La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

11 de mayo de 2012

El de las mil pesetas, de Lope de Sosa

El 8 de abril de 1906 se publicaba en el semanario Flores y Abejas de Guadalajara el artículo que ahora reproducimos firmado por Lope de Sosa; bajo el título de “El de las mil pesetas” se describía con humor, no exento de tristeza, las condiciones de vida de los modestos funcionarios en los primeros años del siglo XX: su ingreso en la administración pública sin más mérito ni capacidad que el clientelismo político o familiar, la mísera retribución económica, las escasas posibilidades de promoción laboral, la dificultad de compaginar las obligaciones de una clase media con el sueldo de empleado del Estado… En 1906 los funcionarios se condolían de su difícil situación y comprobaban que los obreros organizados en sindicatos mejoraban con ventaja sus condiciones de vida y de trabajo, mientras que a ellos solo la corrupción les ofrecía ventajas económicas y les ponía al servicio de los poderosos. Cuesta pensar que, un siglo después, muchos funcionarios parecen haberlo olvidado.
Grupo de funcionarios de Hacienda, Guadalajara, 1912 (Archivo La Alcarria Obrera)

LOS OBREROS DE LEVITA: EL DE LAS MIL PESETAS
Por obra y gracia de un pariente que tengo, que es primo segundo de la tía carnal del sobrino de un alto personaje, obtuve hace diez años un destino de auxiliar de segunda clase de una oficina de Hacienda. La canonjía no era despreciable. Mil pesetas al año, con el descuento correspondiente, mayor unas veces y menor otras, que en el presente momento histórico dejan reducida mi paga mensual a 75, que hacen al día 2'50 de jornada.
Estaba entonces recién casado, y la luna de miel por una parte, y la canonjía obtenida por otra, me hicieron pensar en un risueño porvenir. En unión de mi costilla me fui a la capital de la provincia, donde había de servir el destino, y como en cosas de amor es una gran conformidad el contigo pan y cebolla, felices y contentos vivimos el primer año en que la luna nuestra no estaba en menguante todavía.
Al año tuve un hijo, a los dos años otro, a los tres años otro, a los cuatro años otro y a los cinco años otro, y a los seis años le dije a mi costilla: ¡Detente, bala! Y se detuvo.
Con tal motivo, a los seis años de casado, necesitábamos, si había de renovar ropa, siete pares de calzado, siete trajes, seis sombreros, porque mi pobre mujer no tiene más que mantilla y toca. ¡Toca, como yo, las necesidades de la vida!
Hace diez años vivíamos los dos en un cuarto muy abrigadito y aquello nos parecía el Palacio Real. Ahora tenemos cuatro cuartos y son pocos para la debida separación moral, higiénica y cómoda de la familia.
El contigo pan y cebolla, se acabó. Los chicos pidieron teta, y luego sopa, y luego pan, y ahora no pide el mayor tabaco, porque me lo quita de la petaca cuando duermo.
¡Cuando duermo!
Cualquiera creerá que yo duermo. No hay tal. Yo me paso la noche pensando en la Plaza de Abastos, en el pan, en el aceite, en las verduras, en las especias y nunca en la carne. La carne, el uso de la carne es un pecado estomacalmente.
Por 2'50 pesetas hay que hacer el milagro de dar de comer a un chico de diez años, a otro de ocho, a otro de siete, a otro de seis y a otro de cinco. Gracias que tengo la esperanza de que el mayor quiere ser general, y el segundo obispo, el tercero ministro, y los dos menores toreros. Y con esa importante suma he de pagar la casa, y la luz, y el médico, y la botica, y la ropa, y el jabón, y no digo los criados porque en mi casa no hay más criados que mis hijos que están criados buenos y gordos, por obra y gracia de la providencia divina.
Yo visto mal. Un traje al año, de borra de Alcoy, cosido en casa; traje que luego va a cada uno de mis hijos, achicándose de tamaño como mis esperanzas. Yo trabajo seis horas al día, haciendo números -¡y tantos!- y teniendo la responsabilidad de mis actos, y de mis informes, y de mis equivocaciones, que es lo peor.
Mi pobre mujer, endeble y trabajada, parece un pagaré de lotería. Es tan buena, que no come porque comamos sus hijos y yo.
Y yo soy decente, y yo no prevarico, y yo no mancho mi nombre ni quiero dejar a mis criaturas un apellido deshonrado.
Pienso en el porvenir y está por venir. Sigo con la esperanza del ascenso y la caridad no viene.
Y todas las noches cuando nos acostamos, tempranito y sin cenar, porque de tan piadosos como somos queremos ver a diario la procesión de los ángeles, escucho cerca de mi alcoba al honrado obrero que gana en el taller doble que yo, y que al compartir con su amada familia la tercera comida del día, nos pregunta cariñosamente a los que sólo hemos hecho una:
-Señorito, ¿usté gusta?
¡¡¡Señorito!!!
Por la copia:
D. LOPE DE SOSA.

