La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

28 de noviembre de 2011

Programa de la Unión de Lucha Marxista-Leninista

La descomposición de los grandes partidos maoístas del Estado español (el PTE y la ORT, principalmente) y la crisis provocada en esa línea de pensamiento comunista, bien por la evolución del campo comunista, caso del PCE(ml), o por la evolución interna de los destacamentos maoístas (MC, OCE(Bandera Roja)), provocó la dispersión y radicalización de aquellos militantes que se mantuvieron fieles al maoísmo clásico. Entre las nuevas organizaciones que surgieron por entonces, destaca la Unión de Lucha Marxista-Leninista, un grupo demasiado teórico y excesivamente sectario de vida breve y muy poco conocido. Reproducimos el Programa Político que presentaron en octubre de 1982, con motivo de las elecciones legislativas de ese mismo mes y año en las que el PSOE obtuvo una amplia mayoría absoluta, nunca desde entonces superada, a costa de liquidar electoralmente al resto de opciones de la izquierda parlamentaria y extraparlamentaria. Ante esta disyuntiva, La Unión de Lucha Marxista-Leninista apostaba por la abstención de las clases populares.
Pegatina de la ULM-L, (Archivo La Alcarria Obrera)
 
La clase dominante ha convocado elecciones en una situación en que se amplía la crisis general de la dictadura democrático burguesa, de sus instituciones: partidos burgueses, parlamento, constitución, elecciones "libres", estatutos y "gobiernos" autonómicos, etc., en que ya las masas muestran su desconfianza, a veces su abierta hostilidad, hacia todo eso, que sólo hace unos años era generalmente aceptado y gozaba de amplias simpatías. Es muy significativa la crisis del PCE, instrumento principal para introducir en la clase obrera y el pueblo las simpatías hacia la democracia burguesa. En similar situación y por razones parecidas se encuentra la "izquierda revolucionaría". El PSOE, destinado por el gran capital a ganar el 28-O, lo va a lograr entre la indiferencia de amplios sectores que lo votan como "mal menor" sin hacerse ilusiones, Como partido, aunque aparentemente en auge, realmente es bastante débil, carece de respuesta a los principales problemas de nuestra época, no tiene organización en la base, es una burocracia por arriba, se ha desprestigiado mucho ya en las naciones oprimidas y, una vez en el gobierno, entrará en crisis con rapidez. Se inicia así una situación en que el gran capital empieza a carecer de instrumentos políticos para el control de las masas, lo cual favorece el auge de la revolución en el estado español y la aparición de fuerzas revolucionarias y marxistas-leninistas.
Esta crisis de los instrumentos políticos del capital en el estado español se sitúa en el marco general de la descomposición multilateral del sistema burgués, el occidental y el de capitalismo de estado en el este. El mundo se adentra en una época de crisis general del sistema capitalista, en lo económico, político, ideológico, artístico, etc. Es toda una civilización basada en la opresión y la explotación que se tambalea, exigiendo su transformación revolucionaria. Tras unas décadas de auge y estabilidad del sistema capitalista mundial, desde principios de los años 70, paso a paso, pero sin interrupción, el capitalismo se ha enredado en contradicciones insuperables, tal como Marx pronosticó ya en su época. Hasta hoy en décadas pasadas en los países imperialistas y capitalistas desarrollados, la revolución proletaria parecía una utopía imposible, desde hoy, la crisis general, la bancarrota política, ideológica y económica la hacen necesaria. Aunque este proceso apenas se ha iniciado y requiere aún un tiempo para madurar, pero, por ejemplo, la crisis de los partidos burgueses para obreros, como el PCE, es una prueba muy buena de cómo los tiempos están cambiando, de que entramos en una nueva época. Esto se hace aún más evidente en el estado español donde sus problemas particulares (militarismo, dependencia de USA, opresión nacional, problema agrario, etc.) hacen aún la situación más tensa y por tanto más preñada de esperanzas para los revolucionarios.
El PSOE va a ganar, por tanto, en un momento en que la forma actual de dictadura del capital, la democracia burguesa, inicia una crisis general. Hoy estamos en la fase de desconfianza y rechazo intuitivo de las masas hacia ella, en un futuro se pasará a su repudio total, enfrentamiento en la calle y extensión de la idea de que hay que derrocarla y conquistar la dictadura del proletariado. Precisamente ahora el capital pretende usar al partido de Felipe para matar en germen los primeros síntomas de un nuevo flujo de la lucha de masas.
Cinco años después de las primeras elecciones "libres" mucha gente modesta tiene, aunque sólo intuitivamente por ahora, un sentimiento vivo de que ha sido estafada, engañada y manipulada por el sistema democrático burgués y los partidos "obreros", PSOE y PCE, especialmente. Entre la juventud este estado de ánimo es dominante. Y las razones para ello son abrumadoras. Es la vida misma la que está mostrando la naturaleza hipócrita, opresora y mentirosa de la democracia burguesa y de los politiqueros mercenarios que la defienden. Se ha demostrado que en ella las masas no pueden resolver ninguno de sus problemas y que además en esta etapa de crisis general, todos se agravan. Por tanto, en ella no hay ni rastro de libertad ni democracia para el pueblo, mientras que los banqueros, multinacionales, generales, terratenientes, etc., imponen constantemente sus intereses. Luego hay libertad para el gran capital y para la gente modesta sólo hay opresión, explotación, marginación, hipocresía y mentiras odiosas: esto es exactamente la democracia burguesa, según el marxismo-leninismo.
Cuando el torbellino del militarismo y los preparativos de una guerra imperialista USA-URSS se desencadena, el sistema democrático burgués ha reforzado la vinculación de España al bloque imperialista Occidental, rearmando al ejército, ampliando la industria bélica, reforzando sus lazos con el imperialismo yanki, firmando nuevos tratados militares más vinculantes incluso, metiéndonos en la OTAN. Esto no es un problema del "gobierno de UCD" sino que es una política del estado burgués en su totalidad, de todos los partidos. Pero las masas no quieren militarismo y aquí han entrado en conflicto con el sistema democrático burgués.
Se prometió que la democracia burguesa iba a convertir a la policía en una institución al servicio del pueblo. Pero los hechos han mostrado que hoy sigue sirviendo a la burguesía, continúa con la represión del movimiento de masas, con las muertes, la tortura, la arbitrariedad, los apaleamientos salvajes de los que se resisten al capital y de los que se oponen a la opresión nacional. Se hicieron millones de promesas sobre las libertades, pero en la práctica hemos podido ver que sólo hay libertad de expresión para los ricos que monopolizan todos los canales de creación de la opinión pública y que la libertad de huelga, manifestación, reunión, etc., sólo puede ser ejercida cuando no perturba el orden burgués.
La democracia burguesa ha mantenido todo el sistema de dependencia política, económica, militar, cultural e ideológica hacia el imperialismo yanki. Los tratados militares que Franco firmó en 1953 por primera vez, han sido este año renovados por el sistema democrático burgués, con el apoyo de la derecha y la llamada izquierda. La deuda exterior se ha multiplicado por varios enteros en los últimos cinco años y la penetración de las multinacionales, pagos por asistencia técnica, compra forzosa de excedentes agrícolas yankis, etc., continúa creciendo. En este marco a nadie le puede extrañar que la miseria, mendicidad, hambre, chabolismo, prostitución, etc., crezcan con el aumento del paro, la inflación, los bajos salarios, la ruina de la pequeña burguesía (al ritmo de unos 50.000 al año) y la crisis de la agricultura. La democracia se instauró prometiendo trabajo para todos, prosperidad y bienestar: los hechos muestran la dimensión de esas mentiras.
