Conferencia de la Internacional en Madrid, La Ilustración, 30 de abril de 1871
El día 2 de mayo de 1808 el pueblo de Madrid, ante la cómplice indiferencia de la Corte y el ejército, se sublevó en lucha desigual contra las tropas napoleónicas que habían entrado en España por acuerdo del rey Carlos IV. Su sacrificio heroico, del que dio magnífica cuenta Francisco de Goya en su obra, dio paso a la Guerra de la Independencia, un conflicto fratricida que ensangrentó el país durante casi seis años y enfrentó a patriotas y afrancesados. Esta fecha fue para los liberales españoles una fiesta nacional, el cimiento sobre el que construir una nueva conciencia nacional. Pero en 1871 los trabajadores madrileños asociados en la Primera Internacional decidieron invitar a sus compañeros de clase a que derribasen los viejos prejuicios nacionalistas y no celebrasen una fiesta patriótica con sus explotadores, en coherente defensa de la fraternidad universal.
A los trabajadores de Madrid
La Fiesta del Dos de Mayo
Trabajadores: No celebremos la fiesta del Dos de Mayo.
Cuando todos los obreros del mundo se tienden fraternalmente la mano a través de los continentes y los mares, pensar en fiestas patrióticas, pensar en la eterna causa de nuestra desunión, es el mayor de los crímenes.
El patriotismo es una idea que tiende a separar a los pueblos entre sí, y a mantener constantemente el odio entre los hombres que, siendo hermanos, les hacen creer los tiranos y los explotadores que no lo son, porque se interpone entre ellos el profundo lecho de un río o las elevadas cumbres de una cordillera de montañas.
La idea de la patria es una idea mezquina, indigna de la robusta inteligencia de la clase trabajadora. ¡La patria! La patria del obrero es el taller; el taller de los hijos del trabajo es el mundo entero.
Cuando la tierra yacía bajo la dura planta de la barbarie y la ignorancia, la idea de la patria era el astro esplendoroso que iluminaba de cuando en cuando aquella larga noche de espesísimas tinieblas. Pero hoy, en los tiempos de las internacionales, la patria no tiene objeto alguno.
El patriotismo ha cumplido su misión; que descanse en paz en el panteón destinado a las ideas del pasado.
Desde que la tribu salvaje y vagabunda de la infancia de la humanidad descendió de la montaña a apoderarse de los frutos de la tribu laboriosa que habitaba en la llanura, hasta la época presente, no han cesado esa larga serie de invasiones que han producido hechos tan memorables como el paso de las Termópilas, la batalla de Roncesvalles, el Dos de Mayo y otros mil actos, en los cuales los vencedores de hoy han sido los vencidos de mañana. ¿Qué nación, qué provincia, qué pueblo, y en el pueblo qué barrio, que calle, y en la calle en qué casa no tendrán sus moradores que celebrar un triunfo alcanzado sobre sus vecinos, o llorar una derrota y un martirio ocasionado por los mismos?
Trabajadores: No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que al lado de aquellas tumbas venerandas, cubiertas de laurel y siempre vivas, se levanten amenazadores los ensangrentados espectros de la raza americana sacrificada, destruida inhumanamente, a título de civilización, por nuestros antepasados los conquistadores del Nuevo Mundo. No vayáis al Dos de Mayo, porque es fácil que alrededor de aquellos gigantescos cipreses se encuentren vagando las víctimas que el fanatismo de nuestros padres hizo sacrificar en los Países Bajos y en la conquista de Italia. No vayáis al Dos de Mayo, adonde os impulsan a ir nuestros explotadores porque os embriagaréis de odio patriótico contra nuestros hermanos franceses, extranjeros en su patria como nosotros lo somos en la nuestra, gracias a la organización de la presente sociedad. Ellos no tienen la culpa de las víctimas causadas por los planes de un hombre ambicioso y cruel que cruzó Europa como un meteoro de fuego, no dejando en pos de sí más que lágrimas y sangre.
Todos los habitantes de este planeta que gira en el espacio infinito en unión de un número inconmensurable de mundos, son hermanos. Todas las ideas que se opongan a la libertad, igualdad y fraternidad de los hombres son injustas. El patriotismo, que se opone a la fraternidad de los pueblos es, pues, injusto.
Trabajadores: En nombre de la justicia, en nombre de la emancipación de la clase oprimida, en nombre de la Asociación Internacional de los Trabajadores, no celebréis la fiesta del Dos de Mayo.
Por la Sección Internacional de Madrid. El Comité.
No hay comentarios:
Publicar un comentario