La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

31 de octubre de 2011

La CNT analiza la España de 1975

En el mes de agosto de 1975 se celebró un nuevo congreso intercontinental de Federaciones Locales de la CNT española en el exilio. En esos días, la crisis del régimen franquista, aún más decrépito que el propio dictador, y el anuncio de profundos cambios políticos eran secretos por todos conocidos. Los diferentes grupos y corrientes de oposición a la vieja tiranía del general Franco se preparaban para un futuro que ya era inminente y que no tardó en llegar. El congreso de la CNT del exilio trató en su Orden del Día una ponencia titulada "Posición de la CNT ante el presente y futuro de España", para cuyo debate se presentó un breve estudio del contexto español de aquel tiempo que ahora reproducimos en su integridad.
Pegatina griega pidiendo libertades para España, 1975 (Archivo La Alcarria Obrera)

La sociedad española del presente no es la de hace cuarenta años. De una vida social marcada por la preponderancia del sector agrario y el caciquismo, con su carácter feudal, hemos pasado a una fase de desarrollo económico rápido.
El crecimiento acelerado de la economía española ha podido contar durante, los últimos 20 años con las enormes inversiones extranjeras, con los ingresos colosales del turismo y de la emigración económica. Para una parte de la clase obrera, dicho desarrollo económico ha significado, en cierto modo, el fin de la miseria material de los años negros de la postguerra, así como el acceso, aunque sea a costa de pluriempleo, a los espejismos e ilusiones de la “sociedad de consumo” o, mejor dicho, la “sociedad de despilfarro”.
Pero el propio motor del desarrollo económico español, que es la posibilidad de echarle mano a una fuente extraordinaria de divisas, es el motivo de su gran vulnerabilidad: multiplicándose las inversiones se ha ido aceptando, como una necesidad, el equilibrio permanente de la balanza comercial contando con aportaciones extranjeras que se pudieran considerar automáticas y prácticamente eternas para equilibrar la balanza de pagos.
En esta vida económica frágil, basada en la constante aceleración de las inversiones y carente de cimientos seguros, los actuales reajustes de los sistemas económicos capitalistas pueden causar verdaderas catástrofes. Sería ilusorio creer que si en toda Europa Occidental se manifiestan síntomas de recesión, los turistas franceses, alemanes, etc. seguirán gastándose francos y marcos en las costas españolas. Sería ilusorio creer que en el mismo momento en que se generaliza y se acentúa el paro forzoso, los obreros españoles podrán seguir trabajando en Suiza y Alemania. Y se ve claramente que la economía española no podría evitar la bancarrota si mañana la actual “crisis” se amplifica de tal forma que los turistas se queden en sus respectivos países y que regresen el millón y medio de trabajadores que se ganan la vida en el extranjero.
Hoy día una economía puramente nacional no se puede concebir, impera la economía mundial mediatizada por las sociedades multinacionales. Como todas, la economía española está estrechamente vinculada al capitalismo internacional, aunque deseara estarlo más aun en la perspectiva de su posible bancarrota, ya que su única salvación estaría, en este caso, en la solidaridad internacional capitalista.
Pero el obstáculo mayor para esa integración completa de España al concierto europeo, es decir, el Mercado Común, por ejemplo, sigue siendo político. Si el capitalismo se ha desarrollado y vitalizado en estos últimos lustros, no es menos cierto que en el terreno político una evolución lenta se ha ido produciendo, que ha marginado poco a poco, el ala más reaccionaria de la clase política española. Los “vencedores” del 39 ya no ostentan solos el poder. En el discurrir de los años los han ido sustituyendo tecnócratas y personalidades más o menos neutras políticamente, por ejemplo, en un momento dado los opus-deístas. Hasta hoy, sin embargo, estos cambios carecían de espontaneidad, porque se situaban estrictamente dentro del aparato represivo y la estructura política del régimen de Franco.
Mañana no será así. España, según el parecer de la tecnocracia, tiene que dotarse de su sistema social y político adaptándose a las necesidades del desarrollo de su economía. Y lo que más necesita la economía capitalista es un Estado liberal de tipo socialdemócrata, del que desaparece toda implicación ideológica e impere la sólida pragmática del dinero.
En este trance está hoy la clase política española: ¿Cómo será posible transformar la sociedad fascista en una sociedad social democrática, sin verse desbordada por una ala renovadora y revolucionaria?
La posibilidad de una cuartelada a lo portugués es aleatoria y aunque posible -pensemos las ambiciones turbias de generales en acecho-, sigue siendo por ahora una hipótesis.
Lo que no es nada hipotético es que en el propio poder franquista hay quien se manifiesta a favor de la “liberalización”. El discurso 12 de febrero, a pesar de que nadie se lo ha tomado en serio, es importante: demuestra el deseo de un cambio de fachada del régimen. Y poco a poco, una serie de medidas más o menos oficiales van cambiando las apariencias de la sociedad española.