7 de mayo de 2012

Huelga por las 8 horas en la Guadalajara de 1902

En el mes de junio de 1902, con la perspectiva en Guadalajara de un sensible aumento de la demanda de obreros de la construcción, los albañiles alcarreños decidieron forzar a los patronos a aceptar la jornada laboral de ocho horas, una emblemática reivindicación de la clase trabajadora. Rápidamente, la burguesía se puso manos a la obra para conjurar el éxito de la Sociedad de Albañiles (adherida a la UGT): buenas palabras desde la prensa dirigidas con tono paternal, intervención directa del gobernador civil… Aunque la mayoría de los patronos aceptaron las peticiones obreras, la Condesa de la Vega del Pozo, de mano de su administrador Enrique Figueras, rechazó toda negociación e hizo imposible el acuerdo, forzando de ese modo el fracaso de la lucha obrera, algo que era previsible por la desacostumbrada sumisión que los albañiles mostraban en la carta que reproducimos y por la falta de solidaridad de los canteros y demás oficios del ramo. Componían el Comité de Huelga: Isaac Henche, presidente; Modesto Henche, vicepresidente; José Dombriz, secretario; y Manuel Molina, Isidoro Dombriz y Julián Toquero, vocales. 
Obreros, hacia 1915 (Archivo La Alcarria Obrera)

BASES PARA LA JORNADA DE OCHO HORAS
En Junta General celebrada el día 3 [de junio de 1902], la Sociedad de Obreros Albañiles, establecida en Guadalajara, ha acordado las siguientes bases para establecer la jornada normal de ocho horas de trabajo:
1ª.- Solicitar la jornada legal de ocho horas de trabajo en todas las obras donde hubiere obreros asociados.
2ª.- Esta petición será hecha en forma correcta a los diferentes dueños de las obras, mandándose unos ejemplares a la prensa para su mayor publicación.
3ª.- De estos acuerdos se dará cuenta al comité de la Unión General de Trabajadores para su conocimiento y efectos subsiguientes.
4ª.- Una vez aprobada la presente solicitud, esta sociedad someterá a la aprobación de los dueños de obras las horas que han de regir para la entrada y la salida.
5ª.- Las horas que han de regir serán las siguientes: desde el 1º de Abril a 30 de Septiembre de siete a doce y media para almorzar por la mañana y de tres a cinco y media por la tarde, y desde 1º de Octubre a 31 de Marzo, de siete y media a doce por la mañana y de una a cuatro y media por la tarde.
6ª.- Estas horas podrán modificarse en las obras donde lo solicite una parte y exista conformidad por la otra, no perjudicando a ambas y nunca con carácter perpetuo sin previo aviso a la general.
7ª.- De ser desechada la presente petición por todos los dueños de obras, esta Sociedad organizará la huelga general de oficio, siguiendo los trámites legales que marcan los estatutos, para mayor eficacia de la misma.
8ª.- De ser aceptada por parte de los dueños, los obreros que pertenezcan a sus obras continuarán los trabajos sin interrupción bajo la base establecida, procurando de este modo ayudar moral y materialmente a los compañeros que tengan que abandonar el trabajo por negarles la petición.
9ª.- En la obra donde fuere aceptada la jornada normal, si hicieren falta más operarios se llevarán de las obras donde no fuere aceptada, pudiendo de este modo hacer la huelga más económica y con mayores probabilidades de triunfo.
10ª.- Esta directiva dirigirá la petición a los dueños o directores de obrasen la forma antes dicha y dando un plazo para su contestación de seis días, a contar desde la fecha en que se dirija la petición, resolviendo esta directiva o comisión las dificultades que surjan y no alteren el espíritu de estas bases y en caso contrario serán resueltas por la general.

