La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

13 de abril de 2012

Albania socialista según la JCE (ml)

Decía Santiago Carrillo, devolviendo los insultos que constantemente recibía de los pro-chinos, que en Albania creían haber hecho la Revolución Industrial porque tenían una fábrica de bicicletas. Después de leer el folleto que ahora reproducimos podremos entender lo acertado de la frase, sobre todo después de conocer la dura realidad de la Albania de 1990 y de la Albania de hoy, que ha seguido siendo uno de los países más pobres de Europa antes, durante y después del régimen comunista. El empacho ideológico de buena parte de los seguidores de la particular revolución albanesa necesitaba una alta dosis de propaganda y voluntarismo; y para eso bastaba seguir en los años 70 del siglo pasado las emisiones para España de su Radio Tirana. Reproducimos aquí este folleto de la JCE (m-l) titulado Albania socialista. Ejemplo vivo para la juventud revolucionaria.
Pegatina de la JCE (m-l), 1980, (Archivo La Alcarria Obrera) 
 
En Agosto de 1981 una delegación de la JCE (marxista-leninista) ha visitado Albania, el único país socialista existente hoy en el mundo.
Pudimos ver allí un pueblo y una juventud cuya forma de vida no se parece en nada a la nuestra porque han sabido, bajo la dirección del PTA -cuyo cuarenta aniversario celebramos este año-, liberarse del yugo capitalista. Pudimos ver una juventud libre, valiente y heroica que estudia, trabaja y se prepara en todos los terrenos para seguir construyendo y defendiendo su patria socialista.
Hemos pensado que para todos nosotros, los jóvenes revolucionarios, que odiamos el fascismo y al imperialismo, como nuestros hermanos albaneses, pero que aún no tenemos -como tienen ellos- una patria libre y socialista que defender, sino que conquistar, podría sernos muy útil conocer su ejemplo vivo y concreto.
Contribuir un poco a ese objetivo es el fin con el que publicamos este pequeño folleto.
"Somos un país pequeño y un pueblo pequeño, y hemos sufrido enormemente, pero también hemos luchado mucho. Nadie nos ha regalado la libertad de que gozamos hoy, sino que la hemos conquistado con sangre”, (Enver Hoxha, Conferencia de Moscú, 1960)
En efecto, toda la historia de Albania es una continua lucha, cargada de valentía y heroísmo, por conquistar la libertad. Albania es un pequeño país de 28.748 Km. cuadrados y unos 2.500.000 habitantes. Su reducida extensión nunca les ha hecho temer las dificultades, ni ceder ante ellas, ni plegarse a la voluntad de los "poderosos".
La historia reciente de Albania no puede separarse de la historia del Partido del Trabajo de Albania (PTA). El sólo hecho de su nacimiento es ya de por sí un acto heroico. En 1.941 nada parecía frenar el avance de las tropas nazi-fascistas. En noviembre llegan a las puertas de la capital del único estado socialista de aquella época: la URSS de Stalin. Hitler proclamaba solemnemente el fin del comunismo. Y sin embargo, en esa situación que parecía empujar al pesimismo, el 8 de Noviembre de 1941, en Tirana, ocupada por los fascistas italianos, se funda el Partido Comunista de Albania, que después pasaría a llamarse P.T.A. El camarada Enver Hoxha es elegido responsable del Comité Central. Unos días después, también en Tirana, el 28 de noviembre, se funda la organización de la Juventud Comunista de Albania y es elegido como responsable político el camarada Quemal Stafa, de 21 años, miembro también del Comité Central del P.C. de Albania. Este camarada moriría poco después, el 5 de mayo de 1942 en un choque armado con los fascistas. Desde entonces en esa fecha se conmemora el Día de los Mártires de la Patria.
A partir de su fundación, el P.C. de Albania comenzó una inmensa labor de organización, tanto en lo referente a la lucha armada contra el invasor, construyendo los destacamentos guerrilleros y el Ejército de Liberación Nacional, como a la organización y unidad del pueblo en general en el frente único de Liberación Nacional.
Tras heroicos esfuerzos de todo el pueblo y, en particular, de la juventud -en el que participaron y murieron como héroes, incluso, numerosos niños menores de 14 años- se consiguió la completa liberación de la patria el 30 de noviembre de 1944.
Antes de la guerra, Albania era uno de los países más pobres de Europa. Además, la guerra la dejó prácticamente arruinada. Pero el pueblo albanés demostró una vez más su heroísmo. Firmemente dirigido por el PTA, que había sabido ganarse completamente su confianza y su respeto durante la lucha de liberación, afrontó con entusiasmo todos los esfuerzos que, en esas condiciones, les exigía la construcción del socialismo.
De la II Guerra Mundial, el campo socialista salió enormemente reforzado. Encabezado por la URSS de Stalin, se extendía por toda Europa Oriental y la mayoría del continente asiático. Su potencial humano, económico, político e ideológico era impresionante. De eso se beneficiaron, como es natural, Albania y todos los países que lo componían, pues el auténtico internacionalismo que existía entre ellos, basado en el respeto al marxismo-leninismo, facilitaba su desarrollo.
Sin embargo, a finales de los 50, con la subida al poder de la camarilla de Jruschov, se impuso dentro del PCUS la línea revisionista y, apoyada en su prestigio y su fuerza material, fue imponiendo al movimiento esas posiciones abiertamente antisocialistas y pro-imperialistas. El PTA, apoyado firmemente en los principios y respaldado de forma total y combativa por la clase obrera y el pueblo albanés, levantó su voz en contra de esas graves desviaciones. Si había sido valiente en la lucha contra el invasor nazifascista, de igual forma lo fue en la defensa del marxismo-leninismo, del internacionalismo proletario, de la revolución. No cedió a los chantajes de los revisionistas del Kremlin. Ese "pequeño país y pequeño pueblo" no temió a la "gran potencia" que había dejado de ser cabeza del socialismo. Jruschov y su equipo dijeron que Albania "moriría de hambre en 15 días sin las ayudas soviéticas". Sin embargo, Albania ni se rindió ni murió de hambre. Siguió adelante con éxito en la construcción del socialismo, gracias al heroico trabajo del pueblo albanés.
Esa actitud intransigente de no negociar con los principios ni "vender" la "pequeña" patria ante las presiones de los "grandes" se ha mantenido continuamente, sin variación. Y hubo de demostrarse una vez más, de forma contundente, en julio de 1978, cuando los maoístas chinos, en un acto hostil contrario a las más elementales normas de las relaciones entre estados, decidieron suspender todos los acuerdos firmados con Albania, todas las ayudas económicas y de otro tipo y retirar a todos sus especialistas. Esa era la respuesta a la correcta actitud crítica del Partido y el pueblo albanés hacia la actitud antisocialista y descaradamente proimperialista que mantenían los dirigentes de Pekín. Con ello pretendían, como explica el camarada Enver Hoxha, "que hincáramos la rodilla, que nos encontráramos cómo "pez fuera del agua" y que, forzosamente, tuviéramos que tender la mano a alguien (…) Pero fracasaron y fracasarán en sus concepciones antimarxistas. Albania avanzará y construirá el socialismo con sus propias fuerzas y jamás tenderá la mano ni al social-imperialismo soviético ni al imperialismo norteamericano ni a ningún otro Estado capitalista o revisionista".
