La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

28 de septiembre de 2008

Comisiones Campesinas de Aragón

El campesinado del interior de la península, Aragón y Castilla, siempre fue considerado el más acabado representante de la España conservadora y el más fiel granero de votos de la derecha. Dueños de sus propias tierras, apegados a sus tradiciones y sometidos a la influencia de la Iglesia, los agricultores y ganaderos de la Meseta y del Valle del Ebro fueron para el franquismo uno de los sectores sociales más firmes en sus lealtades y más pacientes en sus quejas. Pero, aunque fuese muy poco a poco, el clima de protestas generalizadas y la crisis de un régimen que llegaba a su final, fueron resquebrajando esa imagen idílica: los campesinos castellanos, aragoneses y riojanos también se pusieron en pie frente al franquismo; fueron los años de la "guerra del pimiento", de la "guerra del maíz"... Insertamos el primer manifiesto de las Comisiones Campesinas de Aragón, hecho público en el mes de julio de 1975.

A todos los campesinos, trabajadores, a la juventud de los pueblos:
Las injusticias que tenemos que soportar diariamente del actual régimen fascista son cada vez mayores. La política agraria del Gobierno, las malas condiciones de vida de nuestros pueblos, la falta de asistencia sanitaria y el olvido de tantas necesidades nuestras han llevado a la emigración y al progresivo arruinamiento del campesino.
Durante muchos años, esta situación ha conducido a que cada vez fuera mayor el número de gente que abandona el campo, emigrando a la ciudad en busca de mejores condiciones de vida y de trabajo.
Mientras esta es la suerte del pueblo trabajador, los grandes terratenientes tienen la mayor parte de sus tierras sin cultivar y viven a costa de las rentas y trabajo de los demás. Al lado de éstos, muchos de nosotros no tenemos tierra suficiente para poder vivir de ella.
Además, están los grandes beneficios de los fabricantes de abonos y maquinaria y las fabulosas ganancias de los intermediarios y almacenistas, a los que nadie impide enriquecerse a costa de hacer aún más difícil nuestra vida.
En una palabra, el campo no es más que un negocio para todos aquellos que no dan ni golpe en él, y un negocio a costa de los que nos deslomamos para poder ir mal viviendo.
Todo esto aún es más penoso por la falta de libertades que acecha toda esperanza y todo intento de conseguir una vida mejor. No podemos reunirnos para hablar claramente de nuestros problemas, ni asociarnos para defender lo que es nuestro. Los Ayuntamientos no nos representan, ni se molestan en servir para defender nuestros intereses. En fin, que no contamos para nada, y lo único que hace este Estado con sus leyes es defender a quienes nos roban y aumentar nuestras cargas.
Creemos que es necesario unir la lucha por la libertad a la lucha por nuestras necesidades más urgentes, enfrentándonos con valentía (como se ha hecho en las guerras del pimiento y de la leche) a los chupones del campo y al Régimen que les defiende y respalda. Esta es la única manera de conseguir una vida mejor.
Dándonos cuenta de todo esto, llamamos a los campesinos y jóvenes de los pueblos a organizarse y luchar por mejorar nuestras condiciones de vida, por conseguir una sociedad más justa, en la que desaparezcan las desigualdades y la explotación de unos hombres por otros.
· La tierra para el que la trabaja
La propiedad de la tierra hoy día sólo la puede justificar el que la trabaja; por eso pedimos que desaparezca la propiedad de la tierra de aquellos que no la trabajan y que se reparta esa tierra a los que la necesitan trabajarla para poder vivir. Que se acaben las aparcerías y los arrendamientos.
· Acabemos con la explotación que sufrimos los campesinos
Lucha contra los negocios sucios de los almacenistas y los intermediarios, por un control de precios de mercado por parte de campesinos y consumidores. Que el pueblo trabajador controle los precios y ganancias de los grandes fabricantes de abonos, maquinaria y artículos necesarios.
Que se abandone la actual política de importaciones, que arruina nuestros precios y empobrece más aún el campo. Que el Estado construya silos y cámaras frigoríficas suficientes para guardar nuestras cosechas. Que nos garantice precios justos a la recogida.
· Libertad, participación en la vida política
Hemos de conseguir poder reunimos y expresamos con libertad sobre nuestros intereses, sin que por esto se nos persiga o encarcele. Exijamos ayuntamientos populares elegidos democráticamente y que se comprometan a defender los intereses del pueblo. Que participen representantes de los campesinos y de sus organizaciones en las decisiones políticas y económicas que les afecten, que se sustituya la actual política centralista, que dirige los problemas del campo desde Madrid en beneficio de banqueros, terratenientes y caciques, por un Gobierno que represente al pueblo y defienda sus derechos.
Fuera la Guardia Civil de los pueblos, que sólo está para amargarnos la vida y perseguir a los que se enfrentan por nuestros intereses y la libertad.
· Reforma fiscal
Que se nos conceda, como se hace ahora a los capitalistas, créditos a largo plazo y bajos intereses. Que se sustituyan las ayudas del Estado a las cosechas de los terratenientes y a los negocios de los capitalistas, por ayudas a los campesinos para aumentar la producción.
Que desaparezcan todos los impuestos que hoy día tiene que pagar el pueblo trabajador y se creen impuestos directos sobre las ganancias de los más ricos.
Que se haga cargo el Estado del ahorro rural (Cajas de Ahorros) y que el dinero que ahorramos los campesinos se vuelva a invertir en el campo. Que el Estado cree seguros gratuitos que cubran todas las posibles pérdidas por calamidades naturales.
· Exigimos un programa de ayuda al campo. Que se mejore nuestro nivel de vida
Hemos de conseguir asistencia cultural y urbanística a todos los pueblos. Seguridad Social gratuita y completa. Formación profesional agraria suficiente. Asistencia técnica y ayuda financiera al cooperativismo y al trabajo colectivo. Mientras no se consiga esto, el campo no saldrá de su atraso y la vida en los pueblos se hará cada vez más pobre y difícil. Para solucionar esto, hemos de exigir que el Estado dedique una parte mayor del presupuesto nacional a mejorar el nivel de vida y la asistencia en el campo.
Julio de 1975.
Comisiones Campesinas de Aragón.

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