nos debe hacer adoptar la falsa postura de montar una "mini organización de masas", tan pura como marginal al conjunto de clase, ni ponernos a remolque de las posiciones reformistas dentro de Comisiones Obreras. Sino al contrario deberá permitimos apoyarnos en las amplias masas, sobre todo en los momentos de lucha, para impulsar un fuerte sindicalismo de clase. Nuestra intervención directa como comunistas, y la participación de los trabajadores en instancias de unidad política superior, como las Asambleas y núcleos Republicanos de lucha por la alternativa democrática del pueblo, son decisivas para un avance superior de la clase obrera más allá de los límites de su alternativa sindical.