Y demostrando con los hechos la verdad de esas palabras, hoy Albania desarrolla su VII Plan Quinquenal basándose exclusivamente en sus propias fuerzas, haciendo frente a un tremendo cerco imperialista, tanto por parte de los yanquis como de los rusos.
La historia toda de Albania nos demuestra la realidad de unas palabras pronunciadas hace ya muchos años, en 1961 por el camarada Enver Hoxha, cuando el PT A se alzó contra las presiones y chantajes de los revisionistas rusos: "La Albania socialista vivirá indoblegable y florecerá cada día más. La segura garantía de ellos son el patriotismo y el espíritu revolucionario de nuestro pueblo, la acertada dirección del PT A Y la ayuda y el respaldo internacionalista de nuestros amigos, la solidaridad internacional de los trabajadores".
LA JUVENTUD ANTE LA TAREA DE LA CONSTRUCCIÓN DEL SOCIALISMO
En estos momentos el pueblo albanés tiene una gigantesca tarea en sus manos, desarrollar a todos los niveles la patria albanesa, basándose única y exclusivamente en sus propias fuerzas, porque la reacción y los capitalistas e imperialistas del mundo entero han levantado un cerco alrededor suyo. En esta tarea los jóvenes albaneses tienen un papel de primer orden, ellos son el futuro y porvenir de Albania, en las de la juventud revolucionaria albanesa está hoy ya el pico y el fusil que simbolizan las tareas más apremiantes del Estado socialista,
desarrollar la economía al máximo haciendo frente al boicot internacional y mantener dispuestos los fusiles para en cualquier momento hacer frente a cualquier agresión contra la patria de los trabajadores. Esta independencia y soberanía nacional que marca el PTA para Albania hoy, ha de seguir. Han de ser en el futuro los jóvenes de hoy quienes la sigan defendiendo y salvaguardando, esa generación de hombres nuevos que el Partido educa en los ideales del proletariado.
LA JUVENTUD DEFIENDE ALBANIA PRODUCIENDO MÁS Y MEJOR
Los jóvenes trabajadores albaneses saben, porque así se lo ha indicado el PTA, que romper el bloqueo de los imperialistas significa trabajar duro por aumentar la productividad y elevar la calidad de lo producido, fomentando al tiempo el ahorro de aquello que se ven obligados a importar. En eso centran sus esfuerzos los jóvenes trabajadores.
De un total del 98 por 100 de la población activa, el 42 por 100 son jóvenes trabajadores, la juventud se ha desplegado en todas las ramas de la producción, pero en primer lugar lo ha hecho en la industria pesada y extractiva, la construcción, la siderurgia, la minería y extracción de petróleo, destacándose como la fuerza más viva en la realización de las tareas, tomando ejemplo de la clase obrera, y dándola a la vez ante los jóvenes albaneses, de disciplina, y espíritu de sacrificio y superación.
Fruto de este trabajo realizado por la juventud y todo el pueblo trabajador, Albania ha ido superando, uno tras otro, los planes establecidos por el Estado en el camino de la construcción socialista.
Algunos datos comparativos entre 1938 y nuestros días respecto a la producción de:
Hulla: su aumento ha sido de 235 veces.
Cromo: su aumento ha sido de 112 veces.
Cobre: su aumento ha sido de 65 veces.
Construcción: su aumento ha sido de 185 veces.
Industria mecánica: su aumento ha sido de 308 veces.
La electricidad es completa hasta en las últimas aldeas de la montaña desde 1970, y los precios desde 1958 a nuestros días han descendido un 25 por 100.
Dentro de la labor educativa y de formación política e ideológica, la UJTA comienza su trabajo desde niños, en la organización de los pioneros, entre los que se fomenta el conocimiento de la lucha heroica del pueblo contra el invasor, del sentido de la solidaridad, educándolos desde ese momento en el cariño y respeto al Partido y a los ideales de la revolución, a quienes serán los futuros dirigentes del Estado y del PTA. Especialmente significativos son los campamentos de verano de pioneros en los que conviven chavales durante un mes, realizando todo tipo de actividades culturales, deportivas y también se les entrena para saber qué papel han de cumplir en caso de ataque.
LA CULTURA Y EL DEPORTE SIEMPRE AL SERVICIO DE LA JUVENTUD Y DE TODO EL PUEBLO
El desarrollo de las aspiraciones culturales e inquietudes artísticas entre los jóvenes está potenciado totalmente, dando todo tipo de facilidades a los jóvenes. La juventud con espíritu creador y renovador ha desarrollado un verdadero movimiento de aficionados a las actividades artísticas y en todos sus trabajos queda reflejado el realismo socialista, el futuro que construyen, etc.
El Estado ha puesto además a disposición de toda la juventud numerosas instituciones culturales en la ciudad y en el campo, en fábricas, escuelas y cuarteles, en los que los jóvenes, según su tendencia y capacidad, realizan obras pictóricas, esculpen, escriben y representan obras de teatro, danza, etc., que además puedan exponer, publicar o ejecutar en las innumerables salas de exposición, museos, anfiteatros, etcétera.
Todos los centros de producción y escuelas cuentan con sus grupos de teatro de aficionados o su grupo musical que organizan veladas y fiestas juveniles en las casas y palacios de la cultura que tienen asignado, centros vivos de toda esta serie de actividades.
En cuanto a los deportes, ocupan un lugar destacado en los programas de estudios de todas las escuelas y niveles. La patria también necesita hombres y mujeres en óptimas condiciones físicas. Los jóvenes deportistas están organizados en colectivos por centros de producción o estudio. Es en ellos donde se desarrolla el programa de actividades.
Algunos datos que demuestran la importancia que el Estado socialista ha dado a estas actividades de la juventud, por ejemplo el número de instalaciones deportivas puestas a disposición de la juventud, totalmente gratuitas:
Estadios: 21
Centros deportivos: 81
Polígonos de tiro: 37
Locales deportivos: 375
Gimnasios: 271
Campos de fútbol: 366
Campos balonmano: 339
Campos baloncesto: 476
etcétera, etcétera, y todo esto para una población de unos 2'5 millones de habitantes, que como dice el Partido necesita de una población joven, ágil y fuerte, física y moralmente, una juventud en las mejores condiciones para desarrollar todas las tareas marcadas. No hay nada en Albania que no esté consagrado a los ideales de la construcción socialista.
