El refrán popular atestigua que se “pasa más hambre que un maestro de escuela”, una expresión que no es gratuita, y mucho menos en el siglo XIX español, cuando los maestros percibían sus honorarios de los Ayuntamientos, lo que siempre era causa de salarios míseros cobrados con dilatados retrasos. No era la educación de las clases populares una de las primeras preocupaciones de la burguesía, que disponía para sus hijos de sus propios colegios religiosos. Ofrecemos una temprana muestra del hambre que, como una maldición bíblica, acosaba a los maestros. Juan Andrés Zuazua se dirigió repetidamente, con tanta desesperación como humildad, al concejo de Guadalajara pidiendo el pago de sus atrasos o el cobro puntual de su sueldo, enfrentándose a una desidia municipal que, como vemos, también sufrió su viuda. Es fácil imaginar que si así se trataba a los maestros... ¡cómo serían las relaciones laborales con obreros y jornaleros!
Guadalajara, 28 de septiembre de 1836
El que suscribe, Preceptor de Latinidad, titular de esta ciudad, convencido de los sentimientos benéficos que acompañan a V. Ilma., no vacila en recurrir a su justificación, buscando su asilo en el deplorable estado a que se ve reducido por el corto número de estudiantes, efecto indispensable de la fatalidad de las circunstancias. En cuyo concepto:
A V. Ilma. suplica se sirva ordenar, que a cuenta de su deuda corriente se le libre la cantidad que juzgue oportuna.
Gracia que espera de la rectitud de V. Ilma.
Firmado: Juan Andrés Zuazua.
Guadalajara, 19 de julio de 1837
El Preceptor de Latinidad, titular de esta ciudad, se ve, con harto sentimiento, precisado a quebrantar el propósito que se había formado a ser lo menos posible molesto. Impelido por la dura necesidad de atender a la subsistencia de su dilatada familia:
A V. Ilma. suplica se sirva librarle, a cuenta de su haber corriente, la cantidad que sea compatible con los fondos de esa Ilustrísima municipalidad. Esta gracia será un nuevo motivo de gratitud que permanecerá constantemente grabado en el ánimo del que suscribe.
Firmado: Juan Andrés Zuazua.
Guadalajara, 27 de septiembre de 1837
Ilmo. Señor:
La fatalidad de las circunstancias ha reducido al Preceptor de Latinidad que suscribe a una situación tan precaria, que precisamente habrá de constituirse en la triste condición de mendigante, si esa Ilma. Corporación no le presta algún auxilio en tan deplorable concepto.
A V.S.I. suplica que a cuenta de su haber corriente se le suministre la cantidad que sea compatible con los fondos de la Ilma. Municipalidad.
Firmado: Juan Andrés Zuazua.
Guadalajara, 1 de junio de 1839
Ilmo. Señor:
El Preceptor de Latinidad, titular de esta ciudad, quisiera no interrumpir un solo momento las importantes tareas en que ocupa V.S.I.; mas forzado de una parte por el estado poco satisfactorio de medios de subsistencia, y confiado de otra en los sentimientos de justificación que tanto distinguen a la ilustre corporación:
A V.S.I. suplica se sirva ordenar que de sus sueldo corriente se le libren dos tercios en que se halla descubierto, a saber, el último del año pasado de 1838 y el primero de este de la fecha; en que verá nueva prueba de la justificada rectitud de V.S.I.
Firmado: Juan Andrés Zuazua.
Guadalajara, 26 de julio de 1844
Muy Señor mío:
Doy a V. las más expresivas gracias por su puntualidad en contestarme, y con el mayor sentimiento vuelvo a molestar a V. pues veo que se retarda demasiado el remedio de mis males, a pesar de todos los buenos deseos, y como mi situación es tan apurada, desearía si no se puede hacer pronto un esfuerzo para darme alguna cantidad antes que pase el tiempo de los baños, se me diese algún documento o certificación con lo que yo pueda buscar algún dinero, pues si no los apuros son cada día mayores y sobre todo la falta de salud, consecuencia precisa de la escasez y los disgustos.
Suplico a V. con su natural bondad disimule tanto como le importa esta desgraciada viuda que tiene puesta en V. toda la confianza posible.
Firmado: María Teresa Pedrobueno de Zuazua
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