El ejemplo más claro de esta tendencia se tiene en la prensa, en la que pueden verse las manifestaciones de las diferentes corrientes políticas incluyendo socialistas y comunistas, instrumentos de recambio en manos del sector más dinámico del capitalismo español. Si se prohíbe aún, de vez en cuando, un periódico o una revista, es porque la lucha no ha acabado y el neo-capitalismo español no ha conseguido derrocar por completo el viejo aparato franquista, que históricamente está completamente condenado. Los ultraderechistas tienen hoy día que limitarse a ser una fuerza de maniobra paramilitar en manos de la policía.
Así está la paradoja de la sociedad española del presente: económica y políticamente ha emprendido una evolución hacia un tipo de sociedad socialdemócrata, pero su policía sigue martirizando al pueblo vasco especialmente y a los demás pueblos de España en general y sus tribunales siguen condenado a los revolucionarios. Claro que la paradoja es sólo aparente, ya que a nadie se le escapara que los socialdemócratas temen, tanto o más, a los revolucionarios como a los propios fascistas.
La socialdemocracia en su sistema sutil de gobierno que propone un contrato tácito entre todas las corrientes políticas para que, respetando la estructura político-social, puedan someterse a un pretendido veredicto popular. En seguida se ve el provecho que puede sacar el capitalismo de este sistema: la lucha se ciñe a unas cuantas escaramuzas parlamentarias y los verdaderos problemas quedan soslayados. En la sociedad liberal, el gobierno y su oposición oficial, tolerada o suscitada, están de acuerdo en algo: la aceptación de la regla del juego de esta propia sociedad liberal. Por consiguiente, el capitalismo, que se desarrolla gracias a la sociedad liberal, no puede ser eliminado y mucho menos, por una oposición parlamentaria.
Hoy, en España, el mayor postulante a dicho papel de oposición legal y, por ende, contrarrevolucionario, es el partido comunista: su actuación en y con la “Junta Democrática”, descarada alianza con el gran capital, y en las elecciones sindicales de la CNS, lo demuestran, está clara la maniobra; hoy se introduce en el sindicato fascista, mañana nos dirá que éste es realmente representativo de la clase obrera española; (mediante algunas transformaciones, en sus manos la CNS podría convertirse en el sindicato único de la sociedad liberal, ahogando bajo su peso y estructura las voces sindicalistas revolucionarias auténticas).
Si el PCE y el partido socialista aceptan ya completamente el futuro “capitalismo liberal”, no es menos cierto que algunos supuestos libertarios siguen el mismo camino. Sin entrar en demasiados detalles acerca de quiénes son los animadores en esta corriente “posibilista”, es preciso señalar que, si sus planes de entrega de la CNT al capital de Estado pudieran llevarlos a la práctica, lo que le será totalmente imposible como en el pasado ya les ha sido, el anarcosindicalismo se convertiría de inmediato, entre sus manos, en la corriente reformista y sindicalera principalmente dedicada a la propaganda anticomunista.
Tal es, pues, a grandes rasgos, la situación actual de España, que queda plasmada aquí, y reflejada en las conclusiones del dictamen que reafirmamos.
La CNT sigue y seguirá combatiendo al Estado, sea éste fascista, socialdemócrata o de cualquier otro matiz.
La CNT, que más allá del simple sindicato es una organización revolucionaria y emancipadora y que, por consiguiente, jamás aceptará fundirse en un sindicato unitario, incoherente y estéril, propone la construcción de una sociedad en la que se ajuste a la producción a las necesidades del consumo; una sociedad sin clases, sin jefes y sin lideres. El instrumento de esta transformación es la CNT, forjadora de la sociedad comunista libertaria.
La CNT sigue y seguirá combatiendo el capitalismo, sea éste privado o estatal, porque el capital significa explotación del hombre por el hombre.
El objetivo de la CNT se puede resumir en un solo punto: que en el período de la revolución los trabajadores, los productores y todas las riquezas, se auto organicen desde los sindicatos, en las fábricas y talleres, campos y barrios y que mediante asambleas generales, libres y libremente federadas entre sí, edifiquen ellos mismos una sociedad a su sentir, libre de explotación y dominación.
Mediante la acción directa, queremos llevar a cabo una lucha global contra todas las formas de opresión.
Ayer, hoy, luchamos contra Franco y su régimen y su policía. Mañana lucharemos contra el pos-fascismo y contra un posible estado socialdemócrata. No hay ni puede haber tregua. El hombre sigue siendo esclavo. Ayer del verdugo, de la autoridad, mañana de la producción alienada. Lo que queremos es lograr la total y completa emancipación, la de todos los seres humanos.
Los organismos representativos y calificados cuidaran, con los concursos y colaboraciones adecuadas que se estimen necesarios, de preparar la militancia para afrontar futuros acontecimientos.

