La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

15 de julio de 2012

El programa revolucionario de la CNT en 1917

Ante la gravísima situación económica por la que atravesaba el país como consecuencia de nuestra neutralidad en la Primera Guerra Mundial, que estaba arruinando a los trabajadores y proletarizando a las clases medias mientras se enriquecían las élites, los dos principales sindicatos obreros, la CNT y la UGT, iniciaron conversaciones y plantearon una campaña conjunta de luchas sociales que tuvo como hitos principales las Huelgas Generales de 1916 y, sobre todo, de 1917. Juntos en las luchas, pero divergentes en sus planteamientos ideológicos, ambas centrales elaboraron su propio programa para esos tiempos difíciles. Fue el gobernador civil de Barcelona durante esas fechas, el conservador Manuel Burgos y Mazo, quien nos dejó escrito en las páginas de su libro Vida política. Páginas históricas de 1917 el programa revolucionario de la CNT, que ahora reproducimos íntegro.
Mitin popular en la calle, hacia 1917 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
PROGRAMA REVOLUCIONARIO DE LA CNT DE JULIO DE 1917
Nuestro programa:
1. A la par que funcione un comité revolucionario integrado por los elementos políticos de las distintas clases sociales, proponemos la constitución de un Comité de representantes de sindicatos obreros que fiscalicen y controlen las órdenes de los comités político-burgueses, particularmente cuando se refieran a intereses de las clases obreras.
2. Reconocimiento de los sindicatos obreros como organismos aptos y con personalidad suficiente para aceptar o desechar las leyes que promulgue el Parlamento Constituyente.
3. Declaración inmediata de que no se intervendrá en la guerra europea por ningún concepto, y también que se facilitará por todos los medios la revolución en todos los países beligerantes, para que se libren de las oligarquías pretorianas y financieras, causantes de la guerra.
4. Cierre inmediato de las fronteras y puertos para la exportación de productos alimenticios.
5. Incautación de las subsistencias almacenadas.
6. Confiscación de las riquezas de los acaparadores y de todos los hombres de la Monarquía que, abusando del poder, han centuplicado sus fortunas.
7. Confiscación del Patrimonio Real, de los bienes directos e indirectos del clero y órdenes religiosas.
En el orden económico:
1. Reconocimiento legal de la jornada de siete horas en todas las artes e industrias.
2. Concesión del jornal mínimo de cuatro pesetas a todos los obreros de ambos sexos mayores de dieciséis años de edad.
3. Supresión absoluta del trabajo nocturno.
4. Disolución de las colonias industriales y prohibición de pagar los jornales con tickets.
5. Supresión del trabajo a destajo.
6. Los Municipios, Diputaciones y el Estado contratarán sus trabajos directamente con los mismos obreros, dirigiéndose a los sindicatos para suprimir el intermediario.
7. Los obreros inutilizados para el trabajo continuarán percibiendo el mismo jornal, pagado por el Municipio y los patronos. En los inutilizados están comprendidos los que hayan sufrido un accidente que les imposibilite, los que hayan padecido enfermedad con el mismo resultado y los que sean mayores de cincuenta años.
8. Prohibición del trabajo a los menores de catorce años de edad.
9. Establecimiento de la semana inglesa; esto es, el sábado el trabajo cesará a mediodía.
10. Aplicación del impuesto progresivo sobre la renta, a beneficios obtenidos con propósito de lucro.
En los órdenes político, social, jurídico y administrativo:
1. Disolución del Ejército permanente estableciendo milicias nacionales.
2. Abolición de la diplomacia, particularmente la diplomacia secreta.
3. Abolición de los embajadores, porque son un anacronismo en este siglo de vías férreas, telegráficas y telefónicas. No son necesarios, son costosos y constituyen en las grandes naciones un peligro permanente, porque se ejercitan en forjar intrigas y buscar complicaciones para después manejarlas a su gusto. Se trata de poner la paz en peligro para aparentar después que se esfuerzan en salvarla, y de esta manera formarse una de perfecta habilidad. En los pequeños países, los embajadores no sirven más que para ornamentos de cenas y bailes.
4. Conceder a los extranjeros iguales derechos que a los nacionales, a fin de que el hombre halle en todas partes una patria, y también para que un lógico sentimiento de fraternidad cosmopolita, reemplace poco a poco al de la nacionalidad exclusiva.
