Los republicanos siempre contaron con una fuerza respetable en Guadalajara. Federales, progresistas, centralistas, posibilistas… todas las familias republicanas tuvieron presencia en tierras alcarreñas y estuvieron lideradas por personalidades reconocidas: Manuel González Hierro, Miguel Mayoral Medina, Manuel Diges Antón, Calixto Rodríguez, Bruno Pascual Ruilópez… Su apoyo a los liberales, en una alianza que se fue poco a poco descompensando a favor de los monárquicos, les apartó de las clases populares y redujo su presencia política hasta 1931. Pero muchas de las realidades de la provincia en esos años sólo a ellos se debieron. De su prensa (La voz de la Alcarria, La Verdad, El Atalaya de Guadalajara, El Molinés y El Republicano) muy poco ha llegado hasta nosotros; por eso reproducimos la noticia de la fiesta celebrada el 11 de febrero de 1891 para conmemorar el aniversario de la Primera República, tal y como la recogió en sus páginas El Atalaya de Guadalajara.
La mejor prueba de que la unión es un hecho entre los republicanos de esta provincia, lo demuestra el acto realizado ayer en esta capital con ocasión de conmemorar la proclamación de la República en 1873; individuos de todas las fracciones acudieron al llamamiento de la Comisión organizadora del banquete, siendo muchos los trabajadores militantes en nuestras filas que dejaron de acudir por lo precario de su situación; Comités de diversas localidades felicitaron a los reunidos si con ello realizaban la unión estrecha que existir debe entre los que comulgan en el mismo credo y profesan las mismas ideas; personas respetables y queridas de sus conciudadanos por su consecuencia y acrisolada honradez acudieron de diferentes puntos de la provincia para demostrar la firmeza y arraigo de sus convicciones; y por fin, amigos apreciables que vertieron su sangre por la causa de la República, encontráronse dispuestos a reincidir en el sacrificio –si el triunfo del ideal lo demanda- por nuestra regeneración política y social.
Espectáculo admirable presentaba la confusión de los encanecidos en las luchas continuas por defender la democracia, al lado de la juventud fogosa que ha de coronar el edificio por los veteranos levantado; los que si hasta ahora estuvieron distanciados por cuestión de procedimiento o de detalles, unidos en apretado haz y cobijados por la bandera republicana, no teniendo más que un pensamiento –implantar y arraigar la República española- para lo cual estarán en constante lucha con los enemigos de la verdadera democracia para acostumbrar a la pelea al ejército republicano, y empleando el único procedimiento que puede reinstaurar en España la forma de gobierno que en funesta mañana de triste recuerdo fue suplantada por las bayonetas.
La atmósfera fraternal que allí se respiraba; la solidez y fijeza de principios en los concurrentes; la energía y convicciones arraigadas de los oradores; la contemplación de los retratos de los ilustres y consecuentes repúblicos –Pi y Zorrilla- colocados en el salón; todo, en fin, hacia presentir no esté lejano el día en que el astro refulgente de la República esparza sus beneficios y dones sobre este desgraciado país.
Nuestras convicciones se fortalecieron, y la fe en los principios genuinamente democráticos nos dará alientos y bríos para, empuñando la bandera de Unión republicana, lograr que en nuestra querida provincia, en el suelo que nos vio nacer, no exista más que un solo partido republicano, con el arma al brazo constantemente para realizar su misión.
Preside el banquete el antiguo, consecuente y querido por todos los republicanos Sr. González Hierro, acompañado del diputado a Cortes por Molina y presidente de nuestro Comité provincial republicano progresista, estimadísimo amigo Sr. Rodríguez (D. Calixto); presidente del Comité federal Sr. Gómez (D. Tomás); presidente del Comité de unión republicana de Brihuega Sr. García Frutos (D. José María) y vicepresidente del Comité progresista Sr. Núñez (D. Julián Antonio).
Asisten en representación de los correligionarios de Brihuega los Sres. Alcalde Diego (D. Antonio), secretario del Comité, Ortiz (D. Cosme) y García (D. Julio); del Comité de Driebes, su presidente, Sr. Arenas, y además republicanos de otras localidades, a los cuales enviamos la más sincera felicitación por el buen sentido práctico que han demostrado para realizar la unión.
Al banquete acudieron también nuestros amigos el diputado provincial Sr. Cabellos, los concejales Sres. Sardina y Alvira (D. Félix), Diges (D. Manuel), García (D. Doroteo), Casado (D. Juan y D. Emilio), Alba (D. Francisco) y otros muchos, a quienes rogamos dispensen su omisión.
Después de breves palabras del Sr. González Hierro, el Sr. Campos (D. Ángel) da lectura a las felicitaciones que más adelante publicamos. Nuestro Director, después de la lectura, dirige un saludo a D. Calixto Rodríguez y demás correligionarios que nos han honrado en nombre de varios Comités con su presencia, sosteniendo la necesidad de la unión tan deseada y esperando que como consecuencia del acto que se celebra, todos los republicanos se den un estrecho abrazo, concluyendo con un entusiasta ¡Viva la unión republicana!