30 de octubre de 2011

Dos poemas de Belén Sárraga

Cuando se estudian y relatan los orígenes del feminismo en España, los historiadores centran su atención en aquellos grupos de mujeres de la burguesía progresista, o incluso de la reacción católica, que animaban reformas que muchas veces tenían más de epidérmico que de auténtica revolución igualitaria y emancipadora, un horizonte por el que peleaban muchas mujeres de las clases populares con más dificultad y más coherencia. Entre estas mujeres sinceramente progresistas y feministas merece un lugar destacado Belén de Sárraga, una de las mujeres más activas y avanzadas de su tiempo, cuya influencia se extendió por tantos países en el primer tercio del siglo XX y que hoy ha sido relegada a un interesado olvido. Feminista, republicana federal y anticlerical; escritora y activista; cuyo rastro se extiende a uno y otro lado del Atlántico, reproducimos dos de sus poemas que fueron publicados en El Republicano de Guadalajara durante el año 1902, aunque el primero ya había visto la luz, con ligeras variaciones, en El Ampurdanés de Figueras el 26 de noviembre de 1899.
 
A UNA MONJA
Dime, mujer, la de la blanca toca,
La del ropaje cual la noche, negro,
La que huyendo del mundo a los azares,
Se escudó tras la reja del convento.
¿Es tal tu religión que el egoísmo
Se proclama en su dogma cual precepto?
Pues suspende tus rezos un instante
Y escúchame, que para hablarte vengo.
¿No sabes que el trabajo es ley de vida?
¿No ves, mujer, como trabaja el pueblo
Para ganar, con su sudor honrado,
El alimento que precisa el cuerpo?
¿No ves como trabajan, sin descanso,
Más arriba también, allá en lo inmenso
Millares de astros que en veloz carrera,
Girando en incansable movimiento,
Lentamente ejecutan esa eterna,
Continua evolución del Universo?
¿Y eres tu sola la que en todo el orbe
Tiene, a vivir sin trabajar derecho?
¿Quién te dijo, mujer, tales sofismas?
¿Quién te dijo que puede un ser terreno
Infringir esa ley de la Natura,
Una excepción en su favor haciendo?
Si de Dios en el nombre te lo han dicho,
De ese Dios en el nombre te mintieron;
Sin lucha no hay progreso, tú no luchas
¿Y aún te figuras de virtud modelo?
Di, ¿no recuerdas cuando allá en tu aldea
Tu buena madre te meció en su seno?
(La misma que hoy, anciana y achacosa,
Aún llora tu abandono y tu despego)
¿No recuerdas jamás aquellos días
En que tu padre, a su trabajo atento,
Marchaba con el alba y regresaba
Cuando el sol se ocultaba en el otero,
En tanto que tu madre, enamorada,
Cuidaba de su hogar bello y risueño?
¿Y olvidaste también sus inquietudes?
¿Y olvidaste también sus sufrimientos
El día en que tú, enferma, moribunda
Respirabas sin vida y sin aliento?
Pues bien, tu madre sin rezar apenas,
Sólo cual buena su misión cumpliendo,
Es el ejemplo de mujer cristiana,
La ley moral que guarda sus preceptos
Reasumidos en estas breves frases:
¡Inmenso amor, trabajo, sufrimiento!
Pero, ¿qué entiendes tú de estas verdades,
Ni a qué evocar en ti santos recuerdos,
Si ya tu corazón, el fanatismo
Con su dura coraza, lo ha cubierto?
Tú crees justo vivir entre la holganza
Parapetada tras el negro velo.
Sin comprender que lo que tú disfrutas
Lo arrancas al sudor de todo un pueblo.
¿Y te figuras que con el ayuno,
Maceraciones, súplicas y rezos,
Ganas mejor la gloria, ¡desdichada!,
Que al pie de su taller el rudo obrero?
Pues escúchame bien: cuando tú sepas
Lo que es el puro amor sagrado y tierno,
De los hijos que velan por sus padres
Su ancianidad amantes sosteniendo;
Cuando en el mundo sola, sin amparo,
Hayas luchado con valor intenso
Por defender de tu virtud el brillo,
Contra la sed, el hambre y el deseo;
Cuando hayas sido madre y a tu hijo,
Pedazo de tu alma, viendo yerto
El último estertor de su agonía
Recojas en tu boca con un beso,
Sintiendo que se lleva con su vida
Toda la dicha que alentó tu pecho;
Cuando hayas apurado la amargura
Del cáliz de la vida y su veneno
Y sepas como inclinan los dolores
Hacia la tierra el desgastado cuerpo,
Entonces, solo entonces, no lo dudes,
Engrandecida por los sufrimientos,
Tendrás ganados, por derecho propio, 
Los más hermosos y anhelados cielos.
Belén Sárraga (El Republicano, 20 de abril de 1902)