5. Apoyar resueltamente toda iniciativa para la federación de los diversos países de Europa.
6. Quitar al poder ejecutivo el derecho de declarar la guerra y la paz, haciéndolo pasar al poder representativo. El pueblo entero debe decidir de su propia suerte. La cuestión de guerra o de paz debe ser motivo de una llamada al pueblo, y de tal manera que los que voten la guerra deberán ir a ella.
7. Abolición de las aduanas y, si no es posible, disminución de los derechos de importación; abolición de los tratados de comercio y reciprocidad con que el capitalismo sostiene la guerra económica, no menos funesta que la de las armas.
8. Abolición del Senado.
9. Separación de la Iglesia y del Estado.
10. Divorcio absoluto por voluntad de una de las partes.
11. Abolición de los Consejos de Estado.
12. Abolición de todos los cuerpos de la nobleza.
13. Supremacía del poder civil.
14. Autonomía municipal y regional.
15. Apartar en absoluto de los conflictos entre el capital y el trabajo a cualquier clase de fuerza armada.
16. Municipalización de los servicios públicos urbanos: tranvías, alumbrado, agua, higiene, etc.
17. Nacionalización de todo el tráfico, marítimo y terrestre.
18. Nacionalización de toda suerte de compañías de seguros.
19. Nacionalización del suelo y el subsuelo (minas) y anulación de todos los contratos enajenando la propiedad pública. La tierra es propiedad de la Nación, y es un crimen el derecho de propiedad privada que se reconoce todavía.
20. Prohibición de la fiesta nacional y de todo espectáculo que pueda brutalizar al pueblo.
21. Enseñanza racionalista, gratuita y obligatoria.
22. Disolución de las órdenes religiosas y clausura de las iglesias por un tiempo indefinido.
23. Supresión de la pena capital.
24. Reconocimiento de la inviolabilidad de los comités de huelga.
25. Modificación del régimen carcelario, suprimiendo, el sistema celular.
26. Reforma inmediata del Código Penal, aboliendo, entre otros casos, la prisión preventiva para los delitos políticos sociales.
27. El Código de Justicia Militar será sólo aplicable a los que dependen de su jurisdicción.
28. Sujeción al Código Civil de todas las personas que delincan en la vida civil, aunque fueren militares.
29. Reconocer a todo delincuente el derecho de revisión en el proceso por el cual sufriera condena, tanto si depende del Código Militar como del Civil.
30. Disolución de las brigadas especiales de Policía, encargadas de perseguir a los hombres por sustentar tales o cuales principios políticos, sociales o religiosos.
31. Jurado para toda clase de delitos.
32. Derechos de reunión, asociación y coalición. Los ciudadanos, para reunirse, no deben solicitar ninguna clase de permiso ni dar comunicación alguna a las autoridades, quienes no podrán intervenir para fiscalizar los fines de la asociación. En el local donde se celebren las juntas generales, sea de sindicatos obreros o no, al representante de la autoridad no se le permitirá la entrada.
33. Libertad absoluta para la prensa.
34. Ningún poder podrá suspender las garantías constitucionales por causas únicamente interiores.
No es esto ni un programa mínimo ni tampoco máximo. Entendemos que toda la clase obrera revolucionaria nos acompañará con su fuerza, y que esa fuerza es quien indicará en que extensión realizaremos nuestras aspiraciones, limitándolas o haciéndolas más amplias. Pero dentro de eso cabe indicar una dirección, y tal ha sido nuestro propósito al trazar este programa.
El Comité Obrero
Barcelona, 16 de julio de 1917.

22 de junio de 2012

Línea sindical de OCE (Bandera Roja)

A finales de 1976 todavía todo parecía posible en España. Las fuerzas políticas y sociales de la izquierda radical y, en general, de los partidarios de la ruptura plena con el régimen franquista, aún confiaban en poder influir decisivamente en el proceso político puesto en marcha con la muerte del dictador. Las divisiones entre estos grupos, fuesen comunistas o de raíz libertaria, era moneda común en la España de la época y, desbordados por una realidad que no acertaban a interpretar, planteaban diferentes estrategias y se enfrentaban acaloradamente sobre cómo hacer una revolución que, cada día que pasaba, se alejaba más y más. Este enfrentamiento alcanzó mucha dureza en el seno de Comisiones Obreras, un movimiento sindical nacido plural y en el que actuaban todos los partidos, grupos y corrientes ideológicas de la izquierda radical. Unitarios, minoritarios, revolucionarios… las tendencias desgarraban la recién nacida organización sindical mientras el PCE se hacía, cada día más, con las riendas del sindicato. Reproducimos una resolución del Comité Central de la Organización Comunista de España (Bandera Roja) aprobada en un pleno celebrado en diciembre de 1976: “Por una línea de clase en el movimiento sindical”.