EDITORIAL DE LA CRÓNICA
La Sociedad de Albañiles de esta capital ha celebrado en pocos días dos Juntas Generales que entrañan importancia suma bajo el punto de vista sociológico.
Aquí, en Guadalajara, donde la masa obrera no representa ni significa proporcionalmente lo que en número significa y representa el obrero en la mayor parte de las capitales de provincia, se ha operado en poco tiempo tal movimiento de unión y solidaridad de la clase trabajadora, que ha producido un avance sociológico incomparable en relación a otras poblaciones y explicable solamente por su caja de resistencia.
No hemos de entrar nosotros de lleno en el fondo de la cuestión para determinar si es o no oportuna la determinación de los obreros albañiles al imponer al patrono en general la jornada de ocho horas, mas reconociendo que es una aspiración justísima, si por norma tiene el descanso para la instrucción y la ocupación por tal medio de los obreros sin trabajo, preciso es reconocer también que en Guadalajara no escasean la obras, merced principalmente a las muchas que se ejecutan por iniciativa de la Sra. Condesa de la Vega del Pozo y habrán de emplearse más brazos con las del Instituto General y Técnico, que se realizarán por cuenta del Estado.
Acaso esta circunstancia haya influido en la clase obrera para considerar oportuno el momento de tomar acuerdos para llegar a la meta de sus aspiraciones; y si decisiones de tanta trascendencia, tomadas en Junta General el día 3, no reconocen por causa la apuntada, razones de gran peso habrán determinado la imposición de la jornada de ocho horas en Guadalajara, y seguramente comprenderán los obreros albañiles que no deben temer la actitud que puedan adoptar los patronos, cuando tanta energía revelan, propia solamente de una entidad vigorosa.
Solicitar la jornada legal de ocho horas de trabajo en todas las obras donde haya obreros asociados y declararse en huelga general si la petición no fuere aceptada por todos los dueños de obras, representa exceso de virilidad, que en nuestro concepto sólo puede manifestarse ante la halagüeña perspectiva de una bien repleta caja de resistencia.
¿Poseen esa caja los obreros que aspiran en Guadalajara a la jornada de ocho horas de trabajo y que la imponen en un plazo de seis días bajo apercibimiento de una huelga general?
Este es el problema que en primer término han debido de resolver los obreros, porque de otro modo, si los patronos se aperciben que la huelga no puede durar mucho tiempo, opondrán sus capitales a esa caja de resistencia y el pensamiento, por laudable que sea, fracasará en sus comienzos.
La obra de redención del obrero es santa y al lado de esa santa obra estamos nosotros, pero no estaremos nunca con los que bastardeen con sus fines.
Si la jornada tiene por objeto la instrucción en los ratos de asueto, establézcanse bases, y si además persigue la laudable finalidad de que los obreros sin trabajo encuentren más fácilmente ocupación, se impone también el acuerdo de que nadie trabaje más de ocho horas habiendo obreros parados.

RESPUESTA A LA CRÓNICA DE LA SOCIEDAD DE ALBAÑILES
Muy Señor mío:
En el último número de su periódico y en el artículo de fondo, se ocupaba de la cuestión obrera con motivo a una carta circular que esta Sociedad ha dirigido a los dueños y directores de obras y en cuyo artículo esta Directiva ha visto el vital interés que le inspira la clase obrera y el valioso ofrecimiento que hace a dicha causa, siempre que se inspire en la justicia y amparada de la razón y de las leyes. En dicho artículo, y en uno de sus últimos párrafos, nos negaba su concurso si no observábamos la conducta antes dicha y tenía el temor de una huelga demasiado prematura por creer que nos encontraríamos sin suficientes recursos para resistir.
A esto, esta Directiva tiene a bien poner en su conocimiento que al hacer la petición no la ha hecho con intención de ir a la huelga el lunes próximo, como muchos se han creído, pues para eso se seguirán otros trámites legales que esta Sociedad tiene acordados en sus Estatutos; sólo lo ha hecho basada en las corrientes de simpatía y de amor al obrero que en esta capital han demostrado los patronos.
Así mismo, y como demostración de que no han sido infundadas las razones que nos han inducido a hacer la petición, está el hecho de que ya hayan aceptado la jornada de ocho horas, hasta la fecha, bastantes patronos, que de los cuales, y en tiempo oportuno, esta Directiva los comunicará a la prensa para que sirva de estímulo por ser personas de bastantes influencias y dotes personales.
Si lo cree oportuno, puede hacer el uso que crea más conveniente para su o no publicación.
Dispensa la molestia y mande cuanto guste a estos ss. ss. q. s. m. b.
Severiano Sánchez, presidente.
Patricio Vacas, secretario.