LOS EJÉRCITOS DEL HAMBRE
Miradles, allá van, son los atletas
De la vida, que ostentan por escudo
Del ingenio las grandes concepciones,
Del arte el ideal noble y fecundo;
Son los hijos queridos del trabajo,
Son las almas templadas en el rudo
Luchas de la existencia, son los brazos
Que conmueven viriles los profundos
Ámbitos de la tierra, los cerebros
Que arrancan a la ciencia los ocultos
Secretos del destino, los que luchan
Para implantar de la verdad el triunfo;
Son, en suma, la fuerza creadora
Palanca universal que mueve el mundo.
Y no obstante, ¡miradles!, sólo harapos
Cubren sus carnes; en su pie desnudo
La fatiga marcó huellas de sangre,
Sus brazos vigorosos y robustos
Se doblan al cansancio, y en su boca
De amoratados labios, surge el mudo
Gesto de la impotencia y de la rabia,
Tras la sonrisa del esclavo, oculto.
¡Grandes vencidos por la ley injusta!
Mal aherrojados al presente impuro,
Pugnan, en vano, por romper airados
De horrible esclavitud el fuerte yugo.
¿Qué piden? Sólo pan, sólo el sustento
Que dio Natura a cuanto vida tuvo.
Lo que no le falta al pájaro en el bosque,
Ni en su tallo a la flor, ni al diminuto
Gusano que en la tierra culebrea,
Ni aun a la fuera en el breñal inculto.
¡Pan, sólo piden pan, y no lo encuentran!
Y son sus gritos, ecos moribundos
Que llegan a perderse entre la orgía
Con que el infame proclamó su triunfo.
...
¡Pasee indignación por los espacios!
Llegue hasta el pecho del esclavo mudo
Y desate su lengua y a sus brazos
Dé ese vigor y soberano impulso
Capaz de derrumbar, ciego, pujante,
De la injusticia al señoril escudo;
Ponga en sus manos arma vengadora,
Señale en la cumbre a sus verdugos…
Ordene los ejércitos del hambre,
Los de ardiente mirada y ceño adusto,
Los que sienten el peso de la vida,
Los que miran sus hijos moribundos
Mientras oyen los gritos de la orgía
Que el vicio y el placer celebran juntos.
¡Avance la avalancha de harapientos,
La masa de explotados, que en confuso
Tropel se apresta a conquistar valiente
Un porvenir dignificado y justo!
Mientras al veros ríe el miserable
Juzgando su poder firme y seguro,
La Europa pensadora, vuestro paso
Contempla con afán y a vuestro impulso
Se siente renacer con nueva vida
Y funda si esperanza en vuestro triunfo.
¡Marchad, marchad!, atletas del progreso,
Eternos redentores, los fecundos
Mártires del trabajo, los rebeldes
Ante la infamia y el poder injusto.
¡Marchad, marchad!, allá lejos, aun lejos
Os brinda la esperanza en lo futuro,
Entre amores, consuelos y alegrías
La vida del derecho noble y justo.
¡Marchad, marchad los hijos del progreso;
Sea huracán vuestro potente impulso;
Y que arrasen los vientos populares
De indignación, el carcomido, inculto
Edificio social que con la sangre
Del paria, alzó su criminal influjo.
¡Marchad, marchad, ejércitos del hambre!
Seguid andando hacia el mañana, el triunfo
Allá os aguarda, gleba del pasado,
Esclavos del ayer, hoy moribundos
Y hambrientos proletarios. ¡Adelante!
¡Vuestra es la redención, vuestro es el mundo!
Belén Sárraga (El Republicano, 22 de junio de 1902)

28 de octubre de 2011

El problema de los sexos, de Lorulot

Lorulot era el seudónimo bajo el que se ocultaba André Georges Roulot, un anarquista francés nacido en 1885 y que falleció en 1963. Adscrito desde muy joven a la tendencia anarco-individualista, simpatizó con los bolcheviques durante la Revolución rusa de 1917, lo que le alejó del movimiento libertario. A partir de los años 30 del pasado siglo volvió a colaborar con los anarquistas, aunque se dedicó principalmente a la defensa del librepensamiento y a combatir el oscurantismo religioso. Fue autor de diversos libros y folletos y animó y dirigió numerosas publicaciones y presidió la Federación francesa de Libre-pensadores.  Reproducimos El problema de los sexos, una obrita de Lorulot traducida por el anarquista andaluz José Sánchez Rosa y publicada en 1931 por la editorial barcelonesa Iniciales.

