La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

4 de enero de 2013

El Congreso de la Internacional de Basilea en 1869

La historiografía oficial ha mostrado a la Primera Internacional como resultado de la iniciativa y dirección de Marx y Engels y ha reducido la presencia de los anarquistas a una operación de infiltración ajena a los obreros internacionalistas de la primera hora, al mismo tiempo que ha minusvalorado, cuando no ha silenciado, la presencia de otras corrientes ideológicas entre los fundadores y defensores de la Internacional obrera. Sin embargo, como casi siempre, la realidad es más compleja que las interesadas simplificaciones de la historiografía marxista. Recogemos aquí el último capítulo del libro La Internacional de los Trabajadores (desde su fundación hasta el Congreso de Basilea) del anarquista James Guillaume, que conoció los hechos de primera mano por participar tan activa como decididamente en los conflictos sociales de su tiempo. Reproducimos la traducción que se publicó en una edición que salió en La Habana en octubre de 1946, homenaje a los anarquistas cubanos que continuaron la lucha de los trabajadores por su emancipación de toda tiranía.
Sucesos revolucionarios de Barcelona, 1869, La Ilustración de Madrid, 27 de abril de 1870
 
V.- GRANDES PROGRESOS DE LA INTERNACIONAL. CUARTO CONGRESO. BASILEA (SEPTIEMBRE 1869)
Los miembros de la segunda Comisión de París que entraron a cumplir condena en la prisión de Saint-Pélagie el 15 de Julio de 1868, salieron de ella el 15 de Octubre. Uno de ellos, Malon, poco tiempo después dio un viaje a Suiza y durante este viaje ingresó como miembro de una sociedad secreta fundada en 1864 por Bakounine y algunos amigos, sociedad llamada Fraternidad Internacional, de la que formaban parte en Francia, Elías y Elíseo Reclus, Arístides Rey y Alfredo Naquet.
Esta participación de Malon en esta sociedad secreta duró poco tiempo, pues la asociación se disolvió en Febrero de 1869 de resultas de un conflicto entre algunos de sus miembros. Una nueva organización secreta fue fundada inmediatamente por los primeros fundadores de la sociedad disuelta, Bakounine, Fanelli y
Friscia; los hermanos Reclus no formaron parte de ella, ni Perron, Joubovsky y Mroczkowsky, que habían pertenecido a la Fraternidad, pero en cambio James Guillaume, Schwitzguébel, Varlin, Keller, Robin, Palix, Sentiñón y Farga Pellicer fueron miembros durante el año 1869.
El hogar de propaganda creado en París en 1865 en la calle de Gravilliers ya no existía, pero el trabajo de difusión de las ideas, por un lado, y el de la organización obrera, por otro, no cesaba e iba en aumento. En el seno de sociedades de resistencia, organizadores como Varlin, Theisz, Pindy, Camelinat, Murat, utilizaban la mayor parte de su silenciosa actividad y la propaganda de las ideas se hacía ahora en las reuniones públicas con un éxito que asombraba hasta a los mismos iniciadores. Varlin, Combault, Bourdon y Malon aceptaron colaborar en un periódico semanal que se fundó en Ginebra en 1868, L'Egalité, órgano de la federación de las secciones suizo-francesas de la Internacional. Bakounine, Perrón, J. Guillaume, fueron los principales redactores y también colaboraron en él De Paepe, Eccarius, Becker y más adelante, Robin. En una de las primeras correspondencias enviadas al periódico desde París, Combault hablaba del movimiento de las reuniones públicas y repitiendo la frase dicha en una de esas reuniones, declaraba que "la Asociación Internacional de Trabajadores nunca había funcionado tan bien en Francia, como después de su disolución".
Entre otras pruebas de su decir citaba el hecho de que habiendo estallado en Basilea una huelga en Noviembre de 1868, había bastado que un miembro de la Internacional, Heligon, hubiera hablado de la huelga en una reunión pública, para que todos los oradores tuviesen a honor narrar los sucesos de Basilea en todas las reuniones, lo que originaba colectas y suscripciones a favor de los huelguistas. "La disolución del Bureau de París, agregaba Combault, ha tenido por resultado, al dispersar un grupo de afiliados regulares compuesto de algunos centenares de miembros, el que se hayan adherido en principios
y de hecho, aunque Irregularmente, todo lo que piensa y obra entre la población trabajadora de París".
Como la osadía de los oradores iba en aumento, el Gobierno se intranquilizó, y se intentaron procesos contra algunos de los más violentos. En la misma correspondencia de que hemos hablado, Combault escribía: "Las persecuciones se multiplican, las condenas cada vez son más fuertes; tres y seis meses de prisión es la pena ordinaria que se aplica a los oradores. Nuestro amigo Briosne, uno de los oradores más capaz y más estimado, acaba de ser condenado a un año".
En otra correspondencia de París en el mismo periódico (número del 3 de Abril), probablemente escrita por Varlin, leemos: "Los ocho meses seguidos de discusiones en las reuniones públicas han hecho ver que la mayoría de los obreros reformadores es comunista. La palabra comunismo levanta tanto odio en el campo de los conservadores como en las vísperas de las jornadas de Junio. Bonapartistas, Orleanistas, clericales y liberales se unen para protestar con indignación... La gran mayoría de los oradores de las reuniones públicas, son reducidos a prisión sobre todo los que proclaman el comunismo".
