La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

5 de diciembre de 2013

La provincia de Guadalajara en 1859

En el número 2 del año 1859 de la revista Escenas contemporáneas, se publicó el artículo que aquí recogemos en el que se hace un repaso de los “acontecimientos más notables” que ocurrieron en la provincia de Guadalajara en los meses posteriores al final del Bienio Progresista. Hay, naturalmente, que desbrozar de la complaciente prosa decimonónica y del tono hagiográfico hacia los personajes y laudatorio hacia las instituciones, la realidad de la Guadalajara de entonces. Por estas líneas cruzan el renacido Instituto de segunda enseñanza, el empedrado de las calles y la construcción de las aceras en la capital, la importancia que se concedía a la Academia de Ingenieros militares, el caciquismo y el falseamiento electoral, la fortaleza política de los progresistas y la escasa importancia de la vida económica y de la industria local. Una ojeada a la Guadalajara de hace ciento cincuenta años desde dentro.

GUADALAJARA. ACONTECIMIENTOS MAS NOTABLES OCURRIDOS EN ESTA PROVINCIA EN EL ÚLTIMO BIENIO
Consecuentes en nuestro propósito de presentar en esta publicación el cuadro fiel de los sucesos más interesantes que diariamente se verifican en todas las provincias de España, vamos á continuar nuestra comenzada tarea, ocupándonos por hoy de la de Guadalajara, donde no ha dejado de haber bastante actividad y movimiento político en este último período, gracias al celo y energía de sus autoridades, que en esto como en sus esfuerzos por el bienestar y prosperidad de la provincia son dignos de todo elogio.
Administrada ésta en un principio por el señor D. Matías Bedoya, esmeróse este funcionario en la mejor gobernación del territorio, en el que no dejó de introducir algunas mejoras, dedicándose sin embargo con especialidad al despacho de los negocios pendientes que en gran número pesaban sobre el gobierno de su cargo. Multitud de expedientes de la mayor importancia detenidos á consecuencia de las circunstancias políticas porque acababa de pasar el país, fueron despachados en breve término, obteniendo en su totalidad la aprobación del Consejo real, que halló conforme á las leyes de equidad y justicia la solución dada a los asuntos sobre que versaban por el Sr. Bedoya.
Los mismos acontecimientos políticos habían impedido el examen de las cuentas municipales, desatendido en toda la provincia: promovióle el nuevo gobernador, primero con medios suaves, después por el apremio de los morosos, y consiguió al cabo de un breve término ver en su mayoría terminado un negocio de primer interés en la administración de los pueblos. Una mejora de grande utilidad introdujo también en la provincia con el restablecimiento del Instituto de Guadalajara, que dotado de profesores inteligentes y de un virtuoso y sabio director, comenzó entonces y ha continuado después dando los mejores frutos á un país poco antes huérfano de esos auxilios tan necesarios para la instrucción y educación de la juventud.
La necesidad de construir algunas carreteras y caminos vecinales, sentida desde muy antiguo por la provincia, fue promovida con nuevos expedientes en este período, los que no han dejado de producir los más útiles resultados. Un establecimiento de baños minerales situado en el territorio de Guadalajara y abandonado por falta de recursos, llamó la atención del Sr. Bedoya, quien comprendiendo las ventajas que de él se podrían reportar, no solo en aquel país, sino en toda España, elevó el correspondiente informe al Gobierno de S. M. trabajando en cuanto en sus manos ha estado por la reedificación y restablecimiento de aquel, que creemos ya conseguida. Una complicación vino por entonces á hacer difícil la situación del gobernador de aquella provincia, viéndose en la alternativa, ó de impedir la acción de los tribunales, o de dejar á su merced sus dependientes en asuntos meramente de su inspección. Pero con tacto y tino, promovió el Sr. Bedoya expedientes sobre este asunto, que fueron en su mayoría aprobados en el Consejo real, quedando solo los más culpables á disposición de las autoridades judiciales.
El restablecimiento de las leyes Orgánicas de 1845, consecuencia inmediata del nuevo orden de cosas, fue una de las primeras que se llevaron á cabo, alternando y aun coadyuvando á ella la elección municipal de todos los ayuntamientos de la provincia en número de 399 con 92 agregados.
La difícil cuestión de subsistencias que ocurrió al par que las anteriores, no dejó de complicar la situación, por fortuna felizmente salvada, lo mismo que las demás dificultades que surgieron con motivo de las quintas del reemplazo del ejército y milicias provinciales. Las operaciones del censo de la población ejecutadas entonces también, acabaron de acreditar al Sr. Bedoya, que las llevó á cabo con la mayor exactitud y acierto.
Promovióse también por entonces la aplicación de la vacuna, tan descuidada en la provincia y de tan buenos resultados para la salud y robustez de los individuos, y se procuró por último la creación de médicos, cirujanos y farmacéuticos titulares en los pueblos del territorio donde no existían por incuria ó falta de recursos. Tan importantes trabajos terminados en un corto período, fueron además de por el gobernador de la provincia, debidos en gran parte á la actividad y celo del digno secretario D. Pedro Elices, ascendido en justo premio en su clase al gobierno de Córdoba.
Los servicios del Sr. Bedoya, reconocidos generalmente en toda la provincia, y en particular en la capital, fueron dignamente recompensados por el ayuntamiento de esta, que le regaló un magnífico bastón de concha con puño de oro, en que se hallan las armas de Guadalajara con la inscripción que le sirve de dedicatoria. Este presente fue hecho por los señores concejales de su propio peculio, dando en esto otra de las muchas pruebas de desinterés que tenían repetidas en varias ocasiones. Su presidente el Sr. D. Bruno de la Peña, generalmente apreciado en la población, no se ha distinguido, por desgracia, tanto como era de esperarse de sus buenos antecedentes, y por esto no nos ocupamos de su administración.