Pegatina de Comisiones Obreras, 1976 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
Es decisivo situar claramente la intervención comunista en el seno del Movimiento Obrero, el avance de la política de clase en el seno de la organización sindical representativa: las Comisiones Obreras. La burguesía es consciente de que su enemigo principal es la clase obrera y para ello articula la doble política de mantener la represión más selectiva y estudiada (art.35, ofensiva de despidos colectivos, aplastamiento de las luchas ejemplares; desaparición temporal de los convenios colectivos como negociación, etc.) y por otro de tolerar progresivamente la organización sindical de los trabajadores (favoreciendo proyectos divisionistas e intentando encauzarlos en un plano corporativo -reforma sindical-), para junto a ello proceder a una reorganización potente de la patronal que rompa al máximo la eficacia de las luchas obreras.
Frente a ello debemos utilizar ofensivamente esta tolerancia conquistada para combatir profundamente sus intenciones y a aquellas políticas que en mayor o menor grado las aceptan. Impedir el intento de legitimación de los sindicatos social-burgueses, con la extensión de Comisiones Obreras y mediante el avance de las posiciones de clase en Comisiones Obreras, frente a la política reformista, es el aspecto básico de esta ofensiva.
La misma política reformista del PCE necesita del desarrollo de Comisiones Obreras como la alternativa sindical más avanzada y representativa de los trabajadores, pero necesita hacerlo garantizando ser el control de la práctica sindical de las masas trabajadoras, de forma que se limiten los objetivos sociales y económicos, reduciéndolos en lo posible a una presión mesurada que no desequilibre su pacto político con la Monarquía y que no ponga en cuestión su política electoral; necesita que la política de Comisiones Obreras sea una política de base electoral para su partido y de apoyo a su política. Por ello mientras S. Carrillo anuncia su oferta de "pacto económico" por tres o cuatro años a cambio de su juego electoral, el secretariado de la CONC (Comisión Obrera Nacional de Catalunya), sin discutirlo en la base, anuncia el apoyo de Comisiones Obreras a las "candidaturas obreras" en las elecciones a Cortes, y lleva un proceso de moderación en las luchas actuales (negociaciones sectorial de ramos y empresas, negativa a lanzar una jornada general por los despedidos del día 12, negativa a apoyo político ante la huelga de Roca...).
Lo cual va a significar la agudización de las contradicciones y debates en el seno de Comisiones Obreras y en todo el proceso de extensión de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, lo que debe permitir ir ganando a posiciones de clase a amplios sectores dentro de Comisiones Obreras; pero también es cierto que Comisiones Obreras en su conjunto no van a tomar una orientación de clase a corto plazo por sí mismas, tanto por la mayoría organizativa que tiene el reformismo en su seno, como porque el debate con los miles y miles de trabajadores que se van a incorporar a Comisiones Obreras se realizará de forma práctica y progresiva en las luchas, en los planteamientos políticos y en las empresas que van a desarrollar el combate, y será en este proceso que se mostraran las posibilidades y la necesidad de una alternativa de clase.
Comprender esta alternativa, conocer el conjunto de la situación política e impulsar la política proletaria exige de los comunistas nuestra presencia directa y pública en el seno de la clase obrera: La burguesía por su lado y el reformismo por el suyo lanzarán una ofensiva para "convencer" de su política a las masas; si los comunistas nos contentamos con expresar posiciones parciales "a través" de las organizaciones de masas, no haremos más que debilitar la necesaria presencia directa de los comunistas en la defensa de la política revolucionaria dirigida al conjunto de los trabajadores, y ello bloqueará a las mismas organizaciones de masas.
El debate debe plantearse en el seno de Comisiones Obreras, aunque en muchos casos allí no se resolverá de forma unitaria, pero no por ello deberán escindirse, sino encontrar los medios para plantear abiertamente las posiciones de los comunistas ante cada situación y ganar así progresivamente al conjunto de los trabajadores. La actuación de los comunistas en el seno de los sindicatos debe consistir en ser los primeros organizadores y defensores de los intereses de las masas, porque es necesario ser vanguardia efectiva de la clase para actuar como vanguardia política de ella y propiciar de forma ofensiva el acceso a la organización revolucionaria de la vanguardia de la clase obrera.