En 1869 debía verificarse la renovación del Cuerpo legislativo y París se preparaba para las elecciones. No es nuestro intento trazar aquí la historia de la lucha electoral. Es sabido que, en Noviembre de 1868 el proceso intentado contra algunos periódicos que habían abierto una suscripción para elevar un monumento al representante Baudin, hizo que el nombre del Gambetta saliera de la obscuridad, y la opinión lo designó en seguida como el candidato por excelencia de las reivindicaciones democráticas; a su lado Rochefort, Emilio Ollivier y el viejo Raspali, fueron los candidatos favoritos del pueblo. En una correspondencia enviada a L'Egalité de Ginebra, Varlin explicaba la actitud que tomaron los socialistas parisienses en la lucha electoral, de este modo: "El partido socialista no ha presentado candidato en las elecciones generales, pero los oradores socialistas han comprometido a los candidatos radicales a que defiendan los intereses del pueblo". "Las elecciones se verificaron los días 23 y 24 de Mayo; noventa y dos opositores al Imperio fueron elegidos: Gambetta, en París y en Marsella, Bancel, en París y Lyon, y Rochefort fracasó".
En la clase obrera las reivindicaciones se expresaban por medio de huelgas, las de Ginebra (Marzo-Abril). Lausana (Mayo) y las de Bélgica (Abril), tuvieron gran resonancia en toda la nación francesa. En Junio los mineros de Saint-Etienne, de Rive-de-Gier y de Firminy se declararon en huelga; el día 17 hubo una colisión sangrienta entre la tropa y la multitud exasperada que dio lugar a un buen número de muertos y heridos.
Esta matanza impresionó profundamente a la opinión y avivó los odios contra el Gobierno imperial. En Julio las obreras de la industria de la seda de Lyon también se declararon en huelga en número de 8.000; su enérgica actitud y los socorros que le llegaron de todas partes, obligaron a capitular a los patronos.
El Congreso general de la Internacional debía verificarse en Basilea en el mes de Septiembre. Las sentencias de los tribunales no habían disuelto más que el Bureau de París; las secciones de provincias, por una falta de lógica que demuestra la incoherencia de los magistrados bonapartistas, no habían sido perseguidas, y, además, el derecho de ser individualmente miembros de la Internacional no había sido negado a los que se afiliaban directamente en Londres, o por medio de un corresponsal del Consejo general residente en París.
La sociedad de encuadernadores y encuadernadoras de París se había constituido públicamente en sección de la Internacional y no había sido perseguida. En Mayo de 1869, un manifiesto firmado por su presidente Varlin, compromete a las otras sociedades obreras de París a ser representadas en el Congreso de Basilea.
Además, varias sociedades obreras parisienses deseaban constituirse en un grupo de sindicatos, en una cámara federal de las sociedades obreras. Al efecto se elaboró un proyecto; este proyecto lleva la fecha del 3i de Marzo de 1869 y está firmado por Drouchon, mecánico, Solideau, impresor; y Theisz, cincelador. Presentado el proyecto de 3 de Marzo en una reunión de delegados de los diversos grupos corporativos, fue aprobado. Una segunda reunión tuvo lugar el 20 de Mayo, pero después de esta fecha la autoridad prohibió toda reunión, Los delegados de treinta sociedades obreras dirigieron al prefecto de policía, el 16 de Julio, una carta pidiendo explicaciones; el prefecto no respondió y entonces, el 23 de Julio, escribieron al Ministro del Interior, lo que tampoco tuvo resultado, En vista de esto, hacia fines del mes de Agosto las sociedades obreras lanzaron un manifiesto enérgico. Este manifiesto decía: "Vivir bajo esta tutela es indigno de nosotros. No podemos sufrir por más tiempo esta situación, así es que, convencidos que nadie puede limitar el círculo de nuestros estudios y de nuestra acción, nosotros, delegados de las sociedades obreras de París pedimos, como un derecho primordial, inalienable, el derecho de reunión y de asociación sin restricción alguna, y nos declaramos resueltos a proseguir por todos los medios a nuestro alcance, la discusión del proyecto de los estatutos de nuestra federación".
El Congreso de Basilea se celebro desde el domingo 5 de Septiembre de 1869 hasta el domingo 12 del mismo mes y año. Doce sociedades obreras de París fueron representadas que fueron las siguientes: la sección de los obreros encuadernadores: delegado, Varlin, encuadernador; los obreros en bronce: delegado, Landrin; la Sociedad de resistencia de la joyería: delegado, Durand, joyero; la Sociedad de resistencia de los hojalateros: delegado, Roussel, hojalatero; la Cámara sindical de los marmolistas: delegado, Flahaut; la Cámara sindical de los mecánicos: delegado, Murat; la Cámara sindical de los carpinteros: delegado, Pindy; la sociedad de resistencia de los impresores litógrafos: delegado, Franquin; la Cámara sindical de los torneros en metal: delegado, J.A. Langlois; la Cámara sindical y profesional de los zapateros: delegado, Dereure; la Asociación “Libertad de los carpinteros”: delegado, Fruneau; y los obreros marmolistas: delegado, Tartaret. Además, Mollin fue como delegado del círculo parisién de los proletarios positivistas y Chemalé de los afiliados parisienses de la Internacional.