A las naciones oprimidas por el estado español, Canarias, Cataluña, Euskadi y Galicia se las prometió el fin de su dominación española con la autonomía, que para los demagogos del PCE-PSUC eran nada menos que el derecho de Autodeterminación. Pero el paso del tiempo ha mostrado que su objetivo es "mantener la unidad indivisible de la nación española" por la fuerza, convirtiéndose en vehículo de la marginación y liquidación de las lenguas y culturas nacionales.
La democracia burguesa en su etapa inicial arrojó una tempestad de promesas sobre los campesinos. Eran los tiempos en que se hablaba sin parar de "reforma democrática de la agricultura", "ayuda al pequeño campesino", "industrialización de las zonas agrarias", "nueva ley de arrendamientos". "fin de la importación de excedentes" yanquis.
Ya han pasado cinco años ¿qué se ha hecho de toda esa pomposa charlatanería en la que el PCE y la "izquierda revolucionaria" se especializaron?, ¿dónde están las mejoras? Hoy como nunca la situación en el campo es tremenda y dramática.
En fin, todas las clases y sectores con problemas recibieron de los politiqueros demócratas-burgueses, y en particular del PCE, su cuota de promesas y mentiras, los jóvenes, las mujeres, los minusválidos, los intelectuales, la tercera edad, los gitanos, los parados… palabras, palabras. Y los hechos ahora muestran el abismo profundísimo que hay entre estos y la realidad.
El gran carnaval de la campaña electoral es una buena muestra de la nulidad, miseria y agotamiento político-ideológico del sistema democrático burgués en el estado español. Todos los partidos tratan a la gente como a un rebaño de ovejas, como a una gran multitud de tontos a los que hay que pastorear con frases vacías y consignas imbéciles (entre las que se lleva la palma la del PCE "para que nada se pare"). Con la fuerza que les da el dinero y el dominio del aparato estatal, los partidos burgueses y revisionistas están realizando una escandalosa ofensiva destinada a vender a la gente a los que los próximos años les engañarán y oprimirán en el parlamento. ¿Esto es la libertad y la democracia? Sí, libertad y democracia para la burguesía, opresión y dictadura para la clase obrera y el pueblo y muestra toda la verdad que contiene la frase de Lenin "toda democracia burguesa (es) una democracia para los ricos" (La revolución proletaria y el renegado Kautsky).
NO VOTAR
Puesto que en todo el estado español no hay ningún programa revolucionario al que dar el voto, nuestra organización propone no se entregue a opciones reformistas, o sea, NO VOTAR. Para la gente modesta son evidentes las razones para no votar a los partidos burgueses clásicos: AP, UCD, CDS, FN, etc. Tampoco vamos a detenemos en la crítica al nacionalismo burgués clásico PNV, CiU, EE, etc. Veamos por qué no hay que votar a la llamada izquierda.
El PSOE ha mostrado estos años pasados su naturaleza burguesa con el apoyo a la constitución de 1978, la monarquía, las autonomías, la dependencia de USA, el colonialismo en Ceuta y Melilla, la práctica habitual de la tortura, la represión por la policía burguesa de las movilizaciones de masas, etc. Con ello continúa la tradición de la matanza de Casas Viejas, de la traición de Casado, de la subordinación en los años 50 a la estrategia yanki de guerra fría, de la absoluta pasividad en la lucha antifranquista durante 40 años, del chovinismo españolista fanático (la LOAPA es la mejor prueba), etc., etc. Pero debemos estudiar serenamente su programa electoral.
Aparte algunas promesas electoralistas en las que nadie, ni ellos mismos, creen, como los 800.000 puestos de trabajo a crear (el ANE también prometió 350.000. Pero el paro ha crecido imperturbable al ritmo de mil por día) todo el programa del PSOE es, como ellos mismos dicen, una "racionalización" del aparato de estado, de las instituciones, del ejército y de la economía para adecuarlos a la nueva etapa de ahondamiento de la crisis y hacerlos más efectivos en el servicio a la clase dominante. No hay en él respuesta a un sólo problema importante de las masas. Su objetivo es, en frase de uno de sus líderes, "vertebrar por fin el estado democrático", o sea, fortalecer y consolidar la dictadura burguesa, mantener la opresión de Canarias, Cataluña, Euskadi y Galicia como naciones, preservar el poder de los terratenientes, la banca y las multinacionales en el campo, rearmar el ejército y ampliar la policía (repugna ver el militarismo que chorrea el programa), etc. El PSOE también ha prometido un referéndum sobre la OTAN, pero ¿lo hará? Aunque así sea y resulte negativo, eso no cambia la esencia de la dependencia y alianza militar con USA. Tierno Galván lo dice claramente, "los empresarios saben que (si gana el PSOE) no va a haber ninguna medida que esté orientada en contra de sus intereses" (D16, 13-9-82). Lleva razón el señor alcalde.
El PCE ofrece un programa no diferenciable en nada importante al del PSOE y basado como aquél en la consolidación y mejora de la dictadura democrático-burguesa, el reforzamiento del ejército y la policía burguesa, etc. Para demostrar que "está a la izquierda del PSOE" aumenta la fraseología electoralista hasta el millón de puestos de trabajo a crear, con el crecimiento en un 3-4 por 100 de la economía (esto es tan patético que no merece la pena contestarlo) y pide el derecho al aborto. Esto es todo, más el inevitable latiguillo de "socialismo en democracia y libertad".
La así mismo llamada "izquierda revolucionaria" vuelve a demostrar en esta campaña electoral su oportunismo de derechas y su crisis global. Su consigna clave es "la depuración del aparato estatal de los elementos fascistas", o sea, defienden un estado burgués levemente retocado y proponen se acepte la dictadura del capital con la condición de que se expulse a los más significativos elementos fascistas. Pero un estado así será una máquina de opresión de las masas, esencialmente idéntica al estado fascista.
La historia nos muestra la salvaje represión del movimiento obrero, campesino, de las nacionalidades y popular, que hizo la II República burguesa, de 1931. El marxismo enseña a rechazar todas las formas de poder burgués y a educar a la gente en la idea fundamental de que el objetivo de la clase obrera no es reformar el estado burgués sino destruirlo por la fuerza y crear otro nuevo de la clase obrera y el pueblo. La consigna "depuración" manifiesta el utopismo pequeño-burgués de quienes sueñan con una dictadura del capital menos cruel, menos salvaje, que la actual. Pero hoy en una etapa de crisis general eso es imposible. Lo mismo podemos decir de su demanda de "ruptura democrática". Aún con ruptura democrática el estado burgués sigue siendo eso: estado burgués, Esto, además, ahora es imposible de lograr, es lo que llamamos el reformismo utópico. Pero en una etapa de maduración de las condiciones objetivas de la revolución, de lento despertar de los avanzados, esas consignas antimarxistas impiden la preparación de las masas para las futuras crisis revolucionarias y atan a éstas a la esperanza de nuevas reformas a lograr sin revolución. En la actual etapa toda esa chatarra utópica-revisionista tiene que ser firmemente criticada. Casi todos los grupos trotskistas apoyan directa o indirectamente al PSOE: así demuestran lo que es el trotskismo, antimarxismo y reformismo burgués.