La juventud trabajadora en su afán patriótico por contribuir más y mejor a la edificación de Albania socialista no ha escatimado esfuerzo y sacrificio alguno y fruto de las acciones de jóvenes voluntarios son hoy prueba la red de carreteras, centrales hidroeléctricas, todo el sistema de regadío, la red de ferrocarriles en la que por ejemplo, los jóvenes trabajan al menos un mes al año durante el que continúan sus estudios compaginados con esta actividad, o las terrazas que rotulan todo el litoral albanés, plantadas de cítricos y olivares, símbolo de la tenacidad y el espíritu revolucionario de la juventud por ganar hasta el último palmo de tierra y hacerla productiva para la patria, y todo gracias a los cientos y miles de jóvenes que voluntariamente han acudido a la llamada de la JTA, no en vano a la Juventud en Albania se la denomina la juventud de las acciones.
Con este espíritu combativo y entusiasta la juventud también se ha incorporado al trabajo agrícola y ganadero, organizado íntegramente en cooperativas, en las que gracias a la aplicación de métodos científicos y de una tecnología propia antes inexistente, se han obtenido asombrosos resultados.
En esos momentos Albania está cubriendo su VII Plan Quinquenal y si tiene especial importancia es porque será el primero realizado basándose en sus propias fuerzas sin ningún tipo de ayuda exterior, todo el pueblo y en especial la juventud trabajan en fábricas y cooperativas en la ciudad y en el campo, no sólo por alcanzar sino por rebasar, como ocurre en muchos casos, los planes y objetivos marcados en todos los terrenos.
LA EDUCACIÓN COMUNISTA DE LA JUVENTUD PASA POR ELEVAR SU NIVEL EDUCATIVO, CIENTÍFICO y CULTURAL
Albania, de tener un índice de un 85 por 100 de analfabetismo en 1945, ha pasado a erradicar totalmente este mal, encontrándose en los primeros lugares del mundo en el porcentaje entre el número de habitantes y el de personas que cursan estudios, en concreto de una población de 2'5 millones de habitantes en 1980 han cursado estudios 730.000 alumnos, de forma completamente gratuita aun en los  cursos superiores. La educación de los jóvenes albaneses está siempre orientada para servir a la patria donde sea necesario, porque ésta necesita una juventud cualificada y capaz, que sirva mejor a la causa del Partido y el socialismo. Es por eso que la educación de los jóvenes está estrechamente ligada a las demás tareas de la patria, al trabajo productivo y entrenamiento militar, facetas que forman en sí la vida de la joven generación albanesa.
De igual forma el Estado fomenta sobre todo entre la juventud la investigación científica, que ha obtenido un importante nivel, ejemplo de esto son los centros de investigación en cooperativas agrícolas, en los que los jóvenes ya especializados desarrollan trabajos, cuyos resultados son aplicados en la misma cooperativa.
LA JUVENTUD EN TODOS LOS RINCONES DISPUESTA A EMPUÑAR EL FUSIL
El Partido ha apoyado siempre la defensa de la Patria en su juventud por ser la fuerza más viva del pueblo armado y los jóvenes han entendido la defensa de Albania como la tarea más importante por encima de todas las demás.
En Albania existe un servicio militar obligatorio para los hombres y voluntario para las mujeres, pero de cualquier forma la instrucción y adiestramiento militar se imparte para todo el pueblo en fábricas, cooperativas, escuelas, etc. todos los hombres y mujeres albanesas, la juventud, los niños conocen cuál ha de ser su puesto en caso de ataque y en dónde tienen asignado su fusil.
La tarea de la defensa de la patria entre los jóvenes, ese espíritu de entrega y heroísmo que caracteriza a la juventud descansa en la educación patriótica, que ha recogido las tradiciones revolucionarias de lucha del pueblo, en el conocimiento de esta historia que hace comprender aún más y mejor a los jóvenes la gigantesca tarea que tiene asignada. En este terreno el Partido del Trabajo de Albania se ha valido de organizaciones como la de Veteranos de la Lucha, quienes desarrollan una enorme labor educativa por todo el país. Estos veteranos relatan a la juventud las experiencias políticas y prácticas de la guerra de liberación, los enormes sacrificios realizados por cientos y miles de jóvenes que acudieron a la llamada del PTA, gracias a los cuales fue posible la liberación de Albania. Muchos de estos jóvenes, hoy, mártires y héroes del pueblo en una gran mayoría jóvenes han sido tomados como ejemplo y sus nombres figuran delante de las tareas más difíciles.
En todas las ciudades y pueblos, incluso aldeas, los cementerios, monolitos, museos, etc. que les recuerdan y rinden homenaje son colocados en los lugares más hermosos y el pueblo, y especialmente la juventud, con profundo respeto y admiración y siguiendo la consigna del Partido cuida de estos lugares manteniéndose viva en la mente de todos su ejemplo y sacrificios.
Todos los avances, logros y desarrollo logrados han sido posibles superando innumerables dificultades de todo tipo, enfrentadas por todo el pueblo bajo la dirección del Partido. Mantener y seguir avanzando en la construcción socialista no es tarea fácil si vemos el que Albania ha de hacerla únicamente basada en sus propias fuerzas y con un continuo hostigamiento internacional. Es por eso que el Partido se esfuerza en que toda la juventud de muestras de madurez y responsabilidad ante las tareas planteadas, el que su trabajo esté lleno de alegría y entusiasmo, pero también de eficacia y fructuosidad, el que siempre bajo la dirección del Partido marchará adelante, pero que en el camino de la juventud encontrará muchas dificultades que rebasar, que ha de afrontar con abnegación y espíritu de sacrificio, para como hasta ahora, ser ya el presente y el futuro de Albania Socialista.
FÉRREA UNIDAD ENTRE LA UJTA Y LA JCE (MARXISTA-LENINISTA)
Las conversaciones mantenidas con los dirigentes de la UJTA, con los militantes, con los jóvenes albaneses allá donde íbamos, han sido una viva muestra de la unidad de las luchas de la juventud revolucionaria albanesa y española. Ellos construyendo y defendiendo el socialismo, nosotros luchando por conquistarlo. Y para ello nos tenemos que enfrentar al imperialismo, al socialimperialismo, al revisionismo...
Por lo que es imprescindible el desarrollo del espíritu internacionalista. Espíritu muy desarrollado entre los jóvenes albaneses que siguen con atención las luchas de la juventud revolucionaria española y de todo el mundo.
Esta gran unidad internacionalista crece de día en día por los principios comunes que nos unen, por los principios marxista-leninistas, la ideología del proletariado, la ideología siempre joven del socialismo y del comunismo. Principios que son los de nuestros partidos, el Partido del Trabajo de Albania, y el Partido Comunista de España (Marxista--Leninista) que nos dirigen y orientan en todo momento en nuestras luchas y sin los cuales no tendríamos razón de ser, y para los que damos lo mejor que tenemos de nosotros. Tenemos claro que no existen organizaciones "independientes" y por eso vamos férreamente unidos en todo con nuestros partidos.