Tan errónea es la postura del olvidar la importancia de los sindicatos en función del partido revolucionario, como la de intentar sustituir el papel del Partido queriendo imponer artificialmente sus tareas a las mismas organizaciones de masas. La concepción de no entender la necesidad y el papel del partido, que siempre se expresa en la defensa de un "sindicalismo revolucionario puro" no puede llevar, ni ha llevado históricamente más que a dos resultados: o el montaje de "organizaciones de masas" grupusculares, sin ninguna representatividad en la clase o en su degeneración práctica a la subordinación política de la clase obrera a las políticas reformistas. La justa relación entre la política de los comunistas y su labor en el seno de los sindicatos, ya fue expresada por Lenin frente a los planteamientos "sindicatos revolucionarios de los comunistas alemanes":
"Pero la lucha contra la "aristocracia obrera" la sostenemos en nombre de las masas obreras y para ponerlas de nuestra parte, la lucha contra los jefes oportunistas y socialchovinistas la sostenemos para ganamos a la clase obrera. Sería necio olvidar esta verdad elementalísima y más que evidente. Y tal es precisamente la necedad que cometen los comunistas alemanes de "izquierda" los cuales deducen del carácter contrarrevolucionario de los cabecillas de los sindicatos, la conclusión de que es preciso... ¡salir de los sindicatos! crear formas de organización nuevas, inventadas. Una estupidez, que equivale al mejor servicio que los comunistas pueden prestar a la burguesía. No actuar en el seno de los sindicatos significa abandonar a las masas obreras insuficientemente desarrolladas o atrasadas a los lideres reaccionarios, agentes de la burguesía, obreros aburguesados…".
"Pero el desarrollo del proletariado no se ha efectuado, ni pudo efectuarse en ningún país de otro modo que por medio de los sindicatos y por su acción conjunta con el partido de la clase obrera. La conquista del poder político para el proletariado representaba un proceso gigantesco de este último considerado como clase y el partido debe dedicarse más y de un modo nuevo a educar a los sindicatos, sin olvidar que estos son y serán durante mucho tiempo una escuela de comunismo". V.I. Lenin (Enf. Infantil del Comunismo).
Desarrollar en la actual situación el avance de las posiciones de clase en la extensión de Comisiones Obreras, y el avance de la intervención comunista en el seno de la clase obrera, son las dos bases fundamentales para el protagonismo dirigente de la clase obrera y el desarrollo de la Unidad Popular.
 
AVANCE DE LAS POSICIONES DE CLASE EN EL DESARROLLO DE LA CONFEDERACIÓN SINDICAL DE COMISIONES OBRERAS.
La conquista del sindicato de clase único no puede separarse de una victoria política de la clase obrera frente a la Monarquía y los proyectos del gran capital; la conquista del sindicato de clase único, solo es posible sobre la base de un marco de libertades políticas impuestas por la clase obrera, que le permitan de forma abierta y general, realizar el Congreso Constituyente e imponer su autodeterminación sindical. Salvando las distancias del proceso Portugués, que después del 25 de Abril y al calor de las movilizaciones populares pudo imponer la unidad sindical, posteriormente el Partido Socialista ha podido abolir la unidad sindical debido a que la situación política es de retroceso de las fuerzas populares. No se puede pues separar la cuestión sindical de la cuestión política.
Lo importante hoy es situar con claridad el debate, entendiendo como un mismo combate la lucha por las libertades políticas, y la lucha por el Sindicato de Clase Único y el Congreso Constituyente. Defendiendo las Comisiones Obreras como la alternativa sindical más avanzada y representativa de la clase obrera frente a los proyectos divisionistas de la burguesía: y extendiendo el desarrollo de la democracia directa en el seno de la clase obrera para garantizar al máximo la unidad de clase.