Nada más natural al terminar la primera parte de este trabajo, que ocuparnos de las elecciones de diputados á Cortes, asunto de grande trascendencia y uno de los más espinosos de la carrera administrativa. Varios fueron los candidatos que se presentaron en aquella provincia, disputándose la elección en un principio los señores D. Francisco Briones y Cárdeña y D. Diego García. Sin embargo, no pudo darse mayor desgracia ni menos suerte que la que tuvieron en el éxito de sus pretensiones.
De escasa popularidad ambos, y con menos antecedentes en la política, ni uno ni otro consiguieron que les sonriese la victoria. Consejero provincial el primero, á esta circunstancia debió la anulación de su acta, que tal vez le hubiese producido algún resultado, aunque aun tenía que luchar con los que después han obtenido el triunfo definitivamente.
Cuéntanse entre estos los señores Páez Jaramillo, Goicoerrotea (D. Gregorio), y D. Justo Hernández. Poco podemos decir en elogio del primero, conocido solo en la política por ser hermano del Sr. Barzanallana, y haber pertenecido al anterior Congreso. El segundo debe su reputación á sus dos hermanos, muy apreciados en la corte, donde es teniente de alcalde, y aunque por este ó por otros títulos no carece de pretensiones, ignoramos hasta el presente y hasta que el tiempo venga á justificarlas, en lo que las apoya. Nada diremos de D. Justo Hernández, pues su nombre, muy popular en Madrid, no es por cierto la política á la que debe su reputación.
Guadalajara, en resumen, ha participado del movimiento general, y correspondido á él de una manera digna, gracias al celo de su gobernador y demás autoridades. Cómo de aquel período ha pasado á otro, más fecundo quizá en sucesos y resultados, lo veremos en el artículo siguiente, donde ya se comienzan á recoger los frutos de las semillas en este sembradas, y se preparan nuevos destinos más positivos tal vez y gloriosos que los referidos aquí. Rindamos, pues, antes de terminar, el último tributo de gratitud á la memoria de los señores Bedoya y Elices, gobernador y secretario de aquella provincia en la época á que nos hemos referido en estas páginas.
Con el cambio de ministerio, se verificó otro también no menos notable en la administración de esta provincia. Su antiguo gobernador, de quien hemos venido ocupándonos, dejó el puesto al señor D. Pedro Celestino Arguelles, dignísimo sujeto de quien volveremos á hablar con la posible extensión. Ascendido el secretario Sr. Elices á Córdoba, le sucedió en este cargo el Sr. D. Manuel de Vega y Berdugo, conde de Alba Real de Tajo, persona de las mejores circunstancias, y que después de haber servido como subteniente en el ejército, fue oficial en distintas épocas del mismo gobierno de Guadalajara, y posteriormente auxiliar del ministerio de la Gobernación. Activo empleado, ha secundado las miras de sus jefes, contribuyendo en cuanto ha estado en sus fuerzas al fomento y prosperidad de aquel territorio.
En el personal de la secretaría, no se ha verificado cambio alguno digno de consideración: cinco de sus oficiales servían desde antes de julio del 58, y el nuevo gobernador, lejos de pedir su separación, ha trabajado con energía por su  conservación en sus destinos, cuando los ha visto por razones políticas expuestos á perder sus empleos.
Se ha creado una nueva plaza en que ha entrado otro oficial, continuando en sus puestos los dos que tienen los negociados del Consejo, los dos encargados de la Estadística, y los siete destinados á cuentas atrasadas. La sección de Fomento, creada en 1857 en esta provincia y compuesta de un jefe, tres oficiales y varios auxiliares bajo la inmediata dependencia del gobernador, ha llenado su cometido de una manera satisfactoria.
El cambio del Consejo provincial verificado después de julio del 58, se ha llevado á cabo sin intervención del gobernador, siendo los actuales consejeros progresistas templados en su mayor parte, y sujetos de inteligencia y laboriosidad. En su administración, la política apenas influye en sus decisiones, cuya detallada narración ocuparía este lugar si no temiéramos separarnos demasiado de nuestro objeto. Otros funcionarios subalternos hay en la provincia que podrían ser objeto de alguna ligera indicación en este artículo, empero prescindimos de nombrarlos para tratar, con la debida separación, del ayuntamiento de aquella capital.
Compuesto de moderados y progresistas, no obstante sus diferentes opiniones políticas se consagran con el mayor desinterés y armonía á todo lo concerniente al servicio municipal. El alcalde D. José María Medrano, acaudalado propietario, progresista templado y exdiputado á Cortes, es apreciado de todos los partidos, y goza de reputación por su carácter conciliador y otras circunstancias.
Esta corporación, apoyada en el gobernador, se dedica con el mayor celo y afán á la introducción de toda clase de mejoras en la población de Guadalajara, habiéndose ya emprendido el empedrado de las calles y la colocación de nuevas aceras, obras que se terminarán muy en breve. Dos fuentes que van á construirse en el paseo de la Concordia, y otros proyectos de ornato y comodidad, ocupan incesantemente la atención de aquellos concejales. El gobernador los ha invitado á ejecutar el revoque de las casas de la calle Mayor, el que estaría ya concluido si se contase con los suficientes operarios.
Encargado del gobierno militar de este distrito el celoso brigadier de caballería D. Ignacio Chinchilla, que ha desempeñado ya los de las provincias de Palencia, Jaén, Cuenca y otras, captándose generales simpatías, nada queda por desear en el servicio de este ramo, pues el que le ejerce, á su rigidez en la disciplina é ideas de orden, reúne la notable circunstancia de no tomar ninguna parte en las cuestiones políticas, con lo que aumenta el aprecio que ha sabido conquistarse.