Sabemos lo importante que es la juventud para la revolución: "a la juventud le incumbe la verdadera tarea de crear la sociedad comunista (Lenin)", y le toca ser la más decidida en la lucha contra el capitalismo. La juventud, que es lo nuevo, tiene pues un importante papel en la lucha por nuestros objetivos. De ahí que fortalezcamos constantemente nuestra juventudes comunistas. Los jóvenes comunistas en Albania se educan en el cariño al Partido, en el marxismo-leninismo. Y para ello tienen una organización de masas juveniles, una organización leninista basada en el centralismo democrático: la UJTA, que como nuestra JCE (marxista-leninista) son verdaderos instrumentos de educación de masas juveniles en la lucha de clases, en el marxismo-leninismo. Y dan cabida a los jóvenes que quieren luchar por la nueva sociedad, educándoles en los principios leninistas de funcionamiento.
La juventud trabajadora, la juventud obrera y cooperativista, los jóvenes de las acciones voluntarias, ellos tienen en sus manos todo. Ellos son lo que construyen el socialismo. Ellos son los que "estudian y trabajan para defender la patria". Se preparan para ser trabajadores capaces, tanto en lo político e ideológico, como en el mismo trabajo productivo. Al igual que para nosotros, la juventud trabajadora es el destacamento más firme de la juventud. Nada puede imaginarse sin ella. Ella da perspectivas a toda la juventud, a la juventud revolucionaria. Sin ella, que la intentan convertir en la carne de cañón del capitalismo, en el ejército de parados en España, sin ella, decimos que no hay lucha revolucionaria.
En el frente, que estamos levantando, de la juventud contra el imperialismo y el socialimperialismo, frente en el que deben participar la juventud revolucionaria mundial, los jóvenes comunistas cumplimos un papel de primera línea. Sabemos claramente que el camino es duro. La experiencia histórica de la juventud albanesa, y su lucha actual lo confirman. No se puede luchar contra el imperialismo y el socialimperialismo, y por tanto contra el fascismo, la reacción, la guerra imperialista... sin unir ampliamente a los jóvenes, dotándoles de organismos y organizaciones revolucionarias antifascistas y sin combatir sin cuartel a las corrientes oportunistas, socialdemócratas y oportunistas, a las corrientes cuyo objetivo verdadero es apartar a la juventud de la lucha, desviarla de su camino.
Los jóvenes comunistas albaneses han tenido que luchar contra el imperialismo, el socialimperialismo, así como contra el revisionismo titista, el jruschovista, el maoísta, para seguir adelante con sus conquistas revolucionarias. Es el camino que seguimos nosotros bajo el capitalismo en lucha frontal contra el revisionismo, la socialdemocracia v el oportunismo de todo tipo, que corrompen y frenan la lucha de la juventud, dejándola en manos del imperialismo.
Son pues grandes lazos los que nos unen a la JCE (marxista-leninista) y a la UJTA, son los lazos de lucha, lazos de ideología. Son lazos, en tanto que jóvenes comunistas, en tanto que destacamentos juveniles de la revolución. Y es por eso por lo que nos une también una gran amistad. Una gran amistad y una magnífica camaradería que se fortalecen día a día en base a los principios.

9 de abril de 2012

Anarquía y comunismo científico, de N. Bujarin

Los debates entre anarquistas y marxistas, y muy especialmente con los comunistas, han llenado miles de páginas y han consumido miles de horas de discusiones. Unos y otros han expuesto sus argumentos, aunque en líneas generales los marxistas acusaban a los anarquistas de irreales, de soñadores que nunca podrían construir una nueva sociedad, de utópicos promotores de un mundo de ficción que jamás podía ser real. Los marxistas, a cambio, oponían lo que se suponía que era un método científico, basado en el rigor y el orden. Estas son las ideas que subyacen en el texto de Nicolai Bujarin que ahora presentamos. No dejan de resultar chistosas algunas de sus afirmaciones; sobre todo cuando dice que en la dictadura del proletariado la violencia sólo se dirige contra la burguesía (clase social a la que Bujarin debía pertenecer sin saberlo cuando fue ejecutado por orden de Stalin) o la que dice que las expropiaciones organizadas hacen casi imposible la rapiña y el beneficio personal (como comprobó personalmente con los privilegios que como miembro de la nomenklatura disfrutó por pura casualidad).

ANARQUÍA Y COMUNISMO CIENTÍFICO
A la ruina económica, a la decadencia de la producción, le acompaña innegablemente la decadencia de la sana psicología proletaria; y todo esto tendiendo a degradar al proletariado a las condiciones de plebe andrajosa, y transformando singulares elementos obreros ya activamente productivos en individuos desclasados, crea un terreno más o menos favorable a las tendencias anarquistas. A todo esto habría que agregar que los social-demócratas han nublado y confundido el problema de la anarquía, adulterando a Marx. En consecuencia, creemos necesario trazar la línea que separa al comunismo científico, marxista, de las doctrinas anarquistas.
Comencemos por el "objetivo final" nuestro y por el de los anarquistas. Según el modo corriente de exponer este problema, comunismo y socialismo presuponen la conservación del Estado, mientras que la "anarquía" elimina el Estado. "Partidarios" del Estado y "adversarios" del Estado: así se indica habitualmente el "contraste" entre marxistas y anarquistas.
Es necesario reconocer que no sólo los anarquistas, sino también los socialdemócratas en gran parte, son responsables de una semejante definición del "contraste". Las charlas sobre el "Estado del porvenir" y el "Estado del pueblo" han tenido mucha difusión en el mundo de las ideas y en la fraseología de la democracia. Algunos partidos socialdemócratas se esfuerzan, más bien, en acentuar siempre en modo especial su carácter "estatal". "Nosotros somos los verdaderos representantes de la idea del Estado", era la frase de la social-democracia austríaca. Semejantes concepciones no eran difundidas solamente por el Partido austríaco: ellas tenían en cierto modo curso internacional y lo tienen todavía hoy. en la medida en que los viejos partidos no han sido aún definitivamente liquidados. Y sin embargo esta "sabiduría de Estado" no tiene nada en común con la doctrina comunista-revolucionaria de Marx.
El comunismo científico ve en el Estado la organización de la clase dominante, un instrumento de opresión y de violencia, y es por este criterio que no reconoce un "Estado del porvenir". En el futuro no habrá clases, no habrá ninguna opresión de clase, y por tanto ningún instrumento de esta opresión, ninguna violencia estatal. El "Estado sin clases" -concepto en torno al cual pierden la cabeza los socialdemócratas- es una contradicción en términos, un sin sentido, un término usado abusivamente, y si esta concepción forma el alimento espiritual de la socialdemocracia, los grandes revolucionarios Marx y Engels no tienen en verdad ninguna culpa.
La sociedad comunista es por lo tanto una sociedad sin Estado. Si es así -y es así sin duda- ¿en qué consiste en realidad la distinción entre anarquistas y comunistas marxistas? ¿Desaparece por tanto la distinción, al menos cuando se examina el problema de la sociedad futura y del "fin último"?
No, la distinción existe; pero ella se encuentra en otra dirección, y se la puede definir como distinción entre la producción centralizada en grandes haciendas y la pequeña producción descentralizada.