La "izquierda revolucionaria" se enfrenta a las elecciones en una situación difícil (en algún caso desesperada). No comprenden que se está dando un cambio de época, que está dejando en bancarrota su reformismo utópico y fraseológico. Sólo con una crítica de todo ello desde el marxismo-leninismo es posible la superación de su crisis. En resumen, como todas las opciones proponen preservar de un modo u otro la dictadura burguesa y con ello impiden que los problemas básicos de la gente sean resueltos, pues lo dicho: NO VOTAR.
UN PROGRAMA REVOLUCIONARIO
Para los marxistas las elecciones, aún en el caso de participar en ellas, no tienen como objetivo lograr la mayoría en el parlamento burgués y formar gobierno, porque sabemos que aún en ese caso no se tiene el control del aparato de estado (ejército-policía-burocracia), que sigue en manos de la burguesía. Por tanto no hay ninguna razón para ofrecer programas "realizables" y "posibles de cumplir". Las elecciones sirven para educar y organizar, para conquistar en el parlamento una tribuna desde donde llegar a nuevos sectores de masas. Nuestro programa no es "práctico", es revolucionario.
PODER DE LAS MASAS.- Destrucción del aparato estatal burgués y creación de otro, nuevo controlado directamente por la clase obrera y el pueblo, bajo dirección de la primera. Su principal tarea es ejercer la dictadura sobre la burguesía, los agentes de cualquiera de los bloques imperialistas, los reaccionarios y prevenir una agresión del imperialismo. Por ello la parte fundamental del estado revolucionario es el ejército y la milicia popular. En base a la dictadura sobre la reacción, las masas podrán gozar de libertades reales: de poder transformar el mundo en su totalidad según sus intereses de clase y transformarse a ellos mismos, de asociación, reunión, huelga, manifestación, de crítica a todos los niveles, de inmediata destitución de sus representantes, etc. Proponemos, por tanto, un sistema en que habrá dictadura para la burguesía y libertad para las masas. Estas ejercerán directamente el poder a través de Comités Revolucionarios elegidos en asamblea, que serán el único poder a nivel local y se organizarán hasta constituir una Asamblea Popular, máximo órgano de poder. Una constitución recogerá la legalidad revolucionaria de la dictadura del proletariado y el pueblo.
FUERA EL IMPERIALISMO YANKI.- Expulsión de los yankis y de los representantes de cualquier país imperialista. Fin de su presencia económica, política, militar, ideológica y cultural. Anulación de la deuda externa, el pago por royalties y la compra de armas. Dictadura sobre sus aliados internos. Cierre de las centrales nucleares. Expropiación sin indemnización de sus propiedades. Crítica de masas a su ideología, filosofía, arte y mentalidad. Unidad con todos los que en cualquier lugar luchan contra el imperialismo USA. No a la OTAN, a la entrada en la CEE ya los tratados militares con los EEUU. Denuncia de los aliados de los yankis, la China revisionista de Deng Hsiao-ping en primer lugar.
POR LA REVOLUCIÓN PROLETARIA MUNDIAL.- Frustrar los preparativos de guerra imperialista y el inicio de ésta promoviendo la revolución proletaria por todo el planeta y oponiéndose al pacifismo burgués humanista y lacrimógeno. Si estalla la guerra, proponer internacional mente la derrota del propio gobierno y trabajar para convertirla en guerra revolucionaria y ponerla fin con el derrocamiento de los imperialistas que la prepararon e iniciaron. Apoyo a la lucha de los pueblos oprimidos de El Salvador, Nicaragua, Palestina, Sudáfrica, y a la actividad de Sendero Luminoso en Perú, etc., contra el imperialismo yanki y de Eritrea, Afganistán, Camboya, Polonia, etc. contra el social-imperialismo de los revisionistas soviéticos. Solidaridad con las luchas de las masas en Europa y América del Norte y, en particular, con la clase obrera de la URSS, China, etc., hoy oprimida por sangrientas dictaduras fascistas de la burguesía burocrática.
Unidad internacional de los marxistas-leninistas para hacer frente unidos a la nueva época de crisis general del capitalismo. Hacia un Plan Común de Tareas Internacional. Solidaridad con los marxistas-leninistas chinos perseguidos por los revisionistas, con el PCm-l Chino y en especial con Chiang Ching, mujer heroica, de pie ante sus verdugos.
LIBERACIÓN DE LAS NACIONES OPRIMIDAS.- No a la LOAPA y a las autonomías, a éstas y a cualquier otras en el marco del estado burgués-español. Derecho a la Autodeterminación para las cuatro naciones oprimidas por el estado español del gran capital, entendido como derecho a la separación completa y a la independencia. Cada una de las naciones oprimidas tendrá su propio aparato estatal. La clase obrera de la nación opresora (España) garantizará, si es necesario por la fuerza, el ejercicio libre del derecho a la separación. Completa recuperación de las lenguas nacionales hasta ser dominadas por todos los habitantes de cada nación y hacerse de uso habitual en todas las actividades de la vida. Lo mismo para las culturas nacionales. Reunificación e independencia de Euskadi y Cataluña, una vez triunfante la revolución en el estado español y francés. Fin de la dominación neo colonial sobre Guinea y la presencia colonial en Ceuta, Melilla, etc. Anulación de toda la deuda de las naciones dependientes con bancos y empresas españolas, así como con el estado burgués español. Reconocimiento de la RASD. Fuera el imperialismo inglés de Gibraltar. Unidad del proletariado de todo el estado español sobre la base del reconocimiento del derecho a la separación, de la lucha contra el chovinismo españolista y, secundariamente, de la crítica al nacionalismo pequeño-burgués de las naciones oprimidas.
ECONOMÍA SOCIALISTA PLANIFICADA.-Expropiación sin indemnización de los medios de producción hoy en manos del gran capital y creación con ellos de un sector de Economía Socialista Planificada, dirigente y dominante, que funcione de acuerdo a un Plan común sobre la base de la anulación de la ley capitalista de la ganancia máxima, la restricción de la ley del valor, la liberación de la fuerza de trabajo de la categoría de mercancía que tiene en el capitalismo y del fin de la anarquía de la producción. La economía funcionará para servir a los intereses inmediatos y finales de las masas, no para producir beneficios. Se pondrá la política en el puesto de mando y la economía funcionará sobre la base de la política revolucionaria. Será eliminado el paro y reducida progresivamente la jornada de trabajo para liberar a las masas de su esclavizadora dependencia de la producción y permitirlas participar activamente y dominar toda la vida social, la lucha de clases, la ciencia, el arte, la filosofía, etc., a fin de superar de una vez por todas la raíz más profunda de la división en clases, la: división del trabajo manual-intelectual. Así se sentará la base para el surgimiento de un ser humano total, liberado de la mutiladora división del trabajo, del embrutecimiento secular, de la subordinación esclavizante a las máquinas, la producción y el capital.