De los diputados de esta provincia nos hemos ocupado ya en otro lugar de este escrito. Podemos sin embargo añadir, ínterin preparamos sus biografías que pensamos publicar en uno de los primeros cuadernos, que los Sres. Páez Jaramillo y Goicoerrotea que representan al distrito de Pastrana el uno, y el otro al de Molina, no se han distinguido aún en el Congreso, habiendo tomado también escasa parte en las comisiones. Las simpatías que gozan en la provincia, los ponen en el caso de trabajar incesantemente para corresponder á la confianza en ellos vinculada, en particular el Sr. Goicoerrotea, teniente alcalde de Madrid, cuya reputación muy inferior á la de sus hermanos, le obliga doblemente á desarrollar los conocimientos de que se asegura hallarse dotado, para ocupar al lado de los diputados notables un digno puesto. Otro diputado de esta provincia, el Sr. D. Juan Pedro Martínez, ha sido director del Parlamento, y figura por lo tanto en la oposición moderada, no siendo menor el aprecio con que es mirado en Guadalajara.
La academia de ingenieros establecida en esta ciudad, continúa dando muestras de su antigua y bien sentada fama, siendo el abundante semillero de instrucción y educación para jóvenes llamados á ser un día los jefes y representantes del ejército español. Cuenta en la actualidad cuarenta discípulos, distribuidos en las clases de los cuatro años que por el plan vigente se necesitan para recibir la instrucción teórica y práctica del cuerpo, saliendo después á servir en él como tenientes. Su jefe de estudios, el coronel D Luis Gautier, ha dado repetidas pruebas de su celo é inteligencia, introduciendo notables mejoras en la academia que dirige. El coronel, teniente coronel del cuerpo, D. Camilo Diez de Rado, jefe del Detall, es uno de los profesores que gozan de mas nombradía en el establecimiento, aunque es general la de sus compañeros, lo mismo que la de los ayudantes que hay en número suficiente para la enseñanza de los alumnos. Estos en el edificio donde se halla situada la audiencia, tienen biblioteca, museo, y gabinetes de física e historia natural, convenientemente dotados para los fines á que se dedican.
Dependientes del expresado establecimiento, existen también en Guadalajara, aunque en local aparte, los talleres de ingenieros, dirigidos por tres oficiales del cuerpo. En estos reciben la enseñanza práctica los obreros del regimiento, y se construyen los trenes de puentes y se habilitan los parques de artillería y campaña: adjunta á ambos se halla la brigada topográfica, cuyo objeto es el levantamiento de planos de plazas, fronteras y costas. Compónese de un jefe, dos oficiales, dos sargentos primeros y cuatro segundos, dos cabos primeros, cuatro segundos y ocho zapadores.
Todos estos elementos reunidos en una población como Guadalajara, influyen no poco en su fomento y prosperidad, pudiendo esperarse que dignamente aprovechados por las autoridades, colocarán á esta ciudad y provincia á la altura que reclama y merece. Deseosos de su engrandecimiento, esperamos al volver á ocuparnos de ellos, poder dar nuevas noticias más fecundas y positivas acerca del futuro desarrollo y engrandecimiento á que creemos llamada ésta, una de las partes más importantes del antiguo reino de Castilla.
Pero antes de terminar este trabajo, creemos oportuno ocuparnos de la persona del actual gobernador de aquel territorio, siguiendo el plan que desde un principio nos hemos trazado, de dar las biografías de todos los individuos que se hallan al frente de los destinos del país. La del Rdo. Obispo de Sigüenza don Francisco de P. Benavides, no tardará en aparecer en las columnas de esta publicación, siendo muy digno de semejante distinción el ilustre prelado tan nombrado ya en toda la Península, y que tantas simpatías ha sabido con quistarse en un breve período entre todos sus diocesanos.
Pero volviendo á nuestro cometido, diremos acerca de D. Pedro Celestino Arguelles, que después de haber seguido la carrera de leyes é inscribirse como abogado en los ilustres colegios de Oviedo y Ferrol, emprendió la administrativa, ingresando como oficial de gobierno político, en cuya clase sirvió en las provincias de León, Lérida y Valladolid. Nombrado secretario en 1841, sirvió este destino sucesivamente en León, Orense, Vizcaya, Murcia y Burgos, desempeñando al mismo tiempo en la primera de estas provincias el cargo de asesor de rentas por disposición del intendente, y después el de coasesor por nombramiento de la diputación provincial.
Nombrado juez de primera instancia de Pontevedra en comisión, por acuerdo de la audiencia territorial de la Coruña en 1843, ocupó este puesto con celo y acierto, dando repetidas pruebas de su amor al orden y la buena administración de justicia. En 1847 fue elegido gobernador civil del distrito del Ferrol, cuando la creación á estos destinos, siendo trasladado en 1849 al de Osuna. Con la primera de estas fechas, había también sido nombrado secretario del gobierno general de Burgos uno de los creados por el Sr. Escosura, á la sazón ministro de la Gobernación, pero no llegó á tomar posesión de este destino por haber quedado sin efecto este arreglo á la caída de aquel ministro, que fue reemplazado por Sartorius, bajo la presidencia de Narváez. Promovido á gobernador de provincia en 1854, ha ocupado este puesto en las de Gerona, Cuenca, Salamanca y Orense, habiendo sido nombrado, sin llegar á tomar posesión, de las de Lugo y Zaragoza.
En la actualidad se halla al frente de la referida de Guadalajara. En 1854, con motivo de la invasión del cólera en las provincias de Gerona y Salamanca, prestó eminentes y extraordinarios servicios, presentándose personalmente en algunos de los pueblos de las dos primeras, en que la epidemia causaba los mayores estragos. Su presencia, acompañada de saludables y prontas medidas, produjo los mejores resultados, siendo Arguelles premiado en su consecuencia por S. M. por estos rasgos de abnegación y humanidad con la cruz de comendador de la orden de Carlos III por sus servicios en Gerona, y con la placa y cruz de primera clase de la orden civil de Beneficencia, por los méritos contraídos en la de Cuenca. Ha obtenido además otras cruces de distinción, y es individuo de las sociedades económicas de Amigos del País de León y Murcia, en las que ha desempeñado comisiones importantes. También fue fiscal del teatro de Lérida, durante su residencia en esta ciudad, como oficial primero del gobierno político.