Nosotros los comunistas, creemos que la sociedad futura no sólo se debe liberar de la explotación del hombre, sino que debería conseguir la mayor independencia posible del hombre respecto a la naturaleza exterior, que redujera al mínimo "el tiempo de trabajo socialmente necesario", desarrollando al máximo las fuerzas productivas sociales y la misma productividad del trabajo social.
Por ello nuestro ideal es la producción centralizada y metódicamente organizada en grandes haciendas, y, en último análisis, la organización de la economía mundial entera. Los anarquistas en cambio dan la preferencia a un tipo de relación de producción completamente distinto: su ideal está constituido por pequeñas comunas, las cuales por su estructura no pueden gestionar ninguna gran hacienda, pero estrechan entre ellas "acuerdos" y se unen mediante una red de libres contrataciones. Está claro que tal sistema de producción desde el punto de vista económico es más similar al de las comunas medievales. que no al modo de producción que está destinado a sustituir al capitalista. Pero este sistema no es solamente retrógrado; es también utópico en grado sumo. La sociedad futura no se genera de la nada, ni la traerá un ángel hecha del cielo. Ella surge del seno de la vieja sociedad, de las relaciones creadas por el gigantesco aparato del capital financiero. Cualquier nuevo ordenamiento es posible y útil, sólo si se da un ulterior desarrollo a las fuerzas productivas del ordenamiento que está por desaparecer.
Un desarrollo ulterior de las fuerzas productivas es naturalmente pensable sólo como continuación de la tendencia a la centralización del proceso productivo, como una intensificada organización de la "administración de las cosas", la cual tome el puesto del desaparecido "ordenamiento de los hombres".
Ahora bien -responderán los anarquistas- la esencia del Estado consiste justamente en la centralización, y ya que vosotros conserváis la centralización de la producción, debéis conservar también el aparato estatal, el poder de la violencia; en definitiva las "relaciones autoritarias".
Esta respuesta es inexacta, porque presupone una concepción del Estado no científica, sino totalmente infantil, El Estado, precisamente como el capital, no es un objeto, sino una relación entre hombres, más exactamente, una relación entre las clases sociales. Es la relación de clase que hay entre quien domina y quien es dominado. La esencia del Estado consiste precisamente en esta relación.
Si esta relación cesa, el Estado deja de existir. Reconocer en la centralización un rasgo característico del Estado es cometer el mismo error de aquellos que consideran los medios de producción como capital. Los medios de producción se transforman en capital solamente cuando constituyen un monopolio en manos de una clase y sirven para la explotación de otra clase sobre la base del trabajo asalariado, es decir, cuando estos medios de producción expresan la relación social de la opresión y de la explotación económica de clase. Por sí mismos, los medios de producción son cosas admirables, son los instrumentos de lucha del hombre contra la naturaleza. Se comprende entonces que en la sociedad futura éstos no sólo no desaparecerán, sino que por primera vez ocuparán el lugar que les corresponde.
Sin embargo, ha habido un período de tiempo en el movimiento obrero en el cual los trabajadores no tenían todavía clara la diferencia entre la máquina, como medio de producción y la máquina como capital, esto es, como medio de opresión.
Y, no obstante, en aquel tiempo los obreros no tendían a eliminar la propiedad privada de las máquinas, sino a destruir las máquinas mismas, para retornar a los primitivos instrumentos de trabajo manuales.
Análoga a ésta es la posición que los anarquistas "que tienen una conciencia de clase" asumen con respecto a la centralización de la producción. Como ven que la centralización capitalista es un medio de opresión, en su simplicidad protestan contra toda centralización productiva en general: su infantil ingenuidad confunde la esencia de una cosa con su forma externa social e histórica.
Entonces, la distinción entre nosotros los comunistas y los anarquistas en lo referente a la sociedad burguesa, no está en que nosotros estemos por el Estado y ellos contra el Estado sino más bien en que nosotros estamos por la producción centralizada en grandes haciendas, aptas para desarrollar al máximo las fuerzas productivas mientras que los anarquistas están por una pequeña producción descentralizada, que no puede aumentar sino sólo disminuir el nivel de estas fuerzas productivas.
La segunda cuestión esencial que separa a los comunistas de los anarquistas es la actitud frente a la dictadura del proletariado. Entre el capitalismo y la "sociedad futura" hay un período entero de lucha de clases, el período en el cual serán desarraigados los últimos restos de la sociedad burguesa y se rechazarán los ataques de clase provocados por la burguesía -que ya ha caído, pero que todavía se resiste-. La experiencia de la Revolución de Octubre ha demostrado que la burguesía, inclusive después de ser puesta "con la espalda contra el suelo", usa todavía de los medios que le quedan para luchar contra los obreros, y que en último término se apoya en la reacción internacional, de tal modo que la victoria final de los obreros sólo será posible cuando el proletariado haya liberado a todo el mundo de la canalla capitalista, y haya sofocada completamente a la burguesía.
Por ello, es del todo natural que el proletariado se sirva de una organización para su lucha. Cuanto más vasta, fuerte y sólida sea esa organización, tanto más rápidamente se alcanzará la victoria final. Tal organización transitoria es el Estado proletario, el poder y el dominio de los obreros su dictadura.
Como todo poder, también el poder de los proletarios es una violencia organizada. Como todo Estado, también el Estado proletario es un instrumento de opresión. No es necesario sin embargo tratar de manera tan formal la cuestión de la violencia. Tal sería el modo de concebir de un buen cristiano, de un tolstoyano, pero no de un revolucionario. Al pronunciarse sobre la cuestión de la violencia en sentido afirmativo o negativo, es necesario ver contra quién es empleada la violencia. Revolución y contrarrevolución son en igual medida actos de violencia, pero desistir por este motivo de la revolución sería una tontería.
El mismo planteamiento se puede hacer para la cuestión del poder y la violencia autoritaria del proletariado. Esta violencia es por cierto un medio de opresión, pero usado contra la burguesía. Ello implica un sistema de represalias, pero también estas represalias van a su vez dirigidas contra la burguesía. Cuando la lucha de clases llega al punto de máxima tensión y se convierte en guerra civil, no se puede estar hablando de la libertad individual, sino que se debe hablar de la necesidad de reprimir sistemáticamente a la clase explotadora.
El proletariado debe escoger entre dos cosas: o aplastar de modo definitivo a la burguesía derrotada y defenderse de sus aliados internacionales, o no hacerlo. En el primer caso debe organizar este trabajo, conducirlo de modo sistemático, extenderlo hasta donde lleguen sus fuerzas. Para hacer esto el proletariado necesita a toda costa una fuerza organizada. Esta fuerza es el poder estatal del proletariado.
Las diferencias de clase no se borran del mundo con un trazo de pluma. La burguesía no desaparece como clase después de haber perdido el poder político. De igual modo, el proletariado es siempre proletariado, incluso después de su victoria.