REVOLUCIÓN AGRARIA.- Expropiación sin indemnización de los latifundios que pasarán a ser trabajados por los obreros agrícolas y campesinos con pocas tierras del modo que decidan libremente. Dedicación de 1/3 del ingreso estatal al campo para superar lo antes posible el tremendo abismo agricultura/industria creado por el capitalismo. Industrialización y mecanización racional, sobre esa base, del agro. Los arrendatarios y aparceros pasarán automáticamente a ser propietarios de las tierras que trabajan, sin indemnización. Anulación total de la deuda agraria. Fin de las importaciones de excedentes agrícolas. No a la entrada en la CEE. Ayuda y reconversión planificada y voluntaria de los pequeños propietarios. Industrialización de las regiones agrarias, ruralización de las ciudades. Retorno voluntario de los jóvenes al campo. Lucha para eliminar la supremacía y privilegios de la ciudad sobre el campo, para superar la contradicción campo-ciudad. Lucha de masas contra la contaminación, desertización y destrucción de la flora y la fauna. Creación de Comunas Populares en donde se integre armónicamente la agricultura, la industria y el poder directo de las masas, gérmenes de la futura sociedad comunista.
LIBERACIÓN DE LA MUJER.- Reconocimiento de la opresión específica de la mujer, como miembro de las clases explotadas y como mujer, doble opresión que la revolución proletaria tiene la tarea histórica de superar. Incorporación masiva de las mujeres a la lucha de clases, la lucha por la producción y la experimentación científica. Fin de su esclavización en el hogar del matrimonio monogámico. Progresiva extinción del matrimonio monogámico (hasta su total desaparición en el comunismo), centro de la opresión de la mujer y los hijos por el hombre. Eliminación de la prostitución y la pornografía. Creación de un concepto totalmente nuevo de la sexualidad con la extinción de la propiedad privada, las clases y el estado. Lucha de masas en el plano ideológico para superar en cada mujer y hombre la herencia en este tema de 10.000 años de prejuicios, mentiras y sufrimientos sin cuento. Movilización del arte para crear un nuevo concepto del amor sexual. Lucha de masas contra el feminismo burgués, que pretende marginar a las mujeres de los grandes problemas de esta época de revolución, para limitarla al trío anticonceptivos-aborto-divorcio. Sin liberación de la mujer no habrá revolución.
REVOLUCIÓN EN LA EDUCACIÓN.- Desarticulación completa de todo el sistema de enseñanza burgués, fin de su consecuencia principal, la represión de la capacidad creadora y la creación de robots obedientes a los explotadores. Completa destrucción de sus métodos: separación entre la enseñanza y la vida, entre los que piensan y los que ejecutan, fin de la repetición mecánica, la autoridad indiscutible del profesor, los textos y los programas, los exámenes y las notas, la competición y el fomento con ello del arribismo personal y el desprecio por la verdad. Unidad entre el saber y las masas. Fin de la universidad como una institución ajena a la producción y la lucha de clases. Transformación de los intelectuales: los educadores deben ser educados y transformación de las masas.
REVOLUCIÓN IDEOLÓGICA.- La clase obrera lucha por transformar la economía, tomar el poder, abolir las clases, pero todo ello tiene como objetivo crear seres humanos nuevos, radicalmente distintos a los nacidos en las sociedades de clases: Ello exige una revolución en la ideología. Se creará un arte nuevo, con una teoría proletaria de las artes. Es necesaria una revolución que libere a las masas de todo el pasado de lógica formal, idealismo e irracionalismo y que establezca firmemente el materialismo dialéctico como instrumento de pensamiento habitual para millones v millones de seres humanos. Hay que someter a crítica la herencia nefasta de Platón, la mentalidad judeo-cristiana, la escolástica, el irracionalismo nietzscheano, el positivismo lógico, el materialismo burgués, etc. Es imprescindible una transformación radical en el uso del lenguaje. Hay que llevar hasta el fin la lucha contra el individualismo burgués y la filosofía del "yo primero".
LA JUVENTUD EN PRIMERA FILA.- En la dictadura del proletariado para llevar la revolución hasta el fin es imprescindible que la juventud obrera y popular se sitúe en la vanguardia de la lucha contra lo viejo.
CONTINUIDAD DE LA REVOLUCIÓN BAJO LA DICTADURA DEL PROLETARIADO.- Dado que el marxismo demuestra cómo en el seno mismo del socialismo y especialmente en el interior del partido de vanguardia del proletariado surge, tras tomar el poder, una nueva burguesía regresiva, que pretende disputar el poder a las masas, es necesario continuar la revolución socialista bajo la dictadura del proletariado, poner la política y la lucha de clases en el puesto de mando y luchar ininterrumpidamente hasta el comunismo. Incluso aquí continuará la lucha y la tensión entre lo viejo y lo nuevo y lo correcto y lo erróneo. Despojándonos de toda mentalidad religiosa y reaccionaria sobre "paz y estabilidad" estamos preparados para luchar siempre, luchar sin fin, haciendo de la lucha, de la transformación ininterrumpida de la naturaleza, la sociedad y los seres humanos, el único fin.
LA VIOLENCIA COMO PARTERA DE LA HISTORIA.- Mucho nos gustaría hacer estas transformaciones por métodos pacíficos, pero sabemos muy bien que las clases explotadoras nunca se resignan a ser derrocadas pacíficamente y que siempre acuden a la violencia para mantener sus miserables privilegios contra la inmensa mayoría. Por ello, la inmensa mayoría tiene el deber, y el derecho, de conquistar el poder por la fuerza armada, porque la fuerza es el único lenguaje que en definitiva entienden los explotadores.

25 de noviembre de 2011

El cooperativismo según Joan Ventosa Roig

Joan Ventosa i Roig fue un científico catalán, era farmacéutico e ingeniero agrícola, que dedicó toda su vida a la defensa y difusión del cooperativismo obrero, convencido de que era la solución más adecuada para la llamada cuestión social, aunque hoy en día ya nadie defiende una dimensión política del cooperativismo. Vinculado al republicanismo catalanista, primero en la línea del Partido Republicano Federal y más tarde en la Esquerra Republicana de Catalunya, fue alcalde de su localidad natal (Vilanova i la Geltrú), diputado a Cortes y compromisario en la elección de Azaña como presidente de la Segunda República. Pero destacó sobre todo como presidente de la Federación de Cooperativas de Cataluña y de la Federación Nacional de Cooperativas de España, labor en defensa del cooperativismo que prosiguió durante su exilio en Francia y en México. En 1918 escribió un librito, Las cooperativas obreras, del que reproducimos su último capítulo.
Obreros harinera de S. Martín de Provensals, 1890 (Archivo La Alcarria Obrera)

Conclusión
Los impacientes, los que todo lo fían a lo imprevisto, creen posible la transformación de la Sociedad en veinticuatro horas. El camino señalado por el Cooperatismo lo encuentran demasiado largo; el trabajo constante de cada día en pro de un ideal de emancipación, lento y pesado.
Dicen que las cooperativas no resuelven ningún problema; que tratan de convertir al obrero en propietario, perpetuando de esta manera la explotación del hombre por el hombre. Esta acusación, que podría tener algún fundamento aplicada a las cooperativas individualistas, sobre todo a las de producción, ya hemos visto que es completamente gratuita por lo que a cooperativas colectivistas o mixtas se refiere, pues en éstas no es el individuo, sino la colectividad la que se convierte en propietaria.
Este prejuicio tiene por origen la confusión en que incurren los que creen que para la emancipación del proletariado es indispensable la destrucción del capital, cuando en realidad, si por capital entendemos el conjunto de riquezas acumuladas y destinadas a la producción de otras nuevas, lo que se impone no es su destrucción, si no su socialización o sea su transformación de individual en colectiva, haciendo que de sus beneficios se aproveche la Humanidad entera y no una pequeña minoría como en la actualidad.