De otros servicios al Estado, que pudiéramos citar del Sr. Arguelles, posee honoríficos documentos, pero creemos bastan por hoy los referidos para dar una idea de la carrera del señor gobernador de Guadalajara, como término del trabajo que nos habíamos propuesto hacer acerca de esta provincia.
El Secretario de la redacción, J. SÁNCHEZ.

28 de noviembre de 2013

Manifiesto para vindicar su honor del cura de Tamajón

Matías Vinuesa, más conocido por la historia como “el cura de Tamajón”, era uno más de los numerosos clérigos integristas y reaccionarios que pululaban en gran número por pueblos y aldeas de toda la Península. La Guerra de la Independencia les había abierto el camino de la violencia política, entonces justificada y apoyada por la mayoría de sus convecinos, y no fue fácil devolverles al sosiego de sus sacristías. La Guerra de la Independencia fue, para muchos de ellos, un combate contra el positivismo y el racionalismo que alentaban tras la Revolución Francesa y ese combate prosiguió durante el resto del siglo XIX en las mismas condiciones, aunque ahora se luchase contra otros españoles. Autor de un plan absolutista para derribar al gobierno constitucional, tan descabellado como irreal, concitó las iras del pueblo de Madrid, que asaltó la prisión en la que estaba encerrado y le golpeó hasta morir. Antes, con motivo de su proceso publicó este Manifiesto de Don Matías Vinuesa, Capellán de Honor de S. M. para vindicar su conducta moral de las calumnias con que públicamente ha sido infamada, que se publicó en Madrid, en la Imprenta de Miguel de Burgos, en 1821.
MANIFIESTO DE DON MATÍAS VINUESA, CAPELLÁN DE HONOR DE S. M. PARA VINDICAR SU CONDUCTA MORAL DE LAS CALUMNIAS CON QUE PÚBLICAMENTE HA SIDO INFAMADA
Nada aprecia más el hombre que el honor; ninguna obligación mas sagrada que la de conservarle ileso hasta la muerte. Es pues el honor una especie de deidad que ejerce sobre nosotros el imperio más fuerte después del de la religión. Por eso, desde que se conocen los imperios y los reynos, se erigieron aquellos templos magníficos, aquellos mausoleos famosos y aquellas lapidas sepulcrales donde se estampaban las virtudes de los héroes, para trasmitirlas a la más remota posteridad, por eso los romanos dedicaron un suntuoso templo a la fama por eso en fin nos manda Dios por Salomón que tengamos cuidado de conservar un buen nombre. “Curam habe de bono nomine”.
Altamente penetrado de este deber tan sagrado, impuesto por la religión y por la naturaleza, mi primera obligación es la vindicación de mi honor infamado del modo más ignominioso en la parte moral. Este ha sido ofendido a la faz de toda la nación, y la nación entera debe saber mi inocencia. Mi conducta, ha sido pintada con los colores más negros; y yo faltaría a los deberes de la religión, si con mi silencio aprobase los designios de mis calumniadores. Los santos Padres me enseñan con su conducta. San Atanasio fue acusado en el concilio de Nicea de haber cometido un horrendo crimen de incontinencia: se defendió en el mismo concilio, y Dios protector del justo declaro su inocencia. Es verdad que yo no soy san Atanasio, pero quiero imitarle en cuanto me sea posible.
Mi conducta pues, puede considerarse bajo de dos conceptos, de política y moral. En orden a mi conducta política en las presentes circunstancias está entendiendo el juez, nombrado para mi causa, y el público que descansa en sus luces debe abstenerse de pronunciar su fallo anticipadamente por no exponerse a errar. La circunspección y moderación, que ha sido siempre el carácter que ha distinguido a los españoles, debe ser ahora la prenda que más les recomiende.
Por lo que hace a mi conducta moral creo se haya mancillado mi honor en los puntos siguientes:de ambición, suponiendo que aspiro a mayores ascensos; de codicia, porque se dice que unos almacenes de aceite y de carbón son míos; y 3º de incontinencia, por suponerse haberse hallado en mi casa lo que el pudor no me permite decir, y que por respeto a la decencia publica solo se ha explicado en algunos periódicos con frases simbólicas y malignas. A estos tres capítulos, si no me engaño, se reducen todas las imputaciones inmorales que se me han hecho de palabra y por escrito. Situación bien triste y dolorosa es ciertamente la del hombre verse en la precisión de justificarse: empero la religión vulnerada, y mi honor ultrajado reclaman imperiosamente mi vindicación.
No es mi ánimo injuriar con este escrito a mis ofensores: a ninguno conozco, a todos perdono y amo, y por todos pido a Dios. Por principios, por educación y aun por carácter aborrezco el crimen de la venganza, y me glorío no haber procedido nunca, ni haber delatado, ni aun haber informado contra persona alguna. Creo que el que me conozca a fondo, formara el mismo juicio de mí, y no me desmentirá. Descendamos al asunto.
El primer delito con que se vulnera mi honor, es el de ambición. Esta es con respeto a los honores y premios, y estos en orden a mi persona y a mis parientes. Me parece, si no me equivoco, que en esta materia he dado bastantes pruebas de moderación. A pesar de gloriarme haber hecho en obsequio de la patria los servicios tan extraordinarios que constan en mi relación de méritos, y se extractan a continuación por vía de apéndice, no hice representación alguna a las Cortes mientras permanecieron en Cádiz, y solo lo verifique cuando se establecieron en esta heroica capital. El gobierno no tuvo a bien premiar entonces mis servicios, y a pesar de la miseria en que me veía después de haber consumido mi patrimonio, llevé con magnanimidad de espíritu el estado de indigencia en que me había puesto mi ardiente amor a la patria.