Hay tres aspectos que favorecen objetivamente el avance de las posiciones de clase en Comisiones Obreras:
El PRIMERO, es el marco en que se va a situar el mismo desarrollo de Comisiones Obreras, puesto que en la utilización de los márgenes de tolerancia sindical aparece la exigencia de que ésta se manifieste eficaz para la defensa de las reivindicaciones económicas, sociales y políticas de los trabajadores en un momento en que la política de la Monarquía y del gran capital buscan hacer descansar sobre las espaldas del pueblo trabajador las consecuencias de la crisis capitalista, Para ello, no sirve ni la política de afiliación formal, ni las ofertas de pactos económicos y de ordenación de la lucha sindical del PCE. Pensemos en este sentido en el ejemplo de Italia (inferior crisis económica y política, superior implantación de los partidos reformistas y estructuración reformista de los sindicatos) donde se manifiestan las contradicciones en las bases sindicales contra las consecuencias de la política de compromiso histórico del Partido Comunista Italiano. Situándolas aquí en un momento en el que el PCE debe jugar al mismo tiempo la baza de su pacto con la Monarquía, y su promoción electoral; la extensión de Comisiones Obreras y el control de la lucha obrera, frente a las necesidades de las masas y la necesidad de un desarrollo superior y más eficaz de su organización sindical.
La misma jornada del día 12 de Noviembre (1976), a pesar de sus límites de contenido y continuidad, ha mostrado claramente la potencialidad del Movimiento Obrero en la lucha por los objetivos planteados y no resueltos, que permite un debate constante en el seno de Comisiones Obreras y en las luchas, con la exigencia constante de marcos de movilización superior en la perspectiva de la Huelga General Las mismas luchas parciales actuales (Construcción Vizcaya, estibadores del puerto de Barcelona, etc.), evidencian constantemente la necesidad de una lucha combativa y la exigencia de extender la acción solidaria y general (los enfrentamientos contra los convenios prefijados sin negociación a 10 días) frente a las posiciones corporativas y de conciliación del PCE.
El SEGUNDO aspecto es la perspectiva por primera vez real de masificación de las propias Comisiones Obreras, con la incorporación de miles y miles de trabajadores en ellas. El debate en Comisiones Obreras puede ganarse fundamentalmente para las posiciones de clase en el marco de las asambleas abiertas, y en la lucha, porque en ellas se plantean las diversas posiciones abiertamente, con la participación directa de los trabajadores: en cambio, en el seno de la estructura organizativa de Comisiones Obreras generalmente no se conseguía una posición de clase porque aglutinaban tan sólo un reducido sector de la vanguardia de los trabajadores junto a la vanguardia comunista y reformista.
La perspectiva actual de masificación de Comisiones Obreras crea pues grandes posibilidades de debate en el propio seno de las Comisiones Obreras entre una amplia vanguardia independiente. De aquí que seamos precisamente los que con más conciencia debamos abordar la tarea de afiliación activa de miles de trabajadores en Comisiones Obreras para el avance de las posiciones de clase en ellas.
El TERCER aspecto es la clarificación de posiciones que se están manifestando en las Comisiones Obreras, Si los primeros meses vinieron caracterizados por una ceremonia de confusión en que los planteamientos en el seno de Comisiones Obreras parecían más una lucha de partidos por su control que un debate sobre planteamientos, la situación se ha clarificado en gran medida, Las posturas de PTE y ORT al separarse de Comisiones Obreras y montar los "sindicatos unitarios de empresa" han puesto en claro en qué consistía su batalla, no en la defensa de unas posiciones de clase en Comisiones Obreras, sino la lucha por su control. Solo así se puede entender que abran un proceso de constitución de otro sindicato de carácter corporativo que como falsa salida al problema de unidad sólo puede inflarse más allá de donde están acusando el economicismo y el apoliticismo y haciéndolo encima con batalla de desprestigio a Comisiones Obreras, estimulando el primitivismo más simplista y demagógico en el seno de la clase.
Los "unitarios" MC, LCR, P. Carlista... consiguen el malabarismo de constituirse como “la tendencia que reivindica el derecho a tendencia” y en base a ello exige su representación proporcional, con criterios democráticos de estilo pequeño-burgués y en el aspecto político no se oponen a las ponencias del PCE.
Situadas así las cosas, el debate en Comisiones Obreras se simplifica en el enfrentamiento entre un planteamiento de sindicalismo reformista, que propone ampliar Comisiones Obreras y rebajar su contenido histórico de carácter combativo y político por un carácter sindical moderado y de apoyo a la política electoral de los partidos, y el sindicalismo de clase que propone la extensión de Comisiones Obreras y su carácter de lucha sindical y política de la defensa consecuente de todas las reivindicaciones de la clase frente al capital y la Monarquía, rechazando el pacto social y la democracia represiva, en un avance continuado de la lucha y de combatividad obrera por sus reivindicaciones, por las plenas libertades y su emancipación general contra la explotación y opresión, por el Socialismo.