LA MUJER
Situación social de la mujer
Todos sabemos que la actual organización social, basada sobre la propiedad individual y el capital, engendra la explotación del hombre por el hombre y el asalariado, los trabajadores, los proletarios, los desheredados, todos aquellos que nada poseen. Por esto es por lo que nosotros nos rebelamos contra la sociedad actual, impacientes por conquistar nuestra independencia. Nosotros combatimos las instituciones burguesas, causa de nuestra servidumbre y trabas a nuestro libre desenvolvimiento.
Estas consideraciones generales interesan a los individuos de los dos sexos. Hombre o mujer, no poseyendo nada están obligados a sufrir la explotación. Esto es porque nosotros decimos que la solución de la cuestión social interesa a la mujer por el mismo motivo que al hombre.
La mujer está, en efecto, sometida a todas las autoridades. Además, sufre el yugo conyugal. Las leyes del matrimonio, que difícilmente puede evitar, le niegan el derecho de su individualidad. Si ella quiere ser libre y escapar a la servidumbre del hogar, las condiciones de su existencia vienen a ser difíciles, porque su trabajo está generalmente mucho peor retribuido que el del hombre.
Como se ve es para la mujer de gran interés el ocuparse de la cuestión social. A la servidumbre material y económica, viene todavía a agregársele la esclavitud del matrimonio, o de la prostitución. Para conquistar el derecho al bienestar y a la libertad le precisa, pues, que se agregue a toda prisa con los revolucionarios para precipitar la desaparición de la sociedad burguesa.
Pretendida inferioridad de la mujer
Por una supervivencia de prejuicios religiosos, el hombre cree en su superioridad sobre la mujer. Esta creencia, explicable dentro de las sociedades primitivas, basadas enteramente sobre la violencia y el derecho del más fuerte, debe desaparecer del cerebro de los individuos razonables.
Después de los siglos de esclavitud, la mujer ha estado bastante acostumbrada a la resignación para que pudiese verse retenida en su evolución. La perversa educación que ella ha recibido contribuye igualmente a su insuficiencia intelectual. Mas no puede basarse sobre estos hechos para establecer la falsa teoría de la inferioridad de la mujer, puesto que numerosas excepciones han venido a probar muchas veces su grado interesante de cultura y de saber. El atraso de la mujer dentro de la vía del progreso tiende, pues, a su adaptación, a la obediencia y a la ignorancia. Situada dentro de un medio social mejor, le permitiría desenvolverse normalmente, y con seguridad que evolucionaría y vendría a ocupar el lugar que le corresponde. En suma  la tesis de dicha inferioridad de la mujer no puede ser justificada por ninguna otra cosa, más que por el prejuicio sexual y el autoritarismo del sexo masculino.
El feminismo
Un cierto número de mujeres, compenetradas de los prejuicios sociales sobre la cuestión femenina, han comenzado a resistirse. Este es el movimiento a que se le ha dado el nombre de feminismo (muy acentuado en Inglaterra). Nosotros pensamos que este movimiento carece de interés. En primer lugar porque las feministas cometen un gran error creyendo necesaria la conquista de los derechos políticos y el acceso a las profesiones llamadas liberales. La mujer está aplastada, como se ve, y queda indicada, por el arsenal de las leyes y del capital. Pues nosotros despreciamos como erróneo y burlesco el sufragio universal, el parlamentarismo, las reformas, etc., etc.
El cuadro de este trabajo no nos permite detenernos mucho tiempo sobre esta demostración siéndonos suficiente por el pronto el decir: Nosotros somos los enemigos de la sociedad actual y de sus instituciones; nosotros estamos persuadidos de que la mujer encontrará su emancipación (como el hombre) dentro de la transformación social, y no dentro de los paliativos y de las reformas.
Luego, el feminismo lleva una ruta falsa, a nuestro parecer, cuando predica la guerra contra el sexo masculino. Las teorías de ciertas exaltadas del feminismo son absolutamente absurdas, y están condenadas a la impotencia, como los veleidosos politicastros. El hombre es inconscientemente el tirano de la mujer, pero lejos de levantar grotescamente a esta última contra él, precisa invitar a los unos y a los otros a instruirse y a educarse, a fin de poder obrar de concierto a la organización de una sociedad razonable.
Los anarquistas y la mujer
Nosotros aceptamos y solicitamos a la mujer para que venga a luchar en nuestra compañía.
Después de haber dado a la mujer conciencia de su individualidad y de la importancia de su papel social; después de haber hecho constatar la malvada organización social; después de haberla hecho comprender las causas de los dolores humanos, nosotros le exponemos la actitud en que deben colocarse y seguir.
Hacerse conscientes a fin de poder salir del atolladero, de servilismo y de la esclavitud de que son víctimas, por todas las explotaciones (religiosa, militar, patronal, social, etc.)
Dejar a un lado las estériles cataplasmas de la acción política, cooperación, reformismo, etc., consagrándose enteramente a la transformación moral e individual, prefacio necesario de la transformación social deseada.

