La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

10 de noviembre de 2012

Manuel Pérez Villamil y el catolicismo social

Manuel Pérez Villamil nació en la ciudad de Sigüenza en 1849 y falleció en Madrid en 1917. Aunque obtuvo la licenciatura en Derecho y Filosofía y Letras, su vida personal y profesional se orientó hacia la historia de la Edad Media española, opción en la que influyeron su nacimiento en el entorno medieval seguntino; la figura de su tío, el historiador Juan Pérez Villamil, y su ideología integrista católica. Junto con al marqués de Cerralbo y Juan Catalina García, Manuel Pérez Villamil formó parte del notable grupo de historiadores carlistas de la provincia de Guadalajara que se destacó a partir del Sexenio Revolucionario; en su caso, desarrollando su actividad profesional en el Museo Arqueológico Nacional. Con el tiempo, y tal y como le sucedió a Juan Catalina García, su adhesión al carlismo se mostró superficial, pero conservó su intransigente catolicismo como seña de identidad política. Colaborador habitual de la prensa, y fundador y director de La Ilustración Católica de Sigüenza, reproducimos su artículo "La ceguedad de los impíos", publicado en El Siglo Futuro del 3 de septiembre de 1875, en donde presenta algunas de las líneas maestras del catolicismo social muchos años antes de que esta corriente ideológica se estructurase y difundiese.

Un periódico, y no de los más avanzados que se publican en Madrid, antes por el contrario, órgano genuino de un partido que blasona de conservador, publicaba ayer estas incalificables palabras: «Fieles, pues, a la tarea que nos hemos impuesto, llamamos la atención de nuestros lectores sobre el Congreso de asociaciones obreras católicas. Sus sesiones, que se verificarán en Rheims, tienen por objeto apoderarse de las masas proletarias con promesas tan ilusorias, por medios tan irrealizables, con programas tan absurdos como los preconizados por la demagogia más exaltada.
El peligro para la sociedad es el mismo cuando las tendencias son idénticas, y poco importa que el color de la bandera sea el rojo del gorro frigio ó el negro de la sotana. La Internacional es y será siempre la misma en sus resultados. Predicada por los partidarios de Rochefort, o por los sucesores de Espinosa (?), constituirá el escollo más grave de la sociedad actual, y cuando los primeros se encuentra vencidos, mientras rehacen sus fuerzas, ocupan los segundos la brecha que aquellos abandonaron.
El reverendo Padre Marquigny, de la Compañía de Jesús, abogó calurosamente por el restablecimiento de los conventos en el Congreso que mencionamos, y presentó esta solución como el único medio de aliviar “la suerte de los infelices obreros que la revolución «despojó de todas las garantías establecidas en la Edad Media”. Frenéticos aplausos acogieron el discurso del jesuita, y el entusiasmo de los proletarios no conoció límite al escuchar esas palabras.
¡Los gremios y los conventos; es decir, el estancamiento del trabajo y de la vitalidad (sic) presentados como ideal de las sociedades! ¡El Syllabus coma valla salvadora de la inteligencia!»
No es la primera vez que El Siglo Futuro procura desvanecer las calumnias lanzadas por los revolucionarios, en punto a los beneficios que el Catolicismo ha dispensado a las clases obreras y menesterosas. En otra ocasión, discutiendo sobre este importantísimo asunto con otro periódico revolucionario, demostramos con indestructibles argumentos, que el Catolicismo ha sido siempre el árbol protector a cuya sombra hallaron siempre los pobres remedio eficaz a todas sus necesidades; que la revolución, al atacar a la Iglesia, ha procurado privar a las clases menesterosas de este fecundo manantial de consuelos, para tender sus pérfidos brazos a los pobres desheredados y reclutar entre ellos sus huestes destructoras; y finalmente, que la terrible plaga del pauperismo es una conquista de los tiempos modernos que no conocía la antigua sociedad cristiana.