Estos tres aspectos sitúan la potencialidad de la tendencia de clase en Comisiones Obreras a pesar de la inferioridad numérica de estos planteamientos. La tendencia de clase en Comisiones Obreras no es ni una organización diferente dentro de las Comisiones Obreras, ni una alianza de los partidos de ''izquierda'', ni una propuesta teórica. Es algo más sencillo, es la extensión de una dinámica de clase en amplios sectores de Comisiones Obreras en la base, en las zonas, en los ramos y en las luchas; en la práctica de las Comisiones Obreras de fábrica, ramo, zona; en los acuerdos y definiciones de Asambleas y luchas obreras que extiendan los criterios y la práctica de clase en Comisiones Obreras. Exigiendo su extensión frente a las posiciones burocráticas y reformistas que el PCE se empeña en establecer para intentar someter Comisiones Obreras al nuevo orden democrático-burgués.
Los dos puntos fundamentales de esta tendencia de clase en el seno de Comisiones Obreras y en las luchas obreras, no son más que la expresión, en cada momento y a cada nivel, de la defensa consecuente de los intereses de la clase en su práctica sindical. Expresión que no es un planteamiento artificial, sino la suma de la práctica histórica de Comisiones Obreras y su continuación ante la democracia represiva de la Monarquía y ante los intentos del gran capital de descargar su crisis sobre el pueblo trabajador:
I) - Lucha por las reivindicaciones unitarias,
- Contra la crisis y el pacto social.
- Lucha por las plenas libertades y amnistía, Sindicato de Clase único,
- Contra la Monarquía y sus instituciones y aparatos represivos.
II) Avance en la movilización unitaria y general hacia la Huelga General, para la conquista de los objetivos inmediatos económicos y políticos, frente a la represión y el aislamiento de las luchas.
Las dos exigencias básicas de la tendencia de clase para que el funcionamiento de Comisiones Obreras permita su eficacia, se apoyan también en la práctica histórica de Comisiones Obreras y en sus necesidades actuales:
1) El carácter democrático y de base de las Comisiones Obreras, basado en la participación activa y decisoria de los miembros de Comisiones a todos los niveles, frente al burocratismo y elitismo sindical que introducen los reformistas.
2) Defensa de la más amplia democracia directa en el seno del Movimiento Obrero para garantizar su iniciativa y unidad. Extensión por Comisiones Obreras de las Asambleas y Delegados elegidos por el conjunto de los trabajadores.
Estos cuatro ejes deben permitir centrar un debate concreto y positivo en el que puedan participar todos los trabajadores y todos los miembros de Comisiones Obreras en defensa de las posiciones de clase. Los limites de esta intervención frente al burocratismo de! PCE no nos debe hacer adoptar la falsa postura de montar una "mini organización de masas", tan pura como marginal al conjunto de clase, ni ponernos a remolque de las posiciones reformistas dentro de Comisiones Obreras. Sino al contrario deberá permitimos apoyarnos en las amplias masas, sobre todo en los momentos de lucha, para impulsar un fuerte sindicalismo de clase. Nuestra intervención directa como comunistas, y la participación de los trabajadores en instancias de unidad política superior, como las Asambleas y núcleos Republicanos de lucha por la alternativa democrática del pueblo, son decisivas para un avance superior de la clase obrera más allá de los límites de su alternativa sindical.

19 de junio de 2012

La opción monárquica en 1943

Los monárquicos, partidarios de una u otra rama de los Borbones, comprobaron en 1939 con decepción que la victoria militar en la Guerra Civil no se traducía en la reinstauración de la monarquía en España. Pero si este conflicto bélico fratricida les había sido adverso, otro conflicto bélico, la Segunda Guerra Mundial, les ofreció renovadas esperanzas de que en España volviese a reinar un monarca. A partir de 1943, cuando la victoria de las potencias amigas del Eje se antojaba imposible, los monárquicos redoblaron sus esfuerzos para postular una monarquía como salida a la crisis institucional que se acercaba con la derrota de los dictadores amigos. Con Alfonso Carlos de Borbón muerto y Javier de Borbón-Parma interno en el campo de concentración nazi de Dachau, era Juan de Borbón, el hijo de Alfonso XIII, la apuesta más segura de los monárquicos. Ofrecemos dos panfletos distribuidos en la Universidad madrileña en torno a 1943; el primero fue elaborado por los franquistas temerosos de unos ejércitos aliados clavados a las puertas de la Península y, el segundo, era distribuido por unos monárquicos envalentonados, pero que mostraban con claridad como en ellos pesaban más las hipotecas de un pasado reciente que la apuesta por un futuro de libertad y reconciliación que, digan lo que digan, no vino de su mano.
