La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

15 de septiembre de 2025

Mujer, Universidad y represión en 1929

Como en tantas otras ocasiones, dentro y fuera de España, los jóvenes estudiantes universitarios fueron la punta de lanza de lucha contra las dictaduras; así merecen ser recordadas la madrileña Noche de San Daniel de 1865 y las revoluciones que sacudieron el mundo hacia 1968. Incluso nuestro país vio como las Universidades se convirtieron durante los años 70 del siglo pasado en foco constante de oposición a la dictadura del general Franco. Una situación parecida a la que sufrió el general Miguel Primo de Rivera y su dictadura bufa en los últimos años de la monarquía de Alfonso XIII. La respuesta de los regímenes autoritarios siempre es aumentar la represión de forma cruel e indiscriminada, como ocurrió en 1929 cuando el gobierno de Primo de Rivera procedió a castigar con la pérdida de la matrícula y del curso a todos los estudiantes de varias universidades españolas, empezando por la Central de Madrid. Con un rancio paternalismo machista, el Ministerio excluyó a las alumnas de este castigo, en lo que ellos creían un rasgo de galantería. Sin embargo muchas de las pocas mujeres que estaban matriculadas en estos centros universitarios protestaron contra la disposición y solicitaron ser equiparadas a sus compañeros masculinos en la represión. Los nombres de aquellas universitarias, que salvaron la dignidad de esta institución educativa y de todo un país, merecen ser recordados.


"Excelentísimo señor ministro de Instrucción Pública:
las que suscriben, estudiantes de la Universidad de Madrid, manifiestan a V. E. que declinan la galante deferencia que representa el quererlas excusar del régimen creado a nuestra Universidad, ya que consideramos que la galantería en este caso es incompatible con nuestro sentimiento de la justicia. No acudiremos a la convocatoria de exámenes del próximo mes de septiembre, porque deseamos permanecer solidarizadas con la causa de la Universidad, que es la de la cultura española, lo mismo que nuestros compañeros estudiantes, con quienes nos sentimos plenamente identificadas en la defensa que han hecho de los derechos del Estado en materia de enseñanza. Nosotras en la Universidad somos y seguiremos siendo estudiantes afanosas de ayudar a la obra de cultura en aquel centro y compañeras leales de nuestros leales amigos, sobre todo en estos momentos de dura persecución contra ellos.
Lo que tenemos el honor de poner en conocimiento de V. E.
Madrid, 25 de abril de 1929"

Consuelo Burell, Virginia Robles, Carmen Olmedo, Concepción Mareque Seoane, Pepita Marín, Carmen Gómez, Isabel Téllez, María Luisa Álvarez, Carmen Castro, Pepita Carabias, María Isabel Barreiro, Elena Manrique, Adelaida Bello, Carmen Caamaño, María Luisa Riboo, Pepita Callao, Aurora Riaño, Concepción Meseguer, María Trinidad G. Suárez, Julia Fernández, Angelita Blázquez, María R. Carreña, Carmen Marañón, Carmen de Ortueta, Consuelo de Ortueta, Elena G. Morales, Consuelo Gutiérrez del Arroyo, Margot Arce, Elisa Bernis, Margarita Salaverría, Elena G. del Valle, María Teresa Toral, Pilar de Madariaga, Antonia Hernández, Dorotea Barnés, Rosa Bernis, Juana Álvarez Prida, María Núñez, Lucía Castro, Adela Bamés, Amparo Núñez, Concha Prieto, Encamación Puyola, María del Carmen Nogués, Isabel Vicedo, Petra Barnés, G. Fernández, Anita Gaset, Araceli Gallego, María Aragón, Carmen Pardo, Carmen Niño, María Paz O. del Valle, Pilar Lago, Elena Gómez Moreno, María O. de la Peña, Amada López Menenses, Ángeles Tormo, Pilar Martínez Sancho, Eloísa Malasecheverria, María Isabel Fernández, María Bello, Carmen Castro Cardus, Concepción Zulueta, Glorita Rojas Gutiérrez, Carmen Ochoa, Carmen Sainz, Nieves López, Natividad Lasala, Mercedes Hernández, Laura Duarte, Elena Felipe, Consuelo González, Concepción Seseña, Natividad Gómez Ruiz, Mercedes Vázquez, Antonia Casado, Dolores Jarones, Salomé Lorenzana, Nieves Piñoles, Obdulia Madariaga, Pilar González, Amelia Azarola, Obdulia Fons, Dolores Mur, Amalia Gómez, Carmen Lorenzana, Dolores Castilla, Pilar Ríos, María Encar, G. Herreros, Aurelia Garrido, María Luisa Bartolozzi, María Santullano, Pilar Loscertales, Antonia Fernández, Emilia Hernández, Casilda Hoyos, Pilar Hors, Enriqueta Hors, Concha G. Velasco, Nieves de Hoyos, Aurelia Gómez Becerro, Julia Fernández, Emilia Díaz, Blanca Gayoso, María Caballar, Teodora Enciso, Beatriz López Ocaña, Elena G. Spéncer, Josefa Llaudaró, Fe Sanz, Fernanda G. del Real, Carmen Guerra, Carmen Alvarado, María del Carmen G. Gómez, Antonia Dardano, Isabel Ribera, Lucia Bonilla Smith, Encarnación Corrales, Dagny Stabel-Hausen, Adelaida Muñoz, Socorro Blanco, Ascensión Jalones, Hildegart Rodríguez, Mariana C. Velasco, María Luisa Bravo, Carmen Moyano, Balbina Rodríguez, Pilar González y González, Paulina Bardan, Carmen Jimez, Leonor Mercado.

