La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

16 de diciembre de 2007

Manifiesto de la Sociedad de Tejedores

En 1840 el general progresista Baldomero Espartero desplazó de la Regencia a la reina María Cristina de Borbón, madre y tutora de la reina Isabel II que era menor de edad al ocupar el trono, y dio un impulso decisivo a las reformas liberales en una España aún amenazada por el absolutismo. Una de sus más discutidas medidas de gobierno fue la concesión de libertad para la formación de Sociedades de Socorros Mutuos, las primeras organizaciones específicas de la clase trabajadora en la España contemporánea, que fueron más activas en Cataluña, y sobre todo en el ramo textil. Presentamos el Manifiesto que la Sociedad de Tejedores de Cataluña hizo público el 20 de diciembre de 1841, y en el que hacía frente a los insistentes rumores sobre la disolución de estas Sociedades de Socorros Mutuos, firmemente defendidas por los obreros al grito de "¡Asociación o muerte!".

Algunos días hace que se difunde la voz por esta ciudad de que el Gobierno ha decretado la disolución de las sociedades de Socorros Mutuos. Si así fuese, no podemos concebir que motivos puede alegar el Gobierno para ello, a no ser porque a su tiempo no le hagamos responsable ante la Nación de la espantosa miseria que tanto tiempo nos tiene sumergidos, o con el fin de poder llevar a cabo con más seguridad el tratado de comercio con la Inglaterra, que tanto tiempo nos amenaza: nosotros, como representantes de la Asociación de Tejedores, recomendamos encarecidamente a los asociados que altamente desprecien voces tan misteriosas y de intenciones muy dañadas. Por otra parte, no contamos que el Gobierno haya pensado en eso, a la par que sabemos el empeño que tienen nuestros adversarios de disolvernos, que para lograrlo, se desprenden hasta del oro que poseen, y aún cuando fuese así, que lograsen sus deseos, su triunfo sería perjudicial a ellos mismos.
Así, pues, tejedores y demás jornaleros asociados, no os dejéis sorprender, nuestra Asociación no necesita la aprobación ni la reprobación del Gobierno ni de nadie; con los derechos que nos concede la naturaleza y la ley tenemos bastante; y los que digan lo contrario son nuestros perturbadores; por consiguiente, nuestra Asociación es un lazo recíproco y voluntario que no está sujeto a disolución.
Mucha firmeza y mucho silencio es lo que debemos guardar, y vengan decretos. Prudencia y confianza con los individuos que habéis puesto al frente, ellos os marcarán la senda que debéis seguir; no escuchéis más voz que la nuestra; considerad que hay muchos enemigos que están minando nuestro edificio; permaneced tranquilos en vuestros talleres, y descansad al celo y vigilancia de nuestros protectores.

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