Declaración de Don Juan de Borbón, Madrid, 1942 (Archivo La Alcarria Obrera)

POR LA BANDERA DEL 18 DE JULIO
Para desdicha nuestra, está tan borrado el recuerdo de lo que significó el 18 de julio de 1936, que cuando apenas han transcurrido seis aniversarios de aquella fecha gloriosa, es viable difundir por el ámbito nacional las más absurdas y contradictorias especies contra el sentido de nuestro Movimiento, y aun contra el sentido común, y, lo que es peor aún, se ha creado un ambiente que hace posible que estas torpes propagandas prendan en la credulidad papanata de las gentes.
Día a día ha ido desvirtuándose el desarrollo político del Estado Nacional que surgió del Movimiento, desviándose de sus prístinos cauces y apartándose paso a paso de los principios por los que luchamos y triunfamos en los campos de batalla. Tal es la consecuencia del desplazamiento de los puestos directores de la política española de las personas que más directamente prepararon el alzamiento del Ejército contra la República del 14 de abril y el olvido sistemático a que hemos sido relegados los combatientes que voluntariamente secundamos al Ejército en los albores de la Cruzada hasta la victoria final.
Que existan aisladas excepciones a esta indudable realidad nada hace al caso, ya que se trata de personas inoperantes políticamente por su aislamiento, cuando no significan traiciones individuales al solidario compromiso de mantener inconmovibles los principios profundamente españoles, y nada más que españoles, que dieron vida al glorioso Movimiento Nacional. Medio preferente para lograr tan infame propósito ha sido la confusión creada por la propaganda que desorientando a las gentes, acaba por sumirlas en un escepticismo suicida. A la postre ha sucedido que los propios directores de la política nacional han sido presa de la confusión misma que su política ha creado.
Para poner un poco de claridad en este ambiente ensombrecido y salir al paso de la más grave y torpe infamia de desunión y confusión que se ha lanzado, escribimos estas líneas nosotros, combatientes de la Cruzada Nacional, que vemos con rabia y dolor que hasta el hecho mismo del Alzamiento es puesto en tela de juicio por los voceros oficiosos y oficiales de la política imperante.
La presencia de las tropas anglonorteamericanas en el África septentrional ha provocado en algunos sectores una reacción anglófila que no podemos tolerar de ningún modo como españoles.
Tampoco podemos transigir con la posición imbécil y cobarde de los que señalan que una victoria anglosajona supondrá automáticamente el triunfo del comunismo en España y la renovación de los crímenes que caracterizaron la etapa republicana.
La causa española no debe depender en manera alguna del triunfo de Alemania o de Inglaterra, en cuya contienda se disputan problemas materiales que nos son absolutamente ajenos. Nuestra postura no puede responder a postulados geográficos o económicos. Nos debemos al servicio de Dios y a la hermandad con Portugal e Hispanoamérica que la Historia nos exige. Para que España fuera contendiente en la lucha actual sería menester que en ella se ventilaran los mismos principios por los que el Ejército y el pueblo español peleamos hasta ganar en la Cruzada Nacional. Ello no es, ciertamente, así; y hay que repetir muy alto, tan alto como sea menester, para que lo oigan los que se apartan de esta verdad inconmovible, que España sustenta unos principios religiosos y políticos consecuencia de su manera de sentir profunda y entrañablemente católica y un determinado quehacer en la Historia, que nada tienen que ver con el pasillo de Dantzig.
Nosotros nos lanzamos cara a las ametralladoras en los campos de España por la Fe de nuestros padres; para rescatar la independencia de nuestra Patria entregada precisamente a políticos dependientes del extranjero; para devolver a la nación española una vida que el Frente Popular amenazaba; para restaurar, en fin, el sentido tradicional de nuestra historia.
Nada de esto, digámoslo una vez más, se ventila en la guerra mundial y, precisamente porque no existe quehacer español en esta contienda, es por lo que los combatientes del Movimiento Nacional asistimos como espectadores a cuanto ocurre. Cuando realmente existe alguna sustantividad que defender, solidaria con nuestro sentir, acudimos prestos los españoles a defenderla. Así, en Rusia, con nuestra tradicional bravura, la División de voluntarios combate al comunismo. Interpretar las cosas de manera distinta es apartarse de la claridad transparente del pensamiento español y de nuestro sentido ante la Historia.