No vamos a repetir hoy lo qué entonces dijimos, para responder a los nuevos ataques que contra la economía cristiana lanza la prensa revolucionaria; esa armonía que en el anterior escrito se establece entre el gorro frigio del demagogo y la negra sotana del Sacerdote católico, no merece contestarse; porque ¿quién podrá confundir al Ministro de Dios con el de Satanás, al caudillo de la caridad con el sectario de la barbarie, al brazo que ampara y socorre con el que mata y destruye? Solo el odio, ese odio irreflexivo y ciego que pone en los labios de los impíos todo género de ultrajes contra la Iglesia de Dios, ha podido inspirar ese horrible paralelo. Dejémonos, pues, de tan insensatas calumnias, que, por su misma perversidad, más honran que perjudican a la institución calumniada.
Vamos a fijarnos especialmente en las palabras atribuidas al Padre Marquigny que han exaltado la bilis del diario aludido, para decir algo sobre lo que durante la Edad Media hicieron los frailes en beneficio de las clases menesterosas, entregadas hoy por la revolución al embrutecimiento y a la servidumbre.
No puede desconocerse que la base de toda educación es la enseñanza, y que tanto son los hombres mejores cuanto más cerca se hallan de la plena posesión de la verdad, que es lo que constituye el Bien Supremo. La ignorancia es un perenne manantial de desórdenes, tanto más si la ignorancia es aquella que consiste en confundir el error con la verdad y pretender saberlo todo cuando no se sabe nada.
Tratándose de las clases obreras, la ignorancia es aún más perniciosa si se quiere que en las demás clases de la sociedad; porque, ¿qué es, en efecto, exclama un economista católico, un obrero sin instrucción, sino una máquina sometida á necesidades que tiene que satisfacer incesantemente, y que subsisten, aun cuando permanezca ociosa, ó se haya imposibilitado para todo? En el obrero ignorante apágase muy pronto la inteligencia, falta de excitación y de ejercicio, y todo termina, reduciéndolo a la vegetación de la vida física.
Ahora bien; ¿quién ha procurado mejor la instrucción del pueblo, los frailes, de la Edad Media con sus escuelas y talleres, ó los modernos revolucionarios con sus barricadas y sus clubs? ¿Aquellos con sus predicaciones evangélicas y sus ejemplos sublimes de abnegación, estos con sus teorías positivistas y sus ejemplos funestos de miserable egoísmo? Veamos lo que hicieron los monjes en la Edad Media para promover la enseñanza del pueblo y el progreso de las ciencias.
Dos clases de escuelas existían en los monasterios: las unas interiores ó claustrales, y las otras exteriores ó canonicales, como entonces se las llamaba, si bien eran muchas veces conocidas con el nombre de mayores las primeras y de menores las segundas. En estas, que eran públicas, se recibía á todos los niños de las familias que habitaban junto al monasterio, ricos y pobres, sin distinción de clases, y se les instruía en la fe católica, en la meditación, en la música, en el canto, en la gramática y en todas las artes entonces conocidas. En las escuelas mayores, reservadas a los monjes, se enseñaban las ciencias sagradas y profanas; los scholatici, que así se llamaban los maestros, estaban versados, como dice Trithemio, no solo en las Santas Escrituras, sino también en las matemáticas, astronomía, geometría, retórica y demás ciencias seculares. Había, por otra parte, en los monasterios los que se llamaban antiquari, encargados de copiar libros, coleccionarlos, estampar en ellos preciosas miniaturas y encuadernarlos lujosamente. Y lo que prueba hasta qué punto la vida monacal era activa y laboriosa y que no significaba el estancamiento del trabajo y de la vitalidad (sic), es que hasta en los monasterios de mujeres se copiaban códices y se adornaban con bordados de oro y pedrería.
Un escritor contemporáneo de la nación vecina, M. Mignet, de la Academia francesa, en un trabajo recientemente publicado sobre Les écoles au moyen age, ha dicho lo siguiente: “Los grandes establecimientos cenobíticos tenían sus pintores, sus arquitectos, sus escultores, que trabajaban en los talleres de la abadía. De este modo estos asilos, donde se refugiaban los hombres que querían seguir la vida llamada perfecta, porque era piadosa y desinteresada; estas granjas, llenas de colonos infatigables, que, según la regla de la Orden, no debían soltar la podadera, como un soldado sus armas; estos tallares, donde se ejercían todos los oficios y donde se practicaba aquello que de las artes antiguas se había conservado; estas escuelas, donde se enseñaba la doctrina y moral del Cristianismo, las letras latinas y los restos de la ciencia griega, eran los depósitos donde se guardaba la parte de la civilización antigua, que debía servir de germen a la civilización moderna”.