CARTA DE LA SOCIEDAD DE CANTEROS A LA CRÓNICA
Muy Señor mío y de mi mayor consideración:
Suplicándole la inserción de las presentes líneas en el periódico de su digna dirección, he de comenzar a manifestar, en mi nombre y en el de mis compañeros, que en lo referente a la huelga de albañiles, no han intervenido para nada en ella los canteros que trabajamos en las obras del Asilo, porque aparte de que esto es muy delicado, envuelve una gran responsabilidad que nosotros no queremos ni debemos asumir; antes por el contrario, a varios de ellos, como siempre podemos probar, les dijimos que no se encontraban en condiciones para una lucha en esta ocasión.
Le rogamos nuevamente, señor director, se sirva hacer público estas manifestaciones nuestras, que los mismos albañiles pueden afirmar, para no desviar a la opinión con conceptos erróneos que nosotros rechazamos y que quede cada cual en el lugar que le corresponde.
Dándole las gracias anticipadas se despide de usted atento s. s. q. b. s. m.
Por mis compañeros, Antonio Alonso

1 de mayo de 2012

El Amigo del Pueblo, de Antonio Ignacio Cervera

Las Sociedades de Socorros Mutuos fueron el cimiento sobre el que se construyó el moderno sindicalismo y el primer paso para la mejora y emancipación de las clases trabajadoras. Muchas veces prohibidas, pero siempre necesarias, contaron con el apoyo e interés de los trabajadores tanto de la moderna industria como del artesanado o los servicios. Ajenas, en principio, a cualquier ideología y fruto inmaduro de la conciencia de los trabajadores, han sido, por eso mismo, olvidadas y poco estudiadas por los historiadores, lo mismo que los pioneros del socialismo que las propusieron y sostuvieron. Entre éstos podemos destacar a Antonio Ignacio Cervera, un mallorquín asentado en Madrid, seguidor del socialismo utópico de Fourier y promotor de distintos periódicos obreros, sociedades de socorros mutuos y una pionera escuela de formación profesional, además de dueño de una imprenta. Reproducimos aquí un artículo sobre la Sociedad El Amigo del Pueblo que fue publicado en el primer número de La Creencia, en mayo de 1850.
 Una obra de José Ordax Avecilla publicada en la imprenta de Antonio Ignacio Cervera 
 