Por ello, nosotros, combatientes de la Cruzada Nacional, hacemos constar que no estamos dispuestos a dejar la defensa de España y de los principios por los que murieron nuestros hermanos al beneplácito extranjero, ni tampoco a jugarnos el destino de España a una de las posturas del tapete verde internacional.
Para que no se pierda lo que conquistamos a tan duro precio, estamos absolutamente decididos a unir nuestra sangre a la ya gloriosamente derramada, luchando hasta morir, si preciso fuera, por la unidad y la independencia de España.

LOS ESTUDIANTES MONÁRQUICOS
Tenemos una manera de pensar;
Debemos de tener sobre todo una manera de ser.
En estos momentos en que se abren de nuevo las aulas universitarias para recibirnos a los estudiantes, divididos por virtud de una reciente disposición oficial en dos «castas»: la de los «gendarmes» y la de los que no lo son; la de los «soplones» y la de los que no queremos serio; nosotros, los estudiantes monárquicos, pertenecientes o no a la Milicia Universitaria, hacemos pública la norma de conducta que nos trazamos para las jornadas que se avecinan.
Nos proponemos ser siempre VALIENTES, no MATONES; LEALES, no DELATORES; CONSECUENTES CON NUESTRAS IDEAS, no PROVOCADORES; en una palabra: CABALLEROS, no CHULOS. Procuraremos ser inmejorables en los estudios, en el servicio militar y en los deportes.
Profundizaremos en el estudio de la verdadera doctrina monárquica, para así, diariamente, en cuantas ocasiones se nos presenten, poder propagar sin jactancias, pero con hombría de bien, entre nuestros compañeros aún desviados, las ideas de salvación patria. Aquellas, cuya difusión no puede lícitamente ser prohibida porque la falta de libertad para hacer el mal no debe en buena ley ser negada también para hacer el bien; esas ideas que habrán de presidir los destinos de España, no solo en un próximo porvenir, sino muy especialmente cuando a nuestra generación le llegue el turno de auxiliar al Rey en la gobernación del País; las mismas por las que muchos de nosotros, y la mayoría de nuestros hermanos, supimos derramar nuestra sangre en los campos de batalla; aquellas, en fin, únicas capaces de devolver la alegría a esa parte de nuestra juventud que defraudada por cuanto sin fundamento se le ha prometido y hecho creer en estos tres últimos años, desea, al pensar en el inmediato porvenir de España, poder depositar su fe en algo y en alguien.
Compañeros: Para nosotros CATÓLICOS, profundamente ESPAÑOLES, VALIENTES, LEALES y CONSECUENTES; en una palabra: CABALLEROS, ese algo y ese alguien no pueden ser otros que la MONARQUÍA CATÓLICA TRADICIONAL, encarnada en la Augusta Persona plena de patriotismo, inteligencia y juventud de nuestro REY.
A los olvidadizos, les recordamos en estos momentos la santa hermandad practicada por los compañeros que nos precedieron en estas aulas antes del 18 de julio de 1936, los cuales, amando a España sobre toda idea de partido, en apretado abrazo, ganaron la primera batalla a la anti-España venciendo a la F.U.E.
Como ellos no odiamos a nadie, pero no nos dejaremos avasallar. Todos sepan que si nos buscan nos encontrarán.
Nosotros -lo anunciamos- no buscaremos a nadie, si no es para ofrecer con nuestra amistad, nuestras ideas de salvación patria, nuestra fe en el REY.
Si contra nuestra voluntad, provocaciones ajenas nos obligan a la lucha, seremos nobles en ella, y como tales reconoceremos en nuestros adversarios -que aun no están en posesión de la Verdad- sus actitudes o rasgos caballerescos.
Las bombas, pistolas, navajas y estacas, habrán de quedarse para los COBARDES y DESALMADOS. Ellos no caben en nuestras filas aunque crean profesar nuestras mismas ideas.
Tenemos una manera de pensar, PERO SE NOS DEBE DE DISTINGUIR SOBRE TODO POR NUESTRA MANERA DE SER.
Nuestra cabeza, nuestro corazón y nuestros puños, nos han de bastar para hacer respetar nuestras ideas en la Universidad y demostrar en ella nuestra lealtad al REY.
Compañeros, gritemos con EL: ¡VIVA ESPAÑA!