Tales son las palabras de Mignet que acaba de oír con aplauso el mundo literario. Aquí sabemos las cosas de otro modo; por eso hay quien se atreva a decir en alta voz y con gentil desenfado que los conventos de la Edad Media son el estancamiento del trabajo y de la vitalidad. M. Mignet no se ha desdeñado tampoco de citar en comprobación de sus afirmaciones estas palabras del sabio Mabillon: “Nuestros predecesores (los benedictinos) hicieron en Alemania cuatro grandes servicios al mundo cristiano: el primero fue la conversión de sus habitantes; el segundo el establecimiento de las escuelas episcopales; el tercero la instrucción, comunicada, tanto al Clero como a los seglares; y el cuarto la cultura de un suelo y el embellecimiento de un país casi enteramente inculto y desierto”.
Fácil nos sería multiplicar las citas de este género y más fácil aún demostrar los especiales beneficios que debe España a las Órdenes religiosas. Por dondequiera que se abra nuestra historia de la Edad Media, allí se verá a los monjes peleando los primeros contra los invasores de la patria, cultivando los campos, reedificando las ciudades, dando abrigo con su manto a los nacientes concejos, rescatando los cautivos de las mazmorras agarenas, y siendo, en fin, nuncios de mansedumbre y de clemencia en los castillos de los magnates y en los alcázares de los reyes.
¿Y son estos los estancamientos del trabajo y de la vitalidad? Así puede decirse tamaño disparate, como que el Syllabus se opone a los nobles vuelos de la inteligencia humana. Las palabras del diario liberal que motivan estas líneas, son una prueba evidente de la ceguedad inaudita con que tratan las cuestiones más serias los adversarios del Catolicismo. Las armas de la impiedad se han embotado, y más que a la Iglesia hieren a sus enemigos.

2 de noviembre de 2012

Programa electoral de Izquierda de los Pueblos

En 1988 se convocaron elecciones al Parlamento Europeo en una España que hacía pocos meses que se había incorporado al proyecto europeo como miembro de pleno derecho. En esos momentos, y aunque no se sabía ni la importancia ni la dinámica que jugaría este parlamento en la vida de los ciudadanos españoles y europeos, todos los partidos políticos se apresuraron en presentar listas de candidatos. Los partidos políticos de ámbitos más reducidos se encontraron con la dificultad de que al ser todo el territorio nacional una circunscripción única les era casi imposible obtener por sí solos un escaño. Nacieron así las más amplias coaliciones electorales, entre las que destacó en ese año Izquierda de los Pueblos, que agrupaba a los restos del naufragio de la izquierda independentista moderada, que había sido erosionada desde 1982 por la crisis que el triunfo del PSOE provocó en el conjunto de la izquierda política y social. Ofrecemos, como testimonio, la presentación de su programa electoral.
 
Pegatina de Izquierda de los Pueblos, 1988 (Archivo La Alcarria Obrera)

PROGRAMA ELECTORAL DE IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS
PRESENTACIÓN
La candidatura que con el nombre IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS se presenta a las próximas elecciones al Parlamentó Europeo está integrada, principalmente, por miembros significativos de los diversos partidos de izquierda de las naciones históricas del Estado Español coaligados bajo el mismo nombre e integrando asimismo personas que significativamente reflejen en sus posiciones públicas y en sus trayectorias de compromiso político la radical aspiración a una sociedad más justa e igualitaria. Esta aspiración debe estar necesariamente vinculada al advenimiento histórico de una Europa políticamente unida y articulada sobre la auténtica diversidad de naciones y pueblos lo constituyen, convencidos de que tan solo desde estos ámbitos genuinos de la vida social podrán adquirir real plasmación histórica los principios de igualdad, solidaridad y libertad que animan la Europa moderna. En fin, la coalición electoral IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS representa un intento serio y responsable por condicionar desde la izquierda y desde el hecho nacional la conformación política de Europa y del Estado Español, a la vez que significa una aportación imprescindible para la renovación de la izquierda en uno y otro ámbito.
IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS, como coalición y como candidatura, es resultado y síntesis de la trayectoria y de las aportaciones ideológico-políticas de los partidos que la constituyen. Nos reclamamos a la vez, herederos y protagonistas de la lucha por la libertad de los pueblos y los ciudadanos, incorporamos a nuestro acerbo toda la experiencia del movimiento obrero y afirmamos nuestra inequívoca radicación político-moral en los principios de la democracia y el socialismo. Igualmente consideramos la lucha por la paz y la defensa del medio ambiente como elementos nucleares de nuestro proyecto común, toda vez que constituyen valores de la humanidad que sólo adquirirán efectiva realidad histórica por la profundización de las libertades individuales y de los pueblos en tal sentido se nos muestra como condición necesaria la tarea de superación de la doble lógica del Mercado y de los Estados, inequívoco determinante del belicismo y la destrucción del hábitat humano. Asumimos, sin trabas dogmáticas ni doctrinales, la crisis ideológica y organizativa que afecta a la izquierda europea. A este propósito consideramos que nuestra coalición y, en definitiva nuestro proyecto político significa una aportación imprescindible para su superación.
La mujeres y los hombres que integramos la IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS nos presentamos a estas elecciones al Parlamento Europeo con las ideas y con la propuesta programática que a continuación expondremos, pero nuestro mejor aval no es otro que la trayectoria personal y colectiva de compromiso político para y en la democracia; los años de lucha política y sindical, así como los esfuerzos de creación y renovación cultural desde la izquierda constituyen los principales activos de nuestro patrimonio personal desde el que solicitamos la confianza de los electores.
IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS, como coalición y como candidatura es el fruto de un largo proceso de relaciones entre los partidos que los conforman, proceso que ahora se convierte en plataforma electoral. Las consideraciones que han inspirado las relaciones entre los partidos miembros da lugar a la base política de constitución de la IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS.
Porque compartimos el objetivo de profundizar en el actual Estado de las Autonomías, mediante la superación de las enormes limitaciones que de él se desprenden, con vistas a la consecución de la plena soberanía nacional de nuestros pueblos, avanzando en la configuración progresiva de una nueva forma de organización del poder político que repose sobre el Derecho de Autodeterminación, esto es el respeto a la voluntad soberana de autogobierno de las naciones y los pueblos.
Porque entendemos que el futuro de las nacionalidades y pueblos que constituyen el Estado español, expresión de la voluntad política de sus ciudadanos, debe contemplarse siempre bajo el principio de la solidaridad y la colaboración. Y ese mismo sentido de la solidaridad y de la colaboración es el que ha dado lugar a la constitución de la coalición IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS.
Porque apostamos por una política renovada que supere las divisiones históricas en el seno de la izquierda y responda en sus postulados y en su acción a la realidad cambiante de los tiempos que vivimos en los planos económico, político y cultural.
Porque consideramos que la fuerza de la izquierda, aquí y en el conjunto de Europa, debe basarse en el reconocimiento de la diversidad de posiciones y trayectorias, en la crítica al uniformismo centralista y dogmático, en la revalorización de la diferencia y el diálogo democráticamente articulados. Es desde esa pluralidad como hemos de avanzar hacia la confluencia en la elaboración de una ideología y una política que posibiliten realmente que la izquierda, o las izquierdas, condicionemos el futuro de nuestra sociedad y de Europa hacia el progreso, la libertad y la igualdad.
Porque a la altura de finales del siglo XX los viejos Estados nos muestran su decrepitud y obsolescencia, constituyendo, a todas luces, uno de los principales obstáculos para la superación de la crisis, la construcción del socialismo, el desarrollo de las libertades de los ciudadanos y los pueblos y, en definitiva, la auténtica unidad de Europa.