Las provincias enviaron trece delegados: Dosbourg, Aubry, Creusot, Piéton, Borseau, Outhier, Richard, Palix, Bakounine, Monier, Foureau, Tolain y Boudet. De Alemania, llegaron siete delegados, entre ellos Rittinghausen y W. Liebknecht, a los que hay que agregar Becker, Goegg, Janasch, Greulich y Hess. Bélgica estuvo representada por Brismée, Hins, De Paepe, Bastin y Robin; la Suiza francesa envió once delegados, entre ellos Heng, Brosset, J. Guillaume, Schwitzguebel y Fritz Robert; la Suiza alemana envió también once y Austria, dos (Neumayer y Overwinder); de Italia fue un solo enviado, Caporusso; de España, dos: el tipógrafo Farga Pellicer y el médico Sentiñón, y los Estados Unidos mandaron a Cameron, delegado de la National Labour Union. El Consejo General de Londres estuvo representado por seis de sus miembros: Applegarth, Lucraft, Cowell Stepny, Eccarius, Lessner y Jung, que presidió el Congreso.
Sobre la cuestión de la propiedad territorial, el Congreso aprobó por 54 votos contra 4 que “la sociedad tiene el derecho de abolir la propiedad individual del suelo, que debe pertenecer a la comunidad”. Cinco delegados de París, Varlin, Flahaut, Franquin, Dereure y Tartaret, votaron que sí, y cuatro que no, siendo estos Tolain, Pindy, Chemalé y Fruneau; los otros seis delegados se abstuvieron de votar.
Sobre la abolición de la herencia, treinta y dos votos se pronunciaron de conformidad con la proposición de la Comisión, que decía: "el derecho de herencia debe ser completa y radicalmente abolido", Dos delegados de París, Varlin y Dereure votaron sí, siete votaron no (Tartaret, Tolain. Pindy, Chemalé, Frúmeau, Murat y Langlois), los seis restantes se abstuvieron, Solamente 19 votos obtuvo la proposición del Consejo General redactada por Marx. Esta proposición contenía simplemente la indicación de medidas transitorias como la extensión del impuesto sobre sucesiones y limitación del derecho de testar. Todos los delegados de París votaron en contra de esta proposición con excepción de cuatro, que se abstuvieron
La cuestión de la herencia había sido incluida en la orden del día del Congreso a petición del Comité federal de Ginebra, y Marx había visto en esto el resultado de una intriga de Bakounine. El 27 de Julio de 1869 Marx dice a Engels: "Este ruso, está claro, quiere convertirse en el dictador del movimiento europeo. Que ande con cuidado que si no será excomulgado oficialmente". Y Engels responde: "El gordo Bakounine está detrás de todo, esto es evidente. Si este maldito ruso piensa realmente, con sus intrigas, ponerse a la cabeza del movimiento obrero, debemos evitar que pueda hacer daño". En la Comumication confidentieile (Confidentielle Mittheilung) del 29 Marzo de 1870 Marx dice que si el Consejo general consintió en incluir la cuestión de la herencia en la orden del día del Congreso "se hizo para poder asestar a Bakounine un golpe decisivo". Habiendo recaído el golpe contra Marx (puesto que su contra-proposición no obtuvo más que diez y nueve votos), se comprende su furia. Después del voto, Eccarius que estaba en el secreto dejó escapar esta exclamación: "Marx quedará muy descontento". Esta frase ha sido conservada por Bakounine que la oyó personalmente.
Los delegados de Zurich, Bürkly y Greulich, habían propuesto la inscripción en el programa del Congreso de una cuestión que no figuraba en él; la de la legislación directa por el pueblo, y hasta quisieron colocarla a la cabeza de la orden del día. Estos delegados estuvieron apoyados por los alemanes Goegg, Rittinghausen, Liebknecht y combatidos por Robín, Schwitzguébel, Bakounine, Fritz Robert, Hins, Murat, Dereure. El Congreso decidió que la cuestión se discutiría después que se agotara la orden del día, si había tiempo (que no lo hubo).
El debate sobre las sociedades de resistencia fue lo que mejor puso de relieve la concepción federalista y anti-estatista de la mayor parte de los obreros francés, suizo-romandos, belgas, españoles, italianos, en frente de la cual se levantaba la idea estatista de los socialistas-demócratas alemanes, suizos e ingleses.
Sin embargo, sin detenerse a deliberar sobre teorías relativas a la sociedad futura, los delegados comprobaron, en la resolución votada, que el Congreso con unanimidad reconocía la necesidad de las sociedades de resistencia, así como la de su federación
y la utilidad de crear entre ellos un lazo entre las naciones por medio del Consejo General de la Internacional. El Congreso de Basilea hizo comprender a la Europa que la Internacional no era una simple sociedad de estudios limitada a discutir académicamente cuestiones de vaga filantropía, sino que era la organización de combate por la cual el proletariado iba a marchar a su emancipación. Fribourg en el libro que escribió en 1871 en el que ha querido justificar su defección y la de una parte de sus amigos, ha pretendido que después del Congreso de Basilea "era evidente para todos que Karl Marx, el comunista alemán, Bakounine, el bárbaro ruso, y Blanqui, el autoritario, formaban el triunvirato omnipotente, resultando que la Internacional de los fundadores franceses estaba muerta y bien muerta". Pero esto no era así: la Internacional parisién había tenido otros fundadores que no fueron hombres como Tolain y Fribourg, los cuales eran extraños al verdadero socialismo; ella podía citar otros militantes como Varlin, Pindy, Langevin, Avrial, Landrin, Theisz, Delacour, Duval y los obreros de París iban a mostrar al mundo al año siguiente su completa capacidad.