Luego que se verifico la venida tan deseada de nuestro amado Rey a España, eleve a su alta consideración mis méritos patrióticos, y se digno premiarlos dispensándome la gracia de nombrarme su capellán de honor. Valía entonces este empleo como unos 14.000 reales, y no siendo esta renta ni la que disfrutaba en 1816 bastante para mantenerme en la corte con el decoro correspondiente a mi clase, y para proveer a la subsistencia y educación de unos sobrinos de que ya antes estaba encargado, pretendí el arcedianato titular de Tarazona, y S. M. tuvo a bien por un efecto de su bondad acceder a mi solicitud en consideración a mis méritos literarios, loable celo y distinguidos servicios, según se expresa en el oficio de nombramiento comunicado por el Excmo. Sr. D. Pedro Cevallos
El líquido producto de esta dignidad habrá sido anualmente de 15.000 reales, según resulta de las cuentas que podré enseñar a quien guste verlas. El público imparcial graduara si estas rentas son excesivas a los servicios tan extraordinarios, que he hecho en tiempo de la invasión de los franceses. Después del año 16 no se habrá visto pretensión alguna, ni aun con respecto a varios empleos que son propios a la clase de capellanes de honor. Tampoco he pretendido distintivo alguno que designase mis servicios, como lo han practicado otros muchos, ni honores en algunos tribunales a pesar de haber sido invitado muchas veces a ello.
No solo he dado estas pruebas públicas de moderación con respecto a mi persona, sino que me he comportado lo mismo con mi dilatada familia. Siete hermanos tengo, y cerca de treinta sobrinos, todos de familia noble, aunque no rica; pero ninguno esta acomodado por S. M. Me parece que esto prueba hasta la evidencia la delicadeza y circunspección con que he procedido en pretender, y aleja la idea de ambicioso.
El segundo crimen con que se ha mancillado mi reputación es el de codicia. Parece consiguiente que el que es moderado en los honores, lo sea también en las riquezas. Regularmente van acompañadas estas con aquellos. Los testimonios que puedo producir no son menos ciertos y públicos. Es notorio en la nación que la Junta de Guadalajara y Sigüenza refundió sus facultades en mí para desempeñar las vastas comisiones que puso a mi cargo en cinco partidos los más arriesgados en el reyno, y que esta Junta publico en 30 de noviembre de 1811 una gaceta extraordinaria única en su clase, en que haciendo los mayores elogios de mi conducta patriótica manifiesta a toda la nación mis cuentas y servicios. En ellas se dice que dejé en beneficio de la patria todo cuanto me podía pertenecer por razón de sueldos y de presas. La asignación que se han abonado varios comisionados que no tenían la mitad de ramos que yo, fue la de 30.000 reales: según esto, y habiendo yo servido casi 4 años, he dejado cerca de 120.000 rs. en beneficio de mi nación por este concepto. Por manera que con esta cantidad y con lo que debía pertenecerme por razón de presas gradúo que pasa de más de 200.000 reales lo que he cedido en beneficio de la patria. ¿Habrá muchos españoles que hayan tenido esta generosidad y desprendimiento, después de tantos otros servicios? Esto es demasiado notorio, y nadie lo puede dudar.
No es menos cierto mi desinterés en orden a mi vida privada. Providencia ha dispuesto que tenga una numerosa familia, y que me encargue de la educación de cuatro sobrinos. Uno de estos que me acompañó y auxilió en el desempeño de las referidas comisiones, y que por lo mismo había abandonado la carrera literaria principiada, no habiendo sido empleado en destino público, fue preciso dedicarle a algún oficio honroso y decente. Adopto el del comercio y trafico en unión de otro que fue asistente mío, y por dos veces me libertó la vida en el tiempo de mis comisiones; para lo cual se estimo por conveniente comprarles un almacén de aceite y que se dedicasen mancomunadamente a este tráfico y al del carbón. No hallándome yo con los fondos suficientes para auxiliarles como quisiera, se tomaron bajo mi nombre y responsabilidad treinta mil reales de una persona de esta corte, como podrá informar el juez de mi causa, pagando yo un tanto por ciento, con el fin de que la utilidad que pudiera reportarse de estas licitas especulaciones, se refundiese en beneficio de los dos, según puede acreditarse con documentos los mas auténticos, y por personas que están instruidas en la interioridad de mi familia. Me persuado que ningún hombre sensato dirá que el haber sido benéfico, y el emplear a unos jóvenes en cosas útiles a la sociedad y a ellos mismos sea un delito.
Por otra parte he leído algo sobre el modo de ejercer la beneficencia: tengo presente lo que dicen los mejores economistas, y señaladamente el limo. Sr. Climent Obispo que fue de Barcelona, y su sucesor don Pedro Díaz Valdés en las preciosas obras que escribieron al intento. Estos sabios prelados aseguran que la mejor limosna es la de emplear a los hombres en algún oficio, porque la ociosidad es madre de todos los vicios. Me parece que con estas razones se convenza el público de que no estoy poseído del feo crimen de avaricia, y que es una impostura atroz la de que se encontraron en mi casa 500 onzas, habiéndose hallado solamente poco más de mil reales en plata que a presencia del Sr. Gefe Político entregue al ama de gobierno de mi casa, y como dos mil en oro.
El tercer crimen con que se ha vulnerado mi honor es el de incontinencia por suponerse haberse hallado en mi casa unos instrumentos de corrupción, que la modestia me prohíbe expresar. Al oír desde la habitación de la cárcel estas y otras horribles calumnias no hacía más que dirigir a Dios mis ruegos y oraciones por los que las han inventado. Sereno y tranquilo oía todo esto, porque mi conciencia nada me argüía, diciendo con san Agustín; “Ni el malo es bueno porque le alaben; ni el bueno es malo porque le vituperen: siente de mi lo que quieras, con tal que mi conciencia nada me arguya delante de Dios”. Protesto delante de su Divina Majestad y de los hombres, que ni por escrito, ni por el confesonario, ni de oídas, ni de vista, jamás había llegado a mi noticia hubiese semejantes instrumentos. El Excmo. Sr. Gefe Político, y el juez de mi causa podrán declarar que no hallaron en mi habitación cosa alguna perteneciente a obscenidades, y sí encontraron en mi papelera otros instrumentos muy distintos y que tiene consagrados la piedad. Dejo a la consideración de todos mis amados compatricios la sensación que habrá causado en mi corazón esta calumnia tan atroz. Lo más sensible para mi es, que sea trascendental al honor que se debe al respetable estado eclesiástico.