Ciertamente, el camino que el Cooperatismo sigue para llegar a este fin, es largo; pero en cambio sus resultados son seguros y hoy, tras una experiencia de más de cincuenta años, podemos proclamar muy alto que los resultados superan con exceso las previsiones más optimistas.
No tenemos sino que comparar los magníficos frutos que ha dado la Cooperación, con la obra de los que proclaman la violencia sistemática como medio único de emancipación. Después de pasar cerca de un siglo hablándonos de la revolución social, encuéntranse en la actualidad casi en la misma situación que al principio, mientras el Cooperatismo, sin armar ruido, mina lentamente la base de la sociedad capitalista y prepara un porvenir de Libertad y Justicia.
No una, sino muchas revoluciones serán probablemente necesarias para llegar a la completa emancipación del proletariado, pues los privilegiados no abandonarán sus posiciones sin una defensa encarnizada. Pero a pesar de todas las revoluciones, la organización capitalista subsistirá mientras no exista otra mejor capaz de sustituirla, pues si así no fuera, la revolución, en lugar de impulsamos al progreso, nos haría caer nuevamente en la barbarie.
¿Es posible encontrar fuera del Cooperatismo esta organización mejor? Creemos firmemente que no, pues aceptando que algún día los municipios o el Estado se incautaran de todos los medios de producción, unos y otros no serían otra cosa que cooperativas, más o menos extensas.
Los enemigos de todo progreso, los que se encuentran perfectamente dentro la actual Sociedad fundada sobre el privilegio y la injusticia, también se llaman amigos de la Cooperación y fundan incluso cooperativas, cuando encuentran un núcleo de obreros dóciles a sus imposiciones, pero despojándolas de su esencia democrática. Es que estos individuos conciben únicamente las cooperativas como una tienda más, donde se expende pan y arroz; para ellos son como un pasatiempo para que el obrero se distraiga de su lucha contra el capital y de sus ansias de dignidad política, mientras que para nosotros las cooperativas son la fragua donde se forja la Sociedad futura, la escuela donde los desheredados aprenden los secretos de la economía social, donde adquieren los conocimientos y la práctica necesaria para administrar los municipios y el Estado.
No tenemos que incurrir tampoco en la exageración de creer que basta con encerrarnos dentro las cooperativas para lograr el triunfo de nuestros ideales de Libertad y Justicia, pues correríamos el peligro de morir asfixiados. A medida que el Cooperatismo vaya adquiriendo fuerza y que los cooperatistas se capaciten de su misión, los que sientan amenazados sus intereses procurarán cerrarnos el camino.
Como todas las instituciones democráticas, la Cooperación necesita libertad para desarrollarse y progresar, y por eso los cooperatistas no podemos desentendernos de las luchas políticas, pues somos los primeros interesados en que la organización del Estado sea lo más liberal y justa posible.
De la misma manera, los obreros cooperatistas deben ser los primeros en ingresar en los sindicatos, dispuestos a trabajar con entusiasmo por su mejoramiento económico y moral inmediato, contribuyendo al mismo tiempo a desvanecer los prejuicios que frecuentemente existen en los mismos contra la Cooperación.

Nota: El ejemplo de Rusia creemos que es concluyente. Difícilmente se concibe una revolución social más completa que la realizada en aquel país, y no obstante la indiscutible capacidad de sus directores, después del fracasado ensayo de socializar la riqueza, por mediacn del Estado, el Cooperatismo se ha presentado como solución única de! problema social, hasta el extremo de que Lenin, pocos meses antes de su muerte, decía que la salvacn de las conquistas revolucionarias, dependía de la rápida cooperatización del pueblo. Así las cooperativas de consumo que en un principio fueron transformadas en meros organismos burocráticos de distribución, gozan hoy de libertad plena y son objeto de toda preferencia y protección.

24 de noviembre de 2011

OCE (Bandera Roja) ante las elecciones de junio de 1977

En diciembre de 1976 se celebró el Referéndum para la Reforma Política que convocó Adolfo Suárez para tomar la iniciativa e intentar encauzar la voluntad de libertad de un número creciente de españoles. Si la oposición antifranquista fue capaz de abortar la maniobra continuista de Carlos Arias Navarro, la alta participación en el Referéndum de 1976 puso de relieve las limitaciones de la oposición, que propuso la abstención activa en esa convocatoria. Para los sectores más a la izquierda del espectro político hispano se abría una etapa de dura lucha social para no quedar descolgados del proceso de cambio político y, al mismo tiempo, ganar la partida al reformismo más ramplón con el que ya coqueteaban sectores de la oposición. La Organización Comunista de España (Bandera Roja) optó por preparar una coalición electoral con la República como eje vertebrador, tal y como se aprobó en la siguiente resolución de su Comité Central.
Pegatina Juventud Bandera Roja, 1982 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
I. LA CONTRAOFENSIVA DEL GRAN CAPITAL: INSTITUCIONALIZAR LA MONARQUÍA.
La principal característica del momento actual es el lanzamiento de la contraofensiva del gran capital para dar salida a la crisis general del franquismo y reorganizar bajo nuevas formas su Estado.
Los objetivos de la contraofensiva son: a) la instauración de un fuerte régimen autoritario, de democracia limitada basado en la institucionalización de la Monarquía, gestada por el franquismo; b) la formación de un nuevo bloque burgués que amplíe la base de sostén de la nueva Monarquía; c) el debilitamiento y división de las fuerzas obreras y populares; y d) la subordinación general de España al imperialismo americano gracias a la entrada en la OTAN y en el Mercado Común.
Los instrumentos para dicha contraofensiva son el Referéndum, la convocatoria a elecciones a las Cortes monárquicas, y por último las elecciones municipales, sin previas libertades políticas.
Política que cuenta con el apoyo general del conjunto de los países capitalistas, y especialmente de los EE.UU.; y cuya primera preocupación ha sido apoyarse en los dos puntales tradicionales del franquismo: el Ejército y la jerarquía eclesiástica. En este sentido ha sido significativa la política del general Gutiérrez Mellado al frente del Ejército, consistente en impedir la actividad política en su seno (lo que indica el intento de volver a convertirlo en ciego aparato represivo de la Monarquía del gran capital), y en la represión iniciada contra las organizaciones de los soldados (comités de soldados).
La instauración de un fuerte régimen autoritario que, bajo ciertas formas democráticas, garantice los intereses del gran capital y su política de integración superior en la cadena imperialista, es el objetivo central de la contra-ofensiva. Si la crisis del franquismo como resultado de la ofensiva obrera y popular, y la muerte del dictador obliga a la burguesía a reorganizar su Estado bajo nuevas formas, no cabe ahora olvidar que el franquismo no fue la Dictadura de un hombre, sino la más dura dictadura de toda una clase -la burguesía financiero-monopolista- sobre el conjunto del pueblo. Y es de nuevo el gran capital quien hoy lanza esta contraofensiva, disfrazándola en bellas palabras democráticas, porque necesita ampliar sus alianzas con los otros sectores de la burguesía y confundir al conjunto de las fuerzas populares.