El Sr. Aragón recuerda a Padilla y Lanuza, comparándolos con Villacampa y Pi –su jefe- y sosteniendo que solamente con tesón y firmeza tendremos República y Federación.
El Sr. García Frutos, pronuncia un correcto discurso en lenguaje sumamente llano, afirmando que la idea republicana se extiende como el aceite por villas y campos, por fábricas y talleres, y los que ayer las juzgaban utópicas e irrealizables, hoy no dudan que son perfectamente prácticas y las ideas del porvenir. ¿Qué falta para conseguir el triunfo de nuestras ideas? La unión de todos; a predicar esta unión –decía nuestro querido amigo- vengo esta noche en nombre de los republicanos de Brihuega. Prueba que no existen en realidad diferencias de procedimientos entre los republicanos: lo que hay es que unos quieren ir a pie al punto donde todos deseamos llegar, mientras otros lo desean en ferrocarril. Pues bien, si la excursión es corta es preferible ir a pie y como de paseo; pero si es larga y el día borrascoso, todos sin discusión aceptamos el ferrocarril. Demuestra que es lógica la unión de los republicanos porque todos defienden la democracia y el trabajo, combatiendo los privilegios, así como también que no existe diferencia entre los unitarios que defienden las autonomías municipal, provincial y regional, y los federales que defienden la unidad de la patria. Termina el presidente del Comité de Brihuega, aconsejando se pospongan las ambiciones mezquinas, que no se comprenden entre iguales, y puestos el corazón en la patria y los ojos en la República, busquemos la fórmula de unión y, como procede entre demócratas, bajemos la cabeza ante la voluntad de los más.
El Sr. Rodríguez (D. Calixto) es acogido con una salva de aplausos al levantarse, y comienza saludando a todos los republicanos de España que son sus correligionarios, y especialmente a los de esta provincia que son sus hermanos. Entre los períodos de su brillante discurso, insiste en que los republicanos tienen el deber de acudir a la redención de la patria, a cuya bancarrota nos han traído los ídolos de las clases conservadoras, ídolos viejos que deben desaparecer porque son un obstáculo al desarrollo de la vida y prosperidad del país. Durante la República de 1873 –dice nuestro estimable amigo- no hubo calumnia que no emplearan las clases conservadoras para desprestigiarla, ni guerra civil que no fomentaran para destruirla; pues esas mismas clases vuelven hoy la vista ansiosas hacia nuestro partido, como única salvación para poner término a tanto desacierto, a tanto molestar, a ruina tanta. No es sólo por la realización de nuestras aspiraciones, sino por el interés supremo de la patria por lo que al presente se impone la unión de las fuerzas republicanas. La unión se impone y se realizará –decía con acento viril y enérgico el diputado por Molina- si no la efectúan los de arriba, vendrá de abajo; si los jefes son obstáculo o se oponen a ella, los soldados prescindirán de esos jefes. Prueba no es obstáculo la diferencia de ideas entre los grandes partidos republicanos, y dice que si la unión no se ha verificado aún es por personalismos, sosteniendo que si es bueno que un ejército disciplinado espere la voz del Jefe para el momento de la lucha, no implica que los soldados deban supeditar sus energías a la voluntad de los mismos. Dice que dentro de la República encontrarán los trabajadores indudables mejoras, siendo injustos los cargos que se lanzan a los republicanos cuando estos defienden su mejoramiento, por lo cual deben prestar su valioso apoyo al triunfo de las aspiraciones democráticas. El partido republicano cuenta con medios suficientes para, con una buena administración y con medidas protectoras, convencer a los obreros que con la República se garantizan todos los derechos y no se cometerán iniquidades con individuos que defiendan determinadas ideas que, si utópicas hoy, tal vez mañana sean realizables. Termina confiando en que todos hemos de luchar con bríos para realizar la unión porque hoy trabajamos, implantando la República en España y realizando con ella el bienestar de la patria.
El Sr. González Hierro, resume lo dicho por los oradores en un correcto y elegante discurso, como todos los suyos, afirmando que lo expuesto en la reunión se condensa en un ¡Viva España! y en un ¡Viva hacia el símbolo que representan nuestros ideales! Después de 18 años –dice nuestro amigo- hemos venido a encontrarnos en la agonía más atroz, lo cual indica que si los republicanos no hacemos un supremo esfuerzo, en breve se encontrará España como la infeliz Polonia. Declara estar decidido a que la unión se haga de abajo a arriba, porque de la otra manera no se la ve venir, sin que esto indique desligamiento de los Jefes; cuya unión dice sacará a España del ostracismo y de la miseria a que nos han conducido los monárquicos. Concluye sosteniendo que debemos inspirarnos en la mayor abnegación al triunfar nuestros ideales, si queremos que sea una verdad los principios democráticos. Brinda por la unión republicana. Propone que D. Calixto Rodríguez sea el encargado de comunicar a las corrientes de los reunidos acerca de la unión en las regiones políticas republicanas.
El banquete terminó, acordándose un telegrama expresando la necesidad de la unión a los señores Pi, Ruiz Zorrilla y Salmerón.
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