El Congreso decidió a propuesta de los delegados parisienses que el próximo Congreso de la Internacional se verificaría en París el primer lunes del mes de Septiembre de 1870. Este acuerdo se tomó a la unanimidad y era como una especie de desafío a Napoleón III. El primer lunes del mes de Septiembre era el día 5: la República había sido proclamada la víspera.

30 de diciembre de 2012

Un debate entre Peiró y Maurín

Al analizar el proceso de guerra y revolución que vivió España entre 1936 y 1939 muchos han aceptado una forzada asimilación del POUM y de la CNT (o aún peor: del trotskismo y del anarquismo) que interesadamente se ha hecho circular por algunos marxistas heterodoxos del más rancio estalinismo. Incluso algunos trotskistas de última hora han llegado a acusar a la CNT de no haber hecho la revolución que ellos querrían haber hecho y que no pudieron llevar adelante por no contar con el apoyo de una parte significativa del proletariado hispano. Pero lo cierto es que antes de julio de 1936 la línea divisoria del movimiento obrero en España no se establecía entre guerra y revolución, sino entre marxismo y anarquismo. Y el POUM, o sus diversos antecedentes, se encuadraban en las filas del llamado socialismo científico y criticaban con fiereza al anarcosindicalismo. Incluso en julio de 1936, el pequeño sindicato que animaba el POUM optó por ingresar en la UGT en vez de fusionarse con la CNT. Buena prueba de esta vieja hostilidad del POUM hacia los anarquistas la ofrecen estos dos artículos de Joaquín Maurín y Juan Peiró publicados en 1928. El devenir histórico ha dado la razón a Peiró y ha dejado en nada los augurios de Maurín, que aventuraba la desaparición del PSOE y de la CNT cuando llegase la hora de la revolución. Claro, tampoco nadie podía augurar en 1928 que Joaquín Maurín acabaría colaborando con la CIA y el anticomunismo más visceral en los años de la Guerra Fría tras ser liberado de las cárceles franquistas en 1946 mientras Juan Peiró moría fusilado por los fascistas en 1942.
Billete de tranvía colectivizado CNT, Barcelona, 1937 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
SOCIALISMO Y ANARQUISMO: PABLO IGLESIAS Y ANSELMO LORENZO
Pablo Iglesias, el impresor, fundador principal del Partido Socialista, y Anselmo Lorenzo, el impresor, alma del anarquismo español: he aquí dos hombres hermanados por dos doctrinas y dos métodos abiertamente opuestos, en torno a los cuales se ha dividido y, se ha agrupado la clase obrera de España durante más de medio siglo. Iglesias era el propagandista del socialismo, Lorenzo era el apóstol de las ideas anarquistas. Si invertimos los términos, sin embargo, la realidad no sufre alteración alguna. Esta es la verdad. Iglesias hizo más por el anarquismo que por el socialismo. Y, a mi entender, la obra de Lorenzo, habrá sido de más utilidad para los socialistas que para el ideal que él creía defender con entusiasmo y fe.
El fundamento verdadero del anarquismo español hay que buscarlo más que en sus propagandistas, teorizantes y organizadores, en las faltas, en el oportunismo del Partido Socialista, del que Pablo Iglesias fue el inspirador y el verbo durante muchos años.
Si la clase obrera de Cataluña se hizo anarquista, fue por oposición a un partido obrero que iba siempre del brazo de la pequeña burguesía. La política de Iglesias abandonó Barcelona. ¿Este apartamiento fue debido al hecho de que él creyese que la clase obrera de Cataluña era impermeable al socialismo marxista? No. Pablo Iglesias vio que la entrada de fuertes núcleos proletarios en el Partido Socialista cambiaría radicalmente el centro de gravedad espiritual que él quería darle. Con la presencia de un grupo obrero superando al de Madrid, el partido, forzosamente, habría vivido luchas internas y al final de ellas la corriente más netamente proletaria habría acabado por imponerse. Y justamente era eso lo que Pablo Iglesias quería impedir de cualquier manera. Ideológicamente se encontraba más cerca de la pequeña burguesía que del proletariado. Toda su trayectoria política fue una serie ininterrumpida de esfuerzos por crear un contacto cada vez más firme entre la clase obrera y la burguesía liberal.
Esta trayectoria oportunista, carente de raíces en una verdadera doctrina marxista, ¿cómo iba a satisfacer a la gran masa proletaria? Para ésta, Partido Socialista quería decir colaboración de clases, falta absoluta de espíritu revolucionario y de emoción proletaria. El anarquismo encontraba, a causa de esta defección, un terreno favorablemente preparado para poder arraigar y extender su influencia.