1 de septiembre de 2025

Manifiesto de inteligencia republicana de 1930

En 1930 todos los españoles, al margen de su adscripción política, eran conscientes de que asistían al colapso de las instituciones de la Restauración, después de más de medio siglo de lento declive de un régimen que había sido incapaz de dar solución ni a los problemas nacionales del siglo XIX ni a los restos que planteaba el siglo XX. La Dictadura del general Miguel Primo de Rivera lejos de encauzar renovar la monarquía de Alfonso XIII había enajenado al rey casi todos los escasos apoyos con los que contaba en 1923. Todos los sectores ideológicos y todos los grupos sociales, y entre ellos los anarquistas, se proyectaban en un futuro esperanzador mientras los leales al rey aún soñaban con mantenerse al timón del país. En marzo de 1930 se redactó y firmó en Cataluña un Manifiesto de inteligencia republicana que rubricaron políticos y personalidades republicanas y nacionalistas de izquierdas que contó también con el apoyo explícito de algunos sindicalistas, sobre todo de la CNT (Martí Barrera, A. Borrás, Conrad Guardiola, J. Murtra, Juan Peiró y D. Trilles). Tras su publicación en L’Opinió del 2 de mayo de 1930 fue muy criticado entre la base centista y auguraba el conflicto que desembocó en el Manifiesto de los Treinta.