Por todo ello, hemos asumido el compromiso de presentarnos a las Elecciones al Parlamento Europeo. Consideramos la presencia de J.M. Bandrés como un antecedente directo de nuestra coalición y una primera toma de contacto con la realidad europea para la IZQUIERDA DE LOS PUEBLOS. Pretendemos, con nuestra presencia en las instituciones europeas, dar muestra ante Europa de la pluralidad de naciones que bajo el Estado español luchan por su soberanía, abriendo un ámbito, en continuidad con la trayectoria iniciada por J.M. Bandrés, para el intercambio de opiniones y experiencias con los sectores de la izquierda europea que abandonando todo dogmatismo intentan ofrecer a Europa una alternativa común y transformadora de su economía, de su política y de su papel en el mundo.
Finalmente, quisiéramos subrayar el papel esencial de la izquierda en el logro de una auténtica unidad de Europa que sólo podrá ser construida sobre el protagonismo y plena soberanía política de las naciones y pueblos que la constituyen.
Europa viene definida por una tradición común, una tradición moral basada en la afirmación radical de la libertad del individuo. En la actualidad Europa se encuentra en una etapa decisiva para la realización de su proyecto histórico. La dinámica del capitalismo condujo a Europa a una situación de crisis que limita gravemente la concreción histórica de aquellos valores que le son intrínsecos. El derrumbamiento del "Estado de Bienestar", el agravamiento de las desigualdades sociales, el aumento del paro, el fortalecimiento del "Estado Policía", la destrucción del medio ambiente, el armamentismo, la relación explotadora con el tercer mundo, son rasgos en los que se manifiesta la pérdida de vigencia de valores fundamentales como la libertad, la igualdad y solidaridad universales.
La tarea de la izquierda en el proyecto de una Europa socialista, viene determinada por la afirmación radical de los valores fundamentales como la libertad, la igualdad y solidaridad universales. La dinámica interna del capitalismo conduce a Europa hacia su propia destrucción. El futuro de Europa sólo es posible en el marco del avance hacia el socialismo.

Euskadiko Ezkerra, Partido Socialista Galego-Esquerda Galega, Entesa dels Nacionalistes d’Esquera, Partit Socialista de Mallorca, Partit Socialista de Menorca, Unitat del Poble Valenciá, Unión Aragonesista, Radicales por Cantabria, Asamblea Canaria

30 de octubre de 2012

Programa republicano federal de 1894

El Partido Republicano Federal, bajo el indiscutido liderazgo de Francisco Pi y Margall, articuló a las fuerzas políticamente más progresistas del país desde su aparición pública, cuando en 1868 se separó el tronco común del Partido Demócrata, hasta la última década del siglo XIX. A partir de ese momento, la consolidación de corrientes políticas inequívocamente obreristas redujo su influencia a la burguesía española más avanzada e ilustrada. Su influencia sobre el anarquismo, sobre el nacionalismo progresista y sobre los intelectuales más destacados del momento es indudable, en buena parte gracias al magisterio de Pi y Margall. En 1894 el republicanismo federal hizo público su programa político, que aún hoy resulta en muchos aspectos avanzados, aunque en materia social haya sido superado por las conquistas obreras. Lo reproducimos en su integridad.

Queremos los federales en el orden humano:
Libres el pensamiento, la conciencia, los cultos; respeto a todas las religiones, preferencia ni privilegio a ninguna, suprimidas las obligaciones del culto y el clero; dotados los sacerdotes de todas las iglesias de los mismos derechos que los demás ciudadanos, atenidos a los mismos deberes, y sujetos a la misma jurisdicción y las mismas leyes; civiles el matrimonio, el registro, el cementerio.
Garantizados la vida y el trabajo; inviolables la personalidad, el domicilio y la correspondencia; abolida la pena de muerte; perseguida sin piedad la vagancia.
Queremos en el orden político:
La voluntad del pueblo como el único origen legítimo del Poder público; los tres poderes limitados; el Legislativo a legislar, el Ejecutivo a ejecutar, el Judicial a juzgar; punible la invasión de cualquiera de los tres en las atribuciones de los otros.
El poder Legislativo representado por dos Cámaras; el Ejecutivo por un Presidente responsable; el Judicial por el Jefe del Tribunal Supremo.