Lenin dijo que el anarquismo era una especie de castigo impuesto al movimiento obrero por sus pecados oportunistas, y añadía que si este mal no había alcanzado en Rusia mayores proporciones, se debía al hecho de que el Partido Bolchevique había luchado siempre contra el oportunismo de la derecha social-demócrata.
El anarquismo, igual que su aliado directo, el sindicalismo revolucionario, ha crecido como reacción contra las debilidades de los viejos partidos socialistas. En Francia lo que abrió un paréntesis favorable al sindicalismo fue la entrada de Millerand, entonces socialista, en el ministerio, con la consiguiente política de colaboración que ello originó. Se puede medir el incremento del anarquismo dentro de un país casi únicamente por la conducta seguida por el Partido Socialista correspondiente.
El anarquismo, ideal revolucionario sin consistencia doctrinal, puede mantenerse vivo durante largo tiempo gracias a dos causas externas a él: la política conservadora del Partido Socialista y la falta de una educación teórica que dé al proletariado conciencia clara de su misión histórica y comprensión de los medios que ha de poner en práctica para conseguir el triunfo.
El segundo pecado, el del vacío, fue también el de Pablo Iglesias. Ni él ni sus lugartenientes se preocuparon nunca de que la clase obrera española conociese las nociones fundamentales del socialismo científico. Dejada al azar, sin orientadores que la instruyesen en las verdades del marxismo, fue víctima de tal confusión ideológica que el incremento de los mayores errores ha hallado en ella toda clase de posibilidades. El anarquismo, especie de vegetación espontánea, pudo crecer libremente donde el campo estaba yermo.
¿No ha sido, pues, Pablo Iglesias uno de los principales, por no decir el mayor creador del anarquismo español?
Anselmo Lorenzo dedicó su vida infatigable a sembrar las semillas anarquistas entre los obreros españoles. Si Iglesias en 1925 pudo morir tranquilo creyendo que tras de sí quedaba un surco profundo, promesa de grandes cosechas, Anselmo Lorenzo, en 1915 -diez años antes-, por su parte, tenía seguramente, al cerrar los ojos, la satisfacción de ver que las ideas anarquistas por él lanzadas a los cuatro vientos se habían convertido en grandiosas legiones que avanzaban dispuestas a disparar ¡Pero qué ilusión!, ¡qué realidad más paradójica!
La fe que Iglesias puso en su labor no fue mayor que la tenacidad de que dio pruebas Lorenzo. El uno, desde Madrid, iba llenando gota a gota lo que luego ha resultado un lago infecto, y el otro, desde Barcelona, grano a grano, levantaba una pirámide de arena que el viento se iba encargando de destruir sin compasión.
Si Iglesias, por una inversión espiritual, trabajó por el anarquismo Lorenzo, en justa reciprocidad, lo hizo por el socialismo. El anarquismo, director durante mucho tiempo de la mayoría del proletariado español, ha alejado de la actividad política a la parte más sólida y más capaz de la clase trabajadora. Desde hace mucho tiempo, casi la totalidad del proletariado de la Península se halla totalmente apartado de la actuación. La vida social, con todas sus complejidades y trascendencias, se desarrolla cada día sin que el proletariado tenga en ella una intervención propia. Se podría decir que se trata de un inmenso cementerio, donde sólo se oye el ruido de la tierra que se hunde bajo los pies de los espectros misteriosos que se mueven en medio de una noche sin fin.
¿Dónde está la clase trabajadora? ¿Qué ha ocurrido? ¿Ha sido aniquilada sin que quede ni el recuerdo? No, no. El anarquismo la ha desintegrado, deshaciendo en ella toda voluntad e impulso. Continúa aquí, pero disgregada, como las ruinas de una antigua fortaleza o como un ejército vencido que sigue esperando que el triunfo llegue.Parece un Hamlet seducido por el afán de acción, pero perturbado por la incomprensión manifiesta de los problemas planteados ante él.
Mientras tanto, el Partido Socialista puede presentarse como el único dirigente de los trabajadores de España. La vida del socialismo aguado de los madrileños depende justamente del adormecimiento actual del proletariado. Si éste se despertase con energía, el Partido Socialista no pintaría nada, no podría tener el atrevimiento de presentarse como el representante de los intereses de la clase trabajadora, ya que eso no es verdad.
¿Predicar el anarquismo, no resultó trabajar para el socialismo reformista? ¿No fue Anselmo Lorenzo un forjador de la fuerza actual de nuestro Partido Socialista?
Lorenzo e Iglesias, cuando empezaba la Internacional Obrera, luchaban juntos. Después se separaron y seguían, al parecer, diferentes caminos. Lo cierto es, sin embargo, que nunca estuvieron alejados. En el fondo seguían unidos, caminando por el mismo camino. Quizás, sin Iglesias el anarquismo no habría tenido entre nosotros la importancia que tuvo. Probablemente, sin Lorenzo, el Partido Socialista sería casi inexistente. ¿Cuál de los dos fue el más anarquista? ¿Cuál, el más reformista? He aquí un caso de cruzamiento ideológico, tan cierto, sin embargo, como que Pablo Iglesias, el impresor, y Anselmo Lorenzo, el otro impresor, han desaparecido del mundo de los vivos.