Sin embargo, éste ya ha tomado su posición de clase dominante. Debe mantener esta posición o fundirse de inmediato con la masa restante, que le es profundamente hostil. Así se presenta históricamente el problema y no puede ser resuelto de dos maneras distintas. La única solución es ésta: como fuerza propulsora de la revolución, el proletariado tiene el deber de mantener su posición de dominador hasta que haya logrado convertir a su imagen a las demás clases. Entonces -y sólo entonces-, el proletariado deshace su organización estatal y el Estado "se extingue".
Con respecto a este período de transición, los anarquistas asumen una posición distinta, y la diferencia entre nosotros y ellos se resuelve efectivamente en el estar por o contra el Estado común proletario, por o contra la dictadura del proletariado.
Todo poder, más bien el poder general, es para los anarquistas inaceptable en cualquier circunstancia, porque es una opresión, incluso si se ejerce contra la burguesía. Por esto en el actual período de desarrollo de la revolución, los anarquistas se unen a la burguesía y a los partidos colaboracionistas en el lanzar gritos contra el poder del proletariado. Cuando los anarquistas gritan contra el poder del proletariado cesan de ser los "izquierdistas" o los "radicales" como habitualmente son llamados; al contrario, se convierten en malos revolucionarios, que no quieren dirigir contra la burguesía una lucha de masas organizada y sistemática. Renunciando a la dictadura del proletariado, se privan del arma más válida para la lucha; combatiendo contra esta dictadura desorganizan las fuerzas del proletariado, le arrancan el arma de las manos y, objetivamente, prestan ayuda a la burguesía y a los social-traidores, agentes de ésta.
El concepto fundamental que explica la posición de los anarquistas frente a la cuestión de la sociedad futura y su actitud ante la dictadura del proletariado es fácilmente detectable: consiste en su aversión -por así decir de principio-, al método de la acción de masas sistemática y organizada.
De la teoría anarquista se deduce que el anarquista consecuente debe ser contrario al poder soviético y combatirlo. Pero dado que tal actitud seda evidentemente absurda para los obreros y campesinos, no hay muchos anarquistas que extraigan esta consecuencia de sus postulados, sino más bien al contrario, hay anarquistas plenamente satisfechos de sentarse en el órgano supremo legislativo y ejecutivo del poder estatal del proletariado, es decir, en el Comité Ejecutivo Central del Soviet.
Es evidente que ésta es una contradicción un abandono del genuino punto de vista anarquista. Pero se entiende que los anarquistas no puedan tener un especial amor por los Soviets. En el mejor de los casos solamente "los aprovechan" y están siempre dispuestos a desorganizarlos. De este planteamiento surge otra diferencia práctica bastante profunda: para nosotros la tarea principal consiste en dar una base lo más amplia posible al poder de las organizaciones proletarias de masas -a los Consejos Obreros-, en reforzarlos y en organizarlos; mientras que los anarquistas deben impedir conscientemente este trabajo.
También son profundamente divergentes nuestros caminos en el terreno de la praxis económica durante el período de la dictadura del proletariado. La condición fundamental para la victoria económica sobre el capitalismo consiste en evitar que la "expropiación de los expropiadores" no degenere en un reparto, aunque sea en partes iguales. Toda repartición produce pequeños propietarios, pero de la pequeña propiedad resurge la gran propiedad capitalista, y así la repartición de la posesión de los ricos lleva necesariamente al renacimiento de la misma clase de "ricos".
La tarea de la clase obrera no consiste en efectuar una repartición favorable a la pequeña burguesía y él la plebe harapienta, sino en la sistemática y organizada utilización social y colectiva de los medios de producción a expropiar', y esto, a su vez, solamente es posible en el caso en que la expropiación sea llevada a término de modo orgánico, bajo el control de las instituciones proletarias; en caso contrario la expropiación adquiere un carácter abiertamente desorganizador y fácilmente degenera en una simple "apropiación" por parte de personas privadas de aquello que debería ser propiedad social.
La sociedad rusa -y especialmente la industria y la producción agrícola-, atraviesan por un período de crisis y ruina total. No sólo la evidente destrucción de las fuerzas productivas, sino también la colosal desorganización de todo el aparato económico son la causa de estas dificultades tremendas. Por ello los obreros se deben preocupar, ahora más que nunca, de hacer exactamente el inventario y el control de todos los medios de producción, casas, productos de consumo requisados, etc. Un control semejante sólo es posible en el caso de que la expropiación se cumpla no por personas o grupos privados, sino por los órganos del poder proletario.
Expresamente no hemos polemizado con los anarquistas como si ellos fueran delincuentes, criminales, bandidos, etc. Para los obreros lo importante es comprender lo pernicioso de su doctrina, de la cual se deduce una praxis dañina.
El centro de la argumentación no puede consistir en una polémica superficial. Pero todo lo que se ha dicho hasta ahora explica por sí mismo por qué son justamente los grupos anarquistas quienes generan rápidamente grupos de "expropiadores" que expropian para sus propios bolsillos y por qué la delincuencia se reúne en torno a los anarquistas mismos.
Siempre y por todas partes se encuentran elementos turbios que explotan la revolución con fines de enriquecimiento personal. Pero donde la expropiación actúa, bajo el control de organismos de masas es mucho más difícil que se dé la situación de lucro personal.
En cambio, cuando por razones de principio se evita tomar parte en acciones de masas organizadas, y se sustituye a éstas por acciones de grupos libres "que deciden por sí mismos", "autónoma e independientemente", se crea el mejor terreno para "expropiaciones" tales que no se diferencian teórica ni prácticamente de las gestas de un vulgar salteador callejero.
El lado peligroso de las expropiaciones individuales, de las confiscaciones, etc., no consiste sólo en el hecho de que frenan la creación de un aparato de producción, distribución y control; sino que consiste también en el hecho de que estos actos desmoralizan completamente y restan conciencia de clase a los hombres mismos que los cumplen, los desacostumbran del trabajo común con los compañeros y de las exigencias de la voluntad colectiva, y sustituyen estos sentimientos por el arbitrio de un grupo singular o inclusive de un singular "individuo libre".
La Revolución obrera tiene dos vertientes: la de la destrucción y la de la creación o reconstrucción. El lado destructivo se revela sobre todo en la destrucción del Estado burgués. Los oportunistas socialdemócratas afirman que la conquista del poder por parte del proletariado no significa en absoluto la destrucción del Estado capitalista; pero una "conquista" semejante existe sólo en la cabeza de algunos individuos. En realidad la conquista del poder por parte de los obreros no puede realizarse más que destruyendo el poder de la burguesía.
En esta obra de destrucción del Estado burgués los anarquistas pueden cumplir un trabajo positivo, pero son orgánicamente incapaces de crear un "mundo nuevo"; y por otra parte, después de la conquista del poder por parte del proletariado, cuando el trabajo más urgente es el de construir el socialismo, entonces los anarquistas cumplen una misión casi exclusivamente negativa, perturbando esta construcción con sus salvajes y desorganizadoras acciones.