Por descontado esta conducta de infamarme de un modo tan escandaloso, es anti-cristiana y anti-política. Es anti-cristiana por tres razones: primera, porque se opone al primer mandamiento de la ley de Dios; segunda, porque el Señor manda que sean respetados sus ministros. Malos eran los escribas y fariseos, y sin embargo nos enseña el mismo que se les tenga el mayor respeto. Malo era Judas, y preguntado Jesús por sus discípulos que quien era el traidor, lo oculta, y por no manifestar su pecado no le separa de su mesa y entra en su pecho sacrílego. Constantino el grande dio a la posteridad el ejemplo más memorable de respeto a los eclesiásticos diciendo: Quisiera que mi manto imperial pudiese cubrir el mundo entero para ocultar de este modo los pecados de los ungidos del Señor. Si esto han hecho los Emperadores, ¿cuál debe ser el respeto que deben tener los demás a los eclesiásticos? La tercera razón es, por haber abierto los ojos a infinitas personas para poder pecar más impunemente. ¡Qué consecuencias tan funestas no se seguirán de esto! ¡Cuántos pecados! ¡Qué mortales heridas no se han hecho a la moral y a las buenas costumbres!
Es igualmente anti-política por estas mismas consideraciones, y además, porque con ocasión de los papeles infamatorios y canciones deshonestas que se han impreso y públicamente se han cantado, se ha ofendido hasta lo sumo la decencia publica, se ha denigrado en lomas sagrado el honor de un ministro del Altísimo, y se ha dado motivo a que, extraviada la opinión por medios tan reprobados se declarase el odio general contra mí, y produjese una conmoción popular que pudo ser funesta, no solo a mi seguridad personal, sino trascendental también a la tranquilidad pública de esta Corte.
Dejo pues todas estas consideraciones al juicio recto de todo español sensato y prudente. Madrid a 27 de marzo de 1821.
Matías Vinuesa

Relación en extracto de los méritos patrióticos de Matías Vinuesa, capellán de honor de S. M, y cura que fue de Tamajón, contraídos en tiempo de la invasión de los Franceses, según resulta de sus testimoniales y de la Gaceta publicada en 30 de noviembre del año de 1811 por la Junta de Guadalajara, y de certificación de 4 diciembre de 1811 por D. Matías Saúca y Dávila, vocal secretario de la misma.
Principiada la guerra contra los franceses, e instalada la Junta superior de gobierno, armamento y defensa de Guadalajara, el señor obispo de Sigüenza su presidente le autorizo en 25 de setiembre de 1809 para velar, examinar y registrar a cualquiera persona que transitase por las inmediaciones de Cogolludo con el fin de de ver si llevaban algunos papeles sospechosos; para hacer la requisición de todo género de armas, y para recoger los dispersos. Con fecha de 12 de octubre del mismo año le fueron aprobadas dichas facultades por la referida Junta, ampliándoselas además para filiar los mozos de los partidos de Ita, Cogolludo, Talamanca, Uceda y Buitrago, para recoger las armas, caballos, monturas y demás artículos del real servicio y se le autorizó para todos los demás casos que son difíciles de prever y no se expresaban en cuantas ocasiones juzgase convenir para el mayor servicio de la patria representando en todo la autoridad de la Junta. En 15 de marzo de 1810 fue nombrado administrador de todos los efectos y rentas correspondientes al monasterio de Bonabal.
En 29 de mayo del mismo año se le autorizo por dicha Junta para la administración de los bienes pertenecientes a los duques del Infantado y Medinaceli, arzobispado de Toledo, arcedianos de los partidos que han estado de su cargo, y de los reales monasterios del Escorial y del Paular en los países invadidos.
En 15 de marzo de 1810 se le autorizo del mismo modo para la recaudación de todos los caudales de obras pías, y plata de iglesias particulares en varios partidos de la provincia.
En 26 de octubre de 1809 fue autorizado por D. José López Juana Pinilla, intendente de la misma provincia de Guadalajara, para la recaudación de todos los caudales públicos, y en 3 de enero de 1811 le comisiono el mismo para inspeccionar las escuelas de hilar lana fina, que estaban antes asignadas a las reales fabricas de Guadalajara y Brihuega. Ha presentado y dado por dos veces cuentas de todas sus comisiones, las que le fueron aprobadas del modo más honorifico y satisfactorio por la contaduría de dicha provincia por las siguientes expresiones: “Debiendo advertir que en la data no aparece cantidad alguna a favor del expresado D. Matías por razón de asignación de su persona, y que estas cuentas están formadas con el mayor orden, con una grande exactitud, con suma claridad y con un esmero y formalidad muy particular a pesar de las circunstancias de estos tiempos, y de los muchos y complicados ramos que abrazan. De ellas resulta que sus comisiones son extensivas a cinco partidos; que los ramos en que ha intervenido en cada uno son 25, y que ascienden todas las cantidades de sus cuentas en metálico a 830.234 rs. y 24. mrs.; y de granos lo siguiente: Trigo 7.095 fanegas y 5 celemines: centeno 4242 fanegas 8 celemines y 2 cuartillos, y 642. fanegas de cebada.
Igualmente resulta de dichas cuentas haber recaudado y entregado a la Junta y Sr. Intendente de la citada provincia otros varios efectos, y hecho servicios muy importantes. Ha repartido considerable número de bulas de todas clases que D. Luis Capmani, tesorero de la misma provincia, le remitió para el efecto.