Las bases del nuevo régimen autoritario que asegure sus intereses en la etapa post-franquista son:
- la institucionalización de la Monarquía como cabeza del nuevo Estado. Para ello hereda buena parte de los poderes de la Jefatura del Estado que disfrutaba Franco, asume el mando supremo del Ejército, y queda fuera del control democrático de la población. Podríamos decir que es la pieza clave del nuevo régimen, el instrumento fundamental y la garantía final de la política del gran capital.
- la instauración de unas formas democráticas limitadas. Las Cortes monárquicas compuestas de Senado y Congreso serán la base de la nueva democracia. El Rey elegirá directamente a una quinta parte de los miembros del Senado, al presidente de las Cortes y al del Consejo del Reino. Sólo serán legalizadas las fuerzas políticas que acaten la Monarquía y su régimen. Las elecciones se harán sin previas libertades políticas. Los derechos nacionales y regionales no son reconocidos.
Como puede verse unas y otras instituciones buscan asegurar el control absoluto de la burguesía sobre el conjunto del Estado, e impedir al máximo la intervención política autónoma obrera y popular. De hecho se trata de un régimen transitorio. En el periodo en que nos encontramos de grave crisis estructural del sistema capitalista-imperialista tal régimen o bien se endurecerá, aun más, frente a la continuidad de la ofensiva obrera y popular que hará frente a los efectos de la crisis (paro, inflación, agravación de la crisis del campo); o bien las fuerzas populares conseguirán romper esta falsa democracia liquidando los restos franquistas que sobreviven para imponer formas democráticas más abiertas a la intervención popular -la República- que permita mejorar las condiciones de vida y trabajo de las masas y avanzar hacia el Socialismo.
Pero lo decisivo es delimitar los pasos de esta contraofensiva del gran capital para hacerle frente y derrotarla políticamente. Estos pasos son tres:
1.- La campaña del Referéndum, que tiene por objetivo el reforzar el papel central de la Monarquía y de su Gobierno para negociar en condiciones de fuerza con los partidos democrático-burgueses y reformistas su participación en el marco ya establecido de la nueva democracia limitada. El Referéndum ha sido planteado según las más ortodoxas fórmulas dictatoriales y como una amplia campaña demagógica que confunda las ilusiones democráticas de la población para encerrarlas en el estrecho callejón de las futuras Cortes Monárquicas.
Su eficacia en este sentido ha sido indudable pues ha conseguido la inhibición de los partidos democrático-burgueses y la abstención formal de los partidos reformistas; y hablamos de abstención formal porque esta no ha consistido en el rechazo de la democracia limitada de la monarquía, sino que al contrario ha presupuesto su aceptación, por lo que la abstención sólo consiste para tales partidos en un acto de fuerza para negociar en mejores condiciones con el Gobierno su participación en las próximas elecciones a Cortes.
2.- La convocatoria de elecciones a las Cortes Monárquicas, Marzo-Junio, que tiene por objetivo el consolidar formalmente la Monarquía bajo la apariencia de las nuevas instituciones pseudo-democráticas. Es la primera gran batalla política de la Monarquía y para ganarla no dudará en hacer todo tipo de concesiones que no atenten al respeto y aceptación de la Monarquía y sus instituciones. Será alrededor de las elecciones que se estructura el nuevo bloque burgués con el beneplácito de las fuerzas reformistas.
Las elecciones abrirán, por primera vez en España desde la guerra civil, una gran campaña de propaganda política e ideológica entre toda la población cuyos efectos serán el de una rápida y confusa politización de todo el pueblo que abrirá condiciones nuevas y superiores para la misma intervención de la política proletaria. Deberemos aquí tener en cuenta que la política de los partidos democrático-burgueses y reformistas esconderá minuciosamente su sumisión a la democracia limitada de la Monarquía para lanzarse a una verbal demagogia democrática y aún socialista.
3.- Las elecciones municipales, previsiblemente convocadas en Junio-Diciembre, que tienen por objetivo el asegurar el funcionamiento de la nueva democracia monárquica  mediante el intento de integración de ciertas aspiraciones populares inmediatas en el marco de las nuevas instituciones. Será la segunda gran batalla de la Monarquía y sin lugar a dudas la más dura pues, la naturaleza más inmediata de las aspiraciones que deben resolver las instituciones locales, las hacen mucho más sensibles a la intervención de las masas en este proceso de gran confusión y demagogia política y facilitan una mayor influencia de las fuerzas populares.
II. CAMBIO GENERAL DE LAS ALIANZAS. HACIA UN NUEVO FRENTE REPUBLICANO.
Hace ya varias semanas que la OCE explicaba en el Bandera Roja el pacto que se estaba gestando entre el Gobierno y los principales partidos democráticos burgueses y reformistas. ¿Quién puede dudar hoy de la verdad de nuestras afirmaciones? Nuestra Organización denunció desde el primer día la constitución de la Coordinación Democrática y de la Plataforma de Organismos Democráticos como instancias de negociación y subordinación a la Monarquía franquista, como formulas demagógicas por encubrir su renuncia a la defensa de los intereses del pueblo, intereses manifestados repetidamente en las movilizaciones de las masas, y que pueden sintetizarse en:
- plenas libertades políticas para el pueblo, amnistía total y disolución de los cuerpos represivos del franquismo, mediante el establecimiento de un Gobierno Provisional Democrático.
- mejora de las condiciones de vida y trabajo de las masas.
- derecho de autodeterminación de las nacionalidades. Establecimiento de regímenes de autonomías nacionales y regionales.
- reforma agraria.
- independencia respecto a los bloques imperialistas
La contraofensiva del capital ha roto la llamada oposición democrática en tres grandes sectores: los partidos democrático-burgueses (Democracia Cristiana, Liberales y Socialdemócratas), los partidos reformistas (PSOE, PSP, FPS, PCE, y el PTE y MCE en fuerte degeneración reformista) y los partidos obreros y populares radicales (en configuración, está integrado de momento por fuerzas obreras y populares como ORT, LCR, OICE, por fuerzas nacionalistas radicales KAS, PSAN, UPG y por la OCE (BR)).
Los primeros aceptan las reglas del juego de la monarquía si bien aspiran a un sistema democrático superior. Ven la democracia limitada como un periodo útil para organizarse mejor mientras la represión se abate sobre el movimiento obrero y popular. Los segundos aceptan el mando de la monarquía autoritaria como un primer paso, confiando en ir ensanchando su base de intervención y de participación en el mismo Poder de forma progresiva, mediante una política de constante presión desde la acción de las masas, orientada siempre hacia la reforma y ampliación del actual marco pseudodemocrático en la perspectiva de lo que llaman una democracia avanzada.
Una línea separa el campo de las fuerzas reformistas y oportunistas (posibilistas) del campo de las fuerzas que mantienen una política de autonomía y defensa de los intereses populares y obreros. Línea que divide el campo de los que aceptan el juego de la Monarquía, y por lo tanto se preparan ya desde ahora para participar en las elecciones de las Cortes Monárquicas, del campo de las fuerzas que rechazan el sistema de democracia limitada de la Monarquía, rechazan las elecciones a Cortes y orientan toda su política en la desestabilización de la Monarquía y la imposición de la República.