EL AMOR
El amor y la moral
Es indispensable el arremeter de frente, con toda seriedad, la cuestión del amor. Esta cuestión tiene en efecto una gran importancia dentro de la vida, y está muy lejos de estar resuelta, a pesar de cuantos, con los mejores propósitos, se han ocupado de ella.
A propósito del amor, nosotros nos encontramos frente a preocupaciones estúpidas, profundamente arraigadas entre los individuos de los dos sexos. Lejos de pensar en que el amor es la relación que nos arrastra poderosísimamente hacia la acción de cosas naturales, para lo que se ha de ser sencillamente libres, para ello se tiene construido, codificado, cantidad de reglamentaciones, de contratos, sujetos a una moral especialísima.
La opinión corriente consiste en creer que está vedado el amor si no se sujeta dentro de ciertas condiciones. Cuando los individuos sean indiferentes a estas condiciones de legalidad y de hábitos consagrados por las costumbres y por los usos, nuestros contemporáneos manifestarán en su lugar el menosprecio que han de merecerles, declarando su hostilidad.
Como lo demostraremos más adelante, nosotros somos los enemigos de esa moral. Nosotros pensamos que el amor es una cosa incompatible con las boberías y simplezas sociales. Nosotros demostraremos lo que es esa moral y cuáles son sus resultados.
El matrimonio
Así, la moral corriente no admite como justa y honrada otras relaciones entre los individuos casados, es decir, entre los individuos que hayan cumplido ciertas formalidades consistentes en hacer legalizar su unión. Por otra parte, nosotros somos los enemigos del matrimonio legal. ¿No es una estupidez el ir a presentarse frente a un funcionario público para la realización de un acto que es natural? Cuando el uno y el otro se aman, la afección mutua atrae al uno hacia el otro, entonces cada uno, consciente y gozoso, desea la unión sexual. ¿Hay necesidad de inquietarse por otras cosas? ¡No! El amor no tiene nada que ver con el matrimonio, no teniendo, por lo tanto, ninguna necesidad de realizarlo.
Por último, el matrimonio es antinatural al pretender ligar a los seres eternamente. El amor es un sentimiento que (como todos los otros) está sujeto a variaciones y a cambios. Desde que el amor ha desaparecido, cada uno ha debido recobrar su libertad. Las leyes del matrimonio constituyen, pues, una traba a la libertad del amor.
El matrimonio es todavía, si nos basamos en otro género de consideraciones, absolutamente extraño al amor.
Los cónyuges son frecuentemente asociados por el interés pecuniario, por una dote, etc. La afección está considerada como cantidad insignificante, y la unión está, ante todo, basada sobre las cuestiones del dinero. Esto es, en suma, como se dice, o hemos dicho repetidas veces, un contrato de venta, una forma legal de prostitución. El matrimonio es la intervención de un tercero (Estado, iglesia o familia); esta es la unión, basada, no sobre el amor, sino sobre el interés. Esto es, por ello la sanción del prejuicio de la inferioridad de la mujer. La mujer casada, está considerada como la sirviente, la inferior. Ella debe vivir sumisa, servir a su marido, obedecerle, su personalidad queda anulada.
La prostitución
La prostitución es engendrada por la ineptitud de la moral. Esta moral es un perpetuo obstáculo a la unión de los individuos, porque por ella son obligados a buscar la satisfacción de sus necesidades, dentro del amor estipendiado, a sueldo, comprado. La prostitución desaparecerá por la práctica del amor libre. Los burgueses y los moralistas son ilógicos cuando se indignan por lo de las "malas costumbres", porque es la sociedad capitalista quien es la causante de la prostitución sexual, más innoble que todas las demás.
Cuando el dinero haya desaparecido, su influencia no se manifestará más contra los individuos, obligándolos a envilecerse para vivir.
La moral, el capital y la ignorancia, son por igual la causa de todos los vicios y aberraciones sexuales. La masturbación, la pederastia y el satirismo, etc. son los resultados de la opresión y de la privación amorosa.
Libertad del amor
Para proporcionar el bienestar a los individuos y hacer desaparecer la depravación de las costumbres actuales, es necesaria la libertad del amor. En donde no hay libertad, no hay, no puede haber ni dicha ni armonía. Todo ser debe satisfacer libremente sus necesidades si quiere desenvolver y expansionar su individualidad. Por esto es por lo que los anarquistas aspiramos a la libertad, como el sólo medio capaz de facilitar el bienestar.
Nosotros decimos, pues, que los amantes deben unirse libremente, cuando mutuamente sea aprobado por su deseo (sentimental o carnal). Ellos no deben preocuparse de avisar a nadie para que les dé su consentimiento, pues su dicha personal depende de su voluntad. Un individuo consciente no puede aceptar ser el esclavo de los principios, de las opiniones o de los prejuicios de sus vecinos.
Los individuos pueden desunirse tan pronto como uno de los dos (o los dos) lo juzguen necesario. El amor cuando ha desaparecido nadie puede obligar al individuo a ir contra su deseo de ser dichoso, el cual le lleva en busca de una nueva afección.
Poligamia y monogamia
Los moralistas nos objetan que la libertad redundaría en costumbres licenciosas, y que las relaciones sexuales degenerarían rápidamente en una brutal y grosera promiscuidad, y lo evidente es que con la práctica de la libertad amorosa, eso no sería posible, debido a la elevación continua de cada uno. Las pasiones brutales de hoy son, como se tiene visto, las consecuencias de prejuicios morales, las cuales desaparecerán con el alcoholismo, la privación sexual, las barreras sociales entre individuos y la deplorable educación pornográfica actual.
Por otra parte, en la libertad del amor no se sobreentiende, de ninguna manera la obligación de mutaciones.
Precisa tener muy mala fe para pretenderla creer así. Sólo se separarán aquellos individuos cuando la unión no pueda concordarlos, lo que suprimirá esas familias tan numerosas en las que es imposible la cordialidad entre los cónyuges, llevando por ello una existencia de querellas y muchas veces de golpes.
Además, las condiciones de la unión libre son más propicias, pues no teniendo en cuenta ninguno las conveniencias sociales, no estando aliados por la cuestión económica, cada uno elegirá conforme a lo que juzgue capaz de proporcionarle la felicidad.
Partidarios de la libertad, no vemos ningún inconveniente en eso de que las parejas vivan unidas diez años, más, toda la vida. Las parejas se formarán y serán estables y duraderas, porque ellas se harán exclusivamente basadas sobre las afinidades de los seres.
La libertad del amor no implica de ninguna manera la desaparición de los sentimientos. El anarquista no va únicamente a la busca de efímeras y fugitivas satisfacciones carnales. Por su naturaleza misma el sentimiento amoroso lleva al individuo al deseo y a la preferencia en primer lugar y a la adhesión después, es decir, a la forma de asociación monogámica, sólo susceptible de dar a los amantes la dicha completa: sexual y moral.
Nosotros no debemos considerar a la mujer como a un simple instrumento de voluptuosidad, y sí, como a la compañera afectuosa, compartiendo nuestra vida, nuestras aspiraciones, nuestras penas y nuestras alegrías.
Aberraciones del sentimiento
Frecuentemente presenciamos, hoy día, actos irracionales entre los amantes separados o infieles, y estamos seguros de que sus violencias son engendradas por el prejuicio de propiedad sexual. Muchos hombres niéganle a la mujer el derecho de disponer de ellas, afirmando brutalmente su pretendido derecho de posesión masculina.
Estas salvajadas no son de ninguna manera la consecuencia del amor, son la de los prejuicios de que los hombres han vivido rodeados en las edades de barbarie y de ignorancia, produciendo esas represalias llamadas pasionales. Lo que importa es elevarse a una concepción menos grosera del amor, y buscar los goces profundos e intensos que resultan de la atracción amorosa. Si un amante sufre el abandono de aquel a quien ama ¿qué hay que hacerle? Aquel que no le ama no puede por lo tanto "oprimirse" hasta el extremo de fingir una ternura que no siente, y renunciar a los goces de un amor eventual. Lo más cuerdo es luchar contra el sufrimiento para abandonarlo.
No se puede obrar contra el sentimiento, a él no se le manda, no pudiendo nada las leyes contra él, escapa, por lo tanto, al razonamiento y a. la voluntad. Por esto, es por lo que nosotros repetimos: La libertad es la sola solución susceptible de dar a los individuos el máximum de dicha posible y al mismo tiempo el mínimum de sufrimientos y de penas.