MANIFIESTO DE INTELIGENCIA REPUBLICANA
La actual descomposición del régimen, crudamente confesada por la figura de más alto prestigio entre las fuerzas conservadoras, plantea hoy a los hombres de izquierda, políticos y apolíticos, de Cataluña y de toda España, una cuestión de la máxima gravedad.
Nadie sabe todavía cómo se cerrará el período constituyente abierto con el golpe de Estado del 13 de septiembre. Pero la angustiosa incógnita que planea sobre el pueblo, ha trascendido ya a la conciencia internacional, y todos ven la absoluta impotencia de las medidas gubernamentales ante la catastrófica traducción del hecho en la progresiva depreciación de nuestra unidad monetaria.
He aquí el legado de la Dictadura: el desorden moral y el desguace económico, indisolublemente aparejados.
En el actual estado de cosas, todo los medios que se intenten poner en juego para prolongar la precaria supervivencia de aquello que todos saben condenado a desaparecer –como exponente de un grado de evolución política superado ya en el conjunto de los pueblos cultos- solo servirá para agravar la crisis, más aguda a cada hora que pasa, y para acrecentar los peligros del desenlace.
Solo hay un camino para incorporarnos a la normalidad: el restablecimiento del orden jurídico, con la consagración definitiva de la soberanía popular, y la exigencia de responsabilidades a sus conculcadores.
Los que no lo ven así, o no quieren verlo, basan su sofisticada argumentación asignando al pueblo una trágica incapacidad histórica y augurando todo tipo de convulsiones sangrientas y espantosas calamidades, como si pudiese haber ninguna peor que el envilecimiento colectivo y la lenta agonía de los resortes vitales del país.
Y bien, si no fuese suficiente el mismo hecho de la caída de la Dictadura, anunciada ayer como el presagio de un cataclismo y vivida después como el simple colapso de una ficción ridícula, nosotros, con la significación que nos es conocida, nos dirigimos a la opinión de todos los hombres de ideas honradas para desvanecer de una vez este agitado espantajo, esta pueril amenaza de próximos peligros imaginarios con que se pretende en vano encubrir el mayor peligro de la inestabilidad presente.
Ante la urgencia de definir las posiciones, por encima de los partidos y de las organizaciones –convencidos, sin embargo, de no ser desmentidos ni por los hechos ni por los hombres-, anteponemos hoy nuestra condición de ciudadanos a toda otra adjetivación específica y con plena conciencia del valor de nuestro compromiso, declaramos que estamos dispuestos a trabajar previamente para asegurar un orden político que, instaurado sobre la condición suprema de la justicia, impida definitivamente cualquier subversión de los poderes y lleve al país por las vías jurídicas indispensables para el progreso de los pueblos.
Este nuevo orden político, la República Federal, puede definirse sintéticamente con los siguientes puntos básicos:
I.- Separación de poderes.
II.- Reconocimiento a todos los ciudadanos de la igualdad de sus derechos individuales y sociales.
III.- Reconocimiento a los territorios federados, por su expresa voluntad colectiva, la plena libertad en el uso de su idioma y el desarrollo de su propia cultura.
IV.- Libertad de pensamiento y conciencia. Separación del Estado y de la Iglesia.
V.- Reforma agraria con parcelación de latifundios.
VI.- Reformas sociales al nivel de los Estados capitalistas más avanzados.
Que nadie vea en la solemne declaración de nuestra coincidencia en estos puntos básicos ningún debilitamiento de nuestros ideales particulares. Es la dura experiencia de estos últimos años la que nos dicta hoy nuestro deber, como un imperativo avasallador, dolorosamente convencidos de la inanidad de plantear todo programa máximo sin la previa incorporación de España a la corriente de los pueblos libres, pues solo la nueva legalidad puede hacer compatible el desarrollo civilizado de las luchas políticas con el constante crecimiento de la cultura y la riqueza públicas.
Conscientes de nuestro deber histórico, hacemos, pues, un fervoroso llamamiento a los hombres de buena voluntad de Cataluña y de toda España para que confluyan en sus esfuerzos por la instauración de la República Democrática.
Esta es ahora nuestra palabra, solo condicionada por la urgencia de las circunstancias. Si nuestra voz no encuentra el eco cordial que aspiramos a concitar, nos sentiremos desligados de nuestro compromiso. Pero la responsabilidad de los acontecimientos futuros caería sobre otros.
Barcelona, marzo de 1930.
J. Aleu, J. Aiguader i Miró, Gabriel Alomar, J. Alsamora, Amadeu Aragay, Martí Barrera, Domènec de Bellmunt, Amadeu Bernadó, E. B. de Quirós, A. Borrás, Vicens Botella, R. Caballería, R. Campalans, Joan Casanelles, Joan Casanoves, F. Cases i Sala, C. Comeron, P. Comes i Calvet, Lluís Companys, Pere Foix, J. Fronjosà, Eladi Gardó, L. Gelabert, E. Granier-Barrera, Conrad Guardiola, Ot Hurtado, Edmond Iglésies, J. Jover, E. Layret, J. Lluhí i Vallescà, Marfull, L. Martínez, Josep María Massip, J. Mateu, J. Mies, A. Moles i Caubet, A. Montaner, F. de Muntanyà, J. Murtra, J. Mussoles, L. Nicolau D’Olwer, Joan Ors, J. Peiró, J. L. Pujol i Font, A. Roca, Cosme Rofes, A. Rovira i Virgili, Ángel Samblancat, M. Serra i Moret, Carles Soldevila, D. Trilles, T. Tusó, J. Valentí i Camp, Abel Velilla, J. Ventalló, J. Viadiu, S. Vidal, J. Viladomat, A. Vilalta Vidal, Joan B. Vives y Josep Xirau.