Fruto de esta división vamos a asistir a una profunda remodelación de las fuerzas políticas, con importantes trastornos en su interior. En general podemos ver que cada partido tiene ya trazado su campo de intervención, pero es indudable que sus miembros no están plenamente homogeneizados por lo que asistiremos a grandes crisis y reorientaciones de algunos partidos; y, cómo no, a coincidencias entre partidos enfrentados hasta ahora por cuestiones de matices o de tipo organizativo que, en la actual situación, tenderán a fusionarse a corto o medio plazo (así se ve ya la tendencia de los oportunistas hacia el reformismo).
Es pues necesario que el proletariado, bajo la iniciativa de su vanguardia comunista, sea capaz de estructurar, una nueva política de alianzas que partiendo de lo inmediato una a todo el pueblo tras una alternativa política, Y esta alternativa solo puede ser una: la lucha por la República.
Ciertamente nuestro objetivo es el Comunismo, y para ello la tarea principal en que estamos empeñados es el avance hacia la Revolución Socialista. Pero avanzar en tal dirección no es un deseo, ni una opción subjetiva, sino un proceso continuado cuyo primer paso consiste en romper la actual política del gran capital de recomponer el Bloque burgués y consolidar la Monarquía. Nuestro objetivo hoy es enfrentar al conjunto del pueblo, unido a los objetivos que antes hemos reseñado contra la Monarquía. Nuestro objetivo es imponer un régimen de plenas libertades políticas para el pueblo, y esto hoy solo tiene un nombre: instaurar la Republica.
Por lo tanto se trata de articular la más amplia unidad de acción alrededor de cada uno de los puntos antes citados y que podríamos decir forman el programa de la República, uniéndolos con la única perspectiva real de su consecución: el derrocamiento de la monarquía y la imposición de la República Democrática. A esta política de unidad del pueblo en torno a sus intereses inmediatos le damos un nombre: construir el Frente Republicano, primer paso de la Unidad Popular.
III. COMO CONSTRUIR EL FRENTE REPUBLICANO EN LA BATALLA CONTRA LA MONARQUÍA. AVANZAR HACIA LA HUELGA GENERAL POLÍTICA, PREPARAR UN FRENTE ELECTORAL REPUBLICANO PARA LAS ELECCIONES MUNICIPALES.
Una visión inmediatista y superficial, ocasionada por el peso de la propaganda oficial y de los partidos burgueses, tiende a considerar que la victoria de la Monarquía es un hecho, y que solo cabe adaptamos a la nueva situación. Jugar a lo que es posible, y
esperar mejores tiempos.
El derrotismo, el oportunismo y el posibilismo son la expresión clásica del pensamiento y práctica pequeño burguesa de la desconfianza en las masas y en la fuerza autónoma del proletariado. Es pues la hora del derrumbe de los idealismos y del falso verbalismo revolucionario.
La realidad es muy distinta. Tras el aparente avance arrollador de la política del gran capital aparecen grandes vacíos y nuevas contradicciones. Ninguno de los grandes problemas que atraviesa nuestro pueblo es abordado por la Monarquía. Ni la crisis económica, ni las autonomías nacionales y regionales, ni la mejora de las condiciones de vida y trabajo de las masas (el paro, salario suficiente, enseñanza gratuita, vivienda digna, etc.) ni la reforma agraria que rompa la actual crisis general que atraviesa el campo, ni la independencia nacional de los bloques imperialistas, tienen ninguna respuesta.
¿Quién podrá controlar la utilización que harán las masas del régimen de semi-libertad, ¿cuál será el resultado de la gran campaña de politización? cómo limitar por un largo periodo de combatividad de un pueblo que ha encontrado su identidad en la dura lucha contra el franquismo? Nada está decidido. Ciertamente la Monarquía con la colaboración, no exenta de profundas contradicciones y tensiones, de las fuerzas reformistas puede conseguir una primera victoria con las elecciones a Cortes y la inauguración de su "democracia limitada", pero ¿y luego?
¿Cómo abordaran dichas Cortes, controladas por la fuerza del gran capital -Alianza Popular, Partido Popular y Democracia Cristiana- la resolución de los problemas del país? ¿Cómo actuaran el PSOE y el PCE atados de manos y pies entre sus compromisos en las Cortes y los anhelos del pueblo constantemente reprimidos? ¿Cómo responderán las masas al descubrir la ineficacia de la democracia limitada, al desenmascararse la Monarquía como instrumento al servicio exclusivo del gran capital?
Corresponde a los comunistas trazar una Táctica precisa, capaz de incidir en tales contradicciones, de forma que permita a la clase obrera y al pueblo recuperar la ofensiva política para romper en añicos los proyectos reformistas del gran capital.
Esta Táctica tiene dos líneas de ejecución: preparar la Huelga General Política y estructurar un Frente Electoral Republicano para las elecciones municipales.
El avance hacia la Huelga General Política corresponde a una línea de radicalización paulatina de las luchas obreras y populares, como consecuencia de los efectos de la larga crisis económica que atravesamos, que en un marco de activa lucha política general tenderá a endurecerse fusionando los intereses económicos, sociales y políticos de las masas. Por el momento está claro que tal línea de avance no vendrá dada por la opacidad de las organizaciones sindicales y políticas para concertar su acción y llamar unitariamente a la movilización general: sino como resultado del incremento de la combatividad de las masas y de su propia autoorganización que pone en marcha día a día a nuevos contingentes de trabajadores y que lleva hacia su generalización.
Se trata pues de centrar nuestra política en el apoyo a todas las luchas obreras y populares, de darles un contenido político a partir de las características propias de cada combate, de hacer descubrir día a día a los trabajadores a través de la experiencia de su combate el carácter instrumental de la Monarquía al servicio del gran capital, como simple instrumento para perpetuar la explotación y opresión sobre los trabajadores.
Los comunistas debemos trabajar con el mayor ahínco posible en el avance y apoyo de este proceso para que conduzca hacia la Huelga General Política y facilite constantemente la denuncia del nuevo régimen del capital sin sectarismos, con entrega solidaria, de forma que facilitemos su desarrollo objetivo sin vacilaciones ni temores.
Junto a estas líneas debemos poner todas nuestras fuerzas en la plasmación de un nuevo tipo de alianzas en el seno del pueblo que partiendo, como ya hemos dicho de lo inmediato, haga frente a cada paso de la contraofensiva institucional del gran capital.
Debemos ser rigurosos y audaces en tal política en el sentido de entender cuáles son los aspectos decisivos en cada batalla. La batalla más dura en el enfrentamiento político-institucional serán las elecciones municipales. Porqué son las que sin suponer una aceptación del régimen monárquico enlazan más directamente con las aspiraciones inmediatas de las masas, y por su propia naturaleza se resuelven en términos geográficos más delimitados en la composición de clase de cada distrito o población. Aunque desde ahora mismo deberemos ser el máximo de audaces, lo que exigirá una gran capacidad de intervención entre las masas, sorteando y provocando los límites de la "democracia monárquica".
La batalla del Referéndum tanto por su precipitación como por su irrelevancia institucional ya que no decidía nada en realidad pues todo estaba ya decidido de antemano, era de hecho la menos importante, y su función era preparar la batalla siguiente de boicot a las elecciones a Cortes.