LA PROCREACIÓN
El deber de la procreación
El amor que llega a la reproducción de la especie, le es necesario de examinar, en tal caso, la cuestión de la procreación.
Los anarquistas negamos toda idea de deber, puesto que somos adversarios de toda moral, luego, estamos ciertos de que dentro de nuestra manera de pensar la procreación no podrá ser considerada como un deber o una obligación.
Los que se dicen partidarios de la repoblación, por ellos está muy lejos de ser adquirida. ¿Para qué hacer tan numerosos hijos? Para que ellos sean de los explotados como nosotros, y que vengan alternando, siendo carne de patrón, de metralla, de prisión o de lupanar.
Procreación voluntaria
La limitación de los nacimientos aporta un verdadero alivio en favor del proletariado y de la revolución. Ella disminuye el ajetreo de una situación frecuentemente precaria, así en los apuros pecuniarios como en la inseguridad y el desasosiego del mañana. Además, ella da a la mujer la posibilidad de gustar de los goces de la existencia, y de no ser la paridora mercenaria, esclava del hogar y de la familia.
La maternidad voluntaria hace desaparecer el temor que emponzoña los más bellos amores. La mujer podrá darse libremente al hombre y saborear los goces del amor, sin tener que reducirse a las condiciones de vida tan dolorosas que la sociedad reserva a aquellas que los burgueses bautizan con el menospreciado nombre de "amas de cría". La procreación entraña también para el hombre una responsabilidad en la que no debiera incurrir tan a la ligera.
Al lado de estas ventajas individuales (las suficientes para justificar nuestra tesis) existen otras consideraciones interesantes. No procreando más que un número limitado de hijos, en las mejores condiciones de higiene y de salud, puede entreverse la preparación de generaciones menos decaídas, menos deterioradas, menos degeneradas y menos fáciles de esclavizarlas y de avasallarlas como a nosotros se nos esclaviza y se nos avasalla.
No formar más que seres sanos, normales, conscientes, esto es, cumplir con una obra social fructífera.
La familia
Los anarquistas combatimos con razón la institución de la familia, consecuencia de la legalidad burguesa que perpetua por la herencia el capital y la propiedad, contribuyendo a la existencia de las iniquidades sociales.
La familia autoritaria y legal es opresiva para el individuo, al cual le impone su solidarismo estrecho y mezquino, su carácter rutinario y burgués, conviniéndole ensanchar el espíritu familiar, incompatible con nuestros deseos de libertad y de asociación, dentro del compañerismo y de la afección.
Como se comprenderá por lo dicho más arriba, la procreación libre no implica la renunciación en absoluto a la maternidad, lo cual parece ser anormal y tener sus consecuencias patológicas.
Es por el contrario, interesante, siempre que se pueda, en las mejores condiciones, procrear y criar algunos pequeños seres y ponerlos aptos por una educación libertaria para obrar y luchar eficazmente contra la sociedad actual y sus prejuicios.
La procreación consciente y la educación racional de la familia libertaria, permitirán el crear, no individuos débiles y resignados, sino hombres fuertes y manumitidos, firmemente anarquistas, en el seno de la malvada organización social.