EL AMIGO DEL PUEBLO
Suscripción voluntaria para el socorro y protección a la clase obrera.
En el año de 1.845, fue presentada a la sociedad Económica Matritense, en opción a uno de los premios del programa de aquel año, una memoria sobre el pauperismo que se declaró digna del accésit y fue premiado su autor con el extraordinario de título de socio sin cargas.
Aquella memoria comprendía, después de la exposición de las varias causas que dan origen al pauperismo, un plan vasto y completo para atacarlas, mejorando la situación de las clases obreras.
Los medios que se proponían son fáciles de llevar a cabo, independientes de la acción gubernamental y realizables por el solo esfuerzo de los mismos que sufren, ayudados de todas las personas filantrópicas que deseen cooperar al alivio de las desgracias humanas.
Este pensamiento que mereció tan honorífica distinción de una de las sociedades que más ha trabajado desde el reinado de Carlos III por la prosperidad del país, es el que hace cerca de nueve meses tratamos de realizar a costa de los mayores sacrificios y guiados solo por el deseo de ver mejorada la suerte de los que viven del trabajo y remediadas las desgracias que engendran el pauperismo.
Al descender al terreno de la práctica, hemos tenido necesariamente que alterar; las bases de un plan tan vasto, acomodándonos en lo posible a los recursos que nos ha proporcionado la subscrición al periódico que publicamos y que sirvió desde un principio de base fundamental a todo nuestro sistema económico.
Posteriormente, con el fin de dar mayor desarrollo al pensamiento, hemos abierto una subscrición voluntaria, independiente del periódico, que en pocos días ha reunido un gran número de inscripciones que aseguran de un modo estable la institución que fundamos.
Justo y necesario creemos el dar a los nuevos suscriptores una idea del plan que estamos desarrollando para que conozcan toda la importancia del mismo, y cuan corto es el sacrificio que se imponen comparado con los grandes resultados que producirá en beneficio de las clases obreras y de la sociedad.
La falta de instrucción es una de las primeras necesidades que siente el pueblo; sin esta jamás podrá salir del estado en que hoy se halla, ni elevarse nuestra industria al nivel de las extranjeras. Por tanto, lo primero que hemos debido establecer con el fondo de suscripciones, ha sido la escuela industrial que cuenta ya con un gran número de alumnos, cuya diaria asistencia es admirable después de un trabajo penoso y teniendo algunos que recorrer para asistir a las clases distancias de cerca de una legua. Tal aplicación, tal virtud ¿no merecen acaso el sacrificio de 2 reales por parte de los que tienen? ¿Acaso nada significa un establecimiento que tiende a moralizar a las clases obreras, separándolas de otros lugares y haciéndolas contraer hábitos de orden, laboriosidad y economía? Las ventajas para la sociedad son inmensas, y por lo tanto, no dudamos que todos los que se interesen verdaderamente por el pueblo, contribuirán con su suscripción voluntaria a sostener esta escuela.
Profesores conocidos ventajosamente del público, y entre ellos algunos de la Universidad de Madrid, se ofrecieron desde el principio a desempeñar las clases que comprende; en su consecuencia, el gasto está reducido a muy poco a pesar de que cuenta más de veinte distintas. Nosotros desearíamos aun más; quisiéramos fundar un sistema completo de instrucción industrial que comprendiese desde las salas de infancia hasta las escuelas superiores. Por cortos que sean los fondos de que se pueda disponer, nosotros ensayaremos una escuela de instrucción primaria en la cual se combine el trabajo manual y enseñanza práctica con el estudio y enseñanza teórica. ¿Por qué las escuelas destinadas por el gobierno a la instrucción del pueblo no habían de basarse sobre el principio del trabajo? Tenemos un convencimiento íntimo de la conveniencia de esta nueva organización, y por tanto, a este fin se dirigirán todos nuestros esfuerzos.
También conocemos cuán sensible es a muchos obreros tener que recurrir al hospital por falta de medios. Todos están dispuestos a hacer los mayores sacrificios posibles para atender por si a sus enfermedades. Pues bien, contamos con médicos distinguidos que deseosos de coadyuvar a este pensamiento, se han ofrecido espontáneamente a asistir a cierto número de obreros enfermos; además, se cuenta con cirujanos, farmacéuticos y practicantes que facilitaran la asistencia a los enfermos y que harán sea de las mas esmeradas. Organizados en sección de facultativos, tendrán sus juntas periódicas para tratar sobre los casos graves que ocurran en los distritos de que estén encargados y determinar lo conveniente para una curación pronta y eficaz.
Los socorros serán por ahora en especies, dejando para más adelante, cuando haya más ingresos, el señalar la cantidad que se juzgue necesaria.
La muerte de un obrero pasa desapercibida; de hoy más no sucederá así. Cierto número de los suscriptores acompañarán el cadáver de los que perdamos, y todos asistirán en un día festivo a la misa de réquiem, que algunos eclesiásticos se han ofrecido a celebrar en obsequio de las clases pobres. He aquí el funeral que podemos ofrecer sin gasto alguno y que contribuirá a desarrollar el sentimiento religioso, único refugio para el desgraciado.
Otra cantidad mensual se destinará a formar un fondo del cual se harán préstamos de cortas cantidades sin fianza y sin interés. Un simple compromiso de honor del que tome el dinero con la manifestación de la necesidad de tomarlo prestado, y una caución moral también de otros dos compañeros, serán suficientes para que el capital se conserve siempre intacto, aumentándose continuamente por los nuevos ingresos. Con este mismo fondo se podrían adelantar primeras materias a los artesanos que en vacaciones y momentos de ocio quieran trabajar en su casa, encargándose la redacción de la venta de estos efectos mediante un módico descuento por comisión.
Tal es por ahora y según los ingresos con que contamos, lo más notable del pensamiento que estamos desarrollando. Los demás medios son nuevos estímulos a la unión y suscripción al periódico.
El gabinete de lectura en que procuraremos reunir más bien periódicos de instrucción que de política; la biblioteca, la agencia para proporcionar trabajo, todo contribuirá a mejorar el estado de las clases obreras y evitar los males que aquejan a otras naciones.
Que se asocien todos los obreros y que destinen para sus socorros mutuos la cantidad mensual .que puedan pagar sin un gran sacrificio. Así remediarán por sí solos sus desgracias y se elevarán al puesto que les corresponde.
Que las demás clases por sus sentimientos y por su interés propio, hagan ese corto sacrificio y así contribuirán a mejorar la condición de las clases pobres.
Por nuestra parte no repararemos en sacrificios de ninguna especie, y más ahora que se han unido a nosotros una comisión delegada cuyos individuos han sido nombrados por los mismos suscriptores y la cual se encarga no tan solo de la administración de fondos, sino de prestarnos una ayuda franca y sincera en todos nuestros trabajos.
Antonio Ignacio Cervera