La batalla de las elecciones a Cortes es muy importante. Porque dividirá definitivamente el campo de las fuerzas reformistas del campo de las fuerzas obreras y populares autónomas. Y porque en su curso debe permitir crear el nuevo frente de alianzas que caracterizamos como un Frente Republicano. Si bien en esta batalla deberemos seguir dos ejes de actuación, el establecimiento de alianzas republicanas que antepongan en el seno de las masas la conquista de la República frente a la consolidación de la Monarquía, política que puede ampliarse tácticamente con aquellas que estén simplemente por el boicot a las elecciones a Cortes; y el apoyarse en la máxima movilización obrera y popular que facilite la mayor concienciación de las masas ante la lucha política.
La campaña de boicot a las elecciones a Cortes, exigirá una gran concreción de los programas políticos y medios para realizarlos, y en este sentido facilitará enormemente el debate político entre las masas y la defensa de la República y de su programa inmediato. Es el momento de formar en todas las ciudades, provincias, nacionalidades y regiones Plataformas Republicanas (¿Unión de Republicanos?) en las que se coordinen los partidos, fuerzas y personalidades que hagan de la República la base de su programa y montar desde tales plataformas la campaña general por el boicot a las elecciones.
Deberemos prestar gran atención y asegurar una intervención decisiva en las instancias democráticas unitarias de algunas zonas como la Asamblea de Catalunya o la Asamblea del País Valencia, que se romperán en tal proceso, debiendo ganar al sector más radical para la política republicana, sea reconvirtiendo tales Asambleas en Plataformas Republicanas, sea atrayéndonos a las fuerzas populares y nacionalistas a dichas Plataformas.
Para su eficacia, la formación de tales plataformas republicanas deberá ir acompañada de la formación de Grupos Republicanos en cada barrio, pueblo, empresa o centro estudiantil que difundan entre las masas tal política, y permitan encuadrar el enfrentamiento obrero y popular contra la Monarquía y su política al servicio del gran capital] y del imperialismo americano, y que se coordinen en las Plataformas de cada ciudad o comarca.
En el desarrollo del Frente Republicano deberemos contar sobre todo con las fuerzas obreras y populares que mantienen su autonomía política, con las fuerzas nacionalistas o regionalistas radicales, con la base combativa encuadrada aún en partidos reformistas u oportunistas, y con amplios sectores de la vanguardia obrera, popular y estudiantil.
Entendiendo que la estructuración propiamente del Frente Electoral Republicano corresponderá, posiblemente, a la preparación de la siguiente batalla de preparación de las elecciones municipales, en la que deberemos hacer converger las bases y plataformas de lucha por la República, con el descontento obrero y popular tras el desenmascaramiento del papel de las Cortes Monárquicas.
IV ANTE UN LARGO PERIODO DE CRISIS POLÍTICA Y DE DUROS COMBATES DE CLASE
Entramos en un periodo nuevo de lucha política abierta en la que de momento deberemos saber combinar la intervención directa y abierta de nuestra Organización en el seno de las masas con el mantenimiento de la clandestinidad de nuestros aparatos y organización. Aprovechando a fondo todas las nuevas posibilidades de la democracia limitada.
Como analizaban las resoluciones de nuestro II Congreso nos encontramos ante una prolongada crisis político-social de difícil salida a corto plazo por los efectos generales de la crisis imperialista. Situación de duros combates de clases, en que ninguna batalla determina la victoria final del combate por el momento.
Veamos antes como la misma contraofensiva del capital se plantea sólo en el terreno de las instituciones, pero olvida la resolución de los problemas cruciales del país, problemas de difícil solución por su coincidencia en la crisis capitalista que planea encima nuestro y cuyas consecuencias y gravedad son aun imprevisibles.
La lucha política, como expresión de la lucha de clases, es como una encarnizada guerra donde sólo una visión general del combate puede asegurar la victoria final. En una guerra lo fundamental no es ganar todas las batallas, sino el saber sacar provecho de las derrotas y prepararse para las batallas decisivas, el saber combinar los ataques y el reagrupamiento de fuerzas, el hostigamiento del enemigo y la lucha frontal.
El proletariado y el pueblo no están hoy en condiciones de vencer en la batalla de las elecciones a Cortes, porque ya el Gobierno se ha preocupado de limitar la intervención abierta de las fuerzas obreras y populares y con sus cantos de sirena ha atraído a su juego a las fuerzas reformistas. Pero su victoria será pequeña si los comunistas conseguimos en tal batalla estructurar una vanguardia proletaria y popular avanzada, si establecemos gracias a ello solidas alianzas con las fuerzas nacionalistas y populares radicales, y si introducimos en el seno de las masas el germen que les permita descubrir, luego, la naturaleza opresora y semidictatorial de la nueva monarquía, ante el desengaño progresivo de su actuación inmediata. Si sabemos transformar esta derrota en la plataforma de lanzamiento de un Frente Electoral Republicano que ante las elecciones municipales sea capaz de desestabilizar a la misma Monarquía. Todo ello sin olvidar nuestro apoyo decidido a la lucha económica y social de las masas uniendo la construcción del Frente Republicano con el avance hacia la Huelga General Política.
En el transcurso de estas rápidas batallas es visible ya que se reestructura profundamente todo el campo obrero y popular. Algunas fuerzas que hoy se autoproclaman revolucionarias caerán en el más estrecho reformismo, al igual que alguna fuerza de aparente radicalidad nacionalista traiciona sus programas para supeditarse a la negociación con la Monarquía y el gran capital, como la Convergencia Democrática de Jordi Pujol para sólo poner un ejemplo. Amplios sectores obreros y populares descubrirán el reformismo estéril de los partidos que se anteproclaman socialistas y comunistas sólo con el nombre como el PSOE y el PCE; y la exigencia de un nuevo Partido Revolucionario, de un Partido Proletario estará en la conciencia de la amplia vanguardia obrera y popular y de las mismas masas en lucha.
La OCE (BR) debe prepararse para asumir nuevas responsabilidades a lo largo de dichas batallas. Toda nuestra política debe centrarse en la construcción del Frente Republicano, como primer paso de la Unidad Popular que ya definimos en el II Congreso; en la preparación de la Huelga General Política como resultado del avance de la combatividad de las masas trabajadores y el reforzamiento de su propia organización. Y en la incorporación masiva de la nueva vanguardia obrera y popular en nuestra Organización. Lo que marca una prioridad determinante, la capacidad de la OCE (BR) de llevar directamente su política a las masas, la de estrechar la relación Organización-masas de forma directa y profunda.
El reforzamiento de la OCE (BR) se convierte así en el aspecto decisivo para el avance general de la política proletaria y de unidad del pueblo. Tendremos que hacer enormes esfuerzos y sacrificios para ponemos a la altura del combate a llevar. Ningún camarada puede ya permitirse el lujo de estar satisfecho por el trabajo realizado en su pequeña parcela de actividad política. Cada camarada, debe convertirse en un propagandista capaz de defender la política proletaria entre las masas, convertirse en un organizador y en el más duro combatiente en todas las acciones obreras y populares. Ninguna parcela de influencia política sirve de gran cosa sino es como referencia para desplazarse y arrastrar a unos amplios contingentes obreros y populares en tomo a nuestra política.
Nuestra organización debe ser un modelo revolucionario capaz de impulsar la confianza en las masas en sus propias fuerzas. Es el momento de avanzar en la construcción del Partido, de gestar el nuevo destacamento revolucionario proletario forjándolo en su capacidad de dirección política inmediata y en tal empeño deberemos abandonar todo sectarismo para propiciar la unidad de todos los revolucionarios en torno a la política proletaria, al marxismo-leninismo, al maoísmo.