Comunismo y revolución comunista, he aquí la causa del proletariado, de la clase activamente productiva, por el mecanismo de la gran producción. Todos los otros estratos de las clases pobres pueden volverse agentes de la Revolución comunista sólo en cuanto se pongan a la retaguardia del proletariado.
La anarquía no es la ideología del proletariado, sino la de los grupos que están desclasados, inactivos, separados de todo trabajo productivo: es la ideología de una plebe de mendigos ("Iumpenproletariado") categoría que se recluta entre proletarios, burgueses arruinados, intelectuales decadentes, campesinos rechazados de su familia y empobrecidos; un conjunto de gente que no es capaz de crear nada nuevo, ningún valor, sino solamente de apropiarse de aquello de lo que se han adueñado mediante las "confiscaciones". Este es el fenómeno social de la anarquía.
La anarquía es el producto de la desintegración de la sociedad capitalista. La característica de esta miseria la provoca la disolución de los vínculos sociales, la transformación de gente que en un tiempo era miembro de una clase en "individuos" atomizados, que no dependen ya de clase alguna, que existen para "sí mismos", que no trabajan y que para conservar su individualismo no se subordinan a ninguna organización. Esto es la miseria producida por el bárbaro régimen capitalista.
Entonces, una clase tan sana como la de los proletarios no puede dejarse infectar por la anarquía. Sólo en caso de disgregación de la misma clase obrera puede emerger a uno de sus polos la anarquía, como síntoma de enfermedad. Y la clase obrera, luchando contra su disolución económica, debe también luchar contra su disolución ideológica, producto de la cual es la anarquía.

5 de abril de 2012

Manifiesto republicano de Utrera

La proclamación de la Segunda República, el 14 de abril de 1931, ha oscurecido la larga travesía del desierto que los republicanos vivieron desde sus fugaces éxitos políticos en los años del cambio de siglo. Hoy traemos a La Alcarria Obrera el manifiesto que la candidatura republicana presentó en las elecciones municipales de febrero de 1920 en la localidad andaluza de Utrera. En el tercer distrito utrerano la lista republicana estaba formada por Luis Berruti Ruiz, obrero ferroviario, y por Julio González Tirado, labrador, que fue alcalde de esa ciudad en abril de 1931 y que pagó con su vida la defensa de sus ideas en 1936. Al evidente interés por las palabras de un personaje como Julio González Tirado, se une el incentivo de conocer manifiestos políticos municipales, que por su carácter localista son menos conocidos y, en la mayoría de los casos, se han perdido.
Manifiesto de la candidatura republicana de Utrera, 1920 (Archivo La Alcarria Obrera)
 
Aunque milito en un partido político cuyo ideario tiende a la transformación del estado social presente, y como consecuencia a la desaparición de aquellas instituciones que hacen a los pueblos y a los hombres esclavos en todos los aspectos de la vida humana, y para que esta transformación se verifique, siempre he creído en la preferencia de otros procedimientos he aquí que me veo obligado por infinidad de circunstancias de índole local, ideológico y de disciplina a presentarme candidato a concejal en las próximas elecciones municipales por este distrito en unión de mi querido compañero de candidatura obrero ferroviario, trabajador, inteligente, honrado, D. Luis Berruti Ruiz.
Es costumbre en luchas electorales, pedir y conquistar votos, adular a los electores, tratándoles hipócritamente como hermanos por los aspirantes de actas; comprometer a votar, comprar las conciencias y someter las voluntades faltas de energías y de espíritu rebelde y ofrecer lo creado y lo no creado durante el periodo electoral pero mi carácter, mi modo de ser, mi temperamento no se adapta a esas operaciones generalmente propias de la ambición bastarda y el deseo de satisfacer una vanidad ridícula.
No, yo no soy partidario de esos procedimientos. Hay que respetar la conciencia de los ciudadanos y nadie debe procurar penetrar en el sagrado de su recinto y de sus dictados.
Quien haga lo contrario engendra el odio, la ignorancia, la tiranía, la prostitución, el vicio, porque con ello se opone a la corriente serena y evolutiva de la transformación social, cuya actitud trae como consecuencia las revueltas y las revoluciones justificadas de los oprimidos y que desgraciadamente pocas veces son bien encauzadas.
El objeto de este manifiesto es dar a conocer a los electores de este distrito mi decisión de ir a la próxima lucha electoral
¿Mi programa?, ¿mis propósitos? Voy a repetirlo publicando un articulo insertado en las columnas de Utrera Nueva en 1916 titulado “Ideal Utrerano”.
Dice aquel artículo:
“Cuando el pensamiento me lleva a meditar sobre la suerte y designios de esta noble ciudad, siento impulsos y sentimientos quijotescos y románticos…
Discurramos hoy sobre su porvenir y hagamos algunas consideraciones, siquiera sea de meramente de su personalidad moral y material que al parecer adolecen de incurables defectos, pero que entrando a analizar sus infinitas manifestaciones, se ve que está dotada de virtudes dignas de mayor encomio.
Esta ciudad de alma grande y de espíritu creador, es susceptible y capaz de realizar inmensas transformaciones en su vida social, progresiva y reivindicadora. Es verdad que sufre algunas graves enfermedades morales. La indolencia, el escepticismo y el abandono de muchos de los más importantes derechos cívicos. Y por ser así ha consentido que sus destinos hayan venido siendo dirigidos por personas que ni les asistía el derecho a la dirección ni sabían poner en su obra el sacrificio exigido de propios sentimientos políticos en aras de la prosperidad de todos los elementos e intereses de la población. Y este estado de cosas ha traído como consecuencia lógica que todas las manifestaciones de la localidad, unas más y otras menos, hayan venido sufriendo reveses en su vida material y su decaimiento y debilidad moral y espiritual, las cuales desorientan y apagan la fe de regeneración, tanto en las colectividades como en los individuos.
Pero todo eso se podrá conceptuar de ese modo; pero jamás se puede con tal motivo, decir que este es un pueblo irredento. Su espíritu hace constantes manifestaciones, en muchos aspectos de la vida social, que da a conocer sus grandes virtudes, capaces de realizar su mayor fortalecimiento material y espiritual. Lo que ha faltado en este pueblo son espíritus cívicos y hombres amantes de la justicia, capaces de dirigir, orientar y encauzar todas sus buenas condiciones y cualidades, con lo cual hubiese llegado a tener su absoluto y verdadero concepto, el que merece por sus infinitas circunstancias a cual más favorables a su vida municipal y social.
¿Para qué más pruebas que vengan a corroborar y confirmar mis asertos sobre la vida general de este pueblo, que las manifestaciones tan considerables de su vida comercial, industrial y agrícola; sus distintas y numerosas comunicaciones y relaciones con infinidad de pueblos y mercados, centros de enseñanza, asociaciones económicas y sociales, que a pesar de su decaimiento y desorganización casi todas debidas al poco espíritu y educación social, dan señales de vida? Además, su posición geográfica y el aumento de población, etc., etc. Y como consecuencia de todo eso, su producción agrícola de cereales, ganadería, aceite de oliva, etc., son considerables, y asimismo sus numerosas e importantes fábricas, constantemente funcionando y cuyas operaciones respectivas son extraordinariamente importantes. ¿Todo eso no significa que este es un pueblo activo, trabajador, inteligente y de condiciones admirables?