JOAQUÍN MAURÍN (L'Opinió, 14 de abril de 1928).

MAURÍN HACIENDO DE MAURÍN
No es la primera vez que Joaquín Maurín interpreta de una manera arbitraria y hasta tendenciosa la historia del movimiento obrero en España. Su paralelo sobre las vidas de Pablo Iglesias y de Anselmo Lorenzo, publicado en estas mismas columnas, no es otra cosa que una interpretación arbitraria y tendenciosa, señaladamente tendenciosa, ya que nadie puede admitir que la interpretación de Maurín sea hija de la ignorancia. Admitiríamos mejor que en semejantes juicios críticos de factura mauriniana, hay muchas cosas que recuerdan el cuento de la zorra.
Si no acepta esto, entonces será cuestión de que también yo exponga mis interpretaciones en base a la historia del movimiento obrero español. No hay que decir que yo no lo haré con la habilidad con que suele hacerlo Maurín; pero casi tengo la seguridad de que mi interpretación será más ajustada a la verdad histórica, más sincera, y pienso aún que mis palabras tendrán un valor constructivo, valor que falta en las palabras de Maurín.
Todo el mundo, menos Maurín, sabe que al oírse en España los primeros clamores internacionalistas, el proletariado español los recogió, y los expresó seguidamente con entusiasmo y con una espiritualidad fuertemente anarquista. Es una simple cuestión de prioridad, bastante elocuente, sin embargo, para recalcar que el anarquismo español no debe su verdadero fundamento a las faltas y al oportunismo del Partido Socialista, ya que éste, contrariamente a lo que dice Maurín, apareció como tal Partido y con un aire francamente reformista, bastante tiempo después de ser el anarquismo la más fuerte, y podríamos decir la única, expresión del movimiento proletario español.
Es cierto que la Internacional entró en España llevando en su seno los gérmenes de las dos tendencias representadas por Carlos Marx y por Bakunin, pero también es cierto que el Partido Socialista español no es más que un esqueje, por así decirlo, de aquel formidable y temible movimiento obrero, espiritualmente anarquista y revolucionario.
¿Y de dónde diablos ha sacado Maurín que la política de Iglesias abandonó Barcelona? No queremos saber ahora si Iglesias buscó siempre el "crear un contacto cada vez más firme entre la clase obrera y la burguesía liberal". Lo que nadie desconoce, es que el socialismo madrileño ha realizado en Cataluña grandes esfuerzos para arraigar en el alma del proletariado catalán, y todo el mundo sabe, además, que si el socialismo madrileño ha abandonado Cataluña, y sobre todo Barcelona, no ha sido porque Iglesias hubiese visto que "la entrada de fuertes núcleos proletarios dentro del Partido Socialista, cambiaría: radicalmente el centro de gravedad espiritual que él quería darle". Lo que Iglesias vio fue la imposibilidad absoluta de conquistar a las masas obreras catalanas, y fueron las abundantes cosechas de desdenes del espíritu catalán lo que hizo que Iglesias recogiese velas.
Y es que por encima del socialismo marxista, en Cataluña hay un problema psicológico y un sentimiento autóctono incomprendidos por los socialistas madrileños, problema y sentimiento que, en cierta forma, son incompatibles con el sentido unitario y centralista del socialismo internacional.
Cataluña ha visto nacer al gran polígrafo Pi y Margall, y es Cataluña la cuna del federalismo. Sabiendo esto, se sabe por qué Cataluña es impermeable al socialismo marxista y se sabe también por qué el anarquismo ha tenido y tendrá aquí la más fuerte expresión de vitalidad. El socialismo marxista es absorbente, y el anarquismo es esencialmente federalista. El carácter del obrero catalán es profundamente laborioso y revolucionario, mientras que las directivas del socialismo madrileño están representadas por la apatía delante del trabajo y la avidez ante los cargos burocráticos, vengan de donde vengan.
He aquí las causas reales de la impermeabilidad de Cataluña al socialismo madrileño.
En vano Maurín trata de engañamos con sus juegos malabares. Ciertamente, la entrada de Millerand en el ministerio abrió un paréntesis favorable al sindicalismo revolucionario. No hay ninguna concepción doctrinaria o ideal que no necesite de un acontecimiento u otro para quedar plasmada en la conciencia colectiva, y el hecho de Millerand dio pie a la expansión del sindicalismo revolucionario en Francia. Hay que preguntar, sin embargo, a Maurín si el reformismo y la colaboración de clases, tan arraigados en el socialismo francés, como en todos los demás socialismos estatales, nacen con la entrada de Millerand en el ministerio.
¿Qué es lo que hacen en los parlamentos los diputados socialistas? Octavio Mirbeau nos diría: ¡Hablan! Los demás mortales con un poco de sentido común, nos dirán: Hacen reformismo y colaboración de clases. El hecho mismo de la oposición es un hecho de colaboración. O se es integralmente revolucionario -y en este caso no corresponde la acción (?) parlamentaria- o se inclina uno fatalmente a la colaboración. El socialismo, ni en Francia -ni en ningún otro país- no se convierte en reformista y todo lo demás porque un Millerand vista la casaca de ministro. Se convierte en ello porque lo lleva en su naturaleza.