RESUMEN
Se comprenderá que no hemos tenido la pretensión de hacer en estas pocas páginas la resolución de una cuestión tan compleja y tan delicada como lo es la cuestión femenina y sexual.
Hemos, sencillamente intentada indicar, a grandes rasgos, lo apasionado de este problema, probando dentro de este trabajito de propaganda, el demostrar aquella dirección en que debían orientarse los esfuerzos de los hombres y de las mujeres ávidas de la dicha y de la libertad.
Nos consideraríamos dichosos con haber podido, por este breve y rápido trabajo, conducir alguno de nuestros lectores a una reflexión provechosa. En obras más documentadas encontrarán todos los elementos indispensables que le permitirán adquirir una concepción personal.
Al objeto de la limitación de los nacimientos les será interesante de consultar las publicaciones que indican los medios prácticos y científicos de evitar el embarazo.
Todo ser consciente debe conocer, de aquí en adelante los procedimientos que le permitan librarse a su gusto de la procreación no deseada.
Nosotros resumiremos repitiendo:
La mujer debe ser libre
Ella debe rebelarse contra la esclavitud económica, debiendo trabajar para destruir las instituciones, y los prejuicios de la sociedad actual, propiedad, salariado, leyes, etc., por la educación revolucionaria y la práctica de la vida y la acción anarquista.
El amor debe ser libre
Los individuos deben manumitirse de las necias formalidades y de morales imbéciles debiendo sólo tener en cuenta su deseo y su voluntad, sin ocuparse de la opinión de funcionarios civiles ni eclesiásticos o de sus parientes. El amor no tiene nada común con la prostitución, sea la de la esclavitud de la acera, o la de la alcoba conyugal.
La procreación debe ser libre
Los amantes no deben, pues, ignorar los medios de evitar las familias numerosas. Ellos podrán, poniéndolos en práctica, disminuir su miseria material y dar los hijos que puedan ser hombres sanos y revolucionarios conscientes.