Ha entregado a disposición del propio Sr. Intendente 267 arrobas 9 libras de lana fina, 12.262 madejas de la misma que resultaron de las fabricas de su cargo; 111 arrobas 12 libras de garbanzos; 804 arrobas de vino, y 10 de aguardiente; 29 arrobas 21 libras y 2 onzas de plata; 84 arrobas y 17 libras de cigarrillos quitados al enemigo.
Ha puesto a disposición de la Junta e Intendente 62 caballos, 1400 armas de todas clases con dos cañones pedreros, 34.000 arrobas de carbón, 48 cargas de corregel fino, 12 cargas de herraje, y tres de pana, telas y alpargatas.
Ha remitido a la Junta y al Ejército más de dos mil dispersos y prisioneros, para cuyo objeto circulo una proclama en Cogolludo y sus inmediaciones de resultas de la batalla de Ocaña.
Prendió en Tamajón la partida de Velasco, que se componía de diez hombres armados y montados, los que remitió a disposición de dicha Junta, y además otros varios ladrones, consiguiendo que ínterin desempeño sus comisiones no se oyeran robos en los partidos de su cargo; presentando también varios comisionados franceses, muchas veredas y papeles interesantes interceptados al enemigo.
Han tenido sus soldados dos encuentros en las inmediaciones de Buitrago: en el primero mataron a siete e hirieron a bastantes enemigos; y en el segundo hubo dos muertos y trece heridos: otros dos en las inmediaciones de Alcalá: en estos murieron dos y se cogieron dos caballos con sus arreos y armas, habiendo impedido al mismo tiempo hayan llevado víveres las justicias de varios pueblos inmediatos a los destacamentos enemigos.
Ha elevado a la consideración de la Junta superior de la expresada Provincia de Guadalajara varios planes que merecieron su aprobación; ha extraído una imprenta de Madrid que sirvió para la Junta de Burgos, y varios caballos por medio de sus soldados, y además dos rebaños de ovejas y carneros del Excmo. Sr. duque del Infantado, en su bosque inmediato a las murallas de Buitrago de que estaban apoderados los franceses, y a cuyo poder volvieron por haber salido inmediatamente 560 hombres en su busca sin haber tenido más perdida que la de cuatro fusiles, y una pistola. De todas las presas que ha presentado no ha percibido estipendio alguno, antes bien ha dejado a beneficio de la patria cuanto por dicha razón ha podido corresponderle.
Certificaciones honorificas de la Junta superior de Guadalajara y Sigüenza, y de D. José López Juana Pinilla intendente de la misma, dadas en los años de 1811 y 1812, por las que consta del modo más completo, “que este interesado en el tiempo de sus comisiones ha manifestado una integridad, zelo, desinterés y actividad recomendables, y que en sus acciones han brillado en alto grado una adhesión decidida a la justa causa que ha sostenido la nación, y un infatigable deseo de contribuir con todos sus alcances físicos y morales a la independencia del yugo tiránico del usurpador del trono de nuestro legitimo Monarca el Sr. D. Fernando VII, despreciando con cierto rasgo de heroísmo los peligros a que inmediatamente ha expuesto su persona, por haber evacuado sus encargos en pueblos próximos a guarniciones enemigas, y desprendiéndose de los rendimientos de su curato de Tamajón, de cuyo pueblo tuvo que emigrar por huir de las persecuciones y asechanzas de las tropas francesas: todo lo cual se hizo notorio al publico por Gaceta Extraordinaria de dicha Provincia.
Certificación.
Certifico que con fecha nueve de diciembre del año próximo pasado de mil ochocientos diez recibió la referida Junta superior del Excmo. y Emmo. Sr. Cardenal de Scala arzobispo de Toledo la carta que literalmente copio: Excmo. Sr.: Es extremadamente grata la significación que me hace V. E. de los méritos y virtudes del Dr. D. Matías Vinuesa, párroco de Tamajón; y encargo con esta misma fecha al Dr. D. Juan Fernández de Alonso Gándara, a quien he enviado con suficientes facultades a ese territorio, que satisfaga los deseos de V. E. y los méritos de ese digno sacerdote según permita el estado de esos pueblos; yo también le tendré presente cuando nuestro Padre celestial quiera restituirnos nuestra tranquilidad, y la libertad absoluta de nuestra amada patria.
Con este motivo reitero a V. E. mi particular consideración, y ruego a Dios guarde su vida muchos anos.
Cádiz nueve de diciembre de mil ochocientos diez. Luis de Borbón Cardenal de Scala arzobispo de Toledo. Excmo. Sr. Presidente y Señores de la Junta de Guadalajara y Sigüenza.

21 de noviembre de 2013

Motín carlista en Millana

Las tres guerras carlistas que sacudieron al país durante el siglo XIX no agotaron la actividad insurreccional del carlismo, que repetidamente mostraba su pulsión hacia la rebelión armada, un peligro siempre latente, el de “echarse al monte”, que le permitía influir en la política española con más peso que el que le concedía su exigua minoría parlamentaria, que en la España caciquil tampoco era un reflejo del apoyo real de los distintos partidos políticos. Esta agitación no se circunscribía, como generalmente se cree, a las áreas que se suponen de tradición carlista, y por eso reproducimos las noticias que el abogado y periodista Tomás Bravo Lecea envió desde la ciudad de Guadalajara al diario El Liberal, del que era corresponsal, poniendo de manifiesto el motín del pueblo de Millana en 1897, treinta años después del final de la Tercera Guerra Carlista, a raíz de la celebración del día de los “Mártires de la Tradición”. Fue un período, que se extendió hasta 1901, en el que la insurrección carlista en Guadalajara tomó fuerza como para haber desencadenado un nuevo conflicto armado.