Anarquista convencido, reconozco la profunda consistencia de la doctrina económica de Carlos Marx. Ha sido éste el hombre que ha tenido una soberana clarividencia para describir el proceso del materialismo histórico, y el proclamarlo yo así entre los anarquistas, de algunos de ellos, y lanzado como si fuese un terrible dicterio, me ha valido el calificativo de "marxista". Pero, contrastando con la consistencia de la doctrina económica marxista, está el fallo de la concepción política de Marx, en cuanto a la eficacia de su contenido de oposición fundamental a la existencia del capitalismo; y yo lo proclamo también a los cuatro vientos.
Es evidente que el capital deriva cada día más hacia runa fuerte concentración, y no es menos evidente que la miseria del proletariado es cada día más acentuada; y tan evidente como todo esto, lo es también la evolución del socialismo -por medio de la acción parlamentaria y de sus derivados, no siendo todo ello más que reformismo y colaboración de clases- hacia el servicio de la realeza y del capitalismo. La concentración del capital, según Carlos Marx, ha de provocar la ruina de la sociedad capitalista, pero, engendrado por la concepción política del mismo Carlos Marx, existe el fatal oportunismo del socialismo, cuyo escandaloso objeto, ni por excepción, consiste en otra cosa que en rejuvenecer aquello mismo que el socialismo quiere destruir. No es necesario citar países y sería en vano buscar ejemplos contra lo que he dicho.
Y si Maurín nos recordase el hecho de Rusia como un caso de fidelidad al legado espiritual de Carlos Marx, después de mantenerle que se ha valido de un sofisma de factura bolchevique, le diría que el "parlamentarismo revolucionario" de los flamantes comunistas de todo el mundo, está destinado a caer en el mismo oportunismo en que ha caído el socialismo reformista internacional. La dificultad de las cosas está en empezarlas, y es ya sabido que el comunismo (?) bolchevique ha dado incluso ministros a países capitalistas.
Dejemos que Joaquín Maurín haga juegos malabares. El trabajo intelectual y espiritual de Anselmo Lorenzo es conocido de todos y por todos respetado en España, y por esto mismo el aristarco bolchevique resulta demasiado pequeño para juzgarlo debidamente, y no hace falta decir que el despecho no es precisamente una ayuda en estos juicios.
Las semillas sembradas por Anselmo Lorenzo han sido y son todavía semillas espirituales que fructifican y que nada tienen que ver con el anarquismo (?), que Maurín califica de "especie de vegetación espontánea". Esta "vegetación espontánea" ha sido un fruto esporádico fecundado por las violencias y por los problemas de la guerra, pero no el resultado de las semillas sembradas por "el impresor Anselmo Lorenzo". Esto Maurín lo sabe perfectamente, a pesar de que su interés sea el de hacer creer otra cosa.
Y he aquí mi sinceridad: Esta "vegetación espontánea", que no ha sido otra cosa más que el grueso de aquellas "grandiosas legiones que avanzaban dispuestas a hacer fuego", por lo mismo que ha sido "vegetación espontánea", que quiere decir falta de consciencia doctrinal, se ha esfumado al soplar un viento extraordinario y formidable... ¿Y qué es lo que no se ha esfumado por la acción de este viento huracanado?
El huracán es universal; ¿y dónde han ido a parar las grandiosas legiones comunistas que en Italia y en otros países avanzaban dispuestas a hacer fuego? Dentro de poco ¿qué quedará de las grandiosas legiones comunistas francesas, a pesar de que tengan a su merced a la CGTU, que representa una fuerza sindicalista posiblemente mayor que la representada por la Confederación española? He aquí otras pirámides de arena que el viento se ha cuidado de destruir sin compasión.
"La incomprensión del anarquismo frente a los problemas planteados", es el viejo tópico de Maurín y otros bolchevizantes. Ahora, no hay nada tan sabio como un bolchevique, Con tal de cohonestar las aberraciones de los "antiguos" y actuales directores de Rusia, no importa convertir lo blanco en negro. Lo curioso, sin embargo, es que todos saben que esta "incomprensión" no tiene otra causa que la disconformidad de los anarquistas en dar su aval a una nueva casta de tiranos, de los cuales ha nacido la teoría de que "los pueblos no necesitan la libertad para nada".
Quizá Maurín nos habla de nuestra "incomprensión", porque cree que el problema de España había de tener una solución anarquista, por la sola razón de ser los anarquistas quienes, espiritualmente, tenían acaparadas las fuerzas obreras españolas. Parece que es esto lo que quiere decimos Maurín, y ya veis de qué forma la "vegetación espontánea", que es como una especie de adoquín, ha tenido la suficiente visión para comprender que no es la hora de las soluciones anarquistas. Y el anarquismo español todavía ha hecho más. Consciente de que en sus manos tenía la fuerza revolucionaria del país, al tener una noción clara de que las soluciones en forma alguna podían ser anarquistas, puso aquella fuerza a disposición de los sectores izquierdistas.
Si los hechos han de hablar, pueden muy bien hacerlo los acontecimientos de 1917, en los cuales los anarquistas, sin ninguna esperanza de mejorar nuestra situación económico-social, fuimos los primeros, y casi los únicos, en lanzar nuestras fuerzas a la calle en defensa de la libertad y de la dignidad públicas.
