Panfleto del Partido Carlista, Guadalajara, 1980 (Archivo La Alcarria Obrera)
La difícil reconstrucción del Partido Carlista, aún en la clandestinidad durante los primeros años de la Transición, también llegó a la provincia de Guadalajara. Claramente instalado en la izquierda y con una evidente base popular, el reconstruido carlismo alcarreño mostró una preocupación muy especial por el trabajo sindical y por la defensa del territorio provincial, que se puso de manifiesto con el proceso autonómico de la provincia, que no se sentía cómoda en la nueva región de Castilla-La Mancha y que no tenía peso específico para pretender ser una Comunidad uniprovincial, pero que temía quedar ahogada por su proximidad a Madrid. La Agrupación Provincial de Guadalajara del Partido Carlista hizo pública su posición el 3 de julio de 1979, en un artículo publicado por la prensa provincial y que aquí y ahora reproducimos. Con sorpresa se puede comprobar hoy en día el exacto cumplimiento de los más negros presagios de los carlistas alcarreños: nucleares, Trasvase, urbanización, autopista...
Guadalajara y el Estatuto de Autonomía: la alternativa de la Agrupación Provincial del Partido Carlista.
El inicio del proceso de regionalización, que tendrá como resultado la aprobación por el Pueblo y por las Cortes, de los Estatutos de Autonomía, unido en Guadalajara con algunos hechos recientes, deben de movernos a una reflexión sobre el futuro de nuestra provincia.
La Constitución ha reconocido una situación que durante 150 años denunció el Carlismo: España es una suma de pueblos suficientemente diferenciados, y con una cultura y una personalidad tan fuertes que el centralismo, patrocinado por la burguesía, no ha conseguido ahogar este sentimiento federalista.
Las movilizaciones populares han conseguido que ideologías y Partidos Políticos tradicionalmente centralistas, aceptasen llevar a la Constitución esta situación. Pero lo han hecho tímidamente: la Autodeterminación y el Federalismo no han sido reconocidos, y esta actitud se mantiene actualmente en la discusión parlamentaria que, de seguir así, va a dar a las nacionalidades y regiones unos Estatutos insuficientes, actitud especialmente grave en el de Gernika, por las condiciones del País Vasco.
Guadalajara se integra en este futuro autonómico en la región de Castilla-La Mancha, aún no definida y escasamente concienciada en el tema. Inútil es ya protestar por el método de integración de los alcarreños, es un hecho consumado.
Pero el escaso interés de los Partidos Políticos, Sindicatos, Organizaciones y de los castellano-manchegos en general, por alcanzar una Autonomía plena y al servicio de los intereses populares, van a dar posiblemente una Autonomía de tercera y un Estatuto modélicamente ineficaz.
Sin embargo Guadalajara estaba especialmente necesitada de un instrumento válido para su relanzamiento y necesario para su supervivencia; el Estatuto de Autonomía puede ser este instrumento que termine e con el papel tercermundista de nuestra provincia.
Veamos alguno de los problemas más graves de Guadalajara. El primero es, probablemente, el de la desertización. Actualmente nuestra densidad de población es comparable a la de países desérticos. Pero si aislamos la capital y su cinturón, nos encontramos con una provincia desierta, envejecida y en vías de desaparición a poco que se empeñe el Gran Capital.
Esta postración de los alcarreños facilita, por ejemplo, la nuclearización de una provincia excedentaria energéticamente gracias a sus embalses, y que no necesita para nada su desarrollo de los peligros y riesgos que la instalación de una Central Nuclear comporta. Este tema es ya suficientemente conocido y la lista se alarga cada año: Zorita, Trillo 1, Trillo 2, Almacén de Residuos Nucleares, Mina de Uranio en Mazarete…
Pero nuestra “exportación” no ha cesado aquí. También el agua ha tenido que emigrar, gracias al Trasvase Tajo-Segura, de dudosas compensaciones, y que ha trasladado el desarrollo agrícola a otras provincias. En otras zonas (Toledo, Cuenca) las protestas han abarcado desde la Diputación a movilizaciones populares. Pocas quejas se han oído en Guadalajara, y en esta misma línea Aragón, movilizado contra el Trasvase del Ebro, ya definitivamente archivado, es un ejemplo.
Ahora se intenta la construcción de una Autopista Madrid-Guadalajara, que se presenta como símbolo de riqueza y prosperidad. La otra cara de la moneda: aumento del desequilibrio provincial, medio de transporte en beneficio del capital, fomento del transporte individual, contaminante y despilfarrador, o el trazado inconveniente, no se presenta.
En “defensa” de este desarrollo provincial los tecnócratas y capitalistas se han sacado de la manga otro proyecto: la urbanización de la Sierra de Ayllón. En respuesta a la petición, también asumida por el Partido Carlista, de crear un Parque Natural en el Tajo, se prefiere destrozar uno de los macizos montañosos y forestales más interesantes: Ayllón. Las urbanizadoras que han destrozado la Sierra de Madrid, se han fijado ahora en Guadalajara.
Estos ardientes defensores del turismo no son, seguramente, los mismos que se preocupan de la situación actual de nuestros monumentos abandonados o en ruinas: Palacio de Pastrana, Capilla de Luis de Lucena, o de los definitivamente perdidos: Convento de las Carmelitas.
Solo las movilizaciones y campañas populares pueden terminar con esta situación, echar abajo estos proyectos antipopulares, solo un Estatuto de Autonomía amplio puede ser vehículo de una recuperación de Guadalajara y de toda la región castellano-manchega. Un Estatuto que no solucionará mágicamente nuestros problemas, pero que nos dará medios para hacerlo. Un Estatuto que defienda nuestra cultura (más amplia que los Coros y Danzas o los Castillos), que impida que el ahorro provincial se invierta en otras zonas del Estado Español, etc.
Es misión de todos conseguirlo, y obligación de todos los Partidos Políticos de la izquierda luchar por una autonomía popular, por un Estatuto útil que impida que el proceso de regionalización sea en Castilla-La Mancha un mero cambio de gobernantes, un aumento de la burocracia.
Guadalajara, 3 de Julio de 1979
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