Una de las provincias donde más se nota la agitación carlista que domina en los actuales momentos en toda la Península, es quizá Guadalajara, pues de antiguo tiene fama de prestar un gran contingente á esta clase de ideas políticas. En los partidos judiciales de Brihuega, Cifuentes, Molina y principalmente en el de Sacedón, de poco tiempo á esta parte se agitan los elementos tradicionalistas más de lo que debieran, y á pesar de que el gobernador asegura estar prevenido, no sería de extrañar que algún día nos sorprendiera la desagradable noticia de haberse echado al campo cuatro fanáticos, más que pensando en una finalidad positiva con respecto á sus ideas, impacientes de mostrar ese desasosiego que se siente en los elementos de acción partidarios del pretendiente y deseosos de publicar el malestar y la crisis gravísima que reina en esta región eminentemente agrícola.
A lo del pueblo de Auñón, cuyo alcalde ha sido destituido y de cuyo suceso tienen ya noticia los lectores de El Liberal, hay que añadir hoy otro chispazo, que afortunadamente no ha tenido importancia, pero que en los momentos actuales hay que concedérsela, por las circunstancias difíciles que atravesamos.
En todo el día de ayer corrieron en esta población y con visos de relativa certeza, rumores alarmantes, de los que no me hice eco telegrafiando á El Liberal, deseoso de que mi información, no basada en vagas suposiciones, fuera tan amplia y veraz como tienen derecho á exigirla los lectores de ese importante diario.
Se aseguraba que se había levantado una partida carlista en un pueblo rayano con la provincia de Cuenca; se decía que por la mañana había salido para Sacedón el oficial segundo de este gobierno, y por último, se añadía que el gobernador y el comandante de la guardia civil, habían pasado gran parte de la tarde comunicando por telégrafo con las autoridades de aquel partido judicial. Lo cierto de lo sucedido es lo siguiente: En el pueblo de Millana, del partido de Sacedón, la noche del 10 al 11, varios vecinos, después de repetidas libaciones en unas bodegas llamadas “Las cuevas”, borrachos ya, salieron de una de ellas dando vivas á Carlos VII; otro grupo de vecinos contestó a aquellos gritos con vivas a la libertad y sin que afortunadamente se vinieran á las manos los dos bandos, es lo cierto que se oyeron varios disparos de revólver, que se asegura partieron del grupo de loa liberales. Inmediatamente se dispersaron los alborotadores, sin que después de los hechos referidos ocurriese novedad.
La guardia civil, que tiene órdenes terminantes del gobernador, se ha concentrado en dicho pueblo, y el teniente Sr. Agudo se encuentra también allí abriendo una información, con el objeto de esclarecer los hechos y castigar á los culpables.
Por aquí corre el rumor, que me niegan en los centros oficiales, de que un agente carlista, procedente de Valencia, ha recorrido varios pueblos predicando la guerra santa á las huestes tradicionalistas.
Los jefes del carlismo en esta provincia, atentos á las órdenes del pretendiente y sus delegados en Madrid, censuran y anatematizan duramente estas algaradas.
En el momento que escribo las presentes líneas no ocurre novedad; de todos modos, si algo sucediera, telegrafiaré.
Tomás Bravo y Lecea, 13 Marzo 1897.

(Recibido por telégrafo) Las noticias que anteriormente he remitido sobre el movimiento carlista en esta provincia, son de origen oficial.
Con posterioridad, y por referencia del corresponsal del periódico de esta capital, La Crónica, he sabido que los sucesos desarrollados en el pueblo de Millana han tenido bastante más importancia que la que en un principio se les atribuía.
El miércoles de esta semana, después de celebrarse en el campo la fiesta que los carlistas llaman de los mártires, algunos de los exaltados dieron vivas á Carlos VII y mueras á los ladrones que ampara la autoridad. Intervinieron, procurando dominar el tumulto, el alcalde y el juez del pueblo de Millana.
Estos prendieron á varios de los alborotadores, que fueron conducidos a la cárcel. Ya en su encierro, continuaron dando calurosos vivas al pretendiente. Entonces tomaron parte en el tumulto otros muchos vecinos. Estos se identificaron con los presos, protestaron ruidosamente de que se les hubiera encarcelado, y lograron, acaso, por su actitud amenazadora, la libertad de aquéllos. Parece que el alcalde cedió ante las amenazas de la multitud, por considerarse impotente para reprimir el alboroto.
Esta versión, que me comunica persona tan autorizada como el citado corresponsal, me merece entero crédito.
En esta población reina tranquilidad.
Tomás Bravo y Lecea.

(Recibido por correo)
La versión que por correo hemos recibido está en un todo conforme con la que nos transmite nuestro corresponsal en Guadalajara.
Millana, 11.
En este pueblo se ha promovido ayer una sublevación. Los revoltosos gritaban: ¡Viva Carlos VII! ¡Mueran los ladrones protegidos por la autoridad! Se disparó también algún que otro tiro, y aunque no se sabe que haya ningún herido, existe una perturbación, una alarma extraordinaria, ante el temor de que puedan reproducirse las algaradas absolutistas y no se adopten las medidas conducentes a evitarlas y reprimirlas.
Porque ocurrió que fueron presos tres de los alborotadores, los cuales continuaron en la cárcel dando vivas y mueras como si tal cosa, y poco después fueron puestos en libertad por el alcalde, no sabemos si porque le son simpáticas las ideas que proclamaban los sediciosos, ó porque un buen golpe de carlistas le pedían la libertad de los presos, y amenazaban, además, si no eran complacidos, con derribar á hachazos la puerta del local en donde estaban custodiados.
De todos modos, apareció manifiesta la impotencia de la autoridad local para dominar el conflicto, y resultan justificados los rumores de los vecinos pacíficos, con tanto mayor motivo, cuando que ni se comunicó lo ocurrido oficialmente á la comandancia de la guardia civil más inmediata, ni se tiene noticia de que se instruyan por al juzgado las oportunas diligencias para la averiguación de los hechos y sus mentores.
Tomás Bravo y Lecea.