Fue en el año 1918 cuando Salvador Seguí, desde la tribuna del Palacio de Bellas Artes, entre el entusiasmo más fogoso, lanzó un nuevo y formal ofrecimiento a las izquierdas para que recogiesen el clamor y las energías de la CNT con vistas a las posibilidades de aquella hora solemne. Después... ¡cuántos ofrecimientos generosos y desinteresados han sido hechos a las fuerzas izquierdistas!
Esto quiere decir que la incomprensión de los anarquistas para dar soluciones ideales a los problemas planteados, habrá sido tan grande como quiera Maurín; pero dos hechos dicen bastante elocuentemente que los anarquistas, a pesar de tener muchos defectos, han estado siempre a la altura de las circunstancias, Y no todos pueden decir eso, y mucho menos los bolchevizantes de aquí, cuya obra no ha sido otra que la que habría hecho cualquier agente del enemigo común.
Es muy lamentable que Maurín se haya acogido a la gentil hospitalidad ofrecida por los buenos amigos de L'Opinió, para hacer labor partidista y verdaderamente negativa. El momento es muy singular, como muy singular es el medio para resolverlo. Hay apasionados que son dignos de ser excluidos de las relaciones con los hombres de buena voluntad.
JUAN PEIRÓ (L'Opinió, 5 de mayo de 1928)

17 de diciembre de 2012

Cinco años de La Alcarria Obrera

Ayer, 16 de diciembre de 2012, se cumplieron cinco años de la reaparición de La Alcarria Obrera, la emblemática publicación de la clase obrera consciente y organizada en tierras de Guadalajara, que desde hace un lustro da nombre a este modesto blog que comparte con ella el mismo espíritu y el mismo objetivo.
Como nada quedó de aquella La Alcarria Obrera de principios del siglo XX, no hemos podido ni recuperar ni reeditar sus artículos, sus editoriales y sus informaciones. Pero hemos intentado suplir esta pérdida con la difusión de otros textos que, en la medida de lo posible, tienen interés para quienes compartimos ideas con los redactores del viejo semanario de Guadalajara.
Durante estos cinco años hemos colgado más de trescientos posts y hemos insertado más de dos centenares de ilustraciones, tanto unos como otras originales en una notable proporción. Creemos haber cumplido con nuestro propósito de hace ahora cinco años.
Este aniversario nos ha animado a romper por primera vez una regla no escrita y salir a una escena en la que siempre nos hemos resistido a dejarnos ver. Ni tantas y diversas campañas que despertaban nuestra simpatía, ni algunas leyes que ponían en peligro nuestro trabajo, ni algunos plagios descarados nos han hecho romper nuestro silencio. Lo hacemos ahora por primera vez.
Lo hacemos para dar las gracias a los que nos siguen con frecuencia y a los que nos visitan de tanto en cuanto, y también para agradecer a los que en estos años se han acercado alguna vez por aquí. También, y muy especialmente, a los que nos han escrito y a los que han incluido comentarios en alguna de nuestras entradas.
Durante estos cinco años nuestro balance es muy humilde; estamos muy lejos de otros muchos blogs más conocidos y más seguidos, pero la progresión constante a lo largo de estos cinco años nos anima a seguir adelante.
En estos cinco años, según los datos que ofrece un contador tan exigente como el blogger de Google Analytics, hemos recibido unas 57.000 visitas de 47.000 visitantes diferentes, que han visto un total de 87.000 páginas. La duración media de la visita está bien por encima de 1 minuto.
De estas casi sesenta mil visitas, alrededor del 60% provienen de buscadores (entre los que destaca Google), cerca del 30% llegan desde otras páginas de Internet que tienen referencias nuestras (sobre todo de Wikipedia) y el 10% restante son visitantes que acceden directamente a nuestro blog (a las que deberíamos sumar otras casi 2.000 visitas que llegan a nosotros después de buscarnos específicamente en Google).
De los más de 57.000 visitantes, aproximadamente el 60% son españoles, el 35% provienen desde los países americanos de lengua española, poco más del 3% son del resto de Europa y el 2% restante nos visitan desde los demás rincones del mundo. En total, hemos recibido visitas de 100 países de nuestro planeta.
De las 87.000 páginas vistas en estos cinco años, las que más entradas ha registrado han sido las del alegato del fiscal y la sentencia de la Mano Negra, el fragmento sobre la Revolución Industrial en Inglaterra de Max Beer, la colección de pensamientos breves de Lev Tolstoi, el capítulo sobre el cultivo de secano en Guadalajara del geógrafo Juan Dantín Cereceda, el artículo del carbón en la Revolución Industrial de Eduardo Benot y el artículo publicado en La Corona de Aragón sobre la primera huelga general de España en 1855.
Estos es nuestro sencillo balance, que hemos querido compartir con quienes nos visitan y nos siguen. Después de cinco años, sentimos un cierto orgullo: la original La Alcarria Obrera no pudo salir a la calle durante tanto tiempo. Y queremos comunicarlo a quienes tienen todo nuestro agradecimiento: nuestros amigos y visitantes.
El equipo del blog La Alcarria Obrera