El Congreso elegido por toda la Nación y el Senado por las Asambleas regionales; el Congreso sin otros límites a su facultad legislativa que los derechos del individuo, los de las regiones y los del municipio, y el Senado. circunscrito a intervenir las negociaciones diplomáticas y ver si las resoluciones del Congreso son o no atentatorias contra las autonomías locales o contra la Constitución del Estado; el Congreso periódicamente renovable en su totalidad y el Senado sólo en sus dos terceras partes.
Las dos Cámaras reunidas por su propio derecho en día fijo del año y representadas, cuando suspendan sus sesiones, por una Comisión mixta que pueda extraordinariamente convocarlas cuando, a su juicio, lo exija la salud de la República.
El sufragio, universal; las leyes fundamentales, sometidas a la sanción del pueblo.
El régimen parlamentario sustituido por el régimen representativo.
La República por forma de gobierno, la Federación por sistema.
La nación dividida en regiones, y las regiones en municipalidades; las municipalidades y las regiones autónomas a par de la Nación en todo lo que a su vida interior corresponda.
EI Estado Central, que ha de tener a su cargo el régimen de la vida nacional en lo político, lo económico y lo administrativo, con los siguientes atributos:
1º las relaciones extranjeras y por lo tanto la diplomacia y los consulados, los aranceles de aduanas, la paz y la guerra, el ejército y la armada; 2° el juicio y fallo de todas las cuestiones interregionales; 3° el restablecimiento del orden donde el desorden, a juicio del Senado, comprometa la vida nacional y no basten los poderes de la región a contenerlo; 4° la defensa de los derechos políticos y de la forma y el sistema de gobierno contra todo Estado regional que los suprima o los amengüe; 5° la legislación penal sobre delitos federales y la creación de tribunales federales, así criminales, como civiles; 6° la regulación del comercio interior y todo lo a él inherente: códigos mercantil, marítimo y fluvial, vías generales, correos y telégrafos, moneda, pesos y medidas; 7° las disposiciones indispensables para la difusión y la generalización de la primera enseñanza en todo el territorio de la República; 8° las dirigidas a que en todo el territorio de la República sean válidos los contratos y ejecutorias las sentencias que en cualquiera de las regiones se celebre o pronuncie.
Los Estados regionales, que han de tener a su cargo el régimen de la vida regional en lo político, lo económico y lo administrativo, con los atributos siguientes: la garantía y la defensa de la libertad y el orden; el juicio y el fallo de las cuestiones entre municipios; la organización de las milicias regionales, subordinadas al Estado central, solo en casos de guerra con el extranjero; la legislación civil y la de procedimientos; la legislación penal para todos los delitos que no sean calificados de delitos federales; la organización de los tribunales correspondientes; la imposición y la cobranza de los tributos.
Los Estados municipales, que han de tener a su cargo el régimen de la vida municipal en lo político, lo económico y lo administrativo, con las siguientes atribuciones: la garantía y la defensa de la libertad y el orden; la organización de guardias municipales, la formación y promulgación de ordenanzas; el juicio y el castigo de los que las quebranten; la imposición y cobranza de tributos para sus especiales gastos y los que la región les imponga.
Las atribuciones que expresamente no se hayan conferido al Estado central, reservadas a los Estados regionales; las no conferidas a los Estados regional, reservadas a los Municipios.
El Jefe de cada región, ejecutor de las resoluciones nacionales; el jefe de cada municipio, ejecutor de las regionales.
Queremos en el orden administrativo:
Separada de la política la administración; con vertidos en carreras especiales sus diversos ramos; cerrada la puerta a la ineptitud y el favoritismo, menor número de los Ministros y mayor el de los directores generales; con responsabilidad efectiva los unos y los otros; constituido el Consejo de Estado por los directores y atenido solo a evacuar las consultas que el Gobierno le dirija; sometidos los asuntos contenciosos al Tribunal Supremo; amovibles los funcionarios todos por faltas cometidas en el ejercicio de sus cargos; suprimidas las vacaciones; suprimidas también las licencias, como no sea por enfermedad probada de forma fehaciente; perdido el puesto en el escalafón del ramo por pase a otro ramo, al servicio de particulares o al de las regiones o los municipios; inmaculables en absoluto los empleos; regulados por una tramitación fija los expedientes y abiertos siempre a los interesados en las horas de día que se designe.