Ahora bien; toda esa vida tan vigorosa y útil, en su desarrollo y funcionamiento ha venido tropezando con muchísimas dificultades y obstáculos por parte de la administración pública Municipal. (Ya se hablará del actual Ayuntamiento, de sus gestiones preliminares y sus propósitos), cuyos organismos y servicios han venido funcionando de una manera injusta y equivocadamente, contra los intereses materiales y morales de directores y dirigidos; pero es muy posible que todos estos errores fatídicos y deficiencias administrativas municipales se corrijan, deben de corregirse lo más pronto posible de un modo ordenado y justo.
Está claro que para todo eso se necesita una orientación, un plan o programa local, que muy bien pudiéramos denominar “el ideal utrerano” consistente en el fortalecimiento de la conciencia colectiva municipal, despertando el patriotismo de este orden. Defensa, reconstitución, pavimentación, alcantarillado y conservación de las calles, vigilancia perfectamente organizada y retribuida, tanto la del campo como la de la población, higiene, saneamiento, ornato y embellecimiento de la ciudad; fuentes y abrevaderos públicos con agua abundante y corriente (permanentes a ser posible); luz pública, toda la que se pueda; plantación de árboles cuanto más mejor; beneficencia, pero beneficencia de verdad y para los que realmente esté indicada; instrucción popular, paseos y jardines bien arreglados y espléndidos. Todo esto bien ordenado, cuidado y dirigido.
Verdadera justicia y equidad en los impuestos y recargos municipales; disminución del exceso de empleomanía, perjudicial a los intereses generales del pueblo. En fin, lo que se llama una verdadera administración municipal, moralizadora y digna de aplauso.
Llevar al convencimiento del pueblo, por la persuasión y la conveniencia, bajo todo aspecto de la vida social, de que desaparezcan casi todos aquellos lugares donde el alcoholismo y la prostitución toman caracteres exagerados y repugnantes, contrarios a la salud y la moral y asimismo los numerosos casinitos o tertulias donde solo se pasa el tiempo murmurando y haciendo chistes picarescos.
Y en el lugar de todo esto, crear verdaderas asociaciones con fines prácticos y positivos, cada cual con su objetivo peculiar y en perfecta armonía con todos aquellos puntos comunes a sus intereses colectivos e individuales. Esto es, los elementos trabajadores jornaleros, organizarse por gremios y éstos a su vez unirse por estrechos vínculos de federación y solidaridad, fundar, crear o construir una verdadera casa social, con amplios salones destinados a solaz, a escuelas y conferencias instructivas de ciencia económica y sociales, etc., y para deliberar y discutir con serenidad y razonamiento la defensa de sus intereses generales como trabajadores y como ciudadanos.
De la misma manera, consistiendo y predominando en este pueblo la vida agrícola, nada más lógico y racional, que crear un Centro, Cámara o cualquiera otra asociación de carácter eminentemente agrícola, cuya organización y objetivo fuesen tendentes al fomento y el desarrollo de todas las manifestaciones naturales y relacionadas con la agronomía y a la defensa económica y social de todos sus intereses, y por este orden, el comercio y la industria fortaleciendo y propagando su organización actual, procurando así conseguir y llenar sus verdaderos fines, cuya afirmación será la garantía de su personalidad social, material y moral. Asimismo, crear toda clase de entidades de cultura encaminadas a ilustrar al pueblo en todas aquellas creencias que más se adapten y convengan a los intereses inherentes de la localidad y demás conocimientos favorables a la personalidad humana.
Y por último, cuando el espíritu y la conciencia del pueblo, esté fortalecido y orientado perfectamente en esos casos, entonces, será el momento oportuno de esperar a conseguir otras reivindicaciones de carácter de vida local, consistente en fórmulas y doctrinas económicas, sociales y políticas afectas a su vida íntima colectiva municipal e individual.
¡Admirable! ¡Es un bello ideal! Pero para recorrer todo ese camino me objetarán, se necesitan medios económicos, voluntades de Hércules, sentir, en fin, exaltado amor por el engrandecimiento material y espiritual de la patria chica. Así es en efecto; pero ya he dicho y me ratifico en ello que el espíritu, el alma de esta ciudad está adornada con grandes dotes de virtualidad indiscutible para toda clase de transformaciones progresivas y tendentes a su mayor florecimiento en casi todos los órdenes de la vida social y humana.
Basta para la realización de esta obra grandiosa que los organismos de la vida municipal y demás entidades, sean dirigidos y administrados por ciudadanos voluntariosos y con aptitudes (afortunadamente creo que de ellos no carecemos) y de buen sentido moral en sus propósitos. Todos los mencionados elementos y organismos coadyuvan aunados para dichos fines, existiendo entre ellos verdadera armonía en todas aquellas cuestiones de común interés y de beneficio colectivo e individual. De este estado de buen juicio y de resurgimiento, brotarían iniciativas colectivas e individuales cuyas iniciativas, después de pasar por el crisol de la discusión y aceptadas como útiles, entrarían a formar parte con los asuntos de la vida social y local. Y así se llegaría a despertar el ingenio y el estímulo colectivo e individual de este pueblo, procurando por todos los medios que estuvieran a su alcance hacerse digno del noble y elevado titulo de buen utrerano, cuyos actos y obras jamás olvidarían las generaciones futuras y al mismo tiempo, honrarían la memoria de todos aquellos patrio tas que en el pasado se esforzaron y sacrificaron por consagrar sus amores a la glorificación perpetua de esta su ciudad querida”.
Estas son las orientaciones o pro grama que se debiera desarrollar en esta ciudad, programa que está en la conciencia de todos los buenos utrerenses, prescindiendo de toda clase de egoísmos y pasiones, que solo producen venganzas y odios propios de cafres y de almas ruines, pues los ciudadanos que ejercen cargos públicos o representaciones colectivas, deben de estar inspirados en la razón y la justicia, sin distinción de sus creencias religiosas políticas y sociales. Para él no debe haber enemigos ni amigos en la distribución de la equidad, sino ciudadanos que luchan en la vida, dignamente con arreglo a sus facultades y necesidades.
Bien poco he hecho como representado en pro de esta ciudad. Sobre lo expuesto y si llegara a ser representante a nada me comprometo, pues mis facultades son muy limitadas para ello, pero comprendo que esa es la labor que se debe emprender en todo Municipio que quiera elevar sus intereses espirituales, morales y materiales.
Solo ofrezco mi voluntad decidida y mi amor sincero a la ciudad.
¡Utreranosl Votad a quien queráis y después allá con la responsabilidad de vuestros actos si son malos y si son buenos, que vuestras familias y la sociedad os lo premie con los honores del respeto y la consideración.
Vuestro y de la causa de la Ciudad.
Julio González Tirado.
Utrera, 3 de febrero de 1920.