Sustituidas por consulados generales las embajadas; dirigidas las negociaciones diplomáticas a fortalecer los vínculos con las demás naciones y allanar las dificultades que la diferencia de leyes opone a la buena marcha de los negocios, logrando por ejemplo la mutua validez de los contratos y la mutua ejecución de las sentencias.
Dependientes del Tribunal Supremo todos los tribunales federales; inamovibles los jueces y los magistrados, como no sea por haber incurrido en responsabilidad por negligencia probada o por ascenso ilegítimo; ampliada a delitos graves y libres de delitos leves la jurisdicción del jurado; establecida en los juicios civiles la instancia única, quitada toda fuerza de doctrina legal a las sentencias del Supremo Tribunal, y prohibida, por lo tanto, la cita de las hasta aquí dictadas como motivo de la casación contra las de los tribunales inferiores; simplificados los procedimientos, sobre todo en los juicios universales; gratuita la justicia durante el curso de los negocios y condenado en costas el litigante temerario; caducados la instancia y el recurso de casación a los dos meses de no haberse instado su curso, como no se acredite que fue debida la suspensión a dificultades invencibles; válidas y ejecutivas las sentencias de los tribunales extranjeros, cuando a juicio del llamado a ejecutarlas hayan sido proferidas en la forma determinada por las leyes del país de que procedan.
Voluntario el ejército en tiempo de paz y obligatorio en tiempo de guerra; iguales las diversas armas; convertido en carrera el servicio, lo mismo para el soldado que para el oficial y el jefe; conferidos los ascensos por antigüedad, como no se los gane por señaladísimos méritos, a juicio de los militares de su empleo y grado; incorporados a los estudios de primera enseñanza, la gimnástica y el manejo de las armas; reducido el contingente militar activo a lo que reclamen la conservación del orden y la guardia de las fronteras.
Montado el ejército de mar sobre bases análogas.
Limitados el procedimiento y los tribunales militares a delitos militares cometidos por militares en activo servicio con ocasión del servicio mismo; derogado el fuero de atracción para los tribunales de guerra; válido para los tribunales civiles cuando no quepa dividir la continencia de la causa.
Admitidos a informar en los Consejos de guerra los defensores que el reo elija, sean o no militares.
Fomentadas la agricultura, las artes, el comercio, las obras públicas, principalmente los medios de comunicación y los canales de riego.
Atendida especialmente la instrucción pública, libre y laica la enseñanza; libres las profesiones todas; sostenidos, sin embargo, y puestos al nivel de los mejores los establecimientos del Estado, principalmente, para los que quieren adquirir títulos académicos; gratuita y obligatoria la instrucción primaria; alimentados los que la reciban; relegado de la segunda enseñanza el estudio de las lenguas muertas e incluido entre los preparatorios de las facultades de Derecho, Medicina, Farmacia, Filosofía y Ciencias; convertidos los institutos en escuelas elementales de Letras, Artes y Ciencias; práctico, eminentemente práctico el sistema de instrucción en todas las escuelas.
Aplicados a la enseñanza y las obras públicas los 40 millones del culto y el clero; estimulada la publicación de los libros que pongan los conocimientos humanos al alcance de mayor número de inteligencias.
Asidua la instrucción; destituidos, aunque hayan ganado por oposición sus cátedras, los profesores que las descuiden y las dejen sin causa a los suplentes.
Autónomas las colonias, a par de las regiones de la Península.
Queremos en el orden económico:
La conversión de todas las deudas en deuda interior; la renta, siendo a la vez premio y amortización del capital.
Gradualmente reducidos los actuales haberes pasivos; abolidas las jubilaciones, los retiros y las cesantías para todos los que en adelante entren al servicio del Estado.
Nivelados los presupuestos; limitada la deuda flotante a anticipos sobre los rendimientos del ejército corriente.
Ampliada la acción de la Caja de Depósitos; para el Estado los beneficios todos de la moneda fiduciaria.
En arrendamiento las minas y demás propiedades del Estado; arrendados también los servicios; por administración la cobranza de contribuciones e impuestos.
La sucesiva unificación de los tributos; la abolición de todo gravamen sobre los artículos indispensables para la vida.
Reservados al Gobierno central los siguientes tributos: los derechos de Aduanas, los obvencionales de los Consulados, el producto de los monopolios y servicios hoy a su cargo; el de sus propiedades y derechos, el del impuesto sobre los pagos que verifique; el del descuento a sus empleados; el del que imponga sobre la renta de sus títulos de la deuda, igual en tipo al que la propiedad pague; el de todos los que se cobre en el territorio federal; el del gravamen que hoy pesa sobre los títulos y las grandezas de Castilla, mientras no se los suprima.
Derramada por las regiones según la población y la riqueza de cada una, la diferencia que resulte entre el importe total de estos productos y el importe total de los gastos del Tesoro.
Con facultad las regiones para recaudar por los tributos y medios que crean más fáciles y menos onerosos la cuota que por este concepto les corresponda.
Sustituido en el reparto de las contribuciones el sistema proporcional por el progresivo.
Transformado el presupuesto, destinado lo que hoy se aplica a gastos superfluos, a las nuevas necesidades de los presentes tiempos.
Queremos en el orden social:
Subordinado siempre el disfrute de la tierra, como propia de todos los hombres, a los intereses generales.
Entregadas a comunidades obreras las tierras públicas, las que los propietarios hayan dejado incultas por más de cinco años y las que donde convenga se expropie por el sistema que empleó Rusia para la emancipación de los siervos y propuso Gladstone para resolver la cuestión territorial de Irlanda.
Establecido el crédito agrícola principalmente para esas comunidades.
Transformado en censo redimible a plazos respecto a la tierra el contrato de arrendamiento, considerados como enfiteusis perpetuas, redimibles también a plazos los foros y la rabassa morta.
Entregados los servicios y las obras públicas a las asociaciones obreras, donde por su organización las haya capaces de llevarlos a cabo, facultándose a estas asociaciones el crédito por Bancos públicos.
En poder del Estado las minas, las aguas y los ferrocarriles.
Adoptada desde luego la jornada de ocho horas en los establecimientos y en las obras del Estado, ya se las haga por administración, ya por contrata; incluida esta condición en todas las concesiones que el Estado otorgue, aunque no asigne a los concesionarios otro beneficio que el de la expropiación por causa de utilidad pública.
Extensiva la jornada de ocho horas a las minas.
Prohibido para los trabajos subterráneos de las minas el empleo de las mujeres y el de los niños menores de doce años.
Excluidas del taller y de la fábrica las madres de familia y los niños menores de doce años que no sepan la lectura, la escritura y las cuatro operaciones fundamentales de la Aritmética.
Sujetos los talleres, las fábricas y las minas a inspecciones nombradas por los mismos obreros.
Establecido por una escala de población el mínimum de los salarios.
Estimulada y recompensada por el Fisco la trasformación del salario en participación de beneficios.
Indemnizados en sus personas o en las de sus herederos los trabajadores que se inutilicen en el ejercicio de sus profesiones.
Bolsas y agremiaciones del trabajo.
Escuelas profesionales en que los jornaleros aprendan teórica y prácticamente la integridad del arte que ejerzan.
Sometidas a jurados mixtos las cuestiones entre el trabajo y el capital.
Reformado el Código civil, principalmente en lo relativo a tutelas, sucesiones, contratos de obras y servicios, prescripción y derechos de los hijos ilegítimos
Queremos en el orden internacional:
La confederación de las naciones.
La creación de un poder que rija las relaciones internacionales, hoy materia de múltiples tratados.
Ínterin este poder no exista, la decisión de todas las discordias por el arbitraje.
Desde luego las más amistosas relaciones de letras y de comercio con las Repúblicas latinas de América y cuantas facilidades y concesiones puedan contribuir a que Portugal se avenga a ser una región de España. El apoyo y el estimulo de cuanto pueda agrandar en el hombre la idea de la Patria y hacer que la humanidad constituya un todo orgánico.
La civilización de los pueblos incultos, no por la fuerza, sino por la colonización pacífica y el establecimiento de relaciones mercantiles.
La sustitución, en una palabra, de la guerra por la paz, de